PRÓLOGO
— Si hay alguien que quiera oponerse ante este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre — dice el padre, todos miran a todos lados esperando a que alguien diga algo pero no —Ya que nadie se opone…
Es interrumpido por el ruido la puerta de la iglesia.
— ¡Me opongo!
Todos volteamos a ver a la persona que ha interrumpido la boda es más que nada la ex de Alonso. Por un momento pensé que Rio se iba a interponer ante este matrimonio pero solo fue mi ilusión haciendo de las suyas, suspiro y miro a Alonso mirar a la mujer.
— Yo me opongo a este matrimonio… Alonso, por favor, regresa conmigo — dice la pelinegra, no quise mirar a nadie, solo mire el altar porque la verdad no sabía cómo reaccionar a algo así — Fui una estúpida al dejarte ir, por favor, no te cases con esa — miro a mi lado encontrándome con la mirada furiosa de Bia mirando a la pelinegra con cierta ira.
— Di algo, Alonso — exclamó Bia esperando que su hermano dejara de mirar a la mujer cuyo nombre no me acuerdo.
— Lo siento, Sofía… — dice y me toma de la mano mirándome solo a mí — Estoy enamorado de una sola mujer y esa es la que está a mi lado en el altar — Sofía me mira con rabia y trago saliva, dos hombres la toman de los brazos y la sacan del lugar — Prosiga, padre — el padre nos mira y suspira volviendo a su lectura.
— Ya que no se oponen, los declaro marido y mujer, ya puede besar a la novia — Alonso se acerca, me besa la frente como lo hacía Rio y luego me besa los labios sellando un matrimonio por contrato.
(…)
5 años después.
Me subo al regazo de Alonso mientras lo tengo amarrado a la silla en nuestra habitación, escuchar como gruñe por soltarse solo hace que me encienda cada vez más.
— Cariño… suéltame, no me gusta estos juegos sucios que haces — sonrío con burla y lo tomo del oscuro cabello que tiene, gruñe y lo beso con deseo pero nos separamos al escuchar un llanto.
— Rae — decimos al mirarnos, me levanto y me pongo una bata mientras suelto el amarre, ambos salimos de la habitación y corremos a la habitación de Rae quien es nuestra hija de casi 5 años, al entrar la vemos a orilla de su cama mirando su dedo.
— Cielo, ¿Qué sucedió? — pregunta Alonso a su lado, tomo su pequeña mano y veo que se ha pinchado con algo — ¿Jugabas a la bella durmiente? — pregunta intentando hacerla reír pero lo ignora y me mira, sus ojos mieles casi amarillos, junto a su cabello n***o y piel pálida vestida de pecas me recuerdan a una sola persona desde que la tuve en mis brazos.
— Tía Bia acaba de volar por la ventana — solloza quitándose las lágrimas por el dolor de su dedo, miro a Alonso preocupada, se levanta corriendo al balcón de la habitación y se toca la frente sacando su teléfono llamando a alguien — Mami… — la miro y la tomo en mis brazos.
— Vamos a curarte la herida — mi voz temblaba pensando lo peor, en menos de 20 minutos llega una ambulancia mientras que una sirvienta me ayuda a sostener el kit de primeros auxilios.
— Mami… tía Bia ¿va a estar bien? — trago saliva y asiento esperando que si este bien.
— No te preocupes, mi amor, papi estará con la tía y la va a cuidar muy bien para que pronto regrese… así que te vas a quedar con Esmeralda quien te hará una rica merienda, ¿va? — asiente y miro a Esmeralda — Yo me encargo de esto, cuida a Rae — asiente y la toma en brazos llevándosela a la cocina. Subo a la habitación sin antes dejar el kit en el baño, me cambio y salgo lista para dirigirme a la clínica después de que Alonso me mandó un mensaje.
Una vez me estaciono en el estacionamiento de la clínica me bajo del carro y entro al lugar con la esperanza de encontrar de manera rápida a Alonso y tener buenas noticias de Bia. Cuando encuentro a Alonso salir de la sala de emergencia me mira y camina rápido a mí para abrazarme llorando.
— ¿Qué han dicho?, ¿Cómo esta Bia? — pregunto separándome de su abrazo, me mira con lágrimas en los ojos — Alonso… — le limpio las lágrimas.
— Aun no hay noticias, está en emergencia, Mar… si tan solo la hubieras visto… — se mira las manos y noto que tiene sangre seca — No sé qué pasó como para que se intentara suicidar de esa manera delante de nuestra hija — trago saliva mirando sus manos.
— No te preocupes, lo importante es que ella salga de esto… — toco su rostro — Estoy aquí, cariño, no estás solo — asiente.
— Familiares de Bianca, D’angelo — escuchamos y volteamos, mis ojos no daban crédito de lo que estaba viendo delante de mí.
— Yo soy su hermano… — dice Alonso acercándose al doctor. Comienzan a hablar, el hombre con quien habla Alonso me era demasiado familiar, su cabello n***o, su mirada ámbar junto a su piel pálida adornada con unos cuantos lunares, su nariz casi perfecta y junto cuando me mira se queda ahí sus ojos mirándome despertaron los sentimientos enterrados en un cajón durante 5 años.
— Rio…