Capitulo 1

4349 Words
— Annie, Annie Marie Parker, ya vamos a cerrar — — Lo sé, pero alguien debe hacer lo que no hace Marcus — Suelto risueña, como ya oyeron, ese es mi nombre, pero lo dejaremos en Annie, la franela se restriega fuertemente contra la pequeña mesa de madera hecha para dos personas, así es, trabajo en este pequeño restaurante, Yumma’s, la cariñosa mujer de raíces africanas de tez negra, obesa, cabello cano, voz gruesa, pero de mirada dulce a quien llamo de cariño tía Yumma me conoce de toda la vida; al darle mi respuesta ríe negando con la cabeza. — Marcus, eres un holgazán de primera chico — Suelta dirigiéndose al chico rubio de ojos verde claro y cuerpo atlético, sin lugar a dudas, físicamente, Marcus es un bombón y por el contrario yo soy una sopa de escaso un metro y sesenta centímetros, morena de cabello y ojos marrón, pero por lo menos no tengo su cerebro de hormiga; nos conocimos en el jardín de niños, aún recuerdo que lo he defendido más veces de las que él a mí, lo quiero, es un gran amigo cuando se lo propone. — Señora, Annie es una obsesiva del trabajo, mire los ojos de loca que pone al limpiar esa mesa— — ¡Marcus! — Llamo su atención fulminándolo con la mirada, él solo explota a carcajadas mientras tía Yumma lo sigue con una risita picaresca, inflo mis mejillas molesta y acomodo el escurridizo mechón de cabello que siempre se suelta de mi coleta, pero el muy sin vergüenza se escapa de nuevo de su lugar cayendo sobre mi nariz provocando que haga bizcos, resoplo, suelto la franela y desato mi delantal — Odio mi cabello — — Es muy bonito — Señala tía Yumma acomodando mi mechón detrás de la oreja — Siempre quise tenerlo ondulado — Noto como Marcus rueda los ojos, seguro saldrá con una idiotez — Mujeres, las lacias quieren ser rizadas y viceversa, ¿Quién diablos logra entenderlas?, son tan complicadas — Murmura apenas, pero si algo me reconozco es mi buen oído, ahora soy yo quien pone los ojos en blanco y respondo — Creo que alguien debe cerrar la boca cuando son pláticas de mujeres— — Así déjalo querida, ya sabes cómo es de ocurrente este muchacho, anden, vayan a casa, pasan de las nueve y tu madre seguro espera— Al mencionar a mi madre, la piel de mi nuca se eriza, al contrario de las chicas de mi edad que viven sus gloriosos meses restantes de universidad en fiestas de fraternidad, embriagándose hasta el cansancio, acostándose con chicos que al día siguiente no reconocen, yo vivo la desgracia de amanecer viva cada mañana, mi madre es un ser excepcional, pero día con día ruego al cielo, a ese ser supremo que según he leído, nos ve desde arriba que me dé la fortaleza para seguir adelante y sobrellevar la enfermedad de mamá; desde la muerte trágica de mi padre mientras estaba de voluntario en los bomberos en las labores de rescate del huracán Katrina, mi madre desarrollo esclerosis múltiple, los médicos no se explican muy bien su caso, yo solo agradezco que ha sido un largo proceso y que hasta hace apenas un año tiene que depender de mí en todo sentido, recordar el verla ahí parada aplaudiendo cuando recibí mi diploma de la secundaria y ahora la veré si es que se le permite llegar con vida, sentada en una silla de ruedas con aquella mirada triste al no poder según ella darme lo que me merezco. Suspiro sonoramente, Marcus me toma por los hombros sacándome de mis pensamientos y su mano se cuela bajo mi mentón obligándome a mirar sus espectaculares ojos verdes. — Oye, tranquila ¿sí? Sabes que no estás sola en esto— A eso me refería con ser un gran amigo, no soy despistada, sé que siempre le he gustado, incluso puedo decir que me dio mi primer beso, pero no pasó de ser solo un beso entre unos adolescentes confundidos por las hormonas, siempre será solo Marcus. — Gracias — Respondo mientras trato de modular mi voz, se limita a sonreír — Ya vendrán tiempos mejores mi niña, no debes estar triste, se fuerte como tu padre, Jonathan siempre solía cantar esa canción ¿Cómo se llamaba? La cantaba Louis Armstrong — — What a wonderful world, ya está anciana señora, creo que el Alzheimer hará de las suyas— Suelta Marcus y al fin río, mientras tía Yumma le suelta un manotazo sobre su hombro; cierto, papá solía cantar esa canción, incluso cuando mi bicicleta se estropeo me hizo sonreír al tocar el ukulele para mi mientras cantaba, viejos tiempos, lo extraño, aunque me parece increíble que prefería que le llamran Greg a Jonathan, solía molestarse con ese nombre, pero a tía Yumma no era capaz de decirle que no lo llamara así. — Vamos, tía Yumma tiene razón, mamá me espera en casa — Ella sonríe, sabe que los pocos momentos de felicidad son los que trato de atesorar lo mejor posible y con ello me refiero a darle buena cara al mal tiempo, aunque me esté derrumbando por dentro. — Salúdame a Emma, dile que iré a jugar canasta este sábado — — Si tía, vamos idiota, es tarde — — ¡oye! No me llames así — Tomo su mano y tiro de él hasta salir del pequeño establecimiento — Eres tan niño — — Y a ti la feminidad te florece, dicen que las niñas se convierten en flores, pero sin lugar a dudas tu eres un cactus — Frunzo el ceño, que sea un poco ruda no significa que no tenga sentimientos o lado femenino, pero estaremos de acuerdo que no me dejo engañar por las princesas de Disney, no espero a ese príncipe azul con brillante armadura y porte varonil, ni tampoco me convertiré en esa chica cursi que tira miel con cada palabra y supura amor por los poros, mi vida no es del todo la mejor y he tenido que valerme por mí misma por un tiempo como para entender que debo cuidarme de los idiotas. — y aun así te sigo gustando — Sus mejillas se sonrojan y sonrío divertida — no debes de sacar los trapos al sol, sabes que me gustas desde la secundaria y somos adultos, lo que no entiendo es por qué me rechazas de esa forma tan cruel — — Marcus… — Suspiro mientras no paro de caminar, mi casa está cerca, así que pronto me zafaré de esta — vamos a ver una película, ¿te parece? — — ¿Me estás invitando a salir? — — solo un tonto responde con otra pregunta, quiero que evitemos el molesto tema, sabes que me haces sentir un tanto incomoda, salgamos esta semana, claro, después del trabajo — — Checaré la cartelera— Nos detenemos en la entrada de mi casa, alzo la mano y niego con mi dedo índice — Olvídalo, yo la escogeré, tus gustos son demasiado cursis— — y los tuyos son tan… machos — — ¿Quieres la cita? — — obvio que si — — Entonces yo escogeré la película, no hay opción— Alza sus manos en señal de derrota y ese pequeño triunfo queda en mi memoria, quizás es tiempo de que le dé una oportunidad a Marcus, ya es hora de salir de este cascarón y ser más yo — Entonces, tú me dices el día, Annie en serio, solo piénsalo— Y yo que tontamente me esfuerzo por evadir el tema y él que lo saca a relucir, Marcus no es ese tipo de chico con el que yo quiera tener una relación amorosa, no lo niego, incluso he tratado de imaginar una escena romántica o s****l entre él y yo, aunque no estoy muy segura en el plano s****l por mi falta de experiencia, ¿Qué esperaban de una virgen?, pero no se me da esa visión, yo con Marcus, creo que es imposible; Suelto una pesada respiración, no quiero ilusionarlo, pero estoy cansada y creo que ya no podré evadir el tema de otra forma — Lo pensaré, pero en verdad Marcus yo… — — No digas más, solo déjame estar cerca — — Buenas noches, nos vemos mañana — Sé acerca y besa mi mejilla, yo solo me quedo inmóvil mientras él se aleja, niego con la cabeza y abro la puerta de la casa — Mamá, ya estoy en casa — Digo en voz alta mientras aseguro la entrada, me encamino por el pequeño pasillo y giro hacia el living, justo ahí en la silla de ruedas, cabizbaja, se