Al día siguiente Keelan al despertar fue a revisar que todo con Gyda se encontrará en orden, él en realidad no había dormido nada pensando en que hacer, ninguna de sus opciones lo convencía, no podía esconderla y no sabía para que la escondia.
-¿Te han traido el desayuno?- dijo Keelan cuando entró y la encontró mirando por la ventana.
-Majestad, buen día- dijo Gyda, algo exaltada por la visita del príncipe, haciendo una reverencia algo torpe.
-Keelan, te he dicho que me llamo Keelan y no respondiste mi pregunta.
-No, aun no, pero ¿Me dejara aquí?
-No te puedo tener en una celda, el doctor dijo que estabas en mal estado y si te dejo morir tu padre podría iniciar una pelea nueva, pero hagamos un trato.
-¿Un trato?
-Si tú te portas bien, yo prometo ser bueno contigo.
-¿A qué se refiere con que me porte bien?
-Para empezar no quiero que estes junto a las ventanas, no corras las cortinas, se silenciosa y habla conmigo cuando yo venga a verte.
-Claro, majestad.- Dijo Gyda, que estaba completamente confundida.
-Pedire un desayuno modesto para ambos y comeremos aquí... otra cosa más, procura que solo el mayordomo, Alexey y yo seamos los únicos que sepamos de tu existencia aquí, si alguien más viene tendras que esconderte y si alguien te llegara a ver tendría que matarte para negar tu existencia ¿Me comprendes?
-Si, majestad.
-Keelan, me llamo Keelan.
-Si, maje.... Keelan, comprendo.
Gyda estaba asustada, pero estaba más confundida ¿A caso ese príncipe no había entendido que ella no le importaba a su padre?
Mientras Keelan se preparaba y pedía el desayuno, Gyda se quedo sola en la habitación.
-¿Por qué ese príncipe quiere hablar conmigo? estoy segura que sigue con la idea de que soy espía... ¿Me matara cuando se de cuenta que no se nada del reino de Windsor? no podré responder lo que me pida, no quiero morir ¿Que voy a haces? es que mi poder no funciona aquí, no le quita ni un poco de energía, yo no mataría a nadie de este reino, yo solo quiero caminar libremente después de tantos años- Dijo Gyda para ella en su soledad.
-Vamos, come.- dijo Keelan cuando entró, seguido del mayordomo.
-Madame, majestad ¿Desean algo más?
-Por el momento no, puedes retirarte.- Dijo Keelan
-¿Por qué esta siendo bueno conmigo hoy?
-No estoy siendo bueno, no he querido comer solo en el gran comedor eso es todo.
-Yo siempre como sola.
-¿Me estas pidiendo irme?
-Oh no, Majesta.... Keelan, no era esa mi intención, estoy muy agradecida por lo que hace por mi.
-Entonces come, te miras hambrienta ¿No comias en Windsor?
-No siempre, a veces pasaba días enteros sin comida y con agua limitada, no era muy diferente que aquí.
-La diferencia, Gyda, es que yo pensé que eras una enemiga, pero si fueras mi hija no te haría este daño.
-No entiendo ¿Por que si no lo conozco, y usted no me conoce, sería su enemiga?
-Tu padre es enemigo de mi reino y del reino de Cass, podías entonces ser mi enemiga.
Gyda agacho la cabeza, mientras masticaba presurosa.
-¿Qué?- Dijo Keelan.
-No se enoje, ni se ofenda, pero entonces mi padre es su enemigo, no yo, hay gente inocente que solo espera tener un buen día, no creo que por que sean de otro reino los convierte en sus enemigos- Dijo Gyda.
Keelan no respondió, no supo que responder y se limito a comer con ella en silenció durante un momento, después añadió:
-Es un momento complicado, no podemos confiar en nadie y todos somos enemigos de todos ¿A caso llevas tanto tiempo encerrada que no conoces la situación actual?
-Grosso modo conozco la situación, en realidad solo me encuentro informada sobre un par de guerras, llevo gran parte de mi vida en encierro.
-Si las cuentas no me fallan, llevas unos 10 años encerrada ¿Cierto?
-No lo sé, debo confesar que no se de tiempo.
-¿Cómo que no sabes de tiempo?
-Cuando se pasa tanto tiempo en un encierro, no se puede percatar si ya ha salido el sol o si ha salido la luna. Yo no sabía en que momento comenzaban y terminaban los días, por lo tanto tampoco sabía en que momento terminaba una semana, un mes o un año.
-¿No podías guiarte por las comidas?- dijo Keelan, pensando que ella era algo tonta como para no calcular las comidas que le daban.
-No, había días que no comía nada, días que solo me lanzaban agua y días que solo me llevaban una masa grasienta y asquerosa, aunque intentará calcular las comidas no podía.
El príncipe avergonzado, por su pensamiento anterior, bajo la mirada y ambos comieron en silencio, no era un ambiente pesado, pero si era algo complicado y de podría decir que también algo incómodo, así que al finalizar Keelan se fue de la habitación dejando a Gyda sola.
Gyda parecía una niña emocionada, mirando su reflejo en el espejo.
-No me imaginaba tan delgada, aunque ahora comprendo que me llamen serpiente y mis ojos se han ido blanqueando, no recuerdo que fueran de este gris claro.- Se dijo Gyda mientras tocaba su rostros.
Recordo que previamente el mayordomo le había ordenado bañarse, así que emocionada de preparo para recibir un baño con agua caliente por primera vez en año. Al ver la bañera se asusto, su emoción se disipó.
- ¿Y si soy muy torpe y al intentar salir me ahogo? las bañeras se ven resbalosas y peligrosas
Gyda no pudo evitar reir cuando se percato que le temía a una bañera cuando los castigos de la carcel habían sido mil veces peor que morir en agua calentita, así que se armó de valentía y se metió a la bañera, era una sensación increíble que no podía describir, sintió como todos los músculos de su cuerpo se relajaban, como el dolor de sus huesos desaparecía y entonces, sin darse cuenta, se quedo dormida.
Para cuando despertó y salió de la bañera, descubrió que le habían traido comida, lo que significaba que ya era la tarde de ese día, era comida simple, un poco de carne, verduras, pure de papas, una jarra de agua y algo de fruta, para ella esas comidas eran la gloria y comía demasiado rápido con temor de que se fueran a arrepentir de dárselas.
Paso el resto del día descubriendo lo que ella llamaba maravillas de la habitación donde se encontraba, mirando los muebles, el tapiz de las paredes, la cama cómoda y las cortinas que parecían ser más pesadas que ella.
Al caer la noche, el mayordomo le trajo la cena y algunas prendas, desde vestidos bonitos hasta ropa comoda para dormir.
-¿Por que la gente de este reino es tan amable conmigo? Primero los guardias robaban comida para mi, ahora el mayordomo me trae ropa elegante y el principe quiere hablar conmigo- se dijo Gyda mientras comía y al finalizar su cena, se miro al espejo.
-¿Sera que doy tanta lastima?