Capítulo 2

1510 Words
Subieron a la patrulla y César encendió la sirena, quería conducir de prisa para llegar lo antes posible, antes de que la escena fuera más contaminada, aunque la policía local ya había acordonado el área, él consideraba que entre más pronto llegara, menos probabilidades habría de que se perdiera alguna evidencia. Llegaron a Antigua ya entrada la tarde directamente a la escena del crimen, el cuerpo del delito todavía se encontraba en el lugar de los hechos, esperaban que llegara el forense que también se encontraba en una comunidad alejada. Se trataba de un parque en las afueras del pueblo que se extendía directamente hacia el bosque. En lo más alto de un árbol de abedul, se encontraba el cuerpo de una mujer sin vida, vestida con una túnica blanca y alrededor del árbol, había dibujado un pentagrama, todo parecía indicar que habían hecho un ritual satánico en vísperas de la noche de brujas. La mujer había sido sacrificada y su sangre había formado un charco al pie del árbol, en el centro del pentagrama. Sólo pasaron unos minutos cuando el forense llegó para proceder al levantamiento del cuerpo. Ante la vista atónita de todos los presentes, colocaron una escalera, el médico subió, y antes de tocar el cuerpo comenzó a sacar fotografías para documentar sus hallazgos. Todos se sorprendieron cuando sin ningún cuidado, cortó la soga que ataba a la mujer y la dejó caer al suelo, y más cuando al estrellarse la cabeza se rompía en pedazos. —¡Maldición! —Gritó César furioso —¿Un maniquí? ¿Vinimos hasta aquí por un maniquí? ¡Arrestaré a los responsables de esta broma estúpida! ¿Y la sangre? —Sangre de cerdo detective, estos vagos que no tiene nada que hacer y nos quitan un tiempo valioso —dijo el forense que ya bajaba del árbol furioso por lo absurdo de la broma. —Vamos detective, volvamos a Cantalagua, todavía llegamos a tiempo para su cena si nos vamos ahora —Dijo Víctor a su compañero. —Sí vamos, si nos damos prisa, todavía puedo llegar a festejar con mi esposa. Volvió a colocar la sirena de la patrulla, afortunadamente la carretera estaba en buenas condiciones y como ya todo mundo estaba de fiesta, no se veía tráfico por las calles. Nuevamente rompió récord, Víctor le dijo que lo dejara en la plaza, para que no se tuviera que desviar hacia la comisaría y que él entregaría el reporte de lo sucedido. —¡Gracias te debo una! —¡Por nada Detective! Disfruta con tu esposa. Condujo hasta el restaurante donde había reservado, faltaban veinte minutos para las ocho y era probable que Sara y su mamá, todavía estuvieran ahí. Se sorprendió cuando el hostess le dijo que su reservación se había cancelado por no haber llegado a tiempo, así que asumió que Sara se había puesto triste por no haber podido cenar con él y subió a la patrulla para ir de prisa a su casa.  En el camino encontró una gran cantidad de niños disfrazados pidiendo dulces y él estaba desesperado por no poder conducir más de prisa. Finalmente estuvo frente a su casa, todas las luces estaban apagadas, lo cual se le hacía muy extraño. Entró y corroboró que Sara no estaba, así que supuso que estaba en casa de su madre, debió ir ahí para no sentirse sola en el día de su cumpleaños y él se sintió fatal por no haber estado con ella. Decidió llamar a su esposa para preguntar si la alcanzaba o la esperaba, a Sara no le gustaba quedarse hasta tarde en casa de su madre, así que lo más probable era que ya estuviera de regreso. Llamó al móvil, pero no tuvo respuesta, la voz de la grabadora le indicó que estaba apagado o fuera del área de servicio. No le gustaba hacerlo, pero ya se estaba preocupando, así que decidió llamar directamente a casa de su suegra. —¿Señora Lola? ¡Buenas noches! ¿Todavía se encuentra Sara en su casa? —¿César? Yo tenía entendido que iban a cenar juntos por su cumpleaños, la llamé para felicitarla y eso fue lo que me dijo. ¿Pasó algo? —No, no señora Lola, no se preocupe, lo que sucede es que me enviaron a resolver un caso, pero no era un homicidio así que volví antes y pensé que Sara se había ido a festejar con usted, pero seguramente está con su amiga Claudia. —Ah sí, seguramente está con ella, por favor cuando sepas que está bien avísame. —Sí, no se preocupe, buenas noches. En ese momento comenzó a preocuparse más, él sabía que Claudia estaba de viaje, la misma Sara le había contado que su novio la había llevado a París, así que no había forma de que estuviera con ella y Claudia, era su única amiga, solo lo dijo para no preocupar a su suegra. —César cálmate, seguramente le festejaron sus compañeros del despacho —Se dijo en voz alta tratando de tranquilizarse. Volvió a marcarle al móvil y nuevamente la grabadora le indicó que el móvil estaba apagado o fuera del área de servicio. Miró el reloj y ya casi iban a dar las nueve de la noche, así que no le quedaba más que esperar que Sara llegara en cualquier momento. Subió a su habitación y vio el regalo sobre la cama, no estaba abierto eso lo tranquilizó un poco, puesto que quería decir que efectivamente, se había ido a festejar con sus compañeros abogados. Se quitó el uniforme y se metió a la ducha, quería cambiarse de ropa para que cuando llegara, él estuviera fresco, recién bañado como a ella le gustaba. Se estaba terminando de duchar cuando escuchó el móvil insistentemente, salió del baño envolviendo una toalla en su cintura. —César Zagal —Contestó, por la costumbre. —Buenas noches señor Zagal, le estoy llamando de la comisaría de Catemaco —Cuando escuchó la voz de la mujer al otro lado de la línea, sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo, sabía que algo le había pasado a su mujer. —Dígame señorita — dijo con la tensión n sus palabras, sabiendo que no le iba a gustar la respuesta. —Hubo un accidente automovilístico y en las pertenencias de una de las víctimas, encontramos sus datos para llamar en caso de emergencia. —Mi mujer está bien… ¿verdad? —Sí ella está bien, peo tanto ella como su acompañante, están en completo estado de ebriedad, y requerimos una persona que se responsabilice por ellos. Respiró profundamente, gracias a Dios estaba bien, seguramente en el festejo del cumpleaños se les habían subido las copas, le extrañó mucho puesto que Sara no acostumbraba a beber. Se vistió lo más rápido que pudo y salió de prisa, Catemaco era un pueblo cercano, no estaba a más de dos horas de distancia a la velocidad permitida y si usaba la sirena podía llegar en poco más de una hora. El camino se le hizo demasiado largo, eran casi las once de la noche cuando llegó a la cruz roja, con el corazón acelerado por la preocupación, aunque ya le habían dicho que estaba bien, él no estaría tranquilo, hasta que la viera con sus propios ojos. —Buenas noches señorita, me llamaron para informarme que mi esposa tuvo un accidente y que la habían traido a este lugar. Es la señora Sara Zagal —¿E…es su esposa? —Sí es mi esposa. —Entiendo señor, pase por favor por aquí, lamento mucho esto, pero necesitábamos una persona que se responsabilizara por los señores. —¿Qué fue lo que pasó? —El señor dice llamarse Antonio Luna, él conducía en estado de ebriedad, pero eso no es todo, sino que chocaron contra un árbol porque estaban manteniendo relaciones sexuales mientras el auto estaba en marcha. César no comprendía las palabras de esa mujer, no podía estar hablando en serio. —¿Cómo? Perdón señorita, pero no estoy entendiendo. —La señora Sara iba montada a horcajadas sobre el conductor y ese fue uno de los factores que ocasionó el accidente. Tuvieron suerte de que no pasara nada grave. Respiró profundamente para tratar de controlar el nudo que se le había hecho en la garganta, no podía creer lo que estaba pasando. Caminó hacia la celda que le indicó la señorita y el espectáculo que se encontró le parecía una escena de película de terror, al menos para él. Sara, totalmente desnuda, solo con un saco de hombre puesto y una corbata mal anudada, sentada sobre la cama de la celda y en otra, un hombre que él conocía bien, era uno de los socios mayoritarios del bufete, con la camisa desabrochada y todavía la cremallera del pantalón abajo. El dolor que sentía era demasiado grande, tanto como la humillación de tener que ser precisamente él, quien los tuviera que sacar de ahí y todavía tener que pagar la multa, para que los dejaran ir.
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