NUEVA YANNA

2265 Words
{ANDREW} Caigo. La caída es infinita. Parece que nunca va a llegar el momento. Pero llega. Y pasa. Un inmenso dolor se extiende por todo mi cuerpo pero apenas lo noto. Todo se desvanece. Grito. - ¡Andrew! ¡Andrew, despierta! Alguien me mueve por los hombros. Enseguida veo de quién se trata. La miro callado y serio. - ¿Estás bien? Parecía que tenías una pesadilla- me dice Rachel, preocupada. Añoro cuando tenía el pelo azul, le daba vida y alegría, pero desde que llegaron Michael y sus tropas, ha vuelto a su pelo original por orden de los que mandan ahora. - Estoy bien- respondo a secas, aunque tanto Rachel como yo sabemos que eso no es verdad-. No era una pesadilla. Eran recuerdos... - Lo siento- Rachel me lanza una mirada de empatía-. Vamos, anda, el desayuno está listo. Alzo los brazos hacia ella y esta me ayuda a levantarme de la cama. Con un pie acerca mi peor pesadilla desde aquel fatídico día. Acto seguido aparece Liam, un sombrío y serio Liam que intenta forzar una sonrisa tranquilizadora sin conseguirlo. Entre los dos me ayudan a subirme a la silla de ruedas. {MAYA} - ¡Mamá, mamá!- la pequeña Alex de cinco años recién cumplidos tira de mi manga y me mira con su dulce mirada, sé lo que me va a pedir-. ¡Quiero salir a jugar, porfaaa! - Ya te lo tengo dicho, Alex- suspiro agachándome a su altura y mirándola a los ojos-. Solo podemos salir cuando sea la hora... - ¡Pero me aburro!- suspira la niña poniéndome ojos de gato. - Lo siento... - ¡Y cuando sea la hora no podremos porque Abadón no querrá salir, como siempre!- se queja la niña. - Ya sabes como es tu hermano... y si no está Clare aquí para quedarse con él, no podemos hacerle nada...- intento que entre en razón. - ¡Jo!- se cruza de brazos y se va corriendo a su habitación. Desde que Michael llegó a lo que él llama La Nueva Yanna, la vida se ha vuelto más difícil. Ya no se puede salir a cualquier hora, solo para trabajar o llevar los niños al colegio, o durante las "dos horas de comunidad", impuestas más que nada para que los niños tomen un poco el aire. A excepción de los últimos días de las semanas, los domingos, ese día somos libres de salir y entrar cuando queramos, hasta el toque de queda, las diez de la noche. Pero, aún así, no se siente la libertad que sentíamos ante con Nathan. Ahora la isla nevada está vigilada hasta un extremo insostenible, un guardia en cada calle, en cada esquina, en cada parque, en cada edificio. Es como estar en una prisión. Asfixiante. {STAR} Llego a casa y me echo en el sofá, con un largo y pesado suspiro. - ¿Qué tal el día, mi niña?- me pregunta mi abuela, Gertrude, sentada en una butaca, entrente mía. No estaba haciendo nada, antes del apocalipsis se pasaba todo el día viendo telenovelas en la televisión pero ahora no tiene nada que hacer aparte de limpiar u ojear revistas. Si al menos supiera leer... Me he propuesto a enseñarle en varias ocasiones pero ella no quiere, dice que ya está muy vieja para eso. - Si te soy sincera, mal, muy mal. Esto de repartir provisiones cansa, pero es mejor que pelear, así por lo menos no se me estropean las uñas- le digo limándome las uñas con una lima que había en la mesilla de la sala de estar. - Eres igual que tu madre- suspira mi abuela-. Floja para todo, tienes que acostumbrarte a trabajar. Otra opción no tienes si no quieres que los cabrones estos te maten. Ya sabes lo que pasa con los que se escaquean y los que desobedecen las estúpidas normas de orcos. - Ahí, muy bien, saca toda la mierda- me río porque opino lo mismo que ella. Los dos primeros años que pasé en Yanna, desde la muerte de Nathan, estuve entrenándome, por obligación, a saber defenderme. Pero se dieron cuenta de que no valía para eso y me pusieron a trabajar en el almacén. Allí no soy tan mala, gracias a Dios, porque sino me habrían sacrificado, como hacen con las personas inservibles. - Sabes que es la verdad. Se han sacado el poder de la manga, nadie se los ha otorgado, no ha habido votación. ¿Dónde mierdas se creen que van sacrificando a las pobres personas que o están enfermas o no pueden hacer nada porque simplemente no han nacido para ello? Y encima, echándoselas a comer a los monstruos. Pero vamos a ver, ¿dónde está la lógica? ¿Hacer que los propios monstruos contra los que luchamos, contra los que queremos acabar, se coman a los nuestros?