Pajarillos, revoloteaban la copa de los árboles, el sol, comenzaba a asomarse entre la cima de aquellas misteriosas montañas, mientras que el valle, se cubría de nubes. La brisa, se desplazaba en silencio por todo el lugar. Las ardillas, cantaban y bailaban, subiendo y bajando por los troncos, en busca de algunas frutillas, para llenar sus estómagos de alimento y gratas emociones, los conejillos, brincaban de un sitio a otro, mientras que las tortuguitas de coral, hacían competencias, a ver quién llegaba más rápido al lugar donde acampaban los turistas, quienes, aún no despertaban del todo, pues, mientras que algunos no pasaron buena noche, por la compañía de los mosquitos y zancudos, que los revoloteaban, saciándose con gotas de su sangre; mientras los otros, sí habían descansado lo suficiente, y disfrutaban de la llegada de la aurora. Absorbiendo, la energía que les ofrecía el sol, la melodía, de la naturaleza, envuelta en el canto de los grillos, el susurro de la brisa y el sonar de las alas de las mariposas y las libélulas.
El espeso pero amable bosque, despedía aromas a lavanda y coco, mangos, frutos silvestres, a dulces granadinas y batido de fresas y moras.
- ¡Qué hermoso despertar, entre las montañas!, hacía tanto tiempo, que, no experimentaba ésta sensación, y, más, en tan buena compañía -. Exclamó Denisse, abrazándose a la calidez del regazo de Bruno.
- Es sin duda, el mejor amanecer que he tenido en mucho tiempo. Comentó Bruno, mientras besaba la frente de Denisse.
- ¿Qué haremos hoy?
- ¿Qué crees?, pues, seguir avanzando hasta llegar a Firenever.
- Dime algo, ¿qué te parece la idea de ser lo que somos?
- Exactamente, ¿a qué te refieres?, porque tú y yo, podemos ser muchas cosas, podemos ser amigos, novios, amantes...
- ¿Novios?, ¿Amantes?, estoy hablando en serio, Bruno.
- Es que no te explicas bien, mi amada Deni.
- Pues, me refiero a ser criaturas mágicas, guerreros de la luz, aunque, pensándolo bien, también me gustaría saber si somos algo más que amigos.
- Para responder la primera inquietud, pues, me gusta la idea de ser, una criatura mágica, aunque envuelta en carne y hueso, de tener poderes mágicos, si es que, los tengo, así como tú, que eres una hadita hermosa y también, el hecho de ser un soldado, capaz de lo que sea, por liberar las almas cautivas de esa fuente que, nos unió por vez primera.
- Y... ¿la segunda inquietud?
- ¡Qué pícara eres!, pues, me fascina ser tu amigo, tu novio, tu amante, tu compañero de vida y el padre de tus hijos, si tú estás de acuerdo, claro está.
- ¡Aww!, Claro que sí, me encanta la idea.
- Además, luego de ésta noche maravillosa, pues, queda más que claro, lo que somos ¿no?
- Sí, tú y yo, hemos dejado de ser independientes, para ser uno sólo. No me lo has preguntado, pero, acepto ser tu novia, tu amante, tu compañera de vida, la madre de tus hijos y todo para ti. Le dice, mientras lo abraza con más fuerza, llenándolo de dulces besos.
- No creí que fuera necesario, preguntártelo. Entonces, ¿cerramos el pacto? -. Le pregunta, con mirada pícara.
- ¿Cómo así?, debemos salir a desayunar y a continuar la travesía.
- Podemos quedarnos un rato más y así sellamos nuestra unión, ¿quieres?
- Ummm, está bien, solo un ratito más, igual creo que los demás aún no despiertan.
- Entonces, señorita Denisse, sus deseos, son órdenes para mí.
Mientras, éstos tórtolos, se demuestran su amor en su tienda, desbordante de emociones, afuera, Agatha, está buscando a Priscob, entre los arbustos.
- Priscob, Priscob, ¿dónde rayos estás? -. Llama, Agatha en susurros.
