Punto de vista de Valentina La mañana después de que Gabriel y Julian se fueron, me desperté con el brazo de Elías alrededor de mi cintura. Su pecho estaba pegado a mi espalda. Su respiración era lenta, tranquila, Por un segundo, olvidé quién era, olvidé que Valentina Silvestri no era una mujer normal, que no tenía derecho a paz. —Pensé que hoy dormirías más —murmuró él, sin abrir los ojos. Su mano bajó un poco, acariciándome la cadera con el pulgar. —Tengo demasiadas cosas en la mente —respondí, girándome para verlo. Sus ojos ya estaban clavados en mí, al ver la manera en que me miraba, me dí cuenta de que nos perteneciamos por completo. Bajamos juntos, quise prepararle el desayuno, pan tostado, café n***o, huevos revueltos, nada especial, pero lo preparé con cariño. Luca entró en

