: La chica del departamento 5-12A

4154 Words
Así que, fui apuñalada por las personas en las cuales debía confiar y mi salvador era un chico desconocido que nunca antes habría visto, los ángeles y los demonios siempre tienen buenos disfraces, el lobo se disfraza de cordero. Cruce la ciudad con un chico que no conocía, por calles que jamás habría visto en toda mi vida, con pasos presurosos y varias miradas cayendo sobre ambos, él vestido de novia era muy evidente, llamativo, podía sentir mi corazón latiendo bruscamente y como mi corazón parecía querer salir de mi pecho, tenía los nervios a una potencia increíble, a flor de piel y las ganas de vomitar dentro de mi garganta. Así que, me encontraba huyendo con un completo desconocido, con un enorme y estrepitoso vestido de novia, sentía que me encontraba en mi limite, quizá este se habría sobrepasado de mi cuerpo desde hacía mucho tiempo atrás. Sentía que mi limite se habría sobrepasado de mi cuerpo, y que no habría ahora nada que pudiera hacer, Aron me encontraría, de eso me encontraba completamente segura, siempre decían que el mal triunfaba, ¿No? De ser así, él me alcanzaría, tomando en su poder mi alma, llevándome de vuelta a donde se encontraba la empresa y fuera su esposa, puesto que, las cosas eran demasiado claras, me casaba y mi hermano no enfrentaría un juicio millonario, donde claramente el perdería e iría a la cárcel por todos y cada uno de los fraudes que cometió, así que, yo era nada más ni nada menos que un trofeo para Aron, él me conoció años atrás, yo siempre lo habría rechazado, puesto que no era para mí. Pero ahora que tenía razones suficientes para que yo me quedará con él, sabía perfectamente que ahora no me soltaría, no era más ni menos que eso. Sabía que mi hermano y mamá me buscarían por días, ¡Meses! ¿Por qué? Porque su hijo favorito—y al único que parecía querer—sería juzgado, ella no se sentía capaz de perderlo, así que mi libertad sería a cambio de la de él. Podría decir que me partió el corazón verlo besando a una chica, pero no fue así, la cosa era que eso me hizo darme cuenta, que era un trofeo, y no podía poner la libertad de mi hermano por encima de la mía, ellos siempre me habrían hecho a un lado, ¿Por qué tenía que detener mi mundo? Él no lo habría hecho por mí. Aquí me di cuenta de algo, mamá no me quería, quería que él estuviera a salvo y eso lo hacía peor, mucho peor. —¿Por qué simplemente no huiste antes de la boda? —, Dijo, mientras caminábamos por una calle casi vacía, intransitada—, ¿Por qué esperaste hasta el último minuto? —No lo sé. Dicen que harías cualquier cosa por los hermanos, ¿No? —, pregunté agitada mientras subíamos por aquellas escaleras de cemento—, Creí que podría haber hecho eso por él. —¿Y qué cambió? —, Cuestionó, le miré por un par de segundos, antes de contestar. Mordí mi labio inferior. Nunca fue una opción para mí satisfacer los deseos de un hombre, en cualquier minuto, siempre me pareció una ridiculez, nos encontrábamos en el siglo XXI, en donde los matrimonios por contrato, donde cambiaban a las mujeres por un par de vacas, ni por un poco de dinero, siempre me pareció demasiado asqueante el hecho de cómo eran tratadas las mujeres en esas épocas, me parecía completamente ridículo. —Qué no quiero perder mi libertad—, Me limité a decir. Sabía que Aron haría que dejará el baile, para mantenerme a su lado sonriendo de oreja a oreja en sus conferencias, cómo un modelo bonito, cómo un carro deportivo o una figura de colección, me mantendría ahí, sólo para recordarme que me pudo tener y, eso me jodía de verdad lo