Aún sin encontrarlo, sigue en su búsqueda, cuando lo ve, envuelto entre una manta, dormido y roncando, con varios empaques de galletas y barritas de fibra, alrededor.
- ¡Es impresionante, como éste duende come! Priscob, despierta.
- Agatha, ¿eres tú?
- ¿Quién más podría llamarte?
- ¡Oh, sí, eres tú!, Buenos días, Agathica.
- Buenos días, tragón. ¿Se puede saber de dónde sacaste todo esto? -. Pregunta, mostrando los empaques regados por el suelo.
- ¡Aww!, Agatha, es que tenía mucha hambre y fui a por unos bocadillos, cuando todos dormían, o, bueno, casi todos.
- ¿Casi todos?
- Sí, pues, resulta que, mi estómago comenzó a rugir de repente, como tigre en cautiverio y, se me ocurrió que, podía acercarme al sitio, donde habían dejado la comida, y, pues, busqué y encontré, no solo la comida, sino también el hecho de ser descubierto por la muchacha asustadiza.
- ¿Por Gabriela?, ¿Te vio?
- Sí, y, creo que, del impacto, se desmayó. Así que, antes que alguien lo notara, salí corriendo con lo que pude sostener y me vine a esconder de nuevo, luego, como vi que no había moros en la costa, salí de nuevo, conseguí esta mantita, y me devolví a hacer la digestión y a dormir.
- ¡Por todas las hadas, Priscob!
- Lo siento, Agatha, tenía hambrita.
- ¿Cuándo no?, por lo pronto quédate aquí, veré, que pasó con Gabriela.
- Está bien, aquí te espero, ¿me traerás desayunito?
- Pues sí, si no hay de otra.
- Gracias, Agatha. Le dice el duendecillo, sonriendo.
Agatha, sale de los arbustos, donde había dejado a Priscob, con dirección hacia el lugar donde reposaban los alimentos, pero, cuál es su sorpresa, al ver que allí, no estaba Gabriela, sólo pudo ver el amuleto, hecho añicos, algo que la deja pensativa, pues, éste estaba elaborado con piedras de cuarzo, metales y un dije de plata, con el tetragrammaton, por lo que, no pudo haberse deshecho tan fácilmente, a menos que, algún demonio, lo hubiese destrozado, de manera que, sigilosamente, se acerca a la tienda, donde se suponía que estaría durmiendo, se asoma por una pequeña abertura, que ésta tenía, pero, solo divisa a Rosana, quien sigue profundamente dormida.
- Aquí, está pasando algo muy extraño. ¿Dónde estará Gabriela?
De repente, se acerca Regina, quien había pasado una noche tranquila, a pesar, de los mosquitos, que, no la dejaban conciliar el sueño.
- Buenos días, Agathica, ¿cómo dormiste?
- Buenos días, Regi, pues, siento que descansé, ¿y tú?
- Mejor que muchos días atrás, aunque los zancuditos me fastidiaron un poco, antes de dormir.
- Te dije que ahí tengo repelente, pero, tú eres muy terca.
- Es parte del hecho de dormir en una montaña, aunque, sinceramente, se me olvidó.
- Ya me dí cuenta, por cierto, sé que te estás levantando, pero... no has visto a Gabriela, ¿de casualidad?
- La última vez que la vi, fue anoche, antes de irnos a descansar, ¿por qué? O ¿para qué la buscas?
- Ummm, es que... ven aquí, quiero mostrarte algo -. Le dice mientras la toma por el brazo y la lleva hasta el lugar donde vio el amuleto hecho trizas.
- ¿A dónde me llevas?
- Mira, este es el amuleto que le di en el autobús, ayer, cuando veníamos para el Complejo.
- ¿Qué?, pero... ¿cómo se deshizo eso?, ¿estás segura que ese es el amuleto que tú le elaboraste?
- Sí, Regina, completamente segura, sé qué materiales usé en su confección y éstas, son partículas de turmalina negra y de cuarzo rosa, también quedan pequeños trozos del pentáculo y éste cordoncito, con el que lo cerré.
