Lo que podría considerarse mal o inapropiado pasaba en el castillo del marqués, su esposa Amelia era amada por su amante el hermano menor de la reina Elizabeth y en otra cama Francis disfrutaba acariciando el cuerpo desnudo de su mujer. Francis y Diana se habían quitado sus ropas mojadas para cambiarse e ir a tomar una merienda con sus hijos, pero verse de nuevo a flor de piel, sus planes cambiaron. Y el marqués llevó a su mujer a la cama y disfrutaba recorrer su piel con olor a hierba fresca con sus hábiles manos. Estaba muy cómodo piel a piel y sin nada en su cabeza que dibujar paisajes en las colinas de su mujer y perderse en el bosque buscando hacer brotar su manantial. El juego intenso del marqués lo tenía muy entretenido en la cama que se hacía pequeña después de disfrutar la sua

