“Mi Talismán”, era un pequeño barcito público, o pub, como era llamado en estos tiempos, con pocas mesas vestidas con manteles fucsias y violetas, una barra extensa, barriles con cerveza de distintos países, situados alrededor, algunas sillas y diversos objetos, extremadamente curiosos, como piedras semi-preciosas, figuras de hadas, elfos, duendes, trolles con cabellos fluorescentes, manantiales de piedra que van destilando la misma agua que sube, sirenas colgadas en la pared, plantas de distintos aromas y colores, en las columnas de cristales de cuarzo, colgaban afiches y cuadritos de Quimeras y dragones de fantasía, y, en el medio, una caja de madera en forma de corazón, con adornos antiguos, el cuál era llamado por los dueños del establecimiento, “El Cofre de los Tesoros”, algo muy parecido al nombre que, Constanza, le dio a sus corazones, hace mucho tiempo atrás. ¿Sería por cosas del destino, que las cinco luces, entraron justo en ese lugar, que irradiaba magia en cada vértice?
- ¡Qué lugar tan maravilloso!, ¡Me encanta!, Es como si lo hubiesen hecho justo para mi gusto. Comenta Agatha.
- La verdad, sí, está magnífico, tienes miles de detallitos e imágenes que me recuerdan a los viajes que he hecho, por mi trabajo y por la gran necesidad de aprender nuevas culturas. Acota, Denisse.
- Está muy bonito, aunque esos muñecos con los cabellos parados, no me hacen mucha gracia. Más bien, me dan cierto miedito. Exclama, Caridad.
- A mí me parece, que irradian magia en todos los sentidos. Como los cuentos que me leía mi abuelita, cada jueves. Comenta, Constanza.
- Lo que no me gusta mucho, es la combinación de los colores. Fucsia y violeta, es como muy cursi, yo le habría puesto unos manteles naranjas o azules, algo más vivo, dándole sentido a la parranda y a la alegría. Exclama Regina, con un tono, un poco despectivo.
- Bueno, bueno chicas, ya dejen de criticar, lo cierto es que el sitio es hermoso y muy acogedor, digno de un nuevo encuentro para nosotras.
- Constanza, tiene razón. ¿Dónde nos sentamos?, ¿Mesa o barra? Dice, Denisse.
- Obviamente en una mesa, es más cómodo y tenemos más privacidad, hoy tenemos temas importantes, que tratar. Exclama, Agatha, con un ápice de misterio en sus palabras y su mirada.
- ¿Temas importantes?, pensé que habíamos venido aquí a disfrutar del ocaso y no a hablar de cosas que nos preocupen, o tú, ¿que piensas Cari?. Dice Regina.
- Pues yo creo que debemos hablar de lo que sea necesario, sin dejar de disfrutar de la vista, el ocaso y los buenos momentos que nos tenga deparado el destino.
- ¿Destino?, Caridad, ¿hablando del destino? - Dicen Constanza y Denisse, al unísono.
- Un momento, aquí está pasando algo, ¿de qué nos perdimos?
- Lo sabrán en su momento, por lo pronto, pidamos algo de beber, que estoy sedienta, o, ¿ustedes no lo están?
- Pues sí, pidamos de beber. Yo quiero una mimosa – Comenta, Denisse, muy emocionada.
- Yo quiero un té ingles – Dice Caridad
- No, no, nada de tecitos ingleses ni mimosas, aquí vinimos a tomar cerveza. Así que llamaré al mesero y pediré cinco “Mahou”, ¿les parece? O ¿quieren otra marca?. Exclama Regina, con el grado de emoción, subiendo.
- A mi me parece bien, además es la mejor manera de refrescarse, después de éste día, que lo que provoca es borrarlo del calendario, o, al menos el comienzo del mismo (Risas). - Comenta, Constanza.
Las amigas, se sientan a la mesa, cada una, con la mirada en dirección al hermoso cielo que las arropa, con la finalidad de disfrutar al máximo, la puesta de sol, por la que han visitado el lugar.
Regina, llama al mesero, con un silbido, que no le habían escuchado antes, cosa que sorprende a las demás.
- ¿De dónde sacaste esa forma tan camionera, de llamar a la gente, Regina? -
- (Risas), Ay, Constanza, lo aprendí hoy en la reunión con los inversores, en el restaurante latino al que fuimos, de verdad, que es la mejor manera de llamarlos, así, nos escuchan y nos prestan la debida atención.
- Y los inversores estirados con los que te reúnes, ¿llaman de esa manera a los meseros?, no quiero imaginar como llaman a sus perros. Acota, Caridad.
- No sé como los llamarán, pero fíjate, ya el mesero viene para acá, quiere decir que ese modo de llamado, es efectivo. (Risas).
El mesero, llega a la mesa, les da la bienvenida, se presenta y les ofrece el menú, no sin antes, guiñarle el ojo a Caridad, quien se sonroja al verlo:
- Buenas tardes, dulces señoritas, bienvenidas a “Mi Talismán” y por ende, a la mesa de las hadas, muy buena elección. ¿En qué les puedo servir?
- Buenas tardes, amigo, gracias por la bienvenida, es un lugar muy bonito, interesante y acogedor, pero, no entiendo algo, ¿por qué le llama, la mesa de las hadas? - Pregunta, Denisse, mientras le hace señas con los ojos, a Agatha.
- Oh, claro, sucede que en éste establecimiento, le hacemos homenaje a las criaturas de las mitologías, y ésta es la mesa que corresponde a las hadas, como puede ver el adorno que está en el centro, es un hada colgando de una hoja y cada una de las sillas, tiene un hadita, en su espaldar. Aquella mesa de la izquierda, donde se encuentra aquel caballero, es la mesa de los trolles, por eso tiene un enorme troll, como adorno y el mantel tiene figuras de ellos, y así, sucesivamente. En la barra tenemos figurillas de yeso, de una quimera, de algunas musas, de dragones, entre otros. Si gustan, luego del espectáculo del ocaso, pueden ver todo lo que tenemos para mostrarles a nuestros clientes y/o comensales.
- ¡Wow!, es sumamente interesante, lo que nos cuentas. A mi si me gustaría conocer más. Acota, Regina.
- Sí, es interesante. Oye, y en los sanitarios, ¿también hay figurillas de éstas? - Pregunta Denisse
- Sí, claro, en el de las damas, pueden encontrar sirenas y en el de los caballeros, hipocampos voladores y unicornios. ¿Desean que les deje el menú?
- ¡Oh, no!, no por ahora, o sí, mejor déjelo, a ver si pedimos algo de comer, al rato, luego de refrescarnos. Por ahora, le pediremos cinco cervezas “Mahou”, que estén tan heladas como las costas en invierno. Exclama, Regina.
- Bien, enseguida saldrá su orden. ¿Les apetece algo para picar?, tenemos tapas de salchichón, salchichas, chorizos del puerto, también tenemos, montadito de jamón ibérico de bellota, aderezado con algo de aceite de oliva virgen y un poco de tomate natural, que es una especialidad española, patatas bajas o con picante, navajas con ajo y perejil, mejillones con tomates, tacos de cerdo con manzana o de ternera con fresas, en fin, una larga lista de opciones para consentir, su paladar.
- ¡Wow!, este lugar me encanta. Me parece que sería buena idea pedir unas tapas españolas de jamón, para comenzar, ya que vamos a comenzar a beber y es mejor, introducir algo saladito al estómago.
- Sí, yo también lo creo, pues, no me dio tiempo de almorzar hoy.
- ¿No almorzaste, Caridad?, eso si es un pecado.
- Bueno, amigo, puede traernos dos raciones del montadito de jamón y las cinco cervezas, ya más adelante, veremos que más podríamos pedir.
- De acuerdo, señoritas haditas, su orden anotada está, en breve se las haré llegar. Que disfruten de su estadía en “Mi Talismán”.
- Gracias, amigo.
El mesero, se va, dando pequeños y cortos brinquitos hacia la barra, a solicitar a la persona encargada, el pedido que hicieron las muchachas, mientras lo hace, Regina comenta:
- Éste muchacho, le va a quitar el puesto a Ignacio, con eso de las rimas y la poesía, ¿escucharon todo lo que dijo al marcharse a buscar el pedido?
- Sí, es como rarito – Exclamó, Denisse.
- ¿Por qué dicen eso?, no les puede parecer más bien que le gusta su empleo, al menos, eso es lo que yo veo, que lo hace con pasión, como se debe hacer todo en la vida. Acota, Constanza.