- Como dice el f*******:, ¿qué estás pensando?
- Algo pasó aquí anoche, me asomé a su tienda y solo está Rosana, quien continúa dormida. La busqué por los alrededores y no la encontré, si no me falla el sexto sentido, Gabriela, desapareció.
- ¿Otra más que desaparece?, pero... ¿cómo ha sido eso?, don Alvaro, nos ha dicho que por lo general, en éste lado de la montaña, no hay peligros.
- Pues, yo creo que sí los hay, pero, antes de poner en sobre aviso a los demás, debemos buscarla bien. Será que ¿me ayudas?
- Ummm, sí, claro, cuenta conmigo pero antes, tomemos café y comamos algo, ¿sí?, muero de hambre.
- Vale, haré un poco de café, aprovechemos que la hoguera aún tiene la llama viva.
- De acuerdo, yo prepararé unos sandwich's, me queda muy buenos, con lechuga, tomate, jamón, queso, bacon, salchichón y...
- Regina, no hay nada de eso aquí, si acaso queso mozzarella.
- ¡Oh, cierto!, ya mi subconsciente, me estaba comenzando a traicionar -. Comenta entre risas.
Por otra parte, Don Alvaro, Andrew, Diego, Raymundo y Samuel, van saliendo de sus respectivas tiendas, de forma graneada, estirando sus extremidades e inhalando el aire puro, que les ofrece la madre natura, buscando un poco de agua para lavarse la cara y los dientes.
- Buenos días, hermosas señoritas, ¿cómo amanecen? -. Pregunta Don Alvaro, moviendo el cuello de un lado al otro.
- Buenos días, Don Alvaro, muy bien gracias a Dios -. Responden Agatha y Regina, al unísono.
- Ustedes, como que se pusieron de acuerdo para contestar en dueto, ¿no?
- Siempre nos pasa, es como una conexión inexplicable.
- ¿Inexplicable?, yo diría más bien, que inexplicable es la ausencia de los Dioses de la Dimensión Perdida y de Danu, ella debería estar aquí, pero, no sé por qué no ha venido.
- Ha de estar buscando la manera, de atraer a Sebastián, a Robert, a Fabián y a mi Ignacio, recuerde que ellos, forman parte de nuestro ejército y, debe encontrar la mejor opción, para explicarles la razón, por la que deben estar aquí.
- Posiblemente, Agatha. Y, hablando de Guerreros, Bruno y Denisse, ¿no se han levantado aún?
- No, Don Alvaro, siguen enrollados.
- Esos debieron haber pasado una noche excepcional -.
- Regiiiinaaa, deja de hacer especulaciones, y, termina de hacer los panes, que ya va a estar el café. Recuerda, que debes ayudarme en la misión.
- Eh, ¿la misión?, ¿me perdí de algo?
- ¡Ay, Agatha!, creo que lo mejor, es contarle a Don Alvaro, lo que hemos descubierto.
- ¿Descubrieron algo?, ¿Qué será?, no creo que haya sido un tesoro, pues, en Brigthnever, los únicos tesoros que puedes hallar, son las bellezas naturales que te ofrece ésta montaña.
- Pues, lo que pasa es que...
En el momento, en que Regina, le va a contar a Don Alvaro, acerca de la ausencia de Gabriela, se acercan Andrew y sus compañeros, a dar los buenos días y por ende, a beber un poco de café, ya que el aroma, hubo inundado el lugar, de manera que, no pudo continuar lo que quería expresar.
- Buenos días, compañeros, ¿cómo amanecen?
- Buenos días, ¿cómo están?
- Buenos días.
Van saludando, uno a uno.
- Buenos días, Andrew, muy bien y ¿ustedes?
- Bastante descansados, nos hacía falta, dormir un poco más de la hora de siempre.
- Nos hemos dado cuenta, tienen un mejor semblante.
