La magia de coincidir

1746 Words
Las cinco amigas, salieron de la tienda esotérica, con destino a “Las Murallas de York”, un atractivo de Inglaterra, el cual, era una antigua edificación de la época romana. Ésta, es una estructura que rodea la ciudad, y que, aparentemente, fueron elevadas, hace más de mil novecientos años, en los tiempos de los romanos, quienes, en ese entonces, hicieron de la ciudad; su fortaleza, permitiendo en la actualidad, que se aprecien en varias partes de todo Londres, y que sus visitantes conozcan más a fondo, la historia inglesa. A lo largo de las murallas se pueden encontrar, diversos atractivos, cada uno con una historia que lo distingue de los otros, así como también, varios emblemas que guardan en su interior. - Chicas, no habían venido antes por aquí ¿no? Pregunta, Agatha - No, amiga, primera vez, y creo, que todas estamos iguales. Responde Denisse. - Pues, yo, sí vine una vez, pero, hace mucho tiempo, para un comercial de la televisora “ImageNovel”, por cuestiones de trabajo, quiero decir, más para conocer como lo haremos nosotras hoy, primera vez. Comenta Constanza. - Bueno, mis amores, siempre hay una primera vez para todo. Exclama Regina - Sin duda. Hasta para enamorarse. Comenta Caridad. - Ehh, Ehh, Caridad, tú ¿hablando de enamorarse?, como se ve que andas almendrada por el Capitán Robert Buenmozo. (Risas) - ¿Almendrada?, ¿qué es eso? Y ¿por qué le llamas, Robert Buenmozo? - Cari, estar almendrada, es estar enamorada, algo así como beber los vientos y le digo así, porque ese hombre está, hermosamente divino, claro, mi Sebastián, lo está mucho más, pero no puedo negar que, el policía tiene unos glut... - Basta, Regina, deja de hablar así del pretendiente de Caridad, ¿no te da vergüenza? - ¡Qué vergüenza me va a dar!, solo estoy diciendo la verdad. O, ¿no les parece que está de rechupete? - No se puede negar que es un hombre hermoso e interesante, pero hasta ahí, tampoco para referirse a él, de esa manera y menos, frente a Cari, hay que respetar un poquito, Regina. Comenta, Denisse. - ¡Ay, ya!, está bien, yo sólo decía. Para recorrer las murallas de York, Constanza, Regina, Denisse, Caridad y Agatha, se dirigieron, hacia el Parque Saint George, de ahí, caminaron por la torre Clifford, para seguir hacia la Torre de Poterna Fishergate. Luego encontraron, una gran rotura de la muralla, que se encuentra ubicada, en el Camino de Islas Foss; en éste lugar, Guillermo el Conquistador, cavó una fosa para así lograr, disuadir a sus enemigos. Continuaron el trayecto, observando así, una maravillosa vista de la ciudad. - Chicas, ¿sabían que la Torre Multi-angular es una de las edificaciones más visitadas por los turistas?, puesto que fue construida durante el mandato, del entonces emperador Severus, entre los años 209 y 211, con sus casi 30 metros de diámetro y su división en diez partes que, la hacen uno de los atractivos de la ciudad. Comenta, Constanza. - ¿De verdad?, o sea, quieres decir que, ésta edificación tiene muchísimo tiempo. - Sí, y que el ingreso al castillo, se desarrolla por medio de sus cuatro puertas, divididas en varias zonas donde se expande la muralla. Incluso las puertas, poseen cada una un distintivo, como Micklegate Bar, Bootham Bar, Monk Bar y Walmgate Bar, cabe señalar que el término, Bar, se le atribuye a que, esta palabra era utilizada para dejar libre el paso en las puertas. Fíjense, Micklegate Bar, es la principal puerta de ingreso a la ciudad, posee 4 pisos de altura y al parecer fue construido en el Siglo XII, las otras puertas también sobreviven a los años, incluso, una de ellas, Bootham Bar, para ser más específica, es la más antigua de todas, ya que fue construída, en el Siglo XI. Dentro también, se puede realizar una visita al Museo de los Jardines por la Torre Multi-angular y puede apreciarse, los restos de la Abadía de Santa María, que, alguna vez fuera, la abadía Wealthiest benedictina, al Norte de Inglaterra. Otro de los atractivos que posee York, es el Puente de Lendal y Skeldergate y el Puente del Milenio junto al río Ouse. - ¡Impresionante! Comenta Caridad. - Dicen los londinenses que, Si llegas a York, el paseo por sus murallas durará hasta 4 horas, incluso podrás conocer la Casa del Tesorero, la Catedral de York y el Museo Nacional De Ferrocarril. Continúa, Constanza. - Y, ¿Cómo sabes tú toda la historia? - Pues, Regina, porque cuando hicimos el comercial aquí, tocó estudiar los alrededores y el sitio de locación, como tal. Las chicas, continuaron su paseo, maravillándose, con todo lo que iban encontrando a su paso y comentándolo, entre sí. De pronto, a lo lejos, Caridad, visualiza a Robert, quién está al otro extremo, haciendo la jornada de seguridad a la ciudad, como lo hacía cada tarde con otros dos compañeros, en la patrulla. Ella, que va caminando, pensando en él y en el regalo, que Dios le ha dado, al haberlo conocido, así como también, agradeciéndole al cielo y a la vida o al destino, el haberlo cruzado