- Pues, yo estoy de acuerdo con Constanza, me parece que le gusta lo que hace y de verdad, que esta muy bien. Así deberían ser todos los meseros de Londres y sus alrededores, tener ánimo, no aburrido, como uno que yo conozco, pero que trae de cabeza a una de éste grupo. Comenta, Agatha.
- ¿A quién te refieres?, Ahora la perdida, soy yo – Dice, Caridad un poco confundida.
- ¿A quién más?, a Denisse, ella cree que nosotras no nos dimos cuenta de las miraditas que le echaba a Bruno, el mesero del bar-café, de Don Alvaro.
- ¡Ayyyy, claro que no!!, ustedes siempre buscándole las cinco patas al minino. Aunque, no está nada mal y... Comenta, Denisse.
- ¿Y?, termina de hablar, no nos pensarás dejar con la duda. Le dice, Constanza.
- Sí, sí, cuenta, cuenta, mira que la otra noche, nos dejaste a la espera de algo que aparentemente, nos contarías aquí. ¿Pasó algo con éste muchacho?
- Pues, en el rato que estuve en ausencia, pasó algo, que...
En ese momento, se acerca el mesero, por lo que Denisse, calla.
- Bien, señoritas haditas, por aquí ha llegado su pedido, las cervezas más frías del congelador y estas tapas deliciosas. Que las disfruten.
El mesero, les coloca las bebidas, a cada una, enfrente y las bandejas con las tapas, alrededor del centro de mesa donde la hadita, se va meciendo en la hoja, algo muy extraño, pues, no había brisa que la moviera. Detalle, del que Agatha, se percató inmediatamente.
- Gracias, disculpa, ¿cuál es tu nombre?, te pregunto porque me gusta llamar a las personas por su nombre, claro está. Comenta Agatha.
- Oh claro, disculpen, no me presenté, me llamo Fernando. Un placer, bellas damas. ¿Les ofrezco algo más?
- Sí, disculpa, me gustaría saber, ¿por qué el hada del centro de mesa, se balancea en la hoja?, ¿tiene algún mecanismo que la active?, porque no siento que haya brisa aquí. Exclama, Regina.
- No, señorita, por lo general, las figurillas se mueven, según la energía y la vibra que sienten de los ocupantes de la mesa. Y aquí, se respira una muy buena vibra. Ahora, si no desean algo más, me retiro. Que disfruten de su estadía en “Mi Talismán”. Con su permiso.
Fernando, se retira de la mesa, de la misma forma que lo hizo la primera vez, que se acercó, dando brinquitos como un niño, cuando está contento, al haber recibido dulces.
- ¿No les parece, muy extraño, todo lo que está pasando? Comenta, Caridad.
- Pues, sí, pero ¿qué puedo decirte?, han estado pasando cosas muy extrañas, desde ésta mañana, es más, desde anoche, cuando dormía, por ejemplo. Acota, Constanza.
- ¿Cosas, como qué? - Pregunta, Agatha.
- Anoche, luego que llegué a casa, y, me acosté a dormir, ni siquiera pude hacerlo, tuve unos sueños muy raros o pesadillas, en realidad, no estoy muy clara con eso, lo cierto fue que al despertar, lo hice, muy sobre la hora, a las 5:55am y el día comenzó, terrible, pues, un hombre muy extraño, me atacó en el ascensor del consorcio.
- Espera, espera, yo también desperté a esa misma hora, y tampoco pude dormir bien, luego me atacó un muchacho en la calle, cuando iba a la parada de buses. Exclama, Caridad.
- Yo también desperté casualmente a esa hora, a las 5:55am, y tuve una visita muy rara, de un fulano, que se hizo llamar el caballero oscuro o algo así. Les dice, Denisse.
- Nosotras también, a Agatha y a mí, nos pasó exactamente lo mismo, pues, íbamos en el Black Cabs y nos visitó, no un hombre pero sí, un pajarraco n***o. Y, a esa misma hora yo desperté. ¿Será eso alguna señal? , ¿Quién querrá darnos ese tipo de señales? Pregunta, Regina.
