Te toca vivir Samanta
Como en todas las pequeñas ciudades, las posibilidades de encontrarnos con las personas, son siempre altas, porque hay pocos lugares donde ir y, donde quiera que se vaya todos se conocen con todos.
Samanta vivía junto a su abuela y su tía, su madre la abandonó junto a su hermano cuando eran muy niños aún y como si fuese sacado de una telenovela, la niña fue dejada en la puerta de una casa llevando a su pequeño hermano en una canasta y perdiendo el rastro de su madre para siempre.
Crecer no fue fácil, la niña vivió sometida a las burlas por no tener padres y por haber sido abandonada – como ya les mencioné, en una ciudad pequeña, todos se conocen con todos y todos saben lo de todos- sus compañeros la señalaban con gestos de mofa y desagrado, como si estar huérfana fuera parecido a tener lepra.
Así pues, Samanta fue viviendo en un ambiente hostil y solitario que la hizo encerrarse en su propio mundo, crearse otras realidades donde solo ella pudiese habitar, donde nadie pudiera conocer ni tocar su fragilidad y el silencio que la habitaba y habiendo decidido esto, pidió a su familia no volverla a llevar al lugar donde cada risa era un fantasma que la acosaba y la perseguía sin fin...
…Pasó algún tiempo (las vacaciones de verano) y habiendo descansado Samanta de aquellos momentos amargos, era hoy el día de regresar al mundo real, era este el instante de salir a la vida nuevamente y comenzar a vivir dejando atrás lo que tanto dolía y hacía sufrir y es aquí donde nuestra historia comienza.
Aquí en esta ciudad, vive Samanta, quien hoy conocerá su nuevo colegio y con ello tendrá una nueva vida y nuevas experiencias que le permitirán ir dejando atrás todo aquello que sin duda la obligaba a no ser feliz.
Hoy es 13 de marzo, el año escolar da inicio y con ello las aventuras también. Siempre el primer día viene cargado de misterio y asombro por saber quiénes serán nuestros compañeros y con quiénes compartiremos la mitad de nuestros días. Samanta es la chica nueva, es la que todos se preguntan de dónde viene y qué hace; todos murmuran sobre ella, sobre lo bella que es, sobre su cabello n***o y rizado, sobre su cuerpo delgado y blanco, sobre su sonrisa encantadora y cautivadora ¡murmuran sobre Samanta!
Nuestra chica es la atención de todo el colegio y obtiene la mirada de uno que otro maestro; su cuerpo suda mientras camina solitaria por los pasillos del recinto y va susurrando en su mente ¡me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir! –cómo no va a querer irse, si de seguro ya todos han de saber que ella es la huérfana- pero alguien la detiene y hace que, por primera vez, ella, levante su mirada.
-Hola-dice un joven de una mirada dulce y penetrante- me llamo Antonio, y ¿tú cómo te llamas?
-Hola –dice ella un poco agitada- me llamo Samanta.
-Vi que eres la chica nueva y que vas a noveno grado ¿verdad?
- ¡Eh, sí! –responde ella tajante y con ganas de finalizar la conversación- veo que ya sabes quién soy, ¿tienes alguna pregunta más o puedo retirarme?
- No, no tengo más preguntas o bueno, sí, tengo una ¿te gustaría sentarte conmigo mientras tomamos un jugo? Así de paso nos podemos conocer ¿no crees?
Responde ella airada y con su corazón latiendo incesante - ¡No tengo ganas de sentarme contigo! Con permiso-.
Antonio se queda observando en silencio cómo el cabello de la chica se mueve con las olas del viento y cómo su silueta se va disolviendo entre las masas de los demás estudiantes. Esta vez no ha funcionado su d***o de acercarse a ella y tendrá que hacer algo mejor la siguiente vez para poder tener su atención.
-Muchos, como Antonio hemos intentado acercarnos a alguien y nos han tirado sin siquiera darnos la oportunidad de conocernos ¡que coraje el que se siente quedar como un payaso! Pero, ánimo que es solo el primer intento-.
Al sonar la campana de salida, Samanta rápidamente busca escapar de las miradas y los murmullos de quienes son ecos para ella y de quienes no tiene interés alguno en saber, sin embargo, al salir siente una mirada, una que cala uno a uno sus huesos y traspasa sus ojos, una mirada que reconoce y le hace palpitar pero que evita a toda costa y hace como si no le hubiese observado ¡es la mirada de Antonio! Quien espera fuera para poder ver a la chica una vez más por este día y sin saber si sea quizá la última vez que le vea.