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Romance con un hombre de 40

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Blurb

Después de perder su trabajo, Mariana no sabe que hacer, pero su amiga le consigue un trabajo con su padre.Lo que no esperaba era tener un romance con su sexy jefe de 40 años de edad, y peor aún embarazarse de él. Mantener su relación prohibida en secreto sera todo un desafio, hasta que ya no pueda más ¿Te gustaría conocer el final? Te invito a leerla.

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Trabajo nuevo
Narra Mariana —Estás despedida—me dijo mi jefe. Le arrebato el sobre de la mano con mi último cheque. Debería haberlo sabido mejor para no dejar que mis sentimientos se interpusieran en mi carrera. Era el trabajo de mis sueños: Coordinadora de eventos en el prestigioso Hotel Montreal. Me tomó años conseguir este puesto. Era un mundo de relucientes salones de baile, grandes conferencias y bodas lujosas. Mi trabajo consistía en transformar espacios ordinarios en experiencias extraordinarias. Y era buena en eso, realmente buena. Tengo un don para los detalles, un don para la creatividad y puedo manejar la presión como una verdadera jefa. Pensé que era indispensable para el equipo. Aparentemente no. Mi boca grande me ha metido en problemas una vez más. Y aquí estoy, frente a mi jefe, siendo despedida por decir lo que pienso. En nuestra familia había una delgada línea entre ser franco y ser irrespetuoso. En mi caso, esa línea era más bien una atrevida cuerda floja por la que caminaba a diario con los ojos vendados. Me sentaban, una y otra vez, después de que había dicho algo demasiado honesto, demasiado directo, en reuniones familiares, en reuniones escolares, en mi trabajo de medio tiempo en el café local. Me doy vuelta y me voy sin decir una palabra, ni siquiera adiós. Perder este trabajo es como si estuviera perdiendo una parte de mí misma. El aire fresco del otoño me golpea la cara. Mis pies se detienen y mis ojos se posan en los árboles. Las hojas que caen me recuerdan mi propia situación. Mi teléfono suena en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Agarro el teléfono y miro el nombre en la pantalla. —Genial—murmuro mientras lo leo. Con desgana, respondo la llamada —.Hola, mamá. Me preparo para una de esas conversaciones. —Mariana, cariño ¿Cómo estuvo tu día? –la voz de mamá fluye a través del teléfono. Está lleno de la habitual alegría falsa para la que no estoy de humor en este momento. —Bueno...—no me atrevo—.No es genial. Hay una pausa en la línea. —¿Qué pasó? Respiro profundamente, preparándome para las inevitables consecuencias. —Yo... hoy me despidieron. Silencio. Es tan grueso y pesado que casi puedo sentirlo presionándome a través del teléfono. Finalmente, ella habla. —¿Qué? —Sí–digo, tratando de mantener mi voz firme—.Me despidieron. —Mariana—lo estabas haciendo muy bien. ¿Qué pasó esta vez? —¿Qué piensas, mamá? Hablé de algo que sentía que estaba mal y me despidieron por ello. Hay una larga pausa. —Hemos hablado de esto, Mariana. No se puede andar por ahí provocando problemas. —Mamá, estaban explotando a la gente. No podía sentarme ahí y no decir nada. Hay otra larga pausa. —Mariana, tienes que pensar en tu futuro. No puedes permitirte el lujo de desperdiciar buenas oportunidades como ésta. No puedo evitar poner los ojos en blanco. —Gracias por el consejo, mamá. Mi tono debe haber delatado mi irritación porque hay un suave suspiro desde el otro lado. —Mariana, sólo quiero lo mejor para ti. —Lo sé, mamá. Lo sé. La conversación termina, pero la decepción persiste. Me quedo allí, rodeado por las hojas que caen. Un escalofrío me recorre y me rodeo con mis brazos. El aire frío no hace nada para adormecer el dolor del rechazo y el fracaso que me arañan el corazón. * * * Después de hacer una parada para matar el tiempo libre no deseado, me dirijo al club juvenil. Llevo años trabajando como voluntaria allí. Es mi santuario y mi patio de recreo, todo en uno. —¡Mariana!—escucho una voz familiar que me llama desde el otro lado de la habitación. Me giro para ver quién es. —¡Hola, Katherine! Ella es mi compañera de travesuras. Mi mejor amiga. La conocí hace años en el club juvenil y nos llevamos bien de inmediato. Ella también es voluntaria aquí y su padre es un gran donante. Ella es unos años menor que yo, pero me entiende y es como la hermana que siempre quise. Me acerco a ella y empiezo a reír cuando veo su mirada fija en un cuaderno lleno de garabatos. —¿Planeas conquistar el mundo?