CATACUMBAS

1981 Words
{LA MUERTE} El cañón del Antílope, norte de Arizona, nuestro hogar. Un lugar solitario. Nuestro cuartel. El cuartel de los cuatro jinetes del apocalipsis. Nuestro santuario. No sé cómo hemos acabado aquí, los cuatro, ha pasado mucho tiempo desde que nos conocimos y ahora somos como uña y carne, tan iguales y a la vez tan diferentes. Somos los que salvaremos el planeta del apocalipsis. O los que lo condenaremos. De nosotros depende. {ZERO} La tormenta. Una tormenta acabó con nuestro barco. Zeta y yo acabamos en una comunidad que encontramos por suerte. O no tanta suerte. Fue en México. Nos examinaron y advertieron mi mordida. También la de Zeta pero lo de ella estaba claro que era de un animal, un perro. En mi caso, era una mordida de humano. Aún así, nos encerraron en contra de nuestra voluntad para experimentar con nosotros. Estaban locos por conseguir una cura. Pero conseguimos escapar, o al menos Zeta lo consiguió, estábamos acorralados y solo uno de nosotros podía salvarse. Le di la oportunidad a ella, ella se lo merecía, a mi me daba igual lo que me hicieran, me daba igual todo, estaba vacío, un poco de dolor y sufrimiento no me iba a afectar. Por algo me hacía llamar "Zero". Recuerdo la tortura a la que me sometieron. Cientos de agujas. Una mordida de otro zombie. Y no enfermaba, no me convertía en uno de ellos. Llegaron a la conclusión de que era inmune, cosa en la que no se equivocaron. Buscaban desesperadamente una cura a mi costa. No me importaba, es más, acabé aceptándolo de buena voluntad, todo sea por salvar a los inocentes como Zeta que no se merecen este mundo cruel. Pero no llegaban a nada. Y así, un día, me rescataron. Un ejército de zombis se coló en la base en la que me tenían encerrado. Nadie sabía lo que pasaba, ni cómo habían entrado tantos zombis a la vez ni cómo habían podido con los refuerzos. Estaba en una celda con cristales de vidrio transparentes y lo estaba viendo todo. Veía como devoraban a los científicos, a las personas inocentes de la comunidad, a todos. Morían y volvían como más de ellos, más zombies. Se estampaban contra el cristal al verme. Querían devorarme, era el único ser vivo que quedaba. Hasta que de pronto se calmaron. Empezaron a apartarse, dejando paso a alguien muy pálido, que agarraba a una chica por la espalda, Aileen, o Zeta, que es como quiso llamarse después de contarle mi historia y el por qué de mi nombre. Estuvo de acuerdo en que en este nuevo mundo podemos escoger nuestros propios nombres y olvidar el antiguo. Me abrieron la puerta y Zeta me dio un gran abrazo. El chaval pálido envuelto en una capucha negra se presentó como Jota, y luego me presentó a su fiel compañero, Ka. Escapamos de la base y una vez fuera, Jota se volvió en círculos, parecía buscar algo. Entonces advirtió lo que pasaba, un intruso en su tropa de miles de zombies, algo que no encajaba. El intruso alzó una navaja y estuvo a punto de abrirme la cabeza en canal, pero Zeta se dio cuenta antes y me empujó. Se llevó una puñalada en el hombro por salvarme. Jota ordenó a todos sus zombies que lo apresaran y eso hicieron, pero eran demasiados y los zombies no podían resistirse a la tentación de un bocadito de carne. Mordieron al intruso hasta que Jota logró separarlos. Los dos se batieron en duelo, con los puños, hasta que Jota lo venció y lo dejó casi inconsciente. Cuando me fijé mejor en él, me di cuenta de que fue el que me mordió, un humano disfrazado, no un zombie, por lo que si de verdad no hubiera llegado a ser inmune, habría muerto cuando experimentaron conmigo. Yo quería acabar con él, al fin y al cabo le habían mordido, estaba acabado, pero Jota se empeñaba en dejarlo vivir, tenía un buen presentimiento sobre él. Y no se equivocaba. Era inmune, como Jota y yo. Y tal vez como Zeta. Esa fue la primera vez que coincidimos los cuatro. Desde entonces no hemos vuelto a separarnos. {ZETA} - ¡Despierta dormilón!