Para Gyda era un día más, como cualquier otro día, sin ver la luz del sol, sin sentir el viento o sin mirar el cielo; porque a pesar de que Gyda era la princesa del reino de Windsor ella tenía un gran poder y el reino completo le tenía miedo, nadie la quería, por lo tanto le adaptaron una celda como habitación, en lo más profundo de las mazmorras
Estar cerca a ella significaría la muerte prematura y dolorosa.
-Padre por favor, permite que salga al jardín, solo un rato, ya no soporto seguir aquí encerrada- dijo Gyda con voz pesada.
-Deja el lloriqueo para después, he venido para avisarte que el reino de Dager nos va a atacar y tu deber de princesa es proteger al reino, así que ya sabes lo que debes hacer- contesto el Rey Tyrone.
-No haré nada si no me permite salir de este lugar.
-No digas tonterías, sabes que si sales puedes dañar a las personas del pueblo ¿Quieres dañar a las personas? ¿Quieres muertes de inocentes? ¿Quieres sangre derramada? eso es traición a la corona, a tu pueblo ¿Quieres eso?
-No padre, pero necesito salir, necesito aire, llevo años aquí.
-¡He dicho que NO!- dijo el rey, con una mirada asesina en los ojos.
Instintivamente Gyda aparto la mirada del rey, tenía miedo de que este fuera de nuevo a torturarla, a quitarle la comida por semanas y prohibirle a los guardias ponerle velas para tener un poco de luz.
-De acuerdo padre, haré lo que me pides, pero si no puedo salir, al menos ¿Puedes pedirle a los guardias que me traigan más libros? los que tengo aquí ya los he leído todos más de una vez-
La voz de Gyda era como la de un pajarito triste, sin fuerza y sus ojos vidriosos dejaban entre ver lagrimas, era claro que tenía miedo, pero al menos su padre debía concederle algo tan simple como libros ¿No?
-No, no estas en posición de pedir nada, preparate por que el ataque lo esperamos dentro de 6 días, así que durante estos días pediré que te traigan buenos alimentos, bebidas y frutas, con eso deberías tener para considerarme buen padre y un buen rey.
-Si padre.
El rey fue a terminar los preparativos con los guerreros y caballeros para proteger al reino pues era bien sabido que de todos los Dager eran los más peligrosos y el príncipe de ese reino era temido por todos, su poder quemaba y destruida sin detenerse.
-Mi señor, el príncipe Basil ha llegado con los caballeros- dijo el mayordomo.
-Hazlo entrar- respondió el Rey.
-Amado padre, he vuelto y lamento decir que solo tengo malas noticias, el reino de Dager tiene filas inquebrantables, su fuerza aumento y los informes de los espías son igual de devastadores- dijo el Príncipe Basil.
-No es un escenario favorable para nosotros, tu hermana accedió a cooperar por el pueblo, pero no se si su poder pueda con el ejercito- respondió el rey, con evidente asco en las palabras
-Esa serpiente no es mi hermana, no la nombres así, esa solo es tu esclava.
-Basil, sabes que necesitamos de toda la ayuda posible, no podemos sufrir otro ataque, tardariamos años en recuperarnos de eso y sencillamente no encuentro otra solución.
-Padre, amado rey, creo que podríamos llegar a un acuerdo, un tratado de paz.
-Mas de una vez he dejado en claro que yo no quiero paz con ellos, yo quiero el reino, es todo o nada ¿No lo entiendes? un acuerdo solo calmaría las cosas y después nos traicionarian, ellos son traicioneros.
-Pero podrías arreglar un matrimonio con el príncipe y mi hija, Ellen es perfecta para el trato, ella aparte de que es hermosa, es poderosa y no tardaría en engatuzar al príncipe, después lo mataría.
-Es un gran riesgo, me niego.
-Mi hija tiene el poder de manipular la mente, no lo olvides y solo necesita tener cerca al principe para poder entrar en su mente y enamorarlo, si no lo mata, el principe haría por nosotros todo lo que Ellen le pida y de esta forma tendríamos el reino de Dager en nuestras manos y podríamos atacar y vencer al reino de Cass.
-Lo entiendo, lo he pensado durante mucho tiempo, pero es muy arriesgado y Ellen, mi pequeña nieta, es mi amada flor, es idéntica a tu madre, no puedo perderla.
Mientras estos planes se llevaban a cabo, en la mazmorra lloraba desconsoladamente Gyda, ella claro que ayudaría al reino, pero solo pedía salir, recordar lo bonito que es su reino, su palacio, las flores, quería escuchar más que solo -tragate eso- hoy no cenaras- si por nosotros fuera estarías muerta- que le decían los guardias, sin mencionar que la comida que le daban siempre era la misma grasa asquerosa y fría.
