Capítulo 4

1667 Words
César por un momento pensó que estaba soñando, algo en la voz de esa mujer lo hacía sentir como…sí, como si estuviera soñando, pensó que en cualquier momento despertaría en su auto varado en la carretera. —¿Pasa algo guapo? —preguntó ella como si pudiera adivinar los pensamientos de él —No te preocupes, no estás soñando, soy de verdad, ya sé que soy hermosa y que debes estar pensando que soy un sueño, pero si quieres, puedes tocarme —dijo sonriendo y mordiendo su labio inferior de una forma muy coqueta, pero hasta cierto punto, muy inocente. —Yo…lo siento, es solo que…esta noche me han pasado tantas cosas que, ya creo que me estoy volviendo loco. —¿Y me vas a decir tu nombre? —Sí, si claro, lo siento. Me llamo César, César Zagal. —Y dime César Zagal, ¿acostumbras disculparte cada dos minutos? O es porque te pongo nervioso. —No, lo siento —volvió a disculparse sin darse cuenta. —Ja, ja, ja, no te preocupes, sé que puedo causar ese efecto en los hombres que me conocen. —Y supongo que con lo bella que eres, debes conocer a muchos. —Digamos que…uno cada año, pero hasta ahora, ninguno que valga la pena. —No puedo creer que una mujer tan bella como tú, no tenga una pareja, cualquier hombre se sentiría feliz de estar con alguien como tú. —Gracias, eres muy amable con tus palabras, todo un caballero, pero, aunque no lo creas, todos los hombres salen corriendo cuando me conocen mejor. —Es porque deben ser unos tontos. —Y dime, ¿qué te trae por Ambrosía? No es un lugar que reciba muchos visitantes, es un pueblo más bien…olvidado por el tiempo. —De hecho, ni siquiera sabía que existía, pero mi auto se averió justo frente a la deviación, así que decidí caminar en busca de un hotel para descansar y esperar a que amanezca, para buscar un mecánico. —Ah, ya entiendo, entonces te dejaré en el hotel del pueblo, es el único que hay, así que es tu única opción, la ventaja es que como nadie nos visita, siempre, tiene habitaciones disponibles. —Te lo agradezco mucho Pilar, fuiste muy amable en detenerte a auxiliar a un desconocido, pero podría ser peligroso. —Lo sé, pero también es peligroso subir al auto de una desconocida ¿no crees? Su sonrisa puso a César muy nervioso, era como una especie de sonrisa seductora, pero al mismo tiempo…perversa. En cuanto entraron al pueblo a César le dio un escalofrío que le erizó la piel, quizá era por la hora, miró su reloj apenas habían pasado quince minutos desde que bajó de su auto, lo cual se le hizo muy extraño, ya que él sintió que caminó durante mucho tiempo. No había nadie en la calle, la oscuridad era absoluta, solo iluminada por los anuncios espectaculares de algunos negocios que se encontraban cerrados. —Aquí es el hotel —dijo ella con una sonrisa. —Pero…parece estar abandonado —César pensó que ella estaba bromeando, el edificio se veía casi en ruinas, la única luz era la del anuncio que indicaba que había cuartos disponibles. —Cómo te dije, no suelen venir muchos viajeros aquí, así que Pina, no puede darse el lujo de darle mantenimiento, pero te aseguro que estarás cómodo, además, no tienes otra opción. —Tienes razón, si es el único hotel en el pueblo, no tengo otra opción. Bajó del auto y al cerrar la portezuela un viento helado le recordó que no tenía una chaqueta para cubrirse, frotó sus brazos para darse calor y valor para entrar en ese edificio tan tenebroso, y no es que él fuera un miedoso, como policía, se había enfrentado a verdaderos peligros, pero esa noche se sentía especialmente vulnerable. Se dio la vuelta para agradecer a Pilar que lo hubiera llevado y para preguntar si podía verla de nuevo antes de irse, pero cuando se giró, el auto ya no estaba. Se le hizo muy extraño, no haber escuchado el motor del auto al arrancar, pero lo atribuyó a su nerviosismo, era sin duda la noche más extraña de su vida. Comenzó a caminar hacia la entrada del hotel, estaba todo tan oscuro que pensó que quizá no habría nadie que lo atendiera, pero como le había dicho Pilar, no tenía otra opción. —¿Hola? ¿Hay alguien? — Preguntó desde la puerta al ver que la recepción estaba desierta, ya su lámpara de mano tenía la batería tan baja, que no emitía más que un ligero destello de luz. —¡Bienvenido a Ambrosía! — Dijo una voz femenina a sus espaldas, que lo tomó por sorpresa logró que se sobresaltara del susto. —¡Por Dios señorita! Qué susto me ha pegado —se llevó la mano al pecho tratando de recobrar el aliento y controlar su respiración. —Lo siento mucho joven, no fue mi intención asustarlo —dijo la mujer encendiendo la luz. César se sorprendió mucho al verla, era una mujer afroamericana, pero con el cabello totalmente blanco, aunque sus facciones eran de una mujer joven, por lo que supuso que el color de cabello era producto de un tinte y no propiamente por la edad. —No se preocupe seño…rita, en realidad son tantas cosas las que me han pasado esta noche, que estoy un poco nervioso y para serle sincero, esperaba ver a alguien detrás del mostrador y no detrás de mí. —Lo que sucede es que hace tanto tiempo que no tenemos huéspedes en el hotel, que no esperaba a nadie y salí a caminar para tomar aire fresco. A él se le hizo muy extraño que una mujer saliera sola caminar a las tres de la mañana, pero eso le hablaba de que era un pueblo tranquilo y sin muchos peligros. —Entiendo, entonces debo suponer que si tiene habitaciones disponibles. —Así es, tiene usted mucha suerte, tengo todas las habitaciones disponibles, puede elegir la que quiera. —Entonces deme una en planta baja por favor. —Mmm no lo siento la planta baja tiene problemas con el agua, deberá elegir otra. —¿Una del segundo piso? —¡Oh, no! en la segunda planta hay una filtración, no le va a gustar el olor a humedad. —¿Y entonces cuál habitación estás disponible? Supongo que hay alguna que no tenga problemas. —Ay una, pero es en el tercer piso y el elevador está averiado, tendrá que subir por las escaleras. —Está bien, no tengo problema para subir escaleras, pero por favor, estoy muy cansado. —Entonces vamos, lo acompaño. La mujer tomó una lámpara antigua, de esos quinqués que funcionan con petróleo. —¿En la habitación hay luz verdad? —Sí, sí, pero en la escalera no, es por eso que necesitamos la lámpara. César suspiró, definitivamente sí que le estaba yendo mal al hotel. —¿Cuándo fue la última vez que tuvo un huésped? —Preguntó por curiosidad. —Exactamente el año pasado, en esta misma noche. —¿Tanto tiempo? Es increíble que no haya más turistas o viajeros interesados en visitar el pueblo. —Así es, Ambrosía es un pueblo, olvidado por en tiempo. Subieron las escaleras y César se sintió como si estuviera entrando en el castillo del terror de alguna feria, las telarañas y el polvo, indicaban que no solo le faltaba mantenimiento, sino también limpieza. A cada peldaño que subían, él sentía que la escalera era cada vez más angosta, y en algún momento, sintió que le faltaba el aire. —Un segundo por favor, creo que me estoy mareando, debe ser el cansancio, yo acostumbro hacer ejercicio y correr tres kilómetros todos los días, y no sé por qué me siento tan agitado. —No se preocupe joven, es normal, a todos los forasteros les pasa, quizá es porque la densidad del aire en Ambrosía, es mayor que en cualquier otro lugar. Cuando finalmente llegaron al tercer piso, César sentía como si hubiera corrido una maratón, se sentía tan agitado que se tuvo que detener un momento para recuperar el aliento. »Ya llegamos señor Zagal, su habitación es la que está al fondo del pasillo —dijo levantando la lámpara para mostrarle el camino, que sin duda, era mucho más largo de lo que se imaginaba, por fuera, el hotel no se veía tan grande, como para tener esa cantidad de habitaciones. Él no se explicaba por qué le asignaba la habitación del fondo, si había al menos diez puertas alternadas en cada lado del pasillo, pero si preguntaba, seguramente le diría que tenían algún desperfecto. Cuando estuvieron frente a la puerta de la habitación César no pudo evitar preguntar: —¿Usted conoce a una mujer muy hermosa, que se llama Pilar? Conduce un auto clásico Dodge Challenger rojo. —Todos en el pueblo nos conocemos y todos sabemos quién es Pilar, pero si me acepta un consejo señor Zagal, manténgase alejado de esa mujer, tanto como pueda. —¿Por qué? ¿Hay algo malo con ella? ¿Acaso está casada? —Ojalá y estar casada fuera su mayor problema, lo dejo para que descanse. La mujer se dio la vuelta y él se quedó con la incertidumbre, Pilar era una mujer fascinante, se notaba que tenía una gran seguridad en sí misma y en su belleza, además había sido muy amable con él, no se explicaba por qué Pina, se expresaba así de ella. Encendió la luz y respiró profundamente al ver que sí había energía, la habitación estaba limpia y la cama decente, se quitó la ropa y se metió en la cama, se estaba quedando dormido cuando una duda lo asaltó. ¿Por qué Pina sabía que se apellidaba Zagal? Nunca le preguntó y tampoco llenó ningún formulario de registro, pero el cansancio lo venció y no supo más de él…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD