Moustro

885 Words
Mafia Monstruo La súplica Griv Justo cuando mi hermano se lleva a Nazar en brazos, de este horrible Lugar, no solo la peste, si no la sangre reseca, los juguetes sacados de la película de terror de swan, es antinatural, no sé cómo sobrevivió tantos años aquí, incluso días. Yo soy un maldito La mayor parte del tiempo, pero estar rodeado de tantos objetos tan oscuros, que incluso no puedo mirarlos, veo ala mujer, rubia, piernas largas, ojos verdes, que se limpia la sangre, soy un castigador, yo pago con la misma moneda, con la que hombres y mujeres dañan a seres inocentes, con dolor. Humillación. Sobre todo mucho dolor. Tomó las pinzas genitales colgadas en la pared. – Veamos amos si te gusta jugar – ronroneo, tatiana abre los ojos aterrada y se arrastra lejos de mi, me delito con la sensación, el olor a muerte, los cuerpos sin vida que nos rodean. Doy un paso al frente y ella retrocede todavía más, pegándose a la pared rojo sangre. – ¿Porque no dejas de preámbulos y me matas de una vez? Me río en su cara. – ¿De verdad crees que será así de fácil? ¿Por quién me tomas perra? Doy otro paso al frente, disfrutando ver y oler su miedo. Pero de repente veo algo, que jamás creí ver en una romanov. Vulnerabilidad. Algo que me deja desconcertado y lo peor aún, algo que nunca creí que vería en una romanov, una lágrima rodó por su mejilla. Cerró los ojos y se quitó la americana ensangrentada. – Haz lo que quieras dijo – su indiferencia, su fortaleza, su altivez, su bravuconería. Su orgullo de ser una romanov había desaparecido. Ahora tenía a una mujer, una cáscara que no me había percatado qué tenía una que jamás había visto en algo de su familia. Acorte la distancia y tome un puñado de su cabello rubio, el sutil aromas a rosas, me dejó un segundo paralizado, antes de que me deshiciera de la sensación. Estaba por arrancarle los pantalones y dañarla, que nose que me paso, nunca he tenido compasión con mis víctimas, por más que suplicaran, nunca nadie me había conmovido, no como Tatiana romanov, mi enemiga, no después de lo que había hecho, pero por ridículo que sonara y poco profesional, no pude evitar preguntarme, ¿Y si es una víctima? No sería nada descabellado, teniendo en cuenta, la reputación de su familia, ¿Pero si era una trampa? ¿Y estaba cayendo como un idiota? Quedaría como una paria por no cumplir con mi palabra, por no proteger a la familia. Otra lágrima rodó por sus mejillas blancas y sonrojadas, manchadas de sangre, su sangre. Ella no me rogaría, ella solo gritaría hasta quedarse sin voz, y aun así seguiría gritando. Me aleje un paso de ella. Era ridículo que me lo planteara. Pero necesitaba saber. – ¿Por qué lo hiciste? – si sabia las consecuencias, si sabía que sería peor, desde lo que pasó en el club, cuando intentó humillar a mi cuñada. De no ser por ella, habría sufrido igual o peor, era como si quisiera llamar mi atención. Como un grito de auxilio. Ridículo, lo sé. – ¿Acaso importa? Nada de lo que diga, nada de lo que hagas, hará que me creas, solo haz lo que tengas que hacer, no me importa, no puede ser peor de lo que me espera en casa. Así que si esta es la única forma, solo hazlo y ya, no necesitas saber los pormenores. Solo limítate a hacer tu trabajo. Mi primer instinto había sido, golpearla, pero su voz plana, fría de toda emoción, me dejó helado, nunca se acercó a mi, nunca me busco, solo quería a Kriv, solo quería a mi hermano, no estaba enamorada de él, solo lo veía como un semental, que le daría los hijos que deseaba para unir a las familias. Sonreí sin ironía. – ¿De verdad crees que puedes poner las reglas? Había una forma se saber si mentía ho no, Había una forma de quebrar al Alguien y yo conocía cada método de tortura, inimaginable. Ella no me respondió. Ni me miró, se limitó a ver al frente como si no existiera, su indiferencia me enfureció una sensación muy familiar, algo a lo qué estaba acostumbrado, la tomé del cabello con fuerza y la arrastre, ignorando sus gritos de protesta. Intentó defenderse, pero no podía hacer nada contra mi, ni las víctimas que caían en las manos de su familia y ella misma. Era una cazadora, raptada adolescentes, menores para sus clientes más exclusivos, esto me hacía sentir vivo, saber que no era inocente, que solo quería manipularme, entonces la subí a la mesa metálica, donde a pesar de sus pataletas, la amarre de manos y pies, ella seguía gritando y revolviéndose. Me incline a la altura de sus ojos, para que viera el monstruo que había en mí, para que viera que si ella era una cazadora de almas inocentes, yo era un alma cazador de monstruos. Quizá no utilizarías los objetos oxidados, pero si le rompería varios huesos, hasta sacudirme esta absurda preocupación, sus gritos serían un bálsamo. Así que tomé el martillo y me fui a los dedos de sus pies. Dando el primer golpe.
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