- ¿Sí?, ¡Qué buena noticia!, no tengo un espejo por aquí, así que, me tocará creerte, Agatha -.
- Ya lo creo. Responde Regina, entre risas.
Mientras se están tomando su respectivo café, y, a punto de, comenzar a desayunar, Diego, les pregunta si han visto a Francisco, pues, desde anoche que sintió que se había levantado y salido de la tienda, no regresó.
- No lo hemos visto, ¿también desapareció? -. Responde Regina.
- ¿También?, ¿Cómo que también?, ¿Quién más ha desaparecido?
- ¡Ups!, ¡lo siento, Agatha creo que he pecado de imprudente!.
- ¿Crees?, yo diría más bien que estás segura.
- No sé, si Regina, ha sido imprudente o no, sólo quiero saber, ¿qué ha pasado con Francisco?, ¿pueden decirme?
Agatha, buscando la mejor manera de explicarse, sin nombrar a Priscob, le responde a Andrew:
- Ummm, bueno, Andrew, pasa que, al levantarme, he venido a buscar un poco de agua, me he dado cuenta que, el amuleto de Gabriela, estaba hecho trizas en el suelo, y, la he buscado por todas partes y no he podido dar con ella, de manera que, le pedí a Regina, que me acompañara a buscarla, pero, en ese momento, llegó Don Alvaro y, más atrás ustedes, así que, no he podido ir a por ella.
- Pero, ¿cómo que no está?, quizás no se ha levantado, ¿ya la buscaron en su tienda?
- Sí, fue lo primero que hice, además, encontré su amuleto, hecho añicos junto a los alimentos.
- Francisco, tampoco aparece, anoche, lo escuché salir de la tienda pero no, volver. Acota, Diego.
- Debemos buscarlos, para continuar la travesía. Exclama, Andrew.
En eso, se levanta Rosana, estirándose. Se acerca al grupo donde conversaban los demás.
- Buenos días a todos.
- Buenos días, Rosana -. Responden al unísono.
- Aunque en realidad, no son tan buenos. Exclama, Andrew.
- Iré a lavarme la cara y luego vengo a que me cuenten por qué tanto alboroto, tan temprano.
Rosana, va a por agua, y se aleja a asearse, mientras tanto, salen Denisse y Bruno, de la tienda, con cierto brillo en la mirada que deja a los demás, totalmente atónitos. Éstos, se acercan a saludar.
- Buenos días a todos, venimos a buscar un poco de agua.
- ¿Buenos días?, a mi me parece que son buenísimos, para ustedes, claro está.
- Reginaaaaaa, déjalos tranquilos. Buenos días, chicos.
- ¿De qué hablan por aquí?
- De Gabriela y Francisco, que desaparecieron.
- ¿Cómo que desaparecieron?, no estarán por ahí, ¿buscando frutas o algo así?
- No, Deni, no están.
- Esperenme tantito, iré a cepillarme los dientes y regreso para que me cuenten, que pasó.
- Nos cuenten, querrás decir. Exclama, Bruno.
- Bueeeenooo, nos cuenten. ¿Así te suena mejor?
- Sí, preciosa, mucho mejor. Así que, ya venimos.
Entre tanto, se despierta Constanza, quien se había quedado leyendo hasta tarde y sale corriendo de la tienda, hacia los arbustos.
- ¡Qué raro que Constanza, se esté despertando tan tarde!
- Se quedó leyendo y haciendo anotaciones en su diario, sabes como es ella, con eso de escribir todo lo que le va pasando.
- Pensé que al pasar el tiempo, dejaría de hacerlo, pero ya veo que sigue igual que cuando era niña, si en ese entonces, tenía torres de diarios, no quiero imaginarme, cuántos tendrá a éstas alturas del partido. Comenta, Regina.
- Cientos de ellos, tienes que ver su biblioteca personal. Responde Agatha.
Todos, comentan lo sucedido, mirando lo que quedó del amuleto de Gabriela, entre tanto, se acercan Rosana, Dennise, Constanza y Bruno, quienes, reciben de la mano de Agatha, una taza de café y de la de Regina, un emparedado.