— me río de nuevo mientras me deslizo en el asiento junto a ella. —Tal vez—ella sonríe antes de voltearse hacia mí—¿Estás conmigo? —No creo que tenga otra opción. Ella me levanta una ceja. —¿Qué significa eso?—ella sabe que algo pasa. —Bueno, digamos que ahora tengo mucho tiempo libre. Su sonrisa se desvanece y se inclina hacia adelante, repentinamente seria. —¿Qué pasa, Mariana? Respiro profundamente y me preparo para la conversación. —¿Conoces mi trabajo en el Hotel?—mi mano comienza a juguetear con un hilo suelto de mi chaqueta. Katherine asiente y frunce el ceño. —Sí, tu trabajo con el jefe idiota ¿Qué pasa con eso? —Él me despidió— puedo ver en sus ojos muy abiertos que está procesando la revelación—.Necesito encontrar un nuevo trabajo lo antes posible. El alquiler, las facturas... ya sabes... una chica tiene que ganar algo de dinero. Escaneo el rostro de Katherine para estudiar su reacción. No hay pánico. Sólo la mirada firme de una amiga dispuesta a lanzarse a las trincheras conmigo. Ella se recuesta. —Ya sabes, Mariana...—sus ojos se mueven para encontrarse con los míos. Su tono es más serio de lo habitual, pero puedo ver una chispa juguetona en sus ojos—.Esto podría ser algo bueno. Quiero decir, mirate. Has estado trabajando hasta los huesos por ese... ese hombre. —No te equivocas—dijo. Me aprieto antes de que ella continúe. —Y cuando no estás trabajando, estás aquí—ella se inclina hacia adelante de nuevo, sus ojos perforando los míos—.Necesitas salir más, Mariana. Diviértete un poco. Eres joven, hermosa y atrevida como el infierno. No necesitas gastar tanto de tu precioso tiempo trabajando hasta la muerte por un hombre que no te aprecia. Esa es la clásica Katherine, siempre tratando de encontrar el lado positivo en cada situación, sin importar cuán complicada sea. Pero tal vez ella tenga razón. Quizás este sea el universo diciéndome que es hora de dar un salto, de explorar algo nuevo. Le doy una pequeña sonrisa. —Tienes razón... Pero también... tengo estas cosas llamadas facturas. Y tengo que pagarles todos los meses—digo sarcásticamente. El padre de Katherine es rico. Paga su departamento, un elegante edificio de gran altura en el corazón de la ciudad. Es el tipo de lugar que te hace preguntarte si has entrado en un catálogo de revista. Ni siquiera es justo lo hermoso que es; Ventanales de piso a techo con impresionantes vistas del horizonte de la ciudad. Y está en el barrio más bonito de la ciudad, el tipo de lugar donde esperarías que un multimillonario estacione a su hija. Después de crecer con todo lo que siempre quiso, a veces me sorprende lo normal y humilde que es. Pero mentiría si dijera que ella sabía lo que era vivir sola y tener que descubrir cómo pagar las cuentas y salir adelante. Ella nunca ha tenido que preocuparse por eso ni un solo día en su vida. Veo una sonrisa traviesa en el rostro de Katherine. —Espera un momento... tengo una idea...Mi papá está buscando un asistente para trabajar con él en su oficina. La que tenia renunció de la nada y está enloquecido. —¿Qué?—la miro fijamente—¿Qué estás diciendo? —Lo que digo es que postules para ser asistente de mi papá—su voz está teñida de emoción. Katherine es de las que piensan fuera de lo común, pero no sé si es una buena idea. No suelo mezclar trabajo y juego juntos. Puede que sea raro. ¿Qué pasa si quiero quejarme de mi jefe? No puedo quejarme de su padre con ella. Eso podría resultar incómodo. No quiero que nada se interponga en mi amistad con Katherine. Ella significa demasiado para mí. Sin mencionar que no estoy segura de querer trabajar con él. Nunca he conocido al hombre. La gente de la ciudad habla de él como si fuera un viejo rico gruñón. —Es un gran jefe, duro pero justo, y obtendrías grandes beneficios— ella me guiña un ojo. Empiezo a pensar en ello más seriamente. En el lado positivo, mis padres lo aprobarían. Les gustaría saber qué tan conocido es en la ciudad. Y por una vez, estarían felices de que esté "en el camino correcto": ascendiendo en la escala corporativa como una niña buena. Continúo con mis pensamientos silenciosos. —Eso es todo. Haré la llamada—ella saca su teléfono de su mochila. —¡Espera!—todavía no estoy segura. Pero ella ya está marcando. Sus ojos brillan de emoción. Mi corazón late con fuerza en mi pecho. —¿Papá? Sí, tengo a la persona perfecta para ti... Mariana—mierda. Esto está ocurriendo. Katherine cuelga y me sonríe—.Está hecho. Te entrevistará mañana en nuestra casa a las cinco de la tarde. Será mejor que saques lo mejor de ti—ella se ríe y me da un puñetazo juguetón en el brazo. Respiro profundamente y espero en silencio que esto no me explote en la cara.

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