encuentra ella — ¿Cómo estuvo tu día? — Pregunta con la mirada perdida, me acerco a ella y poniéndome en cuclillas tomo su mano — Bien, algo cansada y Marcus… — — es un buen chico, deberían salir — — sabes que no es mi tipo — Respondo fría, últimamente parece que se confabulan en mi contra, no me atrae Marcus — No quiero que te quedes sola cuando sea mi partida, él puede cuidarte — — Puedo cuidarme sola, en verdad no quiero hablar del tema, ¿Tomaste tu medicina? — Escucho como suelta una pesada respiración, la he fastidiado, pero mi vida ya es demasiado complicada como para prestar atención al tema de los chicos, aunque el ser virgen a los veintiuno me convierta en un ser mitológico como el monstruo del lago Ness — Si, Caroline me las dio, es una buena chica, me alegra que tengas una amiga tan atenta — — veré si le compro un obsequio, se lo merece, me ha ayudado bastante — De pronto un sollozo sale de lo profundo de su garganta, frunzo el ceño, algo anda mal, la miro a los ojos, su mirada sigue perdida y un tanto nublada, ¡demonios! No puede ser — Mamá, mírame — No logro disfrazar mi tono de desesperación, tengo miedo, aunque sabía de primera que esto era inevitable — No puedo — Dice en un sollozo, siento como si mi corazón se rompiera en pedazos, está empeorando — ¿Desde cuándo no puedes ver? — Pregunto tratando de guardar la calma, noto como ella se altera cada vez más y más, esto se pondrá feo — Desde que saliste en la mañana— — ¿y porque no dijiste nada? Mamá esto es serio y lo sabes, debes decirme todo — — ¡basta! Ya basta, estoy cansada, soy una maldita carga, un lastre para tu futuro, solo quiero morir y desaparecer de tu vida, ¿Cómo crees que me siento siendo tan inútil? Yo debo apoyarte, mantenerte y no puedo ni siquiera ir al baño sola — Grita alterada, me pongo de pie y suelto sus temblorosas manos — Estas muy alterada, te traeré tus pastillas — — ¡ya no quiero esa porquería! Ya me cansé, déjame morir por favor — Suelta el llanto y esta es de las veces que me rompe el corazón, desde que nos enteramos de su enfermedad, me prometí no llorar, he sido fuerte todos estos años, pero ya me encuentro al borde, es muy complicado y aunque sé que de un momento a otro puede morir, no me gusta imaginarme esa escena; me encamino a la cocina, del gabinete de la esquina saco el frasco de calmantes y tomo una píldora, tomo un vaso limpio del escurridor y sirvo un poco de agua, vuelvo al living y me pongo frente a ella que se encuentra echa un manojo de nervios y llanto — tómala por mí, por favor, mañana iremos al hospital y todo estará bien— — Perdóname — Dice en voz quebrada, en su mano coloco la píldora, veo como torpemente la lleva a su boca así que decido ayudarle con el vaso con agua — ¿Ya cenaste? — — Solo un poco de cereal, no tengo hambre, pero Caroline fue muy insistente — — muy bien, es hora de ir a la cama — Dejo el vaso en la mesa central, empujo la silla de ruedas por el pasillo y me encamino hacia la habitación principal, abro la puerta y nos adentramos en ella — Puedo acostarme sola — Suelta testaruda, yo solo pongo los ojos en blanco, aun alterada no se le quita su terquedad — mamá levanta los brazos por encima de tu cabeza — Noto como la tristeza la embarga, lo intenta, pero el brazo izquierdo ni siquiera lo mueve mientras que el derecho solo lo mueve hasta la altura de su nariz y con mucho esfuerzo — estoy empeorando — — vas a estar bien, lo prometo, mañana iremos al hospital — Lágrimas silenciosas salen de mis ojos, con esfuerzo la ayudo a pasarse a la cama, una vez arropada prendo el walkie talkie que se encuentra en el buró, bueno realmente es un monitor para bebés, hace unos meses tuve que adquirirlo después de que mamá se estuviera ahogando dormida — Buenas noches mamá — — descansa Annie — Apago las luces de su habitación, me encamino a la mía y