en su camino, se sonríe, y, como si sus pies, los movieran los hilos de ese destino, fue separándose del grupo, en dirección a su amado. - ¿A dónde se dirige Caridad? Pregunta Denisse - No lo sé, Cariii, Cariiidaaaad. No me oye, parece que estuviera hipnotizada, ¿a dónde vas? Dice, Constanza. - Déjenla, va a encontrarse con su Otra Parte. Exclama, Agatha. - ¿Su otra parte? - Sí, miren. Señala, Agatha hacia el otro extremo. Caridad, que llevaba tiempo imaginando historias en su cabeza, dónde conocía a alguien maravilloso, que le profesaba amor eterno, aunque no lo exteriorizaba. Siempre le hacía creer a la gente que enamorarse de alguien o tener una relación sentimental, no estaba dentro de sus objetivos de vida. Para ella, era mucho más importante, el amor hacia el prójimo, olvidándose de ella misma y de todo lo que podría llegar a sentir por alguien que no fueran las personas que atendía con tanto ahínco porque fueran felices, en la fundación. Hasta el día, después del reencuentro con sus amigas o hermanas de vida, como se hacían llamar. Era como si esa magia del amor, la hubiera tocado, aun, sin saberlo. Claro, que Dios seguía estando principalmente en su corazón y en su vida, pero había algo más, algo que la hacía vibrar mientras pensaba en el joven y apuesto capitán de la policía, que muy amablemente, la atendió aquella mañana dónde fue acosada por un extraño, y, que a su vez, la invitó a salir. Caridad, toda la vida, fue muy sumisa, una chica de su casa, de su escuela, que luego en la universidad, siguió como siempre, tranquila, enamorada de la bondad que le, daba a otras personas y del amor incondicional de Dios. No sabía hacer el mal, ni siquiera se le pasaba por la mente, aprender a hacerlo. Era pecado y los pecadores, no llegan al cielo y ella creció con la idea de conocerlo alguna vez, al menos haciendo el bien en la tierra, para que al momento de su partida, no entregara cuentas a Dios, que la hicieran bajar al infierno y poder conocer cada esquina del paraíso, cada jardín, cada universo dentro de ese mismo universo celestial. Las creencias de Cari, chocaban con las de Agatha. Eran totalmente distintas y quizás, por eso, tenían tantos roces, pero seguían siendo muy amigas, ahora más que compartían gustos. En este caso, acudió a ella, para contarle un poco acerca de lo que estaba sintiendo, con un poco de pena, claro está, pero fue lo mejor que pudo haber hecho pues de esa manera, pudo entender un poco, lo que es el amor hacia un hombre. Puede sonar muy rápido, el hecho de hablar de amor, si apenas se conocen, ella y el capitán, pero, era precisamente eso, lo que estaba naciendo en reciprocidad. Caridad, se acerca despacio, al lugar donde se encontraba, el policía, trabajando, llamándole la atención con una palmadita en la espalda. - Robert, hola. El muchacho, voltea al escuchar esa dulce voz. - Caridad, mi hermosa Caridad, ¡Qué sorpresa verte aquí! - ¿Cómo estás?, ehh, lo mismo digo. - Estaba bien, ahora, mucho mejor pues, Dios ha traído un ángel para hacerme compañía. - ¡Oh, me sonrojan tus palabras! - Ya lo noto, mi hermosa Cari, luz de mis ojos. Y ¿qué haces por aquí? - Pues, vine con mis amigas a dar una vuelta y a conocer, éste lugar, aunque vivimos aquí, no lo conocíamos y hace un buen día para pasear. ¿Y tú? - Trabajando, como Dios manda, hacía una revisión de seguridad por ésta zona, es menester, hacerlo cada tarde. - Ya, entiendo. Y, ¿Ya terminas tu jornada? O, ¿debes devolverte a la comisaría? - Pensaba devolverme, pues, aunque no tenía más que hacer allá, hacía tiempo para ir a casa, pero, ahora que la casualidad o el destino, nos ha juntado, posiblemente, cambie de planes, claro, si no hay inconveniente, en que, les acompañe en su paseo. - Mis amigas, no tendrían problemas en que pasearas con nosotras, al contrario, sería un gran placer, sobre todo para mi. - De acuerdo, ¿qué te parece, si, termino de hacer la revisión, firmo el informe para que se lo lleven los muchachos, y, te alcanzo, para tomarnos un café? - Está bien, te esperaré por allá. - Bien, por cierto, ¿podrías acercarte un poco?, debo decirte algo, que no puede ser escuchado. - ¡Oh, sí!, ¡Claro!, dime. Responde Caridad, acercándose. En ese momento, Robert se acerca a ella, cuidadosamente, con todo el cariño y el respeto, que un hombre podía expresar, y, acariciándole la mejilla, le dio un suave beso, sintiéndolo, como suave brisa en su rostro. Ella, cierra los ojos, imaginándose, mil historias en su cabeza, mientras el corazón, le palpitaba tan fuerte, que por un momento pensó, que se le saldría del pecho, entendiendo que la emoción de sentirlo y saberlo cerca, le demostraba, una vez más, que, en su alma y su ser, estaba naciendo algo hermoso y muy fuerte por éste muchacho. De lejos, sus amigas, la veían con miradas tiernas, suspiraban, recibiendo el aroma de un amor inocente y sincero, que, como semilla, iba creciendo entre ellos dos.
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