Cosas De Mayores

1055 Words
Narrado Tom No era el más mayares del lugar, Ian era más mayor que yo pero la cosa es que soy el que tiene todas las responsabilidades, no se como llegamos a ello pero las cosas son así, siempre entendía la responsabilidad que venía con no tener padres, pero lo más duro fue comprender desde muy niño que  los niños que entraban por estas puerta éramos diferentes por lo que no iba a ser fácil que nos adoptaran, ya nos separaban según vieran nuestros orígenes, la gente que adoptaba era buena, no voy a negarlo, eran gente de gran corazón, pero no querían cualquier cosa, claramente si podían elegir, iban a elegir cosas que encajaran con sus planes de vida, tontos no eran. Fui a la oficina de la señora Martin y llame a la puerta. —Pase—dijo sin dudarlo, entre. El despacho de la señora Martin al igual que todo el orfanato era un sitio lleno de luz, un sitio con color y alegría, ella, la señora Martin siempre intentaba ser alegre por nosotros pero hoy estaba demasiado triste. —Hola—le salude. La señora Martin me miro sonriendo, me senté en una se las sillas del despacho. —No hay nada que podamos hacer para solucionar las cosas—me dijo. Le mire sorprendido. —Seguro que si hay algo—le dije. La señora Martin me miro. —Es el segundo recurso que hago, solo me queda uno y mi abogado no me recomienda que lo use—me explico. Le mire. —¿Ha habido otras dos resoluciones?—le pregunte sorprendido. Me sorprendida que no me lo hubiera comentado, yo era quien ayudaba con todo el papeleo en la casa, quien se encargaba de solucionar todos los problemas y que no me contaran sobre el mayor problema era alarmante. —No me importa si se quiere quedar con lo que quiera, con mis cuadros, con el perro con lo que sea pero lo único que quería para mi es este lugar—me comento. La mire. Sabía la importancia que tenía el orfanato para la señora Martin, ella no podía tener hijos por lo que tenernos a nosotros era como ese sueño que tenía de tener una familia. —Seguro que podemos convencerle—le dije. La señora Martin me miro. —No—me dijo y le mire impresionado—En la primera opción me daba la oportunidad de compartir el orfanato, me pareció ridículo, jamás ha estado aquí, no tiene derecho a venir y querer hacer como que es el dueño del lugar—me dijo. Le mire. —Pensé que la anualidad matrimonial sería más sencillo—me queje. La señora Martin me miro. —Y yo, pensé que David sería más amable, nos amamos, al menos en algún momento lo hicimos y que haga esto solo me hace daño, demasiado, no comprendo porque quería jugar así conmigo—se quejo y la mire—En la segunda opción, el se quiere quedar con todo o sino que le de la mitad del valor de la casa—se quejo. Le mire. —No pensaba que podía ser tan cabrón—me queje . La señora Martin me miro impresionada. —Esa boca—me aviso y la mire. —¿Podemos pedir un préstamo al banco o pedir ayudas?—le pregunte, ella me miro sin decir nada—Esta casa la compro cuando el se fue por lo que no es algo de los dos, es suyo—recordé. La señora Martin me miro- —Estábamos casados legalmente, no teníamos nada que separe lo que él tiene de lo que yo tengo—me aviso. La mire. —¿Y lo del préstamo?—le pregunte. —No me lo aceptan—me dijo y la mire impresionada—He intentado que me den un préstamo para reparar la cristalera pero nada, no tengo ingresos suficientes—comento. Le mire. —¿Y un aval?—le pregunte. La señora Martin me miro sorprendido. —Lees demasiado—me aviso. La mire. —Solo quiero evitar que cierren mi casa, este es el único lugar en el que nos sentimos en casa, donde los niños están bien, no nos lo pueden quitar—me queje, mire a la señora Martin. —Yo tampoco quiero que os hagan daño, habéis sufrido demasiado—me dijo. La mire. —Algo podremos hacer—me queje. La señora Martin se acerco a unos archivos. — La casa esta valorada en millón y medio, por eso de ser un edificio antiguo y demás—me dijo y la mire—Le tengo que dar setecientos cincuenta mil dólares—me dijo. —¿Lo vas a aceptar?—le pregunte sorprendida. —Si, no me queda otra opción—me dijo y la mire impresionada. —Quéjate, nosotros testificaremos que no nos ha cuidado nunca—me queje. La señora Martin me miro. —No—me dijo y la mire impresionada—No voy a haceros pasar por esto, no quiero que sufra más gente de lo necesario—me dijo y la mire. —¿Cuándo le tienes que dar el dinero?—le pregunte. La señora Martin me miro. —Tengo un plazo de 60 días laborables—me dijo. —¿Cuánto tiene?—le pregunte. La señora Martin me miro sorprendida, se que no era mi asunto pero pensaba ayudarla en todo lo que pudiera. —Tendré guardado de las donaciones doscientos mil pero eso es para compraros ropa a vosotros y cosas para el nuevo curso—dijo. La mire. —Usted de momento no compre nada, ni ponga la casa en venta, algo se nos va ocurrir—le dije y ella me miro. —Tomas, no te hagas ilusiones—me aviso. —No me estoy haciendo ilusiones pero no voy a irme sin luchar—aclare y la señora Martin me miro—Es lo que usted siempre nos dice, venimos luchando y debemos seguir luchando, eso haremos, luchar por mantener nuestro hogar—le dije. La señora Martin me miro con una sonrisa aunque no estaba para nada convencida del asunto, no me importaba, solo quería que pudiéramos conseguir las cosas, que lo intentaremos al menos.
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