Al salir de la reunión con los propietarios y co-propietarios del Conjunto Residencial, Regina, estaba exhausta, de tanto hablar y explicarles, como iban las cuentas de cada uno de los apartamentos del edificio, así como los gastos realizados, durante los últimos meses en las mejoras de las áreas verdes, la piscina, el parque (aunque muy poco lo utilizaban, pues no siempre, iban los nietos de los inquilinos a quedarse más de veinticuatro horas, en las instalaciones), pero, de igual forma, necesitaba ser reparado, sobre todo por fachada del edificio y por si algún propietario, decidiera vender, algunas filtraciones que necesitaban acomodo, entre otras cosas. Se dirige a su asistente, un poco molesta, y, a su vez, exageradamente, cansada:
- Tamara, estoy sedienta, es increíble como nadie llevó algo para refrigerio, ni una botellita de agua y tú, tampoco, trajiste nada.
- Discúlpeme, Señorita Regina, con el apuro de estar sobre la hora de la reunión, hasta a mi, se me olvidó.
- ¿Y qué es lo que a ti, nunca se te olvida?, no sé en qué andas pensando últimamente, estás más distraída de lo normal.
- Sí, tiene razón, Señorita Regina, pero no me regañe, mire que hoy es un día, para sonreír.
- ¿Ah si? Y, ¿por qué motivo habría de sonreír?, si desde que salí de casa, me han pasado muchas cosas y no han sido muy positivas que se digan, excepto, por la caja con moño de color cursi, que me dejaron las doñas dulceras en la recepción. Sin lugar a dudas, es lo único, maravilloso del día.
- Siempre hay un motivo para sonreír, Señorita Regina.
- Ummm, bueno, pensándolo bien, han sido dos cosas maravillosas, las que me han pasado hoy, tal vez, por esas dos razones, sí puedas sacarme una media sonrisa.
- Y puedo saber ¿de qué se trata?, ¿le gustaría compartirlo conmigo?
- Sinceramente, no. Son cosas mías, más bien apurémonos, que nos toca salir corriendo para el Restaurante, donde hiciste la reservación, para el almuerzo con los ejecutivos.
- ¿La reservación? -. Pregunta, Tamara en voz baja, un poco nerviosa y asustada a su vez.
Regina, no escuchó lo que su asistente dijo y pregunta:
- ¿Por qué, tienes esa cara de terror, cuando hace medio minuto, casi te tragabas el Condominio de lo feliz que andabas?, no me digas que...
- Señorita Regina, ¡¡Perdóneme, se me olvidó!!
- ¿¿Qué se te olvidó, Tamara??. Pregunta Regina, molesta, muy molesta.
- ¡Ay, me va a matar!
- ¡¡Tú y tus exageraciones!!, quizás no tanto como matarte, pero sí, jalarte las orejas. No hiciste la reservación, ¿no es así?.
A lo que contesta, la asistente, sumamente asustada por la reacción que vaya a tomar Regina, pues, conociéndola, suele ser muy explosiva, cuando las cosas no salen de la manera que ella las planea:
- No, no la hice, lo olvidé por completo. Y eso que ésta mañana revisé todo, las carpetas, los balances, pero, no revisé la agenda donde anoto los detallitos. Discúlpeme, no volverá a pasar, se lo aseguro.
Regina, tan molesta como un toro, buscando a quien envestir, le dice:
- ¡¡Es que claro que no va a volver a pasar, porque después que soluciones el problemita, podrás seguir distrayéndote tanto como quieras, porque estás despedida!! Estoy hasta aquí, de ti.
- Pe... pero, Señorita Regina, no puede hacerme esto, por favor, no es tan grave, fue solo un detallito que se me pasó por alto, le aseguro que no volverá a pasar, no puede echarme, por favor, se lo suplico.
- ¡Ah, ahora si suplicas!, pero, cuando estás pensando en tonterías mientras trabajas, cuando deberías estar concentrada, ahí, no te acuerdas de hacer bien tu labor, ¿Verdad?. Mira Tamara, trabajamos con personas importantes, ¿Entiendes?, im-por-tan-tes, métete eso en la cabeza, no con cualquier persona o cualquier obrero de una construcción; son ejecutivos de firmas contables, abogados, arquitectos, administradores, ¡Por Dios!, vives distraída, solamente hablando de las tonterías, que haces o dejas de hacer, con tu novio, marido o lo que sea que tengas. ¿Se te hace tan difícil, dejar tu vida personal en casa y traer al trabajo, única y exclusivamente la labor, relacionada con tu cargo dentro del condominio?.
Tamara, entre sollozos, le dice:
- Señorita Regina, discúlpeme por favor, de ahora en adelante, le prometo, no, le juro que me concentro y que hago las cosas, al pie de la letra, tal y como usted dice.
- Por ahora, vas a solucionar el problema, pues, los ejecutivos, estarán llegando al Restaurante de siempre en veinte minutos aproximadamente, y, si el tráfico, te ayuda, en una media hora, y, si al llegar, no está esa reservación hecha, va a arder Troya y más atrás, nosotras. Así que hazme el favor y ponte en eso, ¡Ya!.
