Esa tarde la comida para ambos fue diferente, ambos se veían tranquilos, pero en especial Gyda se veía impaciente. - ¿Te encuentras bien? - preguntó Keelan, su voz era especialmente melódica en ese momento. -Si, es solo que… nada, majestad. - Gyda agachó la cabeza y miró el pasto. -Dime. - por primera vez no sonaba a orden. - ¿Puedo quitarme los zapatos? - dijo, profundamente sonrojada. - ¿Los zapatos? - preguntó él, bastante extrañado. Miró a su alrededor, les hizo una seña a las sirvientas y les pidió retirarse, una vez confirmado que estaban solos en esa parte del jardín, el jardín más lejano al palacio, Keelan se levantó de su silla, se hinco y le quitó ambos zapatos a Gyda, luego se quitó los suyos y se sentó en la orilla de la fuente. -Te dije que no podías soltar mi brazo, no

