Prologo

665 Words
Hace mucho tiempo, en las profundidades obscuras del universo existió un príncipe llamado… — ¡Asmodeo! Te órdeno que me escuches— La voz chillona y molesta que escucho a mis espaldas me hace rabiar; no entiendo el porqué de su comportamiento, es tan… humano, bueno, ella fue humana, pero yo no siento nada por ella, aun no sé por qué mi hermano me condenó a estar con ella el resto de la eternidad, Astaroth es un suertudo, no tuvo que aguantarla lo suficiente, ¡yo llevo siglos!, tiene suerte de que no le haya arrancado la cabeza antes; ¿Quién es ella para hablarme de esa manera? Yo soy el príncipe Asmodeo, yo gobierno mi círculo, nadie me dirá que debo o no hacer; Me giro en mis talones y miro a aquella mujer frente a mí que se encuentra de brazos cruzados, su esbelta figura pálida, largo cabello rizado y rojizo de ojos ambarinos podría atraer a cualquier hombre, es una buena herramienta para hacer caer a los mortales, es como la lujuria hecha mujer, pero, no es lo suficientemente buena para mí. — ¿A quién crees que le hablas? ¿A un esbirro cualquiera? ¿Tu sirviente?, no eres nada Lilith, jamás has sido o significado algo para mí— Sus ojos responden a un impulso simplemente humano, se llenan de lágrimas, eso me hace dar una sonrisa de medio lado, es una satisfacción provocarle el sufrimiento, más considerando que me ha desgraciado mi eternidad. — Eres cruel Asmodeo, creo que te he dado mejores momentos que cualquier amante que hubieses tenido, ¿porqué no solo me haces tú reina? — Contoneándose al caminar se acerca a mí, es suave y cautelosa, sabe que no caigo con facilidad, pero creo que no ha entendido mi mensaje, no es nada; se pone a mis espaldas y sus delicadas manos bajan por mis hombros cubiertos por la fina tela de algo llamado camisa, sube sus dedos lentamente por el costado de mi cuello y acaricia mis labios, por el rabillo del ojo miro como se muerde el labio, cree que me seduce cuando en realidad es ella la que se rinde ante mí; Un gemido escapa de lo profundo de su garganta y yo exploto en una sonora carcajada mientras me alejo de ella. — ¿En serio? ¿Me crees tan imbécil como para caer en tus trucos? Serás la dama de los vampiros, la única y original reina de los condenados a vagar por la obscuridad sedientos de sangre, pero jamás serás mi reina — — ¡Vas a pagar por tus humillaciones, Asmodeo! Tú eres príncipe por mí— Suelta con tono iracundo, pero eso me hace estallar, la tomo ágilmente por el cuello y mis garras comienzan a clavarse en su piel — Escúchame bien, maldita, mi rango en el infierno me lo otorgaron al redimirse el idiota de Astaroth, no debo darte explicaciones y sin embargo en este momento estoy teniendo un poco de consideraciones contigo, tengo mis planes y no te involucran a ti, así tenga que encadenarte junto a Lucifer, juro que no podrás seguirme— Su mirada se enciende y ese ceño fruncido me reta, como desearía cortarle la maldita cabeza, si no fuera porque no tengo ni la menor idea de qué hacer con los vampiros la mataría — ¡Miserable! — Suelta entre dientes, la suelto y esta cae estrepitosamente al suelo de culo, camino hacia las puertas de mi harén y al abrirlas contemplo horrorizado la escena, todas ellas, mis mujeres, muertas, desmembradas, empaladas; el olor a sangre se mezcla en mis fosas nasales despertando la ira de este demonio, mis manos se apuñan encajándose mis garras en las palmas hiriéndolas, comienzo a negar con la cabeza, la energía comienza a fluir a una velocidad sorprendente, solo ella puede provocar mi ira y con un grito atronador suelto — ¡Lilith! — Al mismo tiempo que decido desaparecer de ese obscuro lugar.
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