- Ahora sí, cuentennos, ¿cómo es posible que se hayan desaparecido dos personas, una misma noche?
- ¿Quiénes desaparecieron? -. Pregunta Constanza, extrañada.
- Anoche, Gabriela y Francisco, salieron de sus tiendas y no regresaron a ellas.
- Y ¿ya los llamaron?, quizás están por ahí y ustedes, preocupándose.
- Yo, busqué a Gabriela, pero no di con ella.
- Pues, sigamos buscando a ver.
- Chicos, miren esto.
Se acercan todos hacia donde estaba Bruno, mostrando un trozo de tela rasgado, que hubo encontrado cerca de los arbustos, que, usaban como sanitario.
- Seguramente está cerca.
- Franciscooooooo, Franciscooooooo, Frannnnn... -. Llamaban sus amigos, con la esperanza de encontrarlo.
Pasaron al menos veinte minutos, buscando a los desaparecidos, cuando de repente, Agatha, quien se había escapado un instante, a llevarle el desayuno a Priscob, se mareó, entrando en un trance, donde vio, la forma en que Francisco, fue raptado y Gabriela, fue arrastrada hasta un lugar repleto de antorchas y criaturas malévolas. Don Alvaro, la vio, tambalearse en su mismo eje, y, supo que, algo no iba bien, por lo que se acercó a ella, a intentar, mantenerla en esta dimensión, pero, era un poco tarde, ya había cruzado un portal mágico de baja luz. Agatha, se tambaleaba de un lado a otro, emitiendo palabras extrañas, y, éste, apretando su cuarzo rosa que, mantenía siempre en su bolsillo derecho, emitía un mantra de alta luz, para hacerla volver del punto donde se encontraba.
- Regresa, Agatha, regresa.
- Don Alvaro, ¿qué le pasa a Agatha? -. Pregunta, Constanza, desconcertada.
- Está en trance, pero, hay que hacerla volver o, podemos perderla, éste no es un buen lugar para introducirse en portales, y, es lo que ha hecho Agatha, tal vez sin querer, pero, sus poderes, los tiene latentes, solo que muy débiles, por la búsqueda de esas almas, ya perdidas en la montaña y el inframundo.
- No entiendo, ¿Qué quiere decir con almas perdidas?
- No es momento para explicaciones, hay que hacerla volver, llámenla, griten su nombre, tráiganla de nuevo a ésta dimensión.
Las amigas, le hicieron caso a Don Alvaro, y, comenzaron a llamarla, en un alto tono de voz, tanto como pudieron. Hasta el punto, en que Agatha, vibraba en todo el sentido de la palabra, regresando del sitio, donde estuvo a punto de quedarse suspendida, por el resto de su vida.
- Agatha, ¿qué te ha pasado?, ¿te sientes bien?
- No, Constanza, no me siento nada bien, todo me da vueltas, tengo mucha sed.
- Regina, tráele agua fresca a Agatha, por favor.
- Ya se la traía, aquí está.
- Gracias. Me alegra mucho, verlas de nuevo, por un momento pensé, que, no volvería aquí.
- Nosotras también. Fue, gracias a Don Alvaro, que nos dijo que te llamáramos, pues, estabas a punto de quedarte en el limbo.
- Pero, cuéntanos, ¿qué viste?
- Espera que se calme, que se beba el agua y ya nos contará.
- Denisse, esos muchachos ya no van a volver. Hay que buscar la manera de decirle a Andrew y a los demás, que sus amigos, no han de regresar.
- ¿Cómo que no han de regresar?
En el instante, en que Regina le hace la pregunta a Agatha, se acercan los demás, quienes, regresaban de buscar a los desaparecidos por las cercanías del descampado. Rosana, alcanza a escuchar, que no regresarían, por lo que inmediatamente, asume que hablan de sus amigos, preguntando:
- ¿Quiénes no van a regresar?, ¿De qué hablan?
