Los días comenzaban a pasar con normalidad, cada día era más recurrente para Keelan alargar los paseos, para su mala suerte Gyda no disfrutaba de su compañía, ella solo disfrutaba de las nuevas experiencias. -¿Cuantas veces debo pedir perdón? - dijo Keelan un tanto molesto. -No comprendo a que se refiere. - le dijo Gyda. Aun tenían la costumbre de tomarse del brazo, provocando más los chismes de los sirvientes. -Llevamos días con la misma rutina, pero pareces odiarme. - Dijo Keelan. A Gyda ya la habían intentado convencer de que el principe era bueno, que solo había tenido un ligero desplante provocado por el estrés al que constantemente estaba sometido, pero para Gyda esa no era excusa. -Hay cosas que no puedo pasar por alto, es solo que no me siento comoda con la constante amenaza