al entrar lo único que hago es dejarme caer sobre la cama, estoy cansada, estoy preocupada y creo que ha llegado la hora de resignarse a lo peor, ella morirá y pronto, más lágrimas caen y en la obscuridad de mi habitación un mar de lágrimas fluyen, me siento sola, aunque tengo buenos amigos me siento devastada, necesito un apoyo, ahora entiendo a lo que se refería mamá al quererme dejar con Marcus, por más cursi que fuese, el estar con él me confortaría, quizás eso que hacen las parejas de dormir juntos, abrazarse y besarse pueda funcionar en los momentos difíciles; mi móvil suena con una notificación, un mensaje de texto, lo abro y leo las breves líneas — No quiero ser un idiota y que te alejes de mí por ello, metí la pata con el tema, prometo seguir como tu amigo hasta que tú digas querer algo más, te quiero, tonta, descansa — Marcus y sus mensajes, ¿será acaso una señal divina para intentar algo con él?, no lo sé, pero en estos momentos desearía encontrar a ese alguien que me haga sentir especial y sobre todo amada. ****** ****** —Emma Parker, Señora Emma Parker— Llama la enfermera sosteniendo la lista de los pacientes, es de mañana, un muy nublado martes en Nueva Orleans, casi no pude dormir por la preocupación, mamá estuvo tosiendo mucho, creo que esto en verdad es serio y estoy más nerviosa que nunca, desde la muerte de papá me he hecho la fuerte pero ahora estoy en mi límite; tomo la silla de ruedas donde se encuentra mi madre y la encamino por el pasillo hasta llegar al dichoso consultorio, la enfermera, una mujer entrada en sus cuarentas de rasgos asiáticos, me observa seria y dice —El Doctor Benson las espera, pasen— Abre la puerta del consultorio permitiéndonos el acceso, la pequeña habitación blanca de escasos cuatro por cuatro metros tiene solo un paisaje colgado en una de sus pulcras paredes, una ventana con persianas color marrón, una camilla para revisión, un pequeño librero, un mueble de madera donde se posan algunos instrumentos y el escritorio de madera rojiza, justo sentado en la silla detrás de este, el famoso doctor Benson, un hombre mayor de estatura media, cabello cano, nariz aguileña y tez blanca; su mirada calculadora pasa de mi madre a mí en un abrir y cerrar de ojos —Buenos días Señora Parker, Annie— —Buen día doc.— Respondo con familiaridad, él se limita a asentir y mira de nuevo a mamá —Toma asiento niña, y dígame señora Parker ¿cómo se encuentra usted hoy? — Un nudo me cierra la garganta, mamá niega con la cabeza, trago en seco y tratando de que las palabras salgan con claridad de mi garganta solo atino a decir — Está afónica doctor, es por ello que no habla y ayer… — Suelto una pesada respiración y continuo — Ayer perdió la visión — Este frunce el ceño, toma la pequeña lamparilla en forma de bolígrafo que estaba sobre su escritorio y se acerca a mamá — Revisaré tus ojos Emma — Ella asiente y abre los ojos, esa mirada perdida me hace estremecer, él la revisa detenidamente mientras niega con su cabeza, me hace una seña y nos alejamos de mi madre para después decirme en voz baja — Annie, no me gusta ser portador de tan malas noticias, pero tu madre tiene un daño irreversible en la vista, es parte de su enfermedad— — Doc, ¿Cuánto tiempo? — Respira profundo y parece tratar de interpretar mi lenguaje corporal, se acomoda las gafas y dice — debemos ingresarla de inmediato, hacer pruebas y determinar el porqué de la evolución tan rápida de la enfermedad, Annie, debes ser fuerte, niña, esto puede ocurrir en unas horas, días o semanas, te lo aclaré en la última visita — — lo entiendo, haga lo que tenga que hacer — Él me da una palmada en el hombro y sale del consultorio, nuevamente me acerco a mamá — Te ingresarán para hacerte un chequeo de rutina, no te preocupes, estarás bien, no me iré de tu lado, solo debemos ser fuertes las dos ¿ok? — Ella