Gina despertó con la luz de la mañana filtrándose a través de las cortinas, como una bofetada suave y persistente. Tenía los ojos hinchados y la garganta reseca. Gerald no estaba en la habitación, ojala ya hubiera vuelto a la oficina. April aún dormía en la habitación de invitados. El silencio era tan denso que dolía.
Quería hablar con April. Lo necesitaba. Tenía la certeza de que ella, entre todas las personas del mundo, podría comprenderla. No solo porque era su amiga, sino porque había sobrevivido a algo parecido. A un hombre que quizás era mucho peor que Gerald, asi que esperaba que ella tuviera las respuestas. Pero las palabras se le atoraban en la garganta, como si confesar lo vivido significara aceptar que lo había permitido.
¿Y cómo explicarlo?
¿Quién iba a entender que una muje
