Gyda se levantó fatigada, le daba vueltas la cabeza, tenía mucha hambre y estaba tentada a comer de la canasta de frutas que Keelan le había traído durante la noche, su tentación se vio mermada con su orgullo, no podía soportar que casi la quemaban viva y luego como si nada hubiera pasado esperara que todo estuviera bien. - ¿Puedo saber por que no has comido? – dijo Keelan, aun avergonzado. - No he tenido hambre. – mintió Gyda. - ¿Por qué no te has quitado ese vestido? - No he podido quitármelo, de haberlo intentado terminaría roto. - Daba igual, al final ya esta quemado y necesitas arreglarte, hoy tendremos una junta… ¿No vas a desayunar? -Ya se que esta quemado. – el tono de Gyda aun era de notable molestia. - He pedido perdón, dime ¿Hay algo que pueda hacer por ti para remendar