Pero sin importar cuanto llorara, gritara o pidiera ayuda, nadie podía escucharla, estaba demasiado alejada del mundo.
-Solo quiero salir y ver el reino del cual fui desprendida hace ya 10 largos y tormentosos años, mi cuerpo necesita sentir ese puro oxigeno de las montañas y bosques, ver el agua cristalina de los lagos y admirar el cielo azul- dijo Gyda en su mente, sin fuerza para poder seguir llorando.
Ella recordaba un reino diferente un Windsor, diferente al actual, pues cuando comenzaron las guerras el reino se sumió en la pobreza, la mina principal quedo tapada y tuvieron que buscar nuevas minas, llevando consigo a los bosques, las montañas y parte de los ríos, también muchos pueblos se convirtieron en escombros, mucha gente había muerto o perdido sus casas, todo esto le daba un aspecto lúgubre al lugar.
Todos en el reino culpaban de su mala suerte a Gyda, incluso el ejercito entrenaba en el lado opuesto de donde la tenían, pues pensaban que estar junto a ella les quitaría la fuerza vital y no podrían estar listos para la guerra, igual los animales del ejercito estaban en una zona apartada. La misma Gyda no sabía exactamente donde se encontraba, si estaba en el calabozo del palacio o en un lugar bajo tierra, siempre que le decían que irían por su comida, tardaban horas, puede ser que por maldad o por que la tenían en un lugar muy lejano.
La nobleza desesperada por la situación estaban dudando entre serle fiel al rey, aunque esto los llevara a la perdición, o traicionar a la corona.
Como traicionar a la corona era lo peor y mas bajo, la nobleza opto por hacer un consejo, de esta forma podrían opinar en temas importantes del reino y justamente en ese momentos se estaba llevando a cabo una asamblea planteando la idea de Bastián sobre un matrimonio arreglado.
-A mi me parece una buena idea casar a la princesa Ellen con el principe de Dager, podría ser de ayuda para darle estabilidad al pueblo- dijo lord Keev.
-La princesa Ellen es hermosa, educada y fuerte, si el principe de Dager la llegara mata sería el pretexto perfecto para aliarnos con el reino de Cass- dijo lord Xarder.
Cuando llego el rey y escucho todo, dijo:
-¡Silencio! es mi nieta de la que estan hablando, no puedo llevarla a morir a manos del enemigo, esto no es un tema a discusión, caballeros.
-Les recuerdo que es mi hija y...- dijo el principe Basil antes de ser interrumpido por Lord Xarder.
-Sus majestades, con todo el respeto del mundo, es una idea a considerar, podríamos vernos con el príncipe de Dager en un lugar neutral para dialogar el acuerdo, de esta forma todos estaremos a salvo
-Antes de que me vuelvan a interrumpir (dijo Basil, con odio en la mirada) ya he hablado con la princesa Ellen. Mi hija esta en completa disposición de ayudar a la corona, a aceptado el compromiso y como su padre estoy consiente del riesgo que representa, pero respeto su decisión apoyando el compromiso.
-!Silencio! No voy a permitir que mi nieta, mi amada niña, se casa con ese principe, ya les he dicho que no es un tema a discusión.
-Rey Tyrone, si me permite, Ellen es mi hija y yo decido que es lo mejor para ella, estoy en mi derecho de arreglarle un matrimonio con quien yo crea conveniente- Dijo Basil, con clara molestia.
-Pero yo soy el rey y al no aprobar este matrimonio no podra realizarse, es mi última palabra.- el rey tenía una mirada que podría destruir a cualquiera en su camino.
Antes de que el rey pudiera levantarse, llego Ellen. Una mujer hermosa, algo alta para su edad, con los ojos color miel y el cabello castaño, casi dorado a la luz de las velas.
-Rey Tyrone, no me pasará nada, me han enseñado a cuidarme muy bien, soy su nieta y soy fuerte, por favor permita intentar lo del matrimonio, mi pueblo ya no puede seguir sufriendo, hay niños muriendo de hambre, de enfermedades, si los niños mueren y no llegan a la edad adulta nos quedaremos sin hombres para el ejercito.- Dijo Ellen con su melodiosa voz y sus ojos risueños, tan llena de vida.
-Querida, no puedo perderte y este es un plan muy arriesgado, no sabemos como va a reaccionar ese principe.- dijo el rey con miedo.
-Abuelo, conozco los riesgos, pero ese principe no debe ser mayor que yo, somos víctimas de esta guerra y puede que él sea razonable.
El rey guardo silencio durante un largo instante, el aire del lugar se estaba volviendo pesado, hasta que finalmente dijo:
-Mandare a un mensajero hasta el palacio de Dager, intentaremos llegar a un acuerdo, por lo que sabemos ellos nos atacaran en 6 días, necesito un mensajero que manipule el viento para que llegue mañana mismo y se cancele el ataque.