3. Afortunada

2037 Words
Alena Me levanté muy temprano, el día en el que me presentaría a mi nuevo trabajo había llegado. No había podido comunicarme con Gino, lo iría a buscar después del trabajo, es seguro que está molesto conmigo aun. Mi abuela había ido de compras por mi, había comprado ropa sexy, prendas que se ajustan muy bien a mi cuerpo. Vamos Alena tu sabrás como salir de esto —me dije dándome ánimos. Me puse una falda de cuero qué me quedaba un poco arriba de las rodillas, me miré en el espejo ajustando los últimos botones de mi camisa blanca, la tela era suave y fresca. Intentaba mantener la compostura y ocultar la tormenta de emociones en mi interior. Debo verme segura, aunque por dentro me derrumbe y dude de cada paso que doy. —Te ves muy hermosa Alena —dijo mi abuela a quien encontré en cuanto bajé los escalones. —Buenos días abuela —dije de mala gana. —Pero cambia esa cara Alena, nuestras vidas empiezan a cambiar ahora —rodé los ojos y caminé hacia la cocina para poder comer algo antes de irme —Te hice algo de comer —me dijo ella y por un momento me recordó a la abuela que fue en algún momento de mi niñez. —¿Estás muy emocionada con esto? —pregunté. —Claro que sí, si tu padre viviera estaría orgulloso de lo que harás —respondió con una sonrisa. —Si claro —dije comiendo un poco de lo que ella preparó para mí. —Pero anímate Alena, muéstrate segura, fuerte, muestra tu sensualidad —ordenó. —Lo haré, debo irme o llegaré tarde —salí de la casa y tomé un taxi. Al llegar a la empresa observe la entrada, aquí trabajó mi padre por años según lo que dijo mi abuela. Vamos Alena, me dije y comencé a caminar con seguridad, sentía las miradas de algunas personas sobre mi pero fui directo al ascensor, marque el piso que se me indico, al llegar al piso indicado salí del ascensor, el ruido de mis tacones resonaban por el pasillo una mujer con una sonrisa amigable esperaba por mi. —¿Alena Colombo? —Si soy yo —respondí con una sonrisa. —Muy bien, bienvenida a Empresa Ferrer, te daré algunas indicaciones para que puedas empezar a trabajar para el señor Evan, él es un poco serio pero es una buena persona,.le gusta que sean puntual, debes llevarle su café fuerte cinco minutos después de que él haya entrado a su oficina, el café debe de estar muy caliente, procura tener todos los documentos en orden, por que si él te pide uno debes entregarlo mínimo en diez minutos —me explicó, trate de guardar cada indicación en mi mente —¿Alguna duda?. —No, creo que quedó todo claro, muchas gracias. —Bueno por si después tienes alguna duda puedes buscarme, por cierto soy Paula. —Un gusto Paula.. —Bueno debo irme, el señor Evan llegará en cualquier minuto —ella se marcha y comienzo a organizar un poco mi lugar de trabajo. Unos cinco minutos después escucho como las puertas del ascensor se abren, siento una tormenta en mi interior pero me obligó a parecer segura y dibujar una amable sonrisa en mi rostro. El señor Di Angelis viene hablando por teléfono, luego levanta su vista y se fija en mí, frunce el ceño y corta la llamada. —Tú eres la chica que chocó conmigo —fue lo primero que dijo y vaya que tiene buena memoria. —Buenos días señor —lo saludé ignorando lo que él dijo anteriormente. Pasó su mirada por todo mi cuerpo y me obligó a rodar los ojos. «Hombres, todos iguales» —Buenos días ¿Cual es tu nombre? —pregunta y se acerca más a mi, vaya que es alto, su aroma varonil me invade, me esfuerzo por no respirar su aroma, huele delicioso. Se ve muy guapo así de cerca, sus ojos son de un color gris oscuro, qué bonitos ojos tiene. —Soy Alena Colombo —me presento, estoy usando el apellido de mi madre, eso fue lo que mi abuela pidió también. —Paula te explico todo ¿Verdad?. —Sí señor. —Bien, espero que cumplas con tu trabajo como es debido, si es así no tendrás problemas conmigo —dijo con su voz ronca que me hizo temblar. —Haré mi mayor esfuerzo —aseguré, él se alejó y entró a su oficina. Fui por su café esperaba que le gustará. Diez minutos después entre con su café caliente como Paula me lo dijo, toque la puerta y entré, él se encontraba revisando algunos documentos. —Aquí está su café señor —lo colocó en su escritorio con cuidado. —Gracias —murmura sin siquiera mirarme, toma el café y le da un trago, veo como pasa su lengua por sus labios y ese gesto lo hizo ver atractivo. —Nada mal para ser el primer café que me sirve, señorita Colombo. ¿Nada mal? Era un café fuerte ¿Acaso lo quiere más fuerte? Por que dijo eso por que no le gustó ¿verdad?. Me despedí de él y caminé hasta la puerta y entonces su voz me detuvo. —Llévate estos archivos y organizarlos por favor —regresé junto a él y tomé la carpeta con los archivos. —¿Necesita algo más? —pregunté él volvió a bajar la vista. —Es todo retírate —di media vuelta y salí de ahí. Al salir un hombre chocó contra mí, estuve a punto de caer pero él me sostuvo tomando mi cintura. —Disculpa ¿Estás bien? —preguntó, levanté mi vista y era un hombre muy guapo, los documentos cayeron, me aleje de él y estaba a punto de inclinarme y recoger todo —No te preocupes yo los recogeré, fue mi error no me fije por donde iba —dijo él siendo muy amable, recogió los documentos y antes de levantarse fijo su vista en mis piernas. —¿Se