hacía. Porque había dedicado toda mi vida, literalmente al baile, a esto, ¿Por qué lo dejaría? ¿Por mamá? ¿Por mí hermano? ¿Por una familia que ni siquiera estuvo ahí para mí cuando yo lo necesite? —Vaya—, Dijo, deteniéndose fuera de un edificio, para mirarme con curiosidad—, ¿Todo era tan malo? Ambos comenzamos a subir aquellas escaleras estrechas, relamí mi labio inferior y le miré por un par de segundos antes de contestar. —Y con el paso del tiempo, sé que se volvería peor—, Me atreví a decir. —Ya, estás frita—dijo sacando sus llaves del bolsillo de su chaqueta, mientras me miraba de reojo—, Muy frita. —Dime algo que no sepa. —Pasa—dijo, abriendo la puerta, la cual rechino apenas la abrió—, Está un poco... Regado. —Ah, no en realidad—, Dije adentrándome a su departamento detrás de él—, De verdad te lo agradezco. —No es nada—, dijo con tono cansado—, Parece que te obligaron a casarte, ¿Sabes qué siglo es? —Sí y pensé que esto solo sucedía en los libros, me equivoqué—dije pasando mis manos por mi cabello—, Pero, las cosas no siempre salen cómo uno quisiera. —Necesitas pensar en algo, Rubia, porque no puedes pasar toda tu vida huyendo—, me informó cerrando la puerta detrás de él—, A menos de que te hayas pasado viendo tu vida entera series de ello. —Se me daría del asco, sí—, Le di la razón—, Así que no lo sé, siento que perderé la razón en cualquier segundo. Quizá me haga castaña, o pelinegra… Es gracioso. Gracioso el hecho de que pasas toda una vida planeando tu futuro, yendo a clases de lo que deseas hacer y cuando menos te lo esperas, si algo sale mal, todo ello cae por la ventana. Pensé que el hecho de que mi mamá me buscará era desinteresadamente, pensé que ella quería tener un lazo conmigo—era su hija—pensé que todo era normal, pero me equivoqué, necesité un golpe de agua helada para darme cuenta, que era usada. Cómo un jodido pañuelo lleno de mocos. Asqueroso. Camino hacia la cocina encendiendo una cafetera, la cual al conectarse sacó una chispa pequeña, fruncí la nariz, eso seguramente era peligroso, ¿No se lo habrían dicho antes? Seguramente, no. Noté cómo bajaba dos tazas de la alacena y miraba con seriedad, parecía estar pensando en que sería lo que haría, yo lo pensaba. Seguro se sentía comprometido, con eso de haberme traído de la estación del tren hasta su casa. —¿Te ayudo en algo? —pregunté, el señaló con la mirada la alacena de al lado de mí. —El azúcar. Asentí abriendo este, para sacar el azucarero, mientras lo bajaba noté que, en realidad, su casa era pequeña, seguramente vivía el solo, porque no había muchas cosas en la alacena, las suficientes para una persona, sí. —¿Por qué me estás ayudando? —, Me atreví a preguntar. —Noté la desesperación en tu mirada—, comentó, mientras servía en ambas tazas el contenido de la cafetera, sonrió de lado—, Se quién eres, Rubia, de niño Fátima solía poner el canal donde te presentaban bailar. Se que eres buena persona. —Parece ser que ser buena persona no lo es todo—, Dije encogiéndome de hombros, para recargarme en la pared—, Así que, tú sabes quién soy, ¡Tú tienes nombre? Tenía el corazón roto, Sabrina habría comenzado a salir con una chica cuando los planes de la boda comenzaron, por lo cual cualquier oportunidad que tuviera con ella se cayeron directamente al cesto de basura y todo lo que pudiera crear, tener o pensar con ella o con cualquier persona se habría ido a la basura, tenía el corazón roto y no tenía una casa, no quería pensar en personas que pudieran solucionar mi desastre, porque de un modo—u otro—, se terminaba por sentir patético. ¿Cómo era que había llegado