asiente, las enfermeras entran y sonriéndome se llevan a mamá, el doctor Benson se sienta de nuevo tras su escritorio y me señala la silla al frente, tomo asiento y trago en seco — su afonía es el aviso de una pérdida de voz, tu madre quedará muda, ya no ve, si te pedí su ingreso, Annie, es porque es demasiado el peso que llevas, necesita de cuidados intensivos, esta es la fase donde la esclerosis te postra a un estado vegetativo y basado en el tiempo que tengo tratando este tipo de problemas, el desgaste de la familia del paciente es bastante, tú no puedes encargarte de ella ya, no podré salvarla, su enfermedad no tiene una cura, pero puedo salvarte a ti de alguna enfermedad generada por este tipo de estrés — —Entonces, ¿Ya no hay nada por hacer? — — lo siento Annie, esto es todo, es solo cuestión de esperar y pedir a dios porque no la haga sufrir más aun — —Mi madre me dijo que le quedaba poco tiempo— Respondo mientras un escalofrío recorre mi columna haciéndome estremecer y las molestas lágrimas que ya no pueden ser contenidas escapan de mis ojos —En verdad lo lamento Annie— Suelta con un tono compasivo mientras una de sus manos rodea las mías dando un leve apretón, solo logro suspirar, unos segundos después me limpio las lágrimas —Creo que iré a ver a mamá— —ya comenzarán a hacerle los estudios correspondientes, la podrás ver poco tiempo antes de que la lleven a toma de muestras— —Está bien— —Deberías ir a descansar Annie, cualquier cosa te será notificada— —Lo siento doc., no puedo, prometí quedarme hasta el final— —Eres una chica fuerte— Doy una sonrisa triste, siempre he fingido fortaleza, aunque realmente me esté derrumbando, me levanto de mi asiento saliendo del consultorio, me dirijo por los pasillos que se me hacen más largos de lo normal, es de esos momentos en los cuales me gustaría cerrar los ojos y dejar que los momentos pasen y al abrirlos que todo esté hecho, al llegar a la habitación abro la puerta, ahí esta ella, recostada en la cama de hospital rodeada de indicadores y monitores, y ese molesto bip —Hola mamá, ya estoy aquí— Ella trata de buscar mi cara, pero no puede verme, eso me rompe el corazón, suelto un sonoro suspiro —Mamá, siempre te voy a amar, siento mucho haberte gritado ayer, solo quería que entendieras que te hacía daño— Ella apenas logra mover su cabeza asintiendo, ¡Mierda! Ahora si me quedaré sola, debo aceptar la idea de llegar a una casa vacía —Mamá, tú tenías razón, queda poco tiempo, pero estaremos juntas hasta el final, estaré al pie del cañón como siempre lo he estado— Con cuidado de no quitar los sensores que lleva puestos la abrazo, recuerdo cuando era niña y algo me asustaba, ella me abrazaba tal como yo lo estoy haciendo ahora con ella —Mamá pronto descansarás, serás libre de esta maldita prisión lo prometo— No logro contener mi tristeza, es difícil despedirse del ser al que amas, es toda la familia que me queda, las lágrimas corren por el rostro de ambas —No llores mami— Suelto tontamente mientras trato de limpiar sus mejillas con mis pulgares, pero un gran bip se escucha en uno de los monitores, empiezo a temblar sosteniendo su rostro con mis manos —¡Mamá! — Grito fuertemente al ver ese rostro vacío, el equipo médico entra a la habitación, una enfermera me toma del brazo mientras el doctor y los demás enfermeros luchar por reanimarla —Sal de aquí Annie— Órdena la enfermera, yo intento forcejear —¡No! Tengo que estar a su lado, lo prometí— —Annie, lo siento mucho— Dice el doctór negando con la cabeza, esas palabras resuenan en mi mente como una bola de demolición contra la pared, me he quedado sola, mis piernas flaquean cayendo de rodillas contra el suelo, las lágrimas salen sin control entre sollozos, mientras la enfermera en un acto de compasión me abraza —Mamá— Sollozo de nuevo, mientras logro ver como el doctor hace