Escuché la puerta de la entrada abrirse y abrí los ojos. Mi corazón aún latía fuertemente y mi respiración no se había controlado del todo. Supuse que estábamos demasiado ebrios, porque Jean no se movió cuando aparté sus brazos. Medio me vestí y salí de la habitación con otras cuantas de mis prendas abrazadas a mi pecho, esperando que me diera tiempo de atravesar los pasillos sin que nadie se percatara de mí, pero eso no pasó. Justo antes de poder abrir mi puerta escuché la voz de Nery a mis espaldas. —¿Te acostaste con Jean? —preguntó, le miré y sentí que mis labios temblaban una respuesta que no podía decir—. Es increíble —Bufó una risa—. Te acostaste con el hombre que mató a tu prometido. ¡Vaya sentido de lealtad tienes tú! —dijo y mi cuerpo perdió todo el calor que no había podido