a esto? —Sí, tengo nombre, cómo todas las personas—, Dijo con burla, para verme ligeramente de reojo—, Y, algo bueno a de tener tu vida—, mencionó con una mueca—, Toma. Tomé la taza caliente que me extendía y le coloqué un poco de azúcar, miraba entre el rabillo de mi ojo el cómo es que él parecía tener mil y un pensamientos en su cabeza y un par en la punta de su lengua. —Gracias—me recargué en la encimera para suspirar—, ¿Y cuántos años tienes? —Veinticinco—dijo para mirar hacia afuera de la cocina, era pequeña y mi vestido usaba un poco más de la mitad—, Tu vestido estorba. Dijo, cómo si pensáramos en las mismas cosas, asentí con una mueca asentí. —Si, es un vestido horrible, ¿No? —, Bromeo, para verlo. En realidad, sí. Era horrible, creía que parecía de hace siglos, ni siquiera lucía bien, parecía una señora, era de la madre de Aron, quien ya tenía alrededor de ochenta años, me sorprendía en realidad que me quedará. —Para ser Brianda Carpenter, la niña que imponía moda en las nacionales, sí—dijo con sarcasmo—, Además… —Es... Un vestido horroroso de la madre de Aron—, Pause por un par de segundos—, Lo más rescatable de Aron es su madre, es muy dulce. —Es... Un lindo vestido—dijo alargando eso—, De verdad debes de estar pasando un mal día. —No—, canturreó con diversión y sarcasmo, mirando hacía sus paredes—¿Por qué lo dices? Me acerque y note como aquel vestido me estorbaba hasta la existencia. Petición de él, era de su mamá, este horroroso vestido que costaba quizá lo que costo mi coche, fruncí las cejas para después enderezarme. —No sabes ni si quiera mi nombre, pero estas aquí—Tomó la cafetera y comenzó a servir—¿No tienes amigos? —Ya, sí. Pero él tiene las direcciones de todos—mencioné mirando su casa—, Además te pregunté ya tu nombre, más no me lo dijiste—, Señalé, miré con atención a donde se encontraba una repisa—, Tienes de las figuras de acción, interesante. Y comics. Caminé hacía en donde se encontraban, mirando con atención cada uno de ellos, mis ojos miraban asombrada ligeramente, yo tenía dos o tres de ellos, no me gustaba gastar el dinero que tenía, pero las amaba. —Sí, cuidado con ellas son frágiles…—. Comenzó. —Y de colección, si lo sé—dije mirando a detalle, mirando hacía los comics dentro de un protector—, Solo deja pienso en un plan y me iré. —Sí, claro. No te preocupes. —dijo tomando del café—, ¿Por qué no te negaste a casarte? —Lo intenté, pero... No pude hacerlo—, Admití—, No lo sé, quizá llame a… Aitana y papá eran lo único bueno que había tenido de mi familia, y los habría encontrado hacía tan poco tiempo, tan pero tan poco que creí que no los vería de nuevo, luego se encontraba Lucas, quien iba detrás de mí diciendo que las cosas podían mejorar y no lo hacían, me habría acompañado en muchos momentos, uno de ellos fue cuando mi madre me pidió esto. "Quiero una familia. Una feliz, dime tú, ¿Cómo podría tener una familia feliz si mi hijo está en la cárcel? Intentemos que esto funcioné... ¿No quieres eso? ¿No soñaste siempre con una familia feliz? ¡Es tú momento! Si estamos juntas... seremos una familia feliz". Sus palabras se metieron en mí, quizá mi niña interior pensó, ¿Por una vez? Quizá por una vez... Sólo una podría saber lo que se siente tener el cariño de mi madre y, sí, lo tendría. Por... —¿Es un matrimonio por contrato? —preguntó, con curiosidad, le miré—, Parece que no lo amas, en lo mínimo. ¿Por qué te casarías si no es por contrato? En realidad... Mi hermano trabajaba en su empresa, de la familia de Aron, trabajo ahí casi toda su vida, cuando se burlaba de mí por ir detrás de mis