anotaciones y el equipo médico comienza a retirar los sensores del cuerpo de mamá —¿hora de muerte? — El doctor mira el reloj de su muñeca, esa pregunta me hela la sangre, cuando papá murió todo fue difícil, pero fue tan repentino que no se compara con el dolor de perder a mamá —Once treinta de la mañana— Suspiro profundamente, la enfermera me mira con preocupación, yo estoy confundida, creo que es esa etapa del duelo en la que no puedes creer que ya haya partido, me trato de levantar con ayuda de la enfermera que me devuelve una triste sonrisa, acomoda los mechones de mi rebelde cabello detrás de mis orejas —No tengo idea de lo que haré ahora— —Tranquila Annie, debes ser fuerte, ella lo hubiera querido así— —Ya se fue— —Pareciera dormida, se fue rápido sin sufrir más— ****** ****** La casa comienza a llenarse de personas, vecinos, mis amigos, tía Yumma, compañeros y profesores de la universidad, yo me siento perdida, la verdad no sé qué hubiera hecho sin Caroline y sus padres, no tenía idea de cómo organizar un funeral —Annie, debes comer algo— Sonrío tristemente mientras no logro separarme del ataúd de mamá —No tengo hambre tía Yumma— —Mi niña, sé que es difícil, pero si no comes enfermarás— Suelta con tono de preocupación, su mirada suplicante espera que le diga que sí, pero no puedo mentirle —En verdad, no tengo hambre, prometo comer algo más tarde— Solo suelta una pesada respiración, me imagino comprende la situación —Está bien Annie, pero sabes que estamos contigo, Marcus llegará pronto— Veo como se aleja y a su vez mis vecinos y compañeros se acercan uno a uno a darme el pésame, espero no verme muy fría, pero a pesar de que me dolerá su ausencia, debo admitir que la liberación es bastante grande, tanto para ella como para mí. —Annie, ¡oh Annie! — Llega Marcus rápidamente frente a mí, me estrecha entre sus brazos y le correspondo, inhalo su aroma y suelto un fuerte sollozo, tiemblo entre sus brazos dejándome llevar por el llanto, jamás había llorado así en público, él se limita a acariciar mi cabeza tratando de calmar mi temblorina, pero la avalancha de sentimientos es horrible —Tranquila Annie, ya pasó lo feo, ahora ella está descansando, yo estoy contigo y no te dejaré, te voy a cuidar, Annie, ya fuiste lo suficientemente fuerte para lidiar con esto, lo hiciste bien, aunque si llegó la hora es porque quizás un estado vegetal no lo hubieras soportado— Al escuchar esa última oración, los vellos de mi nuca se erizan, tiene razón, un estado vegetal hubiera sido de lo peor para ambas, así que solo logro negar con la cabeza por imaginar la idea y él pone sus manos en mis mejillas acunando mi rostro haciendo que lo mire —Eso es Annie, tu no soportarías verla así y ella estaría aún más triste de darse cuenta de tu sufrimiento, tú eres una chica fuerte, siempre me lo has demostrado Annie, ahora hay que salir adelante nena— —Pe-pero e-estoy so-sola— Respondo hipando —No es cierto, estoy contigo Annie, también esta Caroline y la señora Johnson, todos los presentes te aprecian, pequeña, sobre todo yo, te quiero muchísimo — Me aferro a su chaqueta con fuerza y con tono de súplica logro articular —No te alejes— —No lo haré Annie, somos el dúo perfecto ¿no crees? Además, si me voy ¿quién me escogerá las películas en el cine?, tengo horrendos gustos con ellas— Responde separándose un poco y sin soltar mis mejillas me acaricia con sus pulgares, su sonrisa me hace sentir mejor, se acerca a mi frente depositando un suave beso —Gracias Marcus— —No agradezcas niña, anda vamos a la cocina, te prepararé algo de comer, la señora Johnson ya me dijo que no has probado bocado— —Pero no tengo hambre— —Te haré de comer y te alimentaré como bebé de ser necesario, pero no te dejaré caer, Annie, quizás no es el momento, pero, te amo—  
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