te perdió algo? —pregunté con fastidio, el sonrió, se puso de pie y me entregó la carpeta. —¿Eres nueva aquí? –inquirió. —Si así es, soy la nueva asistente —respondí fría. —Oh, un gusto soy Logan Castillo, mejor amigo y abogado de Evan —se presentó con una hermosa sonrisa dibujada en sus labios. —Que bien, yo soy Alena —dije sin interés de hablar más con él. —Lamento por... —se rasco su cabeza nervioso y supe a que se refería. —No te preocupes, si me permites debo seguir con mi trabajo, imagino que no debo anunciarte con el señor Di Angelis ¿o si?. —No claro que no, puedes seguir con tu trabajo —se alejó, entró a la oficina del señor Di Angelis y yo me dispuse a trabajar. El señor Di Angelis salió a almorzar junto a su amigo quien se despidió de mí, en cambio el señor Di Angelis solo informó que saldría y ni siquiera me dirigía la vista, creo que el plan de mi abuela resultaría difícil. ¿Y si él tiene novia? No lo creo, en todo lo que investigué de él no salía nada relacionado a su vida amorosa, espero que en verdad no tenga una relación. .... Llevaba ya tres semanas en la empresa, el trabajo era un poco cansado pero empezaba a acostumbrarme. Todas las mañanas llegaba antes que el señor Di Angelis, lo saludaba con un sonrisa y él solo respondía con un asentimiento de cabeza, cada vez que me indicaba algún trabajo evitaba mirarme, no entendía por qué lo hacía y eso empezaba a fastidiarme no se por que razón. Hace días logré hablar con Gino, se disculpó conmigo por no buscarme, me dijo que estuvo muy ocupado con su trabajo, no sabía si mentía pero no quise discutir con él. Le comenté que ya no trabajo como dama de compañía y se puso muy feliz. Le pedí que buscáramos la manera de huir y estar juntos, dijo que necesitamos dinero para eso, no mucho pero sí debemos tenerlo, le informe de mi trabajo le dije que guardaría la mayor cantidad posible para que pudiéramos lograr nuestra fuga, estaba dispuesta a dejar a mi abuela, no la creía capaz de buscarme. Mi abuela me presiona cada día más, ella quiere que le diga sobre algún avance, pero no soy capaz de decirle que él ni siquiera me dirige la mirada. —Buenos días señor Di Angelis —lo saludo en cuanto lo veo llegar, solo asintió y siguió su camino. Sería mejor que me ignorará, cada día estoy tentada a no saludarlo pero es mi jefe y debo hacerlo. Me levanto de mi lugar y me dirijo a preparar su café fuerte como le gusta. —Con permiso —dije entrando en su oficina con su café caliente. Dejó su café sobre el escritorio. —Ve a preparar todo para la junta de hoy –me pide sin apartar la vista de su computador, me quedé observando de más, su cabello perfectamente peinado, sus manos gruesas, sus largos dedos, su traje hecho a la medida se ajusta en sus anchos brazos —Puedes retirarte —dice y es ahí cuando me doy cuenta que me he quedado perdida viéndolo. Salí rápidamente y me dirigí a la sala de juntas, preparé todo para la reunión que tendrían hoy, pronto se lanzaría un nuevo producto y es por eso que habría mucho trabajo estos días. Los jefes de área comenzaron a llegar, salí camino a la oficina del señor Di Angelis pero antes de llegar me encontré con él y por primera vez en días me dirigía la mirada, pero no cualquier mirada, me miraba con furia. ¿Habré hecho algo malo? No no lo creo, él se acercó hasta mí, me quedé paralizada. —¿Por qué hiciste eso Alena? —pregunta entre dientes. —¿Hacer q-que? —¿No me digas que no lo sabes? ¡Ja! No lo puedo creer —pasa su mano por su rostro el cual está rojo. —No estoy entendiendo —mencione confundida. —El maldito café, Alena, ese café era capaz de levantar a un muerto —dijo furioso. Lo había olvidado, el café, si estaba molesta y creo que lo deje muy fuerte para su gusto. —Lo siento, debo de haberme confundido, perdóneme señor —dije en una falsa disculpa, solo así logré que me dirigiera la mirada. ¿Y ahora tu? ¿Por qué necesitas que te vea? –me pregunto. —Ten cuidado con todo lo que sea para mi Alena, te lo dejaré pasar, soy muy exigente con las personas que trabajan para mi ¿Entiendes? –dijo en un tono amenazante — No tolero errores ni el más mínimo considerate afortunada, ahora trae los archivos que están en mi oficina —ordenó de manera fría y siguió su camino. —Considerate afortunada —dije caminando hasta la oficina e imitando sus palabras – si como no, como si yo quisiera seguir aquí —entre a la oficina y tomé los documentos —Idiota, ni se por que rayos hice eso. —¿Con quien peleas Alena? —preguntó Paula la encontré en cuanto salí de la oficina. —Con nadie —respondí. —¿Tienes algún problema en el trabajo? ¿Te hizo algo el señor Evan? —preguntó. —Mi problema es él —respondí sin pensar ella me observó confundida —es decir, bueno... mi jefe es un idiota, dijo que me considere afortunada qué no tolera errores —Paula me observó con sus ojos muy abiertos, se puso nerviosa, pero yo seguí hablando — como si el fuera perfecto, es solo un imbécil —finalicé. —¿Habla de mi señorita Colombo? —escuché una voz fuerte tras de mí. —¿Acaso hay otro imbécil por aquí? —hablé con enojo y giré, entonces me di cuenta de que había cometido un grave error, mi jefe me observaba con sus ojos llenos de furia. «Yo y mi bocota»
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