- Chicas, por favor, cálmense un poco, se están saliendo de la compostura. Recuerden que estamos en un lugar público y me parece que están subiendo el tono de voz. Lo que nos pasó, efectivamente, fue una señal. Yo no quería hablar de esto, en éste lugar, pero, por lo que veo, tendremos que tocar el tema.
- ¿De qué hablas, Agatha?, ¿Qué es lo que tú sabes, que nosotras aún no conocemos?, ¿es algo bueno o algo malo?
- Caridad, vamos con calma, yo les iré comentando un poco acerca de esto, pero por lo pronto, brindemos por nosotras, por nuestro encuentro una vez más, por nuestra amistad, que ha de ser fuerte y soportar lo que esté por venir, sin importar, nada más que eso, nuestra amistad. Recuerden que hicimos un pacto, en el bar-café de los encuentros y reencuentros, a ese pacto, debemos serle fieles, siempre, pase lo que pase.
- Termina de hablar ya, por Dios, que me estás asustando, Agatha.
- Regina, por favor, poco a poco, brindemos. Tú eras la primera que quería tener la cerveza entre tus manos ¿no?, ahora que la tienes, aprovéchala y álzala, así como haremos nosotras.
Las cinco amigas, entre dudas, por el tema que habían tocado y la convicción, que su amistad, sería para siempre, alzaron las jarras contenedoras de las frías cervezas y brindaron por su eterna unión. Se abrazaron, entre sí y se profesaron, todo el sentimiento que las abrazaba, cada vez que estaban juntas, como hermanas, hermanas de la vida, como siempre se han tildado.
De pronto, suena el teléfono de Agatha:
Tururú, Tururú, Tururú
- Disculpen, es Ignacio que llama, le voy a contestar.
Agatha, se levanta de la silla, alejándose unos metros de la mesa y contesta la llamada, mientras lo hace, las otras, se quedan cuchicheando acerca de todo lo que vivieron esa mañana y el resto del día, quedando más confundidas de lo que estaban, a excepción de Denisse, que ya estaba al tanto de lo que estaba pasando, gracias a Don Alvaro.
Al terminar su llamada, Agatha, vuelve a la mesa, donde sus amigas, la acribillan a preguntas, a lo que ella, muy amablemente, intenta contestar, sin profundizar mucho en el asunto. De repente, suena el teléfono de Regina, era un mensaje de Sebastián:
“Mi Limoncito Agrio, envíame las coordenadas de dónde nos veremos, por favor, muero por verte esta noche”
Es Sebastián, me pregunta, dónde estoy. No habrá problema, que venga más tarde, ¿verdad?
- Claro que no, dile donde estamos, así viene a compartir, Ignacio también vendrá en unas horas, había quedado en llegar para el ocaso, más no sé si llegue a tiempo para disfrutar de dicho evento. Y tengo entendido que, Constanza, invitaría a un amigo, al igual que Caridad.
- ¡Ah, pero qué maravilla!, todas invitan a alguien y yo, bien gracias. No se preocupen, me la llevo bien con ésta bandeja de tapas españolas, que están de rechupete, como dirían en el pueblo de “LigthSilver”, un sitio al que fui hace algunos años por cuestiones laborales -. Comenta Denisse, un poco sacada de onda por no llevar a nadie a compartir, con ella y por ende, con sus amigas.
- ¡Ay, Denisse!, tú ni siquiera preguntaste.
- Claro que no, pensé que sólo estaríamos nosotras cinco, como lo hicimos en el bar-café de Don Alvaro.
- Pues, no creo que tengas que preocuparte mucho por no haber traído o invitado a un amigo.
- ¿Ah, no?, y eso ¿por qué lo afirmas, con tanta seguridad?
- Porque si ves hacia la entrada, te darás cuenta, quién acaba de cruzar el portal.
- ¿Quién? -. Preguntan las demás al unísono, mientras voltean hacia la puerta.
- ¿Bruno?, ¡Oh, sí, es él!, ya vengo, voy a saludarlo, me llevo esto y esto también-. Dice una sorprendida y emocionada, Denisse, tomando su jarra de cerveza y una de las bandejas de tapas.
- ¡Hey!, no, ¿como te vas a llevar la bandeja?, deja eso aquí. Exclama Regina.
- Está bien, se las dejo aquí, ya vuelvo. No me extrañen. Tampoco me dejen sin tapas, pues, están deliciosas.
- No te vayas a perder nuevamente, mira que ya casi es la hora del espectáculo natural que nos ofrece el sol a ésta hora de la tarde, y, pensamos tomarnos fotitos, todas juntas.
- Tranquila, volveré a tiempo.
Mientras, Denisse, se va acercando a Bruno, el ambiente en el lugar, se torna, nuevamente extraño, como la primera vez que ellos intentaron acercarse, se escucha una melodía extraña, como si la cantaran ángeles pero, de otra constelación, pues, no es una lengua conocida. Los tonos de las luces bajan, los adornos mágicos de “Mi Talismán”, comienzan a tomar vida, es como si la brisa tenue, que los va abrazando, a medida que los extremos de sus hilos se van uniendo, entrara por sus poros y los hiciera vibrar, e incluso, danzar a la luz del crepúsculo.
Al fondo de sus voces, que no logran ser escuchadas, el uno por el otro, comienzan a sonar instrumentos, como panderetas, flautas y pequeñas guitarrillas, transmitiendo un mensaje diferente, misterioso, que pensaron, serían de los Dioses de la Dimensión Perdida, pues ya ambos, tenían conocimiento de lo que estaba pasando, con ellas, con él y Don Alvaro, conjuntamente a la Fuente Mágica. Pero sus corazones, bailaban al mismo son, sus auras, se mezclaban entre hermosos colores, sus miradas se cruzaban, sus brazos se entrelazaban y sus cabellos, se enredaban. El mundo externo, no existía; las demás personas que estaban en el pub, tampoco existían, solo estaban ellos dos, danzando en el aire, levitando de sentimientos y de latidos, no existía el mundo terrenal, eran dos luceros, en un firmamento eterno, dos criaturas fantásticas, conociéndose y reconociéndose, en ésta dimensión, oliéndose, palpándose, acariciando sus alas, mirándose con ternura, absorbiendo el polvo que emanan de sus manos. Eran sus almas, las que revoloteaban por todo el lugar mientras jugaban a las escondidas y disfrutaban del reencuentro de su esencia, en compañía de las haditas colgantes de las hojas, que adornaban las mesas, de los elfos y los trolles, quienes entonaban plegarias para mantener el buen amor entre ellos, de las quimeras sonriendo a los dragones, ofreciéndoles tesoros, de sirenas navegando en el aire como si lo hicieran el alta mar. Y continuaba sonando la melodía, mientras ellos, seguían en su trance, en su conexión directa con sus emociones.
“A veces llega un momento en que te haces viejo
de repente sin arrugas en la frente
pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color
siento que algo hecho en falta
no se si sera el amor
Me despierto por las noches
entre una gran confusión
esta gran melancolía esta acabando conmigo
Siento que me vuelvo loco
why me sumerjo en el rencor
las estrellas por la noche
han perdido su esplendor
He buscado en los desiertos
de la tierra del dolor
why no he hallado mas respuesta
que espejismos de ilusión
He hablado con las montañas de la desesperación
why su respuesta era solo
el eco sordo de mi voz
A veces llega un momento
en que te haces viejo
de repente sin arrugas en la frente
pero con ganas de morir
Paseando por las calles
todo tiene igual color
siento que algo hecho en falta
no se si sera el amor”.
Ambos, se abrazaron, de manera que sus cuerpos quedaran unidos, como si fueran uno solo, escuchando el latir de dos corazones bañados en coffetti, emocionados, enamorados.
Entretanto, la magia se expandía por todo el lugar, hacia las otras luces, sobre todo. De los rincones, sobresalía polvo de hadas, magenta-violeta, pétalos de margaritas y gerberas fucsia-lila, esparcían por todo el salón, escarcha amarilla y plateada; llovía desde las lámparas, partículas de magia, era un espectáculo parecido a los anteriores, en que las hadas mágicas y los Dioses se iban haciendo presentes, ante sus Guerreros de Luz.
Sólo Agatha, Denisse y Bruno, estaban al tanto de lo que estaba pasando, respecto a las hadas, la fuente mágica del bar-café de Don Alvaro y los portales de luz que, estaban por abrirse, aunque aún, faltaran por enterarse las otras chicas, y, de la otra parte de la historia; todos. Porque detrás de la magia, la fuente mágica y las criaturas cautivas en el interior de la fuente, existía un talismán, el cuál fue robado a su dueña, el día de la gran batalla, en la que muchos perdieron la vida y el espíritu, para mantenerse latentes en el mundo de los humanos, a excepción de Don Alvaro, que es fiel conocedor de la leyenda, el mito y el Enigma del Talismán.
El espectáculo continuaba en ese lugar, repleto de magia. A las personas que iban llegando al establecimiento, les parecía que era una bienvenida única y diferente, sin siquiera imaginar, que, lo que estaban viendo, era una realidad total, aparte que la música que se escuchaba de fondo, les hacía conectarse con su yo interno e incluso con la misma naturaleza. Otros, miraban al cielo, esperando el ocaso, momento en que el sol, comenzara a esconderse tras los cerros, de la mejor manera, entre misticismo, romance y un caudal de sentimientos, haciendo metástasis en los corazones de cada uno de los visitantes del pub, sin saber de razas, religiones, colores o ideales.
De pronto, sonaron unas campanadas, como si del campanario de la Iglesia de San Pedro, se tratara.
Dong, Dong, Dong
Dong, Dong...
Había llegado el momento, de disfrutar del maravilloso ocaso que vestiría el cielo de cálidos colores y del romance entre el sol y la luna que estaría a punto de aparecer, aunque vivan separados y cada uno visite la ciudad en horarios diferentes.
Los implicados en la conexión con las hadas y los Guerreros de la Luz, se mantenían en un trance infinito, flotando entre la realidad y la fantasía, entre estrellas levitantes del suelo y sirenas, navegando en el aire. Sus hilos, comenzaban a buscar sus extremos e irse uniendo, en un nudo celta, en simbolismo, al amor eterno.
Mientras que, los visitantes del lugar, se estremecían por la magnitud de energía positiva que se respiraba y de la que estaba inundado el espacio, del que todos se sentían presos pero a su vez, cabalgando en las alas de la libertad.
- No sé, lo que nos está sucediendo ésta vez, Bruno, solo sé que tiene una sensación maravillosa. Manifestó, Denisse abrazada al muchacho.
- Tampoco yo, Denisse, pero qué bien se siente, el hecho de estar en tu regazo.
Mientras ambos, se profesaban hermosas palabras y sentires, el uno, entrelazado al otro, Agatha, miraba desde lejos, flotando en el tiempo, viendo pasar imágenes de la lucha pasada, conociendo y reconociendo lo ya vivido. Por su parte, Regina, Caridad y Constanza, continuaban en el trance, bailando al son de melodías celtas que inspiraban fuerza y lealtad a la Madre Natura y a los Dioses, haciendo reverencia a sus ideales. Recibiendo, al amor, que llegaba en un globo aerostático traído por las hadas en alas de mariposas.
Sebastián, Robert y Fabián, irrumpían el lugar, cada uno, con hermosos detalles, cargados de romanticismo, en sus manos. Dirigiéndose a sus destellos, entre polvo mágico, notas de canciones y el corazón plasmado en sus miradas. Entre besos y caricias, seducían sus almas. Sus hilos traslúcidos, se unían, haciendo un nudo irrompible, mientras que seguían lloviendo pétalos sobre sus hombros.
Aunque Robert, no sabía, en realidad qué era lo que sucedía, la conexión de su alma a la de Caridad, se unió a ella, escuchando en la brisa, palabras repetidas como un mantra, haciendo una oración al universo, abrazándose a ella, como si ambos fueran imanes humanizados. Sus ojos, no se apartaban de la luz, que emanaban los de ella, y, cerrándolos, pudieron entender que el destino, les pertenecía, que esa era la vida de unión, que buscaban sus espíritus desde que el mundo fue creado y que en un santiamén, por las artimañas del mundo oscuro; les fue arrebatado.
Por otra parte, Ignacio, apenas llegaba a “Mi Talismán”, cargado de letras, de emociones y sentimientos desmedidos, para ser entregados a su amada dama, de cabellos en tonalidades frías. Se confundían las hebras de sus cabellos entre la brisa marina que llegaba a ellos, como el océano del que emergían sirenas, hipocampos y tritones, para unirse a la celebración del encuentro de las almas, en ese instante. Se acercó sutilmente a la espera impaciente de Agatha, besando su mano, como si de una princesa, se tratase, mientras un aguacero de alegrías los bañaba y desbordaba su sentir, de infinitas emociones.
- Mi amada Agatha, hermosa mujer de cabellos azul-violeta, añoraba nuestro encuentro.
- Ignacio, ven aquí, no digas una palabra más, abrázate a mi, quédate prendido de mis anhelos.
Y así, las Cinco Luces, recibieron a su Otra Parte, en un instante, invadido por la luz, desprendiéndose de los faros, del cielo y de sus corazones, por la magia, esparciéndose por todo el lugar entre criaturas extrañas en espacios cubiertos de polvo de estrellas y por el amor; sentimiento mutuo que los unió en vidas pasadas y ahora, en la realidad terrenal que los envuelve.
En cuestión de minutos, “Mi Talismán”, volvía a ser lo que parecía desde un principio, un lugar repleto de magia, haciéndole honores a la naturaleza y a la expresión latente de sus habitantes reales e irreales.
Comenzaba el espectáculo, había llegado el momento, en que el sol se fuera a descansar, después de haber impregnado la ciudad de Londres, con toda su calidez, ahora la llenaría de emociones con toda su luz, refractada en la atmósfera, expandiéndose en el firmamento.
Todos los asistentes del pequeño bar, miraban hacia el cielo, como el sol iba descendiendo. Entretanto, se escucha la voz de alguien que asegura tener conocimiento, del origen de lo que es llamado, un ocaso.
- “El ocaso se produce por el movimiento de rotación, que realiza el planeta. Este desplazamiento hace que el sol quede debajo del horizonte y que dejemos de verlo. Por lo tanto, supone el final del día y el comienzo de la noche, la luz solar ya no ilumina el territorio como sucede a las tres de la tarde, por ejemplo, lo que lo ilumina son los rayos, mejor llamado por los expertos como un crepúsculo vespertino”. - Comentó un hombre, acercándose a la barandilla.
De pronto, se muestra el cielo, con una puesta de sol magnífica y llamativa; el sol se va poniendo, llenando de matices y colores todo el espacio, destacando los anaranjados, rojo y amarillos que terminan bañando de dorado toda la extensión. Mientras observan, la majestuosidad del evento, baja también una niebla finita que parecía colocarle un filtro a este bellísimo espectáculo. En este momento, la ciudad de Londres, parece cubrirse de un ambiente mágico; como si de golpe el sol cayera sobre los edificios y las montañas, desvelando sus más recónditos secretos. El cielo se ha vuelto absolutamente colorido y espeso fusionando los colores característicos del atardecer con la niebla que le va dando la bienvenida a la noche.
- Es una experiencia hermosa, más aun, estando en tu compañía. Le dice Caridad a Robert, quien la abraza mirando al cielo.
- Sin duda es sumamente auténtica y plena. Tan maravillosa como lo eres tú, Caridad.
Contanza, quien escucha el comentario de éstos, se acerca diciendo:
- Mi abuela decía, que si admiras el ocaso, junto a la persona que quieres, el destino los aguardará unidos, no solo en ésta sino en todas las vidas, en las que sus almas reencarnen.
Caridad y Robert, sonríen ante el comentario de Constanza, mientras que se abrazan y continúan disfrutando del espectáculo natural.
Fabián, besa en la mejilla a su amor primero, asintiendo respecto al comentario, susurrándole al oído, dulces palabras de emoción por el sentimiento que le recorre.
Agatha e Ignacio, Regina y Sebastián y, Bruno y Denisse, continúan disfrutando de la majestuosidad que el ocaso les brinda, sus corazones laten al unísono y sus cuerpos se acercan cada vez, otra vez, fundiéndose en un cálido y colorido abrazo.
Cada quien con cada cual, permanecieron en silencio, mientras deleitaban sus sentidos con la luz, difundiéndose en todas direcciones, gracias a las moléculas de aire, que, expandiéndola, iluminaban todo el entorno.
Éste nuevo encuentro entre las amigas de toda la vida, terminó siendo, en vez de una reunión para conversar acerca de lo ocurrido durante el día y los planes, que cada una tenía dispuestos, para un futuro próximo; una velada entre almas unidas para siempre, jamás.