- le susurro a Zero dándole un beso en el cuello. Este se retuerce y se estiraza en la cama. Abre sus ojitos marrones y me mira fijamente. - ¿A que no sabes qué he soñado? - Sorpréndeme- le sonrío. - El día que nos conocimos. No tú y yo, los cuatro. - Un día digno de recordar- asiento con la cabeza-. Todo fue tan raro entonces... y ahora parece de lo más normal. - Exacto- asiente Zero. - Ve preparándote, "La Muerte"- digo entre comillas, le encanta que le llamen así-, quiere decirnos algo. - Vamos a ver qué quiere ahora el loco este- Zero rueda los ojos. Le guiño un ojo y salgo de su habitación, si es que se le puede llamar así. Vivimos en una especie de catacumbas, debajo de un cañón, en medio de un desierto. El lugar adecuado para nosotros. Llego a la sala principal, una cueva más grande que las demás, llena de velas y signos satánicos y dibujos en las paredes hechos por nosotros cuando nos aburrimos. Zombi está sentado en el suelo, cabizbajo, pensativo. Tiene un oscuro pasado del cual no quiere hablar nunca, no es muy hablador que digamos. En un principio no quiso venirse con nosotros, pero Jota logró convencerlo con uno de sus discursitos. Era algo así como que había ido a buscar a otro como él, y resulta que no se encontró a uno más, sino a tres, que era el destino, que debíamos estar juntos, reflexionar sobre nuestro inmenso poder. Que juntos íbamos a salvar el planeta. Sonaba tan convencido... Incluso creo que aún sigue pensándolo. Es tan obstinado... Es cierto que acertó con que además de ser inmunes tenían otros dones. Zero lo descubrió con los corredores, él puede controlarlos al igual que Jack a los lentos. Zombi puede advertir la presencia de cualquier tipo de zombi cuando se le ponen los pelos de los brazos de punta, y acertar a qué distancia están, localizarlos mentalmente, además de pasar desapercibidos entre ellos con su arte de crear pieles. Sin embargo yo... no soy inmune, o al menos no lo sé ni pienso arriesgarme a averiguarlo. Tampoco tengo ningún don especial. Pero aquí estoy, entre ellos. Hubo un tiempo en el que me sentía desplazada y quería irme pero Jota logró convencerme de que me quedara, repitiéndome que era una de ellos, la que les daba equilibrio al equipo. Acabe quedándome, sobre todo por Zero, por el cariño que le tenía y le tengo. Zombi lleva puesta una piel, a pesar de que no la necesita. - Ya va siendo hora de que te cambies la máscara, ¿no?- le digo al pasar por su lado-. Huele desde lejos. - Esa es la clave- dice un poco seco, como siempre suele hablar. - Como quieras...- murmuro y me siento sobre una roca grande, esperando a Zero y a Jota. {ZOMBI} Azula. Todavía sigue en mis pensamientos. Ella. La que me manipulaba, la que me hizo creer el rey de los zombis, la que me hizo creer que no había escapatoria de Nueva Zelanda. La que se equivocó por completo. La chica de la que me enamoré locamente. Para que todo terminara mal. Mi enemiga. Zero entra en la sala y me saca de mis pensamientos tirándome una almohada a la cabeza. - ¡Que te duermes!- me dice sentándose en la roca junto a Zeta. Lo miro mal de reojo pero no le contesto. A los pocos minutos entra "La muerte", seguido de "Hades", o, como también son conocidos, "Jota" y "Ka", los inseparables. Muchas veces me pregunto que si los hubiera matado, todo me habría ido mejor. No. Estaría solo. Solo y perdido. Al menos aquí me siento comprendido, que pertenezco a algo mayor. Recuerdo que, estando en Nueva Zelanda, encontré una radio que había sobrevivido a todo el desastre. Hablaban de una persona inmune. Me habían comido la cabeza con que los enmascarados éramos el futuro de la humanidad y había que eliminar a cualquier amenaza que pudiera acabar con los zombis, que los malos eran los seres humanos, que nosotros no éramos como ellos, qué teníamos más de zombis que de personas. Y me lo llegué a creer.  