- Rosana, Andrew, de verdad, lo siento mucho.
- ¿Qué es lo que sienten?, ¿Qué pasa?, por favor, terminen de hablar.
- Me refiero a sus amigos, a Gabriela y a Francisco.
- ¿Por qué dices que no regresarán?, ¿se fueron a Londres?, ¿es eso verdad?
- No, Rosana, no se devolvieron a la metrópoli. Es muy difícil para mi, decirles esto, pero, creo que deben saberlo.
- ¿Qué nos vas a decir?, ¡Habla de una vez!, ¿por qué tantos rodeos?
- Cálmate, Rossa, déjala que se exprese.
- No me calmo, Andrew, no me da la gana. ¿Cómo me pides que me calme?, acaso no te has dado cuenta, que nuestros amigos se han ido desapareciendo por razones muy extrañas, fíjate, si a ellos les ha pasado lo que les pasó, ¿qué quedará para nosotros?
- Muchachos, sé que es difícil, pero...
- Por favor, Agatha, termina de decirnos qué pasa.
Agatha, toma aire y contesta:
- Gabriela, fue secuestrada por caníbales y, lamentablemente, ya no es parte de ésta dimensión y...
- ¿Francisco?, ¿Qué le pasó a Fran?
- Fue raptado por las ánimas de la montaña, absorbieron su alma, y, su cuerpo, fue devorado por insectos carnívoros, no queda nada de ellos, salvo el recuerdo. Responde Agatha, entre sollozos.
- ¿Qué?, no, no, esto debe ser un juego, ¿dónde está la cámara escondida?
- No es un juego, por Dios, jamás jugaría con algo tan delicado.
Pero, Rossa, estaba fuera de sí, y, acercándose a Agatha, la tomó por los brazos, zarandeándola:
- ¿Cómo eres capaz de decir esas cosas?, ¿quién eres tú para saberlo?, ¿acaso estabas ahí en el momento en que desaparecieron?
- No, no estaba ahí, pero, yo... bueno, yo...
- ¿Tú qué?, ¿ahora eres la sabelotodo del grupo?, ¿la bruja?, eso debes ser, una maldita bruja, con todo tu aquelarre, desapareciendo a la gente. Ahora entiendo, sí, sí, lo entiendo todo perfectamente, tú hiciste los fulanos amuletos, que no sirven para nada, con ese fin, que creyeran en su poder dizque protector, pero esto, no sirve, es una basura, como lo eres tú, maldita, mil veces maldita tú y ustedes también y estas montañas, y, todo lo que está alrededor.
- Cálmate Rosana, deja de decir barbaridades. Exclama, Diego.
- ¿Barbaridades?, ¿a ti también te parece muy normal lo que está pasando?, ella cree que con sus lagrimitas de cocodrilo, me va a convencer de lo que está diciendo, pues no, no me convences, maldita desgraciada, tú eres la que te los estás llevando para sacrificarlos, para hacer tus malditos rituales al demonio, pero, eso no se va a quedar así, me las vas a pagar, tú y todos ustedes, piltrafas, me las van a pagar, así sea lo último que haga en mi maldita vida.
Al terminar de decir estas palabras, Rosana, se aleja muy molesta, hacia su tienda, a donde va a recoger sus cosas, para marcharse de ahí.
- ¿A donde vas Rossa?, Ven aquí, le debes una disculpa a Agatha, ¿qué rayos te está pasando?, nada de lo que pasó es culpa de ella. Exclama, Andrew.
- No te importa a donde vaya, mequetrefe, déjame en paz, no me molestes más de lo que ya estoy. Confórmate con saber que me voy de aquí, iré a buscar a mis amigos, regresaré a casa y me olvidaré de éste maldito viaje y de sus malditos excursionistas, y, no me sigas, no quiero verte una vez más.
Andrew, al ver que no puede hacer entrar en razón a Rosana, se devuelve al lugar, donde sus amigos, están reunidos con las luces.
- ¿Qué pasó con Rosana?