- Sí, Señorita, enseguida. Pero, no me vaya a echar, yo necesito mi empleo.
Ya habiendo llegado a la recepción, Regina le contesta:
- Voy a mi oficina, no quiero que me molestes en lo más mínimo, por lo menos, no hasta que tengas solucionado el problema. No quiero que me pases llamadas, ni que me hagas consultas de ninguna índole hasta que hayas solventado la situación. Pues, sabes como soy, cuando estoy molesta y las decisiones que puedo tomar sin pensarlas, ¿entendiste?
- Sí, Señorita, entendí perfectamente.
- Entonces ponte a trabajar, ¿Qué haces ahí, paradota, mirándome con cara de perrito abandonado?. Definitivamente, contigo, no se puede, no se puede.
Regina, entra a su oficina, dando un portazo, con muy mal humor, pues, se supone que, teniendo una asistente, las cosas deberían salir muy bien, y más, sabiendo ésta, como es ella. Mientras coloca su móvil en una mesita y lanza las carpetas sobre el escritorio, también, se lanza ella en el pequeño sofá, sintiendo que necesita descansar, pues ha tenido una mañana infernal, con tantos sucesos, sustos y molestias, a su vez, comienza un monólogo:
- Estoy cansada de tanta incapacidad de su parte, al realizar, sus tareas. No sé cuantas veces, le voy a repetir, que se concentre en su trabajo. No entiendo, como es que la gente, no es capaz de separar lo personal de lo laboral -. (Suspira). - ¡¡Afff, estoy harta!!, Necesito comer, es lo único, que puede quitarme la ansiedad, comer, mis ricas donitas que me han traído, las únicas doñas que me tratan de maravilla en éste edificio.
Regina, abre la caja donde la esperan sus ricos dulces y comienza a comérselos, cuando de repente, suena su móvil, al voltear y tomarlo de la mesita, donde lo había colocado, se da cuenta que es, Sebastián, su adorado Chef, que entre tanto enojo, le saca una sonrisa con su mensaje:
- “Mi Señorita de Limón, a veces dulce, a veces agrio, espero estés teniendo una mañana diferente, sazonada con tu hermosa mirada y tu coqueta sonrisa, estoy loco por volver a verte, te echo de menos, esperando que tú sientas lo mismo”.
A lo que, como era de esperarse, le saca una sonrisa, desde lo más profundo de su ser y le responde:
- Mi Sebas, no he tenido una mañana tan placentera como me la describes, pero, desde éste instante ha tenido otro color, gracias a tu mensaje, y, a todas las cosas lindas, que me escribes. Añoro, que llegue el momento, para volver a verte y disfrutar de tu dulce compañía, no imaginas, cuánto te he extrañado -. Lo envía en un tris.
Se dibuja una sonrisa en el rostro de Regina, a raíz del mensaje recibido, sin lugar a dudas, se olvidó de todo el mal momento que hubo pasado, hacía un rato. Siguió disfrutando de sus dulces, se sirvió un “Café Alcoholizado” y esperó a ver, si Sebastián, le respondía, de repente suena nuevamente el móvil, era él, abre el mensaje, mientras lo lee en voz alta:
- ¿Qué te ha pasado mi Limoncito?, puedes contarme, tengo diez minutos libres, mientras entro a dar una clase en la academia.
Ella, se pone cómoda, mira el reloj, se da cuenta que aún tiene tiempo de contestar y conversar un rato con él, al menos esos diez minutos que él, va a dedicarle. Y decide contestarle enseguida:
- He corrido a mi asistente, por haber pasado por alto una reservación en un Restaurante, para almorzar con unos ejecutivos muy importantes y a los que se les mostrará un balance contable.
- Sé que no te gusta, que me inmiscuya en tus asuntos laborales, pero, ¿no has pensado que tu asistente, habría tenido algún inconveniente personal, que no le permitió concentrarse como debería en su labor, y, por esa situación que desconoces, olvidó por completo, realizar la reservación?
- Posiblemente, pero últimamente, está exageradamente distraída y cuando se trabaja con números y gente tan importante, sobre todo, debe estar al cien por ciento, concentrada en ello, no en tonterías.
- Piénsalo bien, mi adorada Regina, respira, relájate un poco, drena todo lo que necesites, de ser posible, has catarsis, cómete algo que te llene de armonía con tu yo interno y, has las cosas bien, toma las decisiones correctas, pero, todo esto, con la mente muy fría. No vaya a ser que luego te vayas a arrepentir.
- Sí, de pronto tengas razón, pero es que he tenido un día horrible.
- Más a mi favor, no pagues con ella, los aspectos negativos de tu día. Hagamos una cosa, mi Señorita de Limón, drena, drena todo lo necesario y luego, cuando estés más calmada, habla con ella, tal vez puedan llegar a un acuerdo, ¿Qué te parece?
- Intentaré seguir tu consejo, mi Chef predilecto, por ahora, estoy en eso, tratando de relajarme. La dejé resolviendo el problema, espero obtener resultados positivos.
- Eso espero, luego me cuentas en qué quedó todo. Pero, ahora cambiando de tema, falta poco para vernos y, tengo una sorpresa para ti.
- ¡Oh, si!, ¿Qué será? -. Le responde Regina, emocionada, dándole el último mordisco a su Maxi-dona.
- No, no, aún no puedes saberlo, cuando esté de regreso a Londres, lo sabrás. Sólo puedo adelantarte, que si existe ese hilo traslúcido, o rojo, o azul o verde o el color que sea; entre los dos, ésta será la mejor forma de mantenerlo latente y persistente, desde el día que nos conocimos y para siempre.
- ¿Para siempre?, ¿A qué te refieres con “Para siempre”?
- Yo estoy enamorado de ti, mi adorada Regina y aunque sé que llevamos poco tiempo, conociéndonos y por ende, saliendo, me gustaría dar un nuevo paso.
- ¿Un nuevo paso?, Explícame, Sebastián por favor.
- Sólo debes esperar unas horas y lo sabrás. Por ahora, concéntrate en tu agenda del día de hoy y en disfrutar, el ocaso con tus amigas. Me tengo que despedir, recuerda pensar bien lo que harás con el futuro de tu asistente, no tomes decisiones apresuradas. ¿Lo prometes?
- ¿Me vas a dejar con la duda?
- Solo promete que no te apresurarás.
- Está bien, te lo prometo.
- ¡Vale!, hablamos luego, te quiero “Mi Limoncito Agrio”.
- Y, yo a ti, mi Chef predilecto. Adiós.
- Adiós, preciosa.
Al dejar nuevamente, el teléfono en la mesita, Regina, comienza a pensar en todo lo que habló con Sebastián, dándose cuenta que fue algo dura e intransigente con Tamara, de pronto, su Chef, tendría razón, ella no está al tanto de saber qué le ha pasado a su asistente, éstos días, tampoco si ha tenido algún problema, excepto, lo poco que habla en la oficina respecto a su novio, quizás, el causante de su distracción, no sea alguna tontería, como ella, se imagina. Por lo que decidió, conversar con ella, luego de la reunión, de haber hecho la reservación, ya deberían estar por salir. De pronto, suena la puerta:
Toc, toc, toc.
- Adelante.
- Señorita Regina, la reservación fue realizada con éxito. Y, ya llamé al “Black Cabs”, que nos llevará al Restaurante, está por llegar, por lo que debemos estar listas para salir. ¡Ah! los ejecutivos, aún no han llegado, llamaron hace un momento e indicaron, que se retrasarían un poco, están aún en una reunión, al otro lado de la ciudad, por lo que tenemos tiempo de llegar, frescas al sitio de encuentro e ir solicitando el menú a servir. ¿Necesita algo más, antes de irnos?
- No, Tamara, está bien, muy buen trabajo.
- Gracias, Señorita Regina. Yo, iré recogiendo mis cosas, mientras llega el taxi y usted, se va alistando, para que, en cuanto termine la reunión, pueda venir a por mis pertenencias e irme inmediatamente.
- Tamara, ven un momento, siéntate aquí. Le dice, Regina, mostrándole un puff que tiene al lado del sofá donde sigue recostada.
- Sí, Señorita, dígame.
- Conversemos un momento, por favor.
- Claro, usted dirá.
- Antes que nada, por favor, discúlpame, no debí reaccionar de esa manera, aunque han sido muchos los inconvenientes que nos ha traído tus distracciones, pienso que, fui muy severa. No sé por lo que estás pasando, y si en algún momento, quieres compartirlo, lo puedes hacer conmigo, de esa manera, podría entenderte un poco. Lo que quiero decir con todo esto, es que, no es preciso que te vayas. No te voy a despedir, pero, de ahora en adelante, debes concentrarte en el trabajo, ¿está bien?
- De verdad, ¿no me va a despedir?
- No, Tamara, no lo voy a hacer, pero, quiero que confíes en mi. Ábrete conmigo, dime lo que te está pasando ahora, tal vez, juntas, podamos encontrarle alguna solución, para que te sientas mejor contigo misma y a su vez, rindas en el trabajo.
- De acuerdo, Señorita Regina, voy a contarle la razón, por la que no puedo concentrarme de lleno, en mis labores. Lo que pasa es que....
En ese momento, en que Tamara, le va a contar a Regina, el motivo que le ha generado, tantos problemas laborales, suena el teléfono de recepción. Era, el celador, anunciando que el “Black Cabs”, estaba afuera, esperándolas. Por lo que Regina, dice:
- Bien, me parece que has sido “Salvada por la Campana”, pero, quedamos para que te desahogues, en otro momento, ¿de acuerdo?
- Sí, Señorita Regina, así será y muchas gracias. Exclama la asistente, entre sollozos.
- Tranquila, anda sécate esas lágrimas, busca las carpetas y el material, que, debemos llevarnos y vamos, que ya es hora.
- Enseguida, jefa.
Ambas se alistan para salir del condominio, montarse en el taxi y cumplir con sus compromisos. Mientras Regina, sonríe pensando que detrás de algunas decisiones y de sus ilusiones, está un hombre maravilloso, que la hace ser mejor persona tanto en lo laboral como a nivel sentimental.