sueños, él hacía los suyos detrás de un escritorio, pero con algo con suma particularidad, hacía fraude y, comenzó una enorme deuda millonaria. Estaba por iniciar una demanda cuando Aron me vio, dijo que era amor a primera vista, que era guapísima y que quería casarse conmigo. —Algo así—me límite a decir—, Para salvar a alguien que me quiso hace poco... A mi hermano—, Me quedé callada por un par de segundos, desplace la mirada—, ¿Tienes un teléfono que me prestes? Tengo que hacer una llamada. Él asintió y me entregó un teléfono, agradecí y caminé hacía el fondo de la habitación, marqué el número de Murphy, después de tres tonos ella atendió la llamada. Pensé que no lo haría, ella era la persona más miedosa del mundo, creyente de la mala suerte y podía pensar que esto podría traerle aún más mala suerte de la que ella "ya" podría cargarse. —Preciosa—. Saludé, escuche un suspiro de alivio apenas escucho mi voz. —Por dios, eres tú, ¿En dónde estás? —, susurró bajamente—, Te hemos estado buscando, ¡Por horas! ¡Me tenías tan preocupada! —Ya, no podía dejar que te perdieras la boda del siglo—dije bromista, para hacer una mueca—, No volveré, no pronto. Así que... Necesito un par de favores. Se escucharon un par de pasos—Ella está aquí, pensó que vendrías a casa, esta cómo loca tocando, quería desordenar el departamento buscando tu paradero, pero... Ajá. —Ni siquiera tú podrías dar conmigo—le dije con tono burlón—, Estoy, lejos. ¿Él está ahí? —No, pero lo estuvo—, Admitió, para suspirar—, esta furioso, dice que eres suya, ¿Por qué no me dijiste que estabas siendo obligada a casarte? —Le quitaría la magia mi matrimonio, ¿No lo crees? —pregunté bajamente—, Sólo, no quería que todo se hiciera un desastre. Siempre me habría gustado salir de mis problemas sola. —¿Y qué piensas hacer? —preguntó, miré hacía él chico, tenía razón, no sabía ni siquiera su nombre, pero me encontraba aquí—, No puedes huir de él. toda tu vida, tienes presentaciones en Broadway... Una vida. —Ya, no soy la única que esta pasando un mal momento, no quería… Ser un problema—, Confesé. flashback. Ella caminaba de un poco desesperada de un lado a otro con aquella falda larga que le llegaba hasta los talones pasando de un lado a otro, se miraba en sus ojos la desesperación y la tristeza, habríamos volado todos hasta acá, porque se escuchaba desesperada. Ella se habría mudado con Daniel apenas se casaron, estaban siempre juntos, era cómo si El lie hubiera encontrado la medicina perfecta, lo que les hacía feliz a ambos, eran tal para cual. —No es válido nuestro matrimonio—jadeo con enojo Ellie—, ¡Por dios! Llevamos meses casados, ¿Y no es válido nuestro matrimonio? ¿Cómo es posible que no sea válido? —Ya, ¿No te han dicho por qué? —pregunté, ella me entregó el papel, sus ojos estaban con aquel semblante, furioso. —El Juez, en realidad no lo era, ¿Sabes que era? —preguntó con un tono molesto—, ¡Un farsante! ¡Pero no te preocupes! No, ¡Nos dieron un jodido cupón en un hotel! ¡Un jodido cupón! ¡Qué maravilla! —Menuda mierda—dije haciendo una mueca—, Ya, eso explica porque estás tan furiosa. —Pero, pueden casarse de nuevo, está vez con todos nosotros—, mencionó Murphy, intentando apaciguar su enojo—. Así que... —No es eso Murphy—dijo Daniel sentándose a un costado de Ellie—, Es que nosotros lo hicimos, porque nos nacía más amor del que podíamos contener. Dos personas que querían comerse al mundo, se escaparon a las vegas a casarse. Ahora tenemos un estúpido papel, que dice que nuestro matrimonio no es válido. —Ustedes son más que un matrimonio. —Lo sé, es sólo que... Estoy enojada. Fin del flashback —Nunca serías un problema, Brianda—, Me recrimino—, ¿De dónde estás llamando? —Del celular de un ángel guardián—, Me anime a decir—, Uno un poco sarcástico. —Sabes que, si necesitas algo, puedes llamarme, estaré al pendiente y… —Estaré bien Murphy, no te preocupes—, Le dije con una sonrisa fingida, a pesar de ella no podía verme—, Te quiero preciosa. —Te quiero, preciosa. Apenas colgué me senté en el suelo, sentía que mis ojos me picaban había tanta desesperación en mi cuerpo, ¡Demasiada! Sentía que el mundo se me había caído abajo, miré hacía el techo y tomé una bocanada de aire, la vida últimamente se me sentía cómo un golpe bajo, cómo una historia mala. Escuché los pasos de él y contuve la respiración y aguanté las lágrimas, quería sentirme con valentía, pero de ella no había en mi cuerpo, ni un misero gramo. —¿Tienes más familia? —preguntó, le di su celular y pensé por unos segundos—, No es posible que te quedarás varada de un día para otro. —Papá y Aitana, pero... No quiero meterlos en este problema, necesito pensar—dije sentándome en el suelo, tomando el puente de mi nariz—, ¿Sabes qué es esto? Estoy frita, cómo una quesadilla. —Si no lo amabas, ¿Por qué parece que tienes el corazón roto? —No solo las relaciones te rompen el corazón—confesé con una mueca—, En fin... Tengo que pensar. Sabrina, habría perdido a Sabrina, ahora ella salía con alguien más, sabía que no era lo más apropiado que saliera con la hermana de mi mejor amiga, pero nos gustábamos, no tenía yo una etiqueta, me gustaban las chicas, cómo también me gustaban los chicos. Ahí terminaba todo. —Ya, pues Rubia, no tienes planes—dijo sentándose a un costado de mí—, Ni dinero. Ni nada. —Sí, tengo un horroroso vestido—, Dije con una falsa risa. Me acosté en el suelo, para después ver hacía él chico, quien se sentó a un costado de mí. —Me llamó Leonard—dijo para después mirar hacía un costado—, Estaba buscando un compañero de piso y... Aunque tu no cumples ninguno de los requisitos... En realidad, ninguno. —¿Gracias...? —, Le miré con las cejas fruncidas, él miró hacia arriba y después se levantó. —Puedes quedarte, un tiempo—dijo para después apartar la mirada—, Más te vale no ser una loca maniática, que ya te he conocido así. Loca huyendo con un vestido de novia, y tirándome mi café en mi traje. —¿Hablas enserió? —, Dije con un toque de emoción—, ¿Lo dices enserio? —Espero que no sea mala idea—dijo saliendo de mi campo de visión. Cerré los ojos, escuché un par de pasos, y ahí estaba él, con un par de ropa en su mano. —Quizá no te quedé, en lo absoluto—dijo, para estirarme la ropa—, Pero, es mejor que ese vestido horrible. Lo tomé y le agradecí, para mirar a mi alrededor, él me señaló uno de sus cuartos. Sí, seguramente estaba perdiendo la razón, usaría ropa de un desconocido en casa del mismo, Comencé a quitarme la ropa. Bueno, ahora sabía que se llamaba Leonard. Leonard parecía una persona agradable, éramos de la altura, era un poco robusto y tenía el cabello oscuro un poco largo peinado hacía atrás, tenía unos lentes de pasta gruesa y ojos enormes y castaños, su casa olía a pizza y aromatizante de cereza. Comencé a ponerme su camisa, era de Flash, y eran unos pantalones de pijama de cuadros, cuadros negros con rojo, pensé en esto y me resulto gracioso, estaba perdiendo la cordura. —Ellie y Murphy seguro se burlarían de mí—, Dije mirándome en el espejo, me miré con atención—, ¿Sería el destino? Apenas salí noté que él hablaba por teléfono, no dije nada al respecto y seguí mirando la habitación, tenía que pensar en que iba a ser, porque el chico de los comics no me iba a mantener—por obvias razones—no podía vivir de gratis aquí, podría vender este horroroso vestido, quizá podría cantar en una banca del centro, solían decir que yo era bastante buena en ello cuando cantaba en el coro de la iglesia. —Rubia, tengo que salir, ¿Vienes? —preguntó, miré mi ropa y negué el rio—Ya, estoy aquí en menos de diez minutos, ¿Está bien? Asentí, para después mirar hacía la cocina. Por un par de minutos pensé en que haría, dinero tenía, pero no tenía mis tarjetas ni de donde obtener para adentrarme a mi cuenta de banco, necesitaba mi número de teléfono. Mierda. —Ya... Puedes ver la televisión o algo así—, Dijo colocándose una chaqueta. —Gracias de verdad Leonard—le dije a lo que sonrió de lado. Podía pensar que la vida me había tirado encima a un ángel guardián. Noté cómo salía y me tiré al sofá mirando hacía el techo. Algo que tengo presente, es que desde que era amiga de Murphy la mala suerte se aferraba a mí cómo una sanguijuela que me chupaba la sangre, con fuerza, cómo si no pudiera haber otra cosa en mi vida. Caminé hacía donde se encontraba mi vestido y lo miré con un poco de lastima, era horrible, yo casada era horrible, un matrimonio conmigo. Horrible, tome el vestido y miré por el lugar, buscando una bolsa negra, apenas tome una lo introduje, con una mueca de asco. Tenía que pensar, debía dejar de ser Brianda, tenía que pensar en otro nombre, un corte de cabello, ¿Qué nombre quisiera tener? Uno interesante. Quizá uno imponente para dejar de ser frágil, siempre habría tenido la fortaleza para demostrarme como una persona segura de cada uno de los pasos que daba, así que, él nuevo nombre que escogiera debería ser a par de lo que quería ser. Saray, me gustaba Saray, lo habría visto en una serie española, que amaba, quizá me haría morocha, eso resultaba perfectamente para mí, lo intentaría. Ser morocha perfectamente diferente a la persona que era actualmente y esperar que las cosas mejoraran. Ahora, Saray, podría cantar, tocaba de niña en la iglesia en los domingos, ¿De dónde podía sacar una guitarra? Mis pensamientos se acallaron cuando el sonido de la puerta llamo mi atención, miré hacia donde ella, para notar cómo una chica guapísima, alta, con el cabello perfectamente peinado y bolsas colgando en las puntas de sus dedos se adentro a la habitación. —¡Leonard! ¡He traído...! —, se quedó callada en el momento en que nuestros ojos chocaron al instante y por un momento pensé, lo he jodido—, ¿Quién demonios eres tú? Sus ojos felinos se miraban confundidos, para pasar de un segundo a otro a furia, estaba furiosa, molesta y parecía que de tener un pincho seguramente me lo enterraría en la parte baja del abdomen y haría pasar todo esto por un malentendido. Lo podría hacer pasar cómo un accidente, ¿No es así? Una desconocida que se habría introducido en el departamento de Leonard, asaltando su armario, relamí mis labios y aguante la respiración. —¿Quién rayos eres maldita? —, Soltó las bolsas y camino con velocidad hacía mí. ¿Mi vida llegaría aquí? De novia fugitiva a ser una persona muerta en el departamento de un desconocido, ¿Qué podría esperar? Sonreí irónica, alzando las cejas. —¿Quién te crees para estar en esta maldita casa bruja? —, Preguntó con molestia, colocándose frente a mí. —Deberías relajarte, el estrés causa arrugas. —Maldita bruja, ¿Qué haces aquí? —, dijo amenazante tomándome de la camisa de Leonard—, Y con su jodida camisa, te lo preguntaré una sola vez más, ¿Quién demonios eres maldita perra?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD