(Almendra) Llegué de vuelta más contenta. Salir, ver mi rosa y estar con él, me hizo sentir bien. ―¿Tienen hambre? ¿Van a tomar tecito? ―nos preguntó la señora Ely. ―Yo sí, gracias ―contesté, realmente estaba hambrienta. ―Sí, gracias, pero voy a comprar algo... ―dijo Bastián. ―No, no hace falta nada, ya compramos, además, hice panqueques con manjar. ―¿De verdad? ―preguntó sorprendido―. Hace muchos años que no como. ―Están muy ricos ―comentó Lucía. ―Me imagino, tu abuela tiene mano de monja para cocinar ―respondió él. Para ser franca, me impresionaba lo bien que se llevaba Bastián con todos en esa casa. Los niños lo quisieron de inmediato y para qué decir la señora Ely y Roxana. Recién llevábamos conociéndonos tres días y parecía que fuera una eternidad. Y eso, a ratos me a