- dice mi abuela, que se acaba de poner de muy mal humor. - Mumá- le digo-, bienvenida a la dictadura. Al cabo de un rato, llega Clea acompañada de mi prima Nora. Ambas se llevan muy bien, por eso Clea decidió quedarse aquí para cuidarla, ya que mi abuela no está para atender niños, y yo menos. Por otra parte, Bárbara se fue a vivir con Joseito y Davy, pero este último murió a causa de un intento de rebelión. Quiso asesinar al propio Michael en persona y eso le costó la vida de la forma que comentaba mi abuela, ante la presencia de miles de personas, obligadas a ver lo que pasaba cuando se desobedecían las normas. - Hola, peque- saludo a la niña de diez años. Nora no nos mira a los ojos ni a mi abuela ni a mí, va directa a su habitación. - ¿Qué le pasa?- le pregunto a Clea. - Lo que le pasaría a cualquier persona que lleva cuatro años sin ver un puñetero lento y ahora se ve obligada a mirar a uno de cerca- responde con un suspiro mientras va a la cocina a por algo de beber. Niego con la cabeza, en señal de desaprovación. El sistema educativo está echado a perder. Ahora los niños son educados para matar, para asesinar, para defenderse. Esta última parte la veo bien, ¿pero matar? Pueden salir muchos asesinos de ahí. Me levanto y voy hacia la habitación de Nora. La puerta está cerrada. Llamo y entro sin su permiso. Está de rodillas en el suelo, apoyada en su cama, con la cara enterrada entre las sábanas, llorando. - ¡Déjame!- me grita haciendo un gesto para que me vaya. Pero no lo hago, me coloco a su lado. - Cuéntame que ha pasado- le pido y ella niega levemente con la cabeza-. ¿Tan malo ha sido? Nora se seca las lágrimas y me mira. - Era... era... aterrador... La última que vi uno de ellos era una niña... - Lo sigues siendo...- la interrumpo. - Sí, pero... no me acordaba de cómo eran. En las clases siempre nos han dicho que son el enemigo, los malos, y nos habían enseñado cómo matarlos, sus puntos débiles, cómo evitarlos, etcétera, pero no sabíamos que los tenían en Yanna. Y ahora los he visto y... y... me da miedo salir por la calle...- dice aterrorizada. - Es normal- le digo, yo también tengo miedo, lo sabía de antes pero no podía decirle nada-. Pero no te preocupes, los tienen bien encerrados y bajo vigilancia. Y no son corredores, como en San Anselmo, son de los lentos. - Pero a partir de ahora los vamos a tener que ver todos los días para ir acostumbrándonos a ellos... No quiero volver a la escuela...- dice negando con la cabeza, con lágrimas en los ojos-. Y encima nos han avisado de que a los quince años tenemos que luchar contra uno de ellos y derrotarlos, o eso o morir... Suspiro cabizbaja, eso también lo sabía. Los preparan toda la vida para ese momento. Los que no consigan derrotarlos, son devorados. Y a partir de esa edad, los que sigan vivos y hayan superado la prueba, empiezan a ser clasificados según para que aptitudes sean mejores, si para soldado o para servir a Yanna y su comunidad, como en mi caso. {MIKE} Vuelvo del laboratorio. Camino mirando al suelo nevado, con las manos en los bolsillos de los vaqueros, evitando las duras miradas de los guardias vestidos con uniformes negros, que vigilan cada paso. Es incómodo, muy incómodo. La vida se ha vuelto incómoda. Ya no puedo salir ni agarrado de la mano con Paul en las horas de comunidad. "Cualquier acto en contra de la naturaleza" es castigado con la muerte. Así como prohibieron los matrimonios gays y los actos de amor entre dos personas del mismo sexo, se abolió la creatividad. Tenemos que ir vestidos con las ropas que nos han sido entregadas, uniformes grises, sosos, sin colores. Echo de menos la antigua Yanna, con Nathan, donde todo era colorido, vivo y alegre, exceptuando algunos que otros resentidos. Ya no se pueden llevar pelos de colores, piercings, pelo rapado, tatuajes o cualquier otra cosa que esté mal vista por la nueva sociedad de Michael. Todo ha sido eliminado con el objetivo de crear control y protección. Según Michael, cuanto más iguales seamos, menos disputas habrá y más seguridad con sus hombres vigilando toda la isla, cuya vigilancia se incrementa en las horas de comunidad. Cuando llego al piso, me encuentro con un guardia en el interior, revisando que todo esté en orden. Vienen una vez cada mes, en busca de cosas prohibidas, como el alcohol y las drogas, o armas. A nadie se le permite tener armas dentro de su casa que no sea un cuchillo de cocina, excepto a los guardias de Michael, los que llegaron con él, porque a los novatos, como Luke (los que estaban en Yanna y se rindieron ante él) no se les permite. En cuanto el guardia se va tras haber comprobado que todo está limpio, me acerco a Paul y le doy un beso tímido. Incluso en la privacidad tengo miedo a mostrarle afecto, no vaya a ser que haya cámaras ocultas u otra cosa parecida. - ¿Cómo ha ido en el trabajo?- me pregunta, como cada día, esto se vuelve cada vez más monótono y aburrido, y es por culpa de las estrictas normas de la nueva Yanna. - Igual, seguimos sin avanzar en las investigaciones. ¿Y tú? - Igual, aburrido. Enseñarle ciencia a niños de diez años es complicado, cuando aún no están mentalmente capacitados para entender todas esas cosas. - Michael cree que sí...- hago una mueca. - El cabrón de Michael...- Paul aprieta los puños-. No puedo más con esto, te lo juro, cada vez me siento más aprisionado, más oprimido, es peor que cuando Eric y sus esbirros fueron a por nosotros... - Mucho peor- asiento con la cabeza y abrazo a Paul para consolarlo al tiempo que se viene abajo y empieza a sollozar. {RACHEL} - Tenemos que hacer algo- le susurro a Liam. Hablamos en voz baja para que no se entere Andrew, que está en su habitación ahora mismo. - Lo sé. No podemos dejar que Michael se salga con la suya. - ¿Pero qué?- me estiro de los pelos-. He aguantado cuatro años con esta impotencia pero ya no puedo más. Voy a explotar. - Te entiendo. Nada de lo que hemos planeado funciona. Todos se han ido. Zeth, Kat, Jack, Mary... Maya está ocupada con sus hijos. Con Clare no podemos contar. Tu prima Star no quiere estropearse las uñas. No tenemos a nadie. - Salvo a nosotros- le susurro. - Siempre. Siempre nos tendremos el uno al otro, te lo prometo. No habrá nada que pueda separarnos, ni siquiera esta mierda de sociedad- me dice cogiéndome las manos y mirándome a los ojos. Le recorro la cicatriz de su rostro con mis dedos. Han pasado cuatro años y aún conserva esa mirada penetrante y oscura de la cual me enamoré. El chico de veintiún años ha madurado. Sigue ciego de amor por mí pero me ha demostrado tanto que jamás volveré a separarme de él. Como dijimos una vez, yo soy suya y él es mío. Somos uno. n***o y blanco, blanco y n***o. Hago una mueca triste y agacho la cabeza, a punto de llorar. Liam me atrapa entre sus brazos y apoya su cabeza sobre la mía. - ¿Por qué...?- murmuro-. ¿Por qué tener que matar a alguien por ser inválido? ¿Es que acaso le molesta? - Ya sabes como es... le molesta todo lo que no pueda serle de utilidad...- me susurra Liam-. Le ha dado hasta los quince porque se supone que había una posibilidad muy remota de que se recuperara con el tiempo, pero... no... no dejaremos que nos lo arrebaten... te lo prometo... - No prometas cosas que no puedes cumplir- le susurro en su hombro. Liam me coge la cara entre sus manos y hace que lo mire. - ¿Desde cuándo te he hecho yo una promesa vacía? - Nunca- murmuro. - Creo que sé como vencerlos, Rachel- me dice mirándome muy seguro a los ojos-. Creo que sé con quién podemos aliarnos. Lo malo es cómo llegar hasta allí. - ¿No te referirás...?- le pregunto con los ojos muy abiertos. Liam asiente con la cabeza, con una leve sonrisa. - Es... es muy peligroso, por no decir imposible. No se puede salir de Yanna... Y... ellos no son de fiar...- le digo negando con la cabeza, intentando encontrar algún sentido a su plan. - Tú solo confía en mí, no te fallaré- me dice. - Confío plenamente en ti, lo sabes. Yo también tengo contactos pero... lo difícil es salir, escapar de esta prisión, de la Nueva Yanna...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD