Inglaterra
Emma se encontraba en su habitación preparandose para salir a la fiesta que darían en el Palacio St. James. Su amiga Nina había insistido en que tenían que asistir para conocer gente nueva y tal vez terminar saliendo con uno de los condes, hijos de Lord Ernest Waller, o al menos eso era lo que ella quería. Emma por su parte no deseaba involucrarse con un ningún hombre que lo único que les interesaba era conseguir una esposa de exhibición, para lucir en los eventos de la alta sociedad, mujeres que después de casadas se abstenían de hacer amistades para andar creando chismes.
Desde que había cumplido la mayoría de edad ella se la habia pasado en eventos un tanto peculiares y a decir verdad ningún hombre con el que habia estado la atraía de forma sentimental, solo era deseo carnal. No estaban en la época victoriana en donde las mujeres se debían a los lugares privados, con un estatus de sometimiento y del cuidado de sus hijos y del hogar, eso ya había pasado de moda. Ella era una mujer adulta que disfrutaba de su libertina vida, era su naturaleza y por desgracia no tenia mas remedio que asistir al tan esperado baile.
- Emma - entró su madre por la puerta usando un vestido color n***o y beige, debajo llevaba un corsé para realzar el busto y reducir la cintura, con muselinas y bordados, era hermoso pero extravagante para su gusto - hija estas lista? se nos hace tarde para para el evento. Los Harrelson estarán allí y William puede ser un excelente partido para tí
- madre, no empieces por favor. Sabes que ese hombre y yo no nos llevamos bien. No piensen ni por un momento que tu y papá van a casarme con ese loco, estas alucinando sabes mi opinión acerca de eso y no pienso ser una esposa de adorno así él sea el amo del universo.
- te aconsejo que no digas palabras que no vas a cumplir querida, ya sabes el refrán "de esta agua nunca beberé..."
- si si. lo que tu digas madre pero de una vez te advierto que no me comportare como ustedes esperan que lo haga, y mas con un hombre tan egocéntrico como ese. Ahora quieres por favor darme privacidad para que pueda terminar de arreglarme, gracias.
Su madre se dió vuelta para salir no sin antes darle una mirada de aquellas que te enterrarían diez metros bajo tierra. Emma por supuesto que adoraba a su madre pero aveces podía llegar a ser insoportable.
El coche los dejo en la entrada del palacio y allí se encontraron con los Harrelson. Entregaron sus invitaciones para poder pasar.
Su padre, Callum Wolf estaba charlando con Joe, aquel señor era un un juez un tanto autoritario y por eso su hijo era igual a él. De tal palo tal astilla. Su madre Victoria también estaba enfrascada en una conversación con Margaret, y le pareció raro no ver al odioso de William Harrelson molestándola. Aunque para su mala suerte él no demoró en hacer acto de presencia. Llevaba un traje inmaculado, compuesto por un pantalón, una camisa de mangas largas y chaleco y una casaca con corte en la cintura y pliegues en los lados. Él era de esos hombres casi perfectos físicamente, tenía unos hermosos ojos grises y mirada oscura, labios perfectos, manos grandes, él era muy alto y de grandes músculos.
- Emma - dijo su nombre a modo de saludo. Se sorprendió ya que nunca la había llamado así, siempre la mencionaba por su apellido seguido de un aullido.
- William - respondió ella de igual manera.
- hoy estás inusualmente atractiva. ¿Has hecho alguna poción mágica para que te veas así? - y ahí estaba, con sus comentarios nada graciosos llamándola bruja.
- sí. Y como no te alejes de mi te voy a convertir en un sapo desagradable.
- amiga, no te desgastes. - le dijo su amiga Nina mientras la arrastraba para presentarse con un grupo de hombres.
Ambas sabían para que eran buenos y no tenía nada que ver con el compromiso.
- Emma - su padre la tomo del brazo alejándola de aquel grupo y dándole una mirada reprobatoria a Nina. Él ya le había escogido un esposo - vamos a la mesa hija.
Se sentaron en el mismo sitio que los Harrelson, más el marqués Winters, cuya esposa lo había abandonado por un hombre más joven.
- hola querida - Margaret fue la primera en saludarla y luego Joe.
- ¿como estás?
- muy bien, gracias. - cuando miró a William éste tenia su mirada puesta en ella, era un tanto psicópata si lo pensaba bien, y su sonrisa malvada no ayudaba. Era atemorizante.
- espero que tengamos el placer de tenerte en nuestro hogar para la cena que daremos el próximo sábado. -esta vez Joe la tomo por sorpresa. Normalmente ellos anunciaban sus cenas un mes de antelación. Miró a su padre como preguntándole que se traían entre manos pero solo le dio un asentamiento con su cabeza. Algo ocultaban
- muchas gracias sera un honor.
El Lord Waller, dueño del palacio apareció para dar un pequeño discurso y las gracias por la asistencia, el motivo de tal evento era porque su hijo mayor se casaría, así que era la celebración de un compromiso.
- bueno, al menos quedan tres más
- Nina, deberías atrapar el siguiente duque.
- claro que no. no me interesa para ese tipo de relación. Mis ojos están puestos en ese atractivo hombre de allá - ella señaló con su dedo mal disimulado a un chico rubio de ojos color verde.
- oh si. es el hijo de una conocida de mi madre y Margaret. Se llama Benjamín. Te lo presentaré luego.
- tranquila amiga, ya lo hago yo misma - se alejó de la mesa dónde estaban sentados y la vio interactuar con aquel chico rubio. Al parecer ella tendría un encuentro casual con él esa misma noche.
- Emma - William se levantó ofreciéndole su mano - ¿me concedes el honor de este baile?
- por supuesto - mascullo. No tenía ganas de aguantar su grosería. Ella era más madura que aquel c*****o.
Se dirigieron hasta la pequeña pista improvisada en medio del salón, una pieza que tocaba la orquesta de paso suave sonaba en todo el lugar.
- Es impresionante que una dama como tú asista a este tipo de eventos, teniendo en cuenta que es una libertina que le fascina estar en el club de madame Burrell - al mencionar aquello ella abrió sus ojos a mas no poder ¡no lo podía creer! ¿acaso la había visto allí? y como se atrevía a llamarla de esa manera delante de todo el mundo.
- no es de tu incumbencia William, pero debo suponer que tú también vas a divertirte allí ¿no es así?
- eso tampoco es de tú incumbencia... - lo interrumpió
- entonces no te metas en donde no has sido llamado.
Lo miró con odio puro y se alejó lo más rápido posible de él.
Bueno, ella lo era. Una chica libertina de la alta sociedad y que no podía permitir que sus padres se enteraran. Lo que ocurría en la casa de madame Beatrice se quedaba allí, ni una palabra salía de los clientes que frecuentaban el lugar, y ahora William Harrelson había roto a esa regla. Estaba claro que él también iba al lugar.
¿Que pensarían Margaret y Joe si se enteran que su único amado hijo se acostaba con todas esas mujeres, trabajadoras de Beatrice Burrell?