Me asignaron una misión, viajando en barco hacia una isla cercana para rescatar suministros. Me dieron una forma de escape cuando me dijeron en un principio que no podría escapar jamás. Iba acompañado de unos cuantos compañeros, uno de los cuales me confesó que Azula me estaba utilizando para que hiciera el trabajo sucio, que la reina zombi no estaba enamorada de mí, que todo era una farsa y me mostró pruebas, una grabación. Entonces enloquecí y maté a todos los que viajaban conmigo en el barco. Los eché al mar y continué mi camino hacia México, dispuesto a matar a la posible cura, estaba destrozado y la tomé con la r**a humana, por un momento los odié a todos y cada uno de los supervivientes que quedaban, solo quería que desaparecieran y que la r**a de los zombis gobernaran la humanidad, siendo yo su rey.  Habían roto la poca capacidad que me quedaba de amar. Hasta que ellos, los jinetes, me hicieron reaccionar y comprendí que ni los uno ni los otros. Que no hay que acabar con los humanos ni con los zombis, al menos no con los buenos. Por eso mismo estoy hoy aquí. Para intentar salvar el mundo de personas como Azula. {JACK} - Hoy os he querido reunir porque, después de tantas semanas de descanso, por fin procedemos a la acción- les digo con una amplia sonrisa-. He oído que el número de corredores cada vez es mayor y eso está causando muchos problemas. Para nosotros no lo es, puesto que Zero puede controlarlos, pero sí para los demás. Es una comunidad cercana, se les acercan una manada, tanto de corredores como de lentos. Y, bueno, ya sé que lo he dicho muchas veces... - Oh, no...- suspira Zero. - Otra vez no...- dice Zombi. - Sí, insisto, tenemos que encontrar una forma de llegar a Yanna y sacar a Michael del gobierno de Estados Unidos- les digo. - Vamos a ver, Jota- me dice Zero, levantándose y dirigiéndose a mí-. Lo hemos hablado mil veces. Hemos investigado y es imposible, repito, imposible, acceder a la isla. Ya es difícil en ciertas comunidades, imagínate en el centro del gobierno. Tenemos dones, sí, pero sólo funciona con los zombis, no con las personas. Y, hemos comprobado, la gran cantidad de personas que son, soldados, guardias, guerreros, etc. No podemos mandar una horda porque es una isla y está rodeado de agua, no podemos ir en barco o en avión porque nos interceptarían y acabaríamos muy mal. Sólo hay una forma de eliminarlos y es algo en lo que ninguno estamos de acuerdo. - Bomba- murmura Zombi. - Por eso insisto en que tiene que haber una forma... - Lo que no se puede, no se puede, Jota- dice Zeta-. Ya sabemos que allí están tus amigos y a mi me encantaría ayudar y deshacerme de Michael, que tantos problemas está trayendo a los supervivientes estadounidenses, pero es una situación imposible. Tendríamos que hacernos con un ejército de su tamaño y crear una gran guerra que afectaría a miles de personas inocentes. - Alguna forma habrá. Ya lo pensaré, siempre doy con la solución. De momento... vamos a salvar a aquella comunidad...- les digo no muy convencido.  Quiero salvarlos... ayudarlos... pero lo veo muy, muy difícil. Por ahora me centraré, nos centraremos, en lo básico, ayudar a lo que queda de humanidad, pero no lo olvido, no olvido mi segundo propósito mayor, salvar a mis amigos. Puede pasar todo el tiempo que quiera pero aquí estaré para ellos. Siempre.
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