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La chica del corazón roto

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Aun me preguntaba, como una persona exitosa, que tenia presentaciones en Broadway terminaba corriendo con un vestido de novia en una esracion de trenes, ¿Como habia llegado a esto?

No tenia una lista, ni un inicio, ¡Menos me imagine dormir en la casa de un desconocido!

Se necesita valor para entender que un corazón roto, no se cura con curitas, y se necesita más que el amor para sacarle la mala suerte a Murphy Evans de las venas.

El éxito ha llegado a la vida de ellos, pero también aquel giro inesperado de 360 grados, quizás a partir del 13 de Octubre sería una tradición escapar con un vestido de novia, Sabrina Evans fue lo que pensó, cuando la vio ahí, a una de las personas que más quería, huir con el maquillaje corrido y la vida hecho añicos.

Habrían destruido ya aquella lista, con la que cruzarían los dedos y le pedirían a las estrellas que no les volvieran a partir el corazón.

Y con Diego lejos, ¿Cómo podrían curar su corazón roto?

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1: Estación de tren
Dicen que a todos nos han roto el corazón mínimo una vez, así que… A todas las personas que tenemos el corazón roto, tenemos la decisión, de ir con las piezas en las manos, incrustándonos los filos causándonos daño, o crear un mosaico… 1: LA CHICA DEL TREN Así qué, la cuestión, ¿Cómo alguien que planea toda su vida, llega al desastre y sale de el con éxito? La respuesta, no lo hace. Mi nombre, es Brianda Carpenter, planee toda mi vida, desde que vi a papá salir por la puerta y no volver, planee ser exitosa, lo logre y llegué a las competencias más importantes, llegué a ser nombrada en la farándula y llamada por los cantantes más famosos del momento, para videos y conciertos. Así que, me preguntaba. ¿Cómo llegué aquí? Miré por encima de mi hombro, esperando que en mi camino no se encontrará Aron, apresuré mis pasos y rece para no doblarme el pie con los tacones que podrían ser incrustados en los ojos de alguien y ser un arma mortal. Aquel vestido de novia me resultaba pesado, al igual que casarme. Cuando era niña recordaba bajarme antes del coche de quien me enseñaba los bailes, esperar en la puerta de la entrada con la nariz pegada al cristal de esta y desear que pasará un milagro, después, recibía burla de mis hermanos diciendo que debía de madurar, por qué las personas que salen de tu vida lo hacen porque en realidad, no querían estar en ella, en primer lugar. —Por favor, que no me alcance—, Susurré sin dejar de correr. El viento se estrellaba en mi rostro y podía sentir cómo el frío comenzaba a calar mis huesos, mi alma, todo. Siempre pensé que el casarme, no sería una opción, ¿Casarme sin amor? Eso resultaba aún más patético en mis pensamientos. Bien dicen, nunca digas nunca, la vida se burla en tu rostro. Podría decir que pase toda mi vida corriendo del mismo demonio una y otra vez, como si mi vida dependiera de ello o como si yo fuera tan rápida como para poder escapar con unos tacones de aguja y un horroroso vestido de novia a alta velocidad, como si mi vida dependiera de ello. Y yo. Sentía cómo el viento chocaba en mi rostro y la nariz la tenía fría, sobre todo de la punta, pensaba que se trataba de un mal sueño, pero no lo era, porque me habría pellizcado ya un par de veces cuando salí corriendo de aquella iglesia, no paso demasiado tiempo cuando él se dio cuenta de que yo habría salido por la ventana y de un modo—u otro—habría llegado a seguir cada uno de mis pasos. Pensaba, el vestido, aquel maldito vestido horroroso pesaba a más no poder, tanto que sentía que entre tanto correr mis pasos se desestabilizaban, creía que en cualquier momento yo podría caerme, quizá lo haría. Siendo así que le daría paso al demonio para alcanzarme y llevarse mis huesos al son de sus pasos, casándome con él. Él, Aron era mucho más grande que yo, ni siquiera lo conocía mucho—pero él a mí sí—sus ojos habrían mirado en mi dirección desde hace tiempo atrás, me lo confeso, “te vi, desde ahí supe que serías mía”, eso me asqueaba, no sabía con claridad si era el hecho de que me miraba como un objeto, o si era el hecho de que siempre habría mirado en mi dirección. Aron decidió que quería casarse conmigo, porque ante las cámaras necesitaba a una chica bonita, que resonara en los periódicos, noticiarios y demás, puesto que elevaría un poco más el nombre de su empresa. Podría decir, que soy muy joven para hacer esto, pero, ¿En dónde vendría mi vida a ello? ¿Era la edad? ¿O la circunstancia? Entre mi correr, sentía que mis pasos y mi respiración agitada pedía piedad, no podría seguir corriendo por demasiado tiempo, sin desmayarme, miré la estación del tren, mis ojos se esperanzaron. —¿Estás perdida? —, me detuve al escuchar a un par de chicas riendo, con aquella pregunta tan estúpida—, Que escena más trágica. —¿Te imaginas vivir eso? De pena—escuché a su otra amiga, burlonas y llenas de diversión—, Sería una lástima escapar, ¡En tú propia boda! ¡Eso seguro debe de doler! En realidad, a mí me generaba alivio haber escapado. Pensé. Fruncí ligeramente la nariz y retrocedí un poco encarando a ambas chicas que me miraron con sorpresa, desconcertadas—seguro, no esperaban que me detuviera a con ellas—ellas se miraron dudosas. Seguramente, yo, les habría dado ya un fuerte golpe en su rostro, en el de ambas, estaba furiosa y era la excusa perfecta para sacar un poco el enojo que tenía dentro. Pero, además que sí, seguramente esto se veía trágico, sería más atención, “la novia que escapa de su boda y golpea a dos chicas en la calle”, seguro, sería un poco extraño. —En realidad...—miré hacia él, quién había girado en la misma calle que yo, buscándome con la mirada—Sí, ¿Tienen para un pasaje de tren? Ambas se miraron, seguro no era la respuesta que esperaban, una novia mirando a todas partes como si fuera seguida por el diablo en persona. Diablo con nombre y, no era Lucifer. —Ah, lo siento—, Balbuceo la castaña, para mirar dentro de su bolso—, Sí… Toma. Apenas saco el dinero de su bolsa, me lo entrego, le di una ligera y casi inexistente sonrisa, para agradecer, miré hacía Aron, ¿A dónde me llevaría todo esto? Caminé con velocidad hacía la entrada del tren, con un poco de rapidez. No podía creer que no tuviera tiempo. Gracioso, tiempo… Murphy solía decirme que tenía tiempo de sobra y que estaba tirando por la borda muchas cosas. Fuera del baile lo pasaba recostada en la sala de mi casa viendo un par de películas viejas y esperando que la vida mejorará, puesto que temía de comerme al mundo, aunque eso en realidad jamás lo habría demostrado. ¿Y cómo podía ser que una persona que parecía tener todo en control terminaba corriendo con un vestido de novia? Bajé las escaleras de la estación con suma rapidez sintiendo cómo mi alma se encontraba en las puntas de los dedos de mis pies, con las manos completamente temblorosas comencé a introducir las monedas para poder pasar al tren. —¡Espera! ¡Detente! —, grito, su voz taladraba en mis oídos—, ¡Estás cometiendo el peor error de tu vida! ¡Te vas a arrepentir maldita perra! Me alarme apenas escuché su voz, mire hacía en su dirección notando como él se adentraba a la estación, sus ojos miraban directamente en mi dirección dando por hecho, que me alcanzaría. Bajaba las escaleras con la mayor rapidez que él podía, agradecía en estos momentos que él fuera tan mayor, le era más difícil alcanzarme. Mi peor error sería estar en aquella iglesia, sin dudas. Apenas pude subir al tren miré nuevamente sus ojos oscuros, podía ser que esto era tan cómico para los espectadores, para mí… Se sentía tenebroso. Me adentre un poco más con velocidad, siendo así que en mi subir tan estrepitoso y brusco, chocara un poco con un hombre, haciendo que el café que se encontraba en su mano se tambaleara bruscamente haciendo que cayera al suelo y el líquido cayera en la camisa, y en el suelo, sus ojos que se encontraban bajo unas gafas de armazón grueso, se fruncieron por completo, molesto. Un enorme quejido salió de sus labios, molesto, su gruñido atrajo la mirada de todos, me sentí aún más avergonzada, de ser posible, miré el café en el suelo. —Mierda—susurré sintiendo el café en mí también—, Lo siento... Lo siento muchísimo. —Asco—. Pujo, con asco limpiando ligeramente su camisa, soltando un insulto entre sus dientes—, Diablos, me has tirado el café encima. Vaya, seguro eres Einstein, no lo había notado. Pensé rodando los ojos. Respiré intentando calmarme, él no tenía la culpa de que yo tuviera un mal día. Mal día, miré hacía en donde se encontraba Aron, quien estaba buscando en sus bolsillos monedas que ingresar a la maquina del tren. Por favor, por favor. —Por favor—, Susurré cruzando mis dedos. —Mi día si podía tener más mala suerte—, se quejó, rodé los ojos—, ¿Por qué entras cómo si no hubiera nadie más? Loca. —Lo siento—, Dije agitada. Para limpiar mis manos sudorosas en aquel vestido—, No alces la voz, por favor… Apenas Aron introdujo las monedas y entro al andén sus ojos comenzaron a buscarme, cómo un depredador buscando su presa, carne fresca. Aquel hombre con ligeras canas en su cabello, sus ojos ligeramente afectados por la edad… Mi corazón comenzó a latir con frenesí cuando sus ojos cayeron directamente a los míos. Sus pasos presurosos caminaron hacía acá. —No, no, no—, Dije retrocediendo ligeramente. Las puertas del tren se cerraron antes de que el llegará al vagón en el que me encontraba. —¡No te libraras tan fácil de mí, maldita zorra! —, Grito eufórico, agitando su puño en mi dirección. —Cielos—, Susurré, alzando la mirada. ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? Podía sentir mi corazón latiendo cómo un jodido tambor, cerré los ojos con fuerza y mi mano se aferro con demasiada fuerza en aquel tubo metálico. ¿Cuánto tiempo podría librarme de él? —Todo estará bien—, Repetí un par de veces bajamente. —¿Acostumbras mucho a hablar sola? —, Se mofó irónico él, le miré con los ojos entre cerrados—, Por cierto, me debes un café, una camisa y… —Ah. Lo siento—, Dije mirando por la ventana del vagón—, Lo siento, pero no tengo para un café—dije sin verle, presionado el tubo metálico—, Y mucho menos para una camisa. —Ni menos sentido del humor. —Ya vas—dije para mirar los nombres de las estaciones—¿Algo que quieras añadir a tu lista? —Una serie de eventos desafortunados que te llevaron a escapar de una boda, he de suponer por el estorboso vestido de novia que cargas—, Añadió con tranquilidad—, La cual podría jurar que es tuya. —Adivino. —Es lógica. —Y lo mío sarcasmo—, Dije rodando los ojos—, ¿Puedes guardar silencio? Necesito pensar. —Pues… —¿Puedes callarte? Tuve un mal día, ¡Me están casando cómo un pavo para la cena de navidad! ¡Tengo unos tacones tan incómodos! ¡Un vestido horrible! ¡Y un jodido destino más jodido! —, Dije alterada—, ¡Y el vestido pica! ¡Así que sí! ¡Tengo mala fortuna! Sus ojos me miraron y su cabeza se ladeo ligeramente un poco hacía la izquierda, encogió sus hombros. Sus ojos se fruncieron ligeramente segundos después y comenzó a analizarme, rodé los ojos y desplace la mirada a los nombres de las estaciones del tren, ¿Qué podría hacer? Seguro tendría a cada uno de sus amigos vigilando las estaciones, buscando en donde podría estar. —Estoy frita—, Dije para mis adentros, moviendo la pierna impacientemente. ¿A dónde iría? No había un lugar en donde él o mi familia no me pudieran buscar. —¿Por qué hablas sola? ¿Acaso si estás loca? —, Preguntó, le miré mal—, Loca. —¿Es tu forma de conocer gente? Es bastante mala—dije dudosa—, De verdad lamento esto, no fue mi intención. También lamento el modo en el que te hable, ha sido un mal día. —Sí, se nota—, Le miré ofendida, él sonrió ligeramente—, ¿Cuántos años tienes? Pareces una niña, vestida de novia—añadió rodé los ojos para ver por la ventana—, ¿Tienes destino? ¿Nombre? —Y muchos problemas, ¿Quieres algo más en añadir? —dije burlona para recargar mi cabeza en el tubo—, Lo siento, tengo... 21. —Que deberías cambiar tus planes, seguramente sabrá en que estación bajaras, loca—, informó para girarse—, Estás jodida, por si no te habías dado cuenta antes de ello. Eso quisiera añadir. Camine un poco para ver los letreros de las estaciones, tenía razón solo conocía tres y él y sus amigos seguramente ya me estarían en cada una de ellas. —Ayúdame, por favor—, Pedí, sin pensar. —¿No era que no querías hablar conmigo? —, dijo con egocentrismo—, Me acabas de gritar, ¿Sabes lo mucho que me has herido con ello? —¿Hablas enserio? —, me quejé, él alzó ambas cejas—, Diablos. —No me hables—dijo apartando la mirada—, Silencio. —¡Ay! ¡Eres un tonto! —exclamé—¿Tu tuviste un mal día? ¡¿Ya me viste a mí? —Te he visto también en Broadway, ¿Que hace una bailarina con títulos internacionales en el metro con un vestido de novia? —¿Qué? —, Mi tonó cambio repentinamente. —¿Cómo es que si tenías tanto éxito te encuentras aquí? Con la vida completamente arruinada. Me quedé callada porque no pensé que una de las cosas de las cuales me pudiera decir fuera ello, sabía quién era, ¿Por qué sabía quién era? Le miré con un poco de confusión y el alzó ambas cejas esperando alguna respuesta, pensé en que diría. —Terminé huyendo de la realidad—, le dije con ironía—Así que sabías quien era, desde el segundo uno. —Sí, hagamos una cosa tu historia me intriga, te invito un café sustituyo el que me has tirado y me cuentas la historia que ha traído a la gran...—comenzó, pero le interrumpí acercándome a él con velocidad. —¡No digas mi nombre! —, le frene rápidamente—Ya no seré ella, ya no puedo ser ella… —¿Dejarás el éxito que tienes por un hombre? —, dijo con confusión—, Es decir, tienes un nombre que, en los medios, que en la vida del baile te abre puertas, Rubia, ¿Por qué harías eso? —No es por un hombre—, le frene para después encoger mis hombros—, Es por mi seguridad. además, ¿Sabes que diversión es esto? Tengo algo que contarles a los hijos de Murphy, cuando los tenga. —¿Y si es tan gracioso porque parece que estás muriendo? Porque de verdad, sentía que mi vida se estaba acabando en estos segundos, no sabía en que momento todo el desastre se habría llevado entre el desastre. —Porque cuando lleguemos a alguna estación, él me atrapará. No hablamos por los próximos dos minutos, sólo podía pensar en todo lo que estaba pasando y todo me parecía tan trágico, cómo la historia más tonta del mundo, pensé en que es lo que haría, pero nada parecía coherente y cada plan que llegaba a mi cabeza era tan malo cómo el plan anterior, cada plan, cada idea, todo lo que pasaba por mi cabeza era una idea terrible que terminaría en tragedia, seguramente. El tren se frenó y su mano tomó la mía para comenzar a caminar velozmente saliendo del tren, pareció una reacción completamente involuntaria, miré hacía atrás, para regresar mi mirada hacía él. —¿Qué haces? —, Pregunté siguiendo sus pasos, sin dudarlo. Su mano aún presionaba la mía como si su vida dependiera de ello. Huíamos como si el también tuviera un problema, huía como si ambos tuviéramos una daga en el cuello y nos pidieran que uno de los dos falleciera, como si nos conociéramos de toda la vida y lo mejor, fuéramos almas gemelas. —¿Qué es lo que haces? —repetí, confundida de todo lo que estaba pasando. Se detuvo por un par de segundos para mirarme, sus ojos castaños me miraban con atención para después fruncir las cejas con confusión, su respiración estaba agitada. Tanto como la mía. —No tengo ni la más mínima idea—confesó para comenzar a subir las escaleras con rapidez—Y espero no arrepentirme de ello. Ni yo.

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