—¡Pilar! Qué susto me has dado —Exclamó al ver a la chica —¿Qué haces aquí? Nunca esperé encontrarte precisamente en este lugar. —Lo siento mucho César, no fue mi intención asustarte, es sólo que yo suelo venir a este lugar porque es el mausoleo de mi familia, vengo a cambiar las flores —Le mostró el ramo de flores frescas sobre la cripta. —Ah, ya entiendo, qué coincidencia, pues parece que vamos a tener que quedarnos hasta que pare de llover. —Espero que no sea un gran sacrificio para ti compartir tu refugio conmigo —dijo con ese gesto de morderse el labio que él le parecía tan seductor. —No claro que no, será un placer, temí irme del pueblo sin volver a verte. —¿Querías volver a verme? —¡Claro! anoche no tuve oportunidad de decírtelo, cuando volteé te habías ido. —Debía volver a c