- Nada, dice que se va a buscarlos, prácticamente, por sus propios medios.
Agatha, quedó muy dolida, por la forma en que la amiga de Andrew, la trató, por más fuerte y decidida, que solía ser, estaba desplomada, por el mal trato, que tuvo de parte de Rosana y, que, no se merecía.
- Muchachos, perdón, yo solo quise, ponerlos al tanto de lo que estaba sucediendo, yo no sabía nada de lo que les pasaría a sus amigos, se los juro. Exclama Agatha, llorando.
- No te preocupes, sabemos que no es tu culpa. ¿Cómo podrías hacer algo así? Le responde, Samuel.
- Es cierto que, no te conocemos, pero, no tienes cara de hacer daño. Exclama, Raymundo.
- Pero, por supuesto que no es una mala persona, Agatha, sabe todo esto, porque es vidente, tiene un don desde niña y lo ha venido desarrollando a lo largo de su vida.
- ¿Vidente?
- Sí, por esa razón es que ahora, está desplomada en el suelo, unos minutos antes que ustedes llegaran, estuvo en trance, es por eso que, sabe exactamente qué les pasó a sus amigos, no porque sea una bruja de las que habla su amiga, que por cierto, es una loca. Replica Regina, muy molesta.
- ¡Oh, nunca había conocido a alguien así!, ni siquiera sabía que existían personas con dones ¿mágicos?
- Sí, eso, dones mágicos.
- De igual forma, discúlpela, por favor, en cualquier momento se le pasará, pues, de alguna manera la entiendo, estamos bajo un estrés fuerte, viendo lo que les ha pasado a nuestros amigos, sin saber, qué nos pasará a los demás.
- Disculpen ustedes que me meta, pero, no era la manera de actuar, por mucho estrés que se tenga. Exclama, Don Alvaro.
- Tal vez, tenga razón, pero, ¿qué le podemos hacer?, las cosas, ya se dieron así, creo que lo mejor, es que, salgamos de aquí y demos éste viaje, por terminado. Responde, Andrew.
- Eso es imposible, muchacho, debemos continuar, no hay vuelta atrás, ya no nos podemos devolver, la montaña no nos dejará abandonarla, hasta que no se cumpla el cometido.
- En ese caso, entonces, deberíamos recoger nuestras pertenencias y continuar la travesía, lo que quiero es salir ya de aquí y como dicen por ahí, al mal paso, darle prisa, ¿cierto muchachos?
- No lo sé. Lo único que yo quiero, es que esto termine ya.
Samuel, Andrew, Raymundo y Diego, se encaminan hacia sus tiendas, con cierta tristeza, en la mirada, el viaje, no estaba saliendo como lo tenían previsto.
- Ahora, ¿qué vamos a hacer, Don Alvaro? Pregunta, Regina.
- Pues, continuar, Denisse, tiene un reportaje que hacer y nosotros, una misión que cumplir.
- Me está dando temor, seguir, a ver chicas, ¿quién nos asegura a nosotras que no correremos con la misma suerte? Pregunta Constanza, un tanto descolocada.
- Se los aseguro yo -. Le responde, Don Alvaro.
- ¿Cómo puede estar tan seguro?
- ¿Recuerdan cuando les comenté acerca de los malos deseos y malos pensamientos, hacia la montaña y sus criaturas?, pues, Gabriela, estaba muy asustada desde un principio, y, con lo sucedido a sus amigos, en la entrada del complejo, por su mente, pasaron muchos pensamientos negativos y de venganza, para con la montaña y su naturaleza, no lo exteriorizó, pero en su corazón, ya había sembrado la semilla de la maldad. Los espíritus de la montaña, lo saben todo, saben quienes son de fiar y quienes no, y, tanto ella como Francisco, pagaron las consecuencias, de la idea, de su mal proceder.
- Francisco, ¿por qué?, de ella, pues, es posible que lo entienda, pero él, ¿por qué?.
- Recuerdan, que ayer, ¿se escuchaban llantos y alaridos en la penumbra?, no es normal que eso pase, en éste lado de la montaña, como ya les dije; el verdadero peligro, está en Firenever, pero, Francisco, las llamó con su corazón.
- No entiendo absolutamente nada.
- No es necesario que entiendas, Denisse, pero les voy a explicar. Francisco, siempre fue un muchacho, ligado a malas acciones, en varias oportunidades, fue descubierto, robando en la facultad de la universidad, algunos decían que era una enfermedad; cleptomanía, para ser más exacto. La realidad, es que era así, y, las personas que ingresen a la montaña, con ese tipo de acciones, aunque hayan sido pasadas, si no se arrepentían, era porque lo volverían a hacer una y otra vez.
- ¡Santas Hadas!, ¿cómo le vamos a decir a ellos, la verdadera razón de lo que ha pasado? -. Comenta, Constanza sorprendida.
- No tenemos por qué hacerlo, mi querida Constanza, ellos, ya sabían a qué se enfrentaban al venir aquí, todos estaban muy claros, o, ¿por qué crees que lo disfrazaron con el fulano estrés?, por ello, le hice caso omiso a sus argumentos. Ahora, si, ya Agatha, se siente mejor, debemos continuar, aún nos queda mucho por recorrer y ya casi es mediodía.
- Sí, Don Alvaro, ya me siento mejor.
- Vamos, te ayudo a levantarte.
- Gracias. Ehh, vayan adelantándose, voy en un momento.
- ¿Segura?
- Sí, sí, vayan andando a por sus cosas, iré en un tris.
Las luces y Bruno, que estuvo callado, todo el tiempo, observando, fueron hacia las tiendas a recogerlas, junto a sus equipajes, pero, Don Alvaro, se quedó un instante más con Agatha.
- ¿Te sientes lo suficientemente bien para caminar sola?
- Sí, no se preocupe, vaya adelantándose.
- De acuerdo, me iré, pero, no sin antes decirte que, no puedes tener a ese duendecillo escondido por mucho tiempo, él debe volver a su hábitat y tú, debes continuar con tu misión.
- ¿De qué duendecillo habla, Don Alvaro?
- De ese pequeñín, que se esconde tras esos arbustos. ¿Creíste que no lo sabía?, pues, fíjate algo, Agatha, no tengo la edad de un ser terrenal, o de un humano como tal, tengo siglos de sabiduría, así que no pueden engañarme, soy del mismo lugar de donde él pertenece, sé cuando una criatura de mi mundo, está entre los humanos, por lo tanto, sé que ha venido contigo desde Londres, también, con qué finalidad salió de aquí, aunque él puede ser de mucha ayuda, para conocer el paradero de Caridad, el deber ser, es que, vuelva a su lugar, al bosque. Llevarlo en ese bolsito, no es cómodo para él ni para ti y la ingesta de galletas y leche, no le hace bien, de manera que, ya queda de ti, pero te aconsejo que, si ha de acompañarnos, lo haga en plena libertad.
- Don Alvaro, yoo...
- No digas nada, solo libéralo. Pues, se siente atado a ti, por lo que le das, que bien sabe, lo tiene prohibido. No te querrás ganar un problema con Danu y los Dioses de la Dimensión Perdida, ¿o sí?.
- No, claro que no.
- Además, aquí entre nos, sin tú saberlo, él, te está debilitando, y, no es que, él así lo quiera, pero es su naturaleza.
- Pero, si es el duende de los deseos.
- Lo sé, pero, para cumplirlos, alejado de su hábitat, necesita más energía y esa energía, te pertenece a ti, por lo pronto, te guardaré el secreto, pero, no demores.
Mientras Don Alvaro, se aleja mientras que Agatha, se acerca a Priscob, quien, habiendo escuchado la conversación, le dice, con lágrimas en los ojos que, debe marcharse, pero, que estará allí, para cuando ella lo necesite, solo tiene que llamarlo con tres palabras mágicas; leche y galletitas.