Capítulo 6

2457 Words
Un día atrás. No voy a mentir, el alcohol a veces me gusta. Mi estado no es tan grave como para una congestión alcohólica, pero sí lo suficiente como para abrir la boca en cosas que sería mejor si callara. —No quiero ir contigo a ningún lado... —Borroso, vi a Jesse y vi también cómo él apoyó su mano en mi rodilla y la otra en el asiento. Parpadeé torpe y lentamente. Él se limitó a sonreír sin humor —No puedes ni siquiera caminar por tu propia cuenta. No era una opción — Murmuró sonriendo seriamente, negó con la cabeza, y aun con latente enojo, repuso: —Ojalá supieras lo que haces. —Acércate —Arrastré la palabra. Sin chistear, Jesse Darcy me obedeció —Bueno... pero un poquito más. Anda. —Susurré haciendo una seña con mi dedo índice y pulgar de un milímetro. — ¿Qué sucede? —Preguntó él alzando una ceja y a centímetros de mi boca, no sentí ni un poco de intimidación, ni siquiera porque no había notado lo grande que es su cabeza a comparación de la mía. —Quiero darte un beso... —Susurré a su oído. Lo juro, eso fue vomito verbal. Escuché por primera vez una ligera risilla tímida de su parte, es como… si no estuviera en este estado me reiría de su cohibida actitud, nada propia de él. —No esta noche Emma —Me sonrió tranquilamente, cerró la puerta de mi lado y corrió a la puerta del piloto. Me quedé cruzada en brazos, ¡Caray! Jamás le pedí a un muchacho por un beso, y por lo que se ve, no volveré a hacerlo nunca. Me quedé pensando bien en lo que dijo, como mi cerebro es lento cuando he bebido, dijo “esta noche”…Lo analicé con seriedad y luego ya de un par de minutos protesté: — ¿Entonces sí me darás un beso? —Sonreí y parpadeé hacia él, noté ligeramente el tono excesivamente arrastrado de mi voz. Sonreí ante el acto, aunque la verdad no tuvo ni un poco de gracia estar en ese estado. —De hecho, Emma. —Afirmó fríamente, como si en verdad estuviera seguro de ello —Yo ya te he besado, es solo que no lo sabes. –Concluyó. — ¿Qué? —Alcé una ceja, si no estuviera ebria, estaría saltando del auto en movimiento. — ¿Cuándo? Debió ser en... Algún sueño... Húmedo tuyo... —Debería dejar de hacer tantas afirmaciones tontas y saltar el auto como en una persecución de película de acción. —Es un problema que te haya dicho esto... —La preocupación en su timbre de voz provocó que frunciese el ceño, y él me acompañó en el gesto. — ¿Por qué no me dejas sola y ya? —Gruñí —Además ¿Cómo sabes dónde vivo? —Te llevé a tu casa Emma, de hecho esta misma tarde ¿Recuerdas? —Sonó divertido, ¡se está burlando de mí! Burlarse de un borracho, es como hacerlo de un enfermo. Está mal. — ¡Ah sí! —Me reí en voz alta —No sólo me dejaste sola, también mentiste. —Lo acusé entre dientes y aun riéndome, aunque sentí como poco a poco se bajó mi buen humor. —Sobre eso, Emma, lo siento —Frunció el ceño —Creí que era mejor así. Y es una completa tontería, debería terminar con esto ya. — ¿Qué era mejor? ¿Dejarme sola? –Pregunté viendo sus ojos, uno por uno. Pronto me corregí de mi error. — ¡Bueno! No literalmente....porque tengo a mi acosador personal —Rodé los ojos y eso me mareó. — ¿Acosador? —Me miró de reojo y pronto volvió su vista al frente apretando sus puños sobre el volante. —Sí. —Arrastré mi lengua como serpiente. Sonreí ante el acto —Tengo un acosador, o eso. ¿No sabías? —Sí, sí, Emma, me refiero a... ¿No lo recuerdas? —Susurró, y por primera vez noté sus ojos brumosos, como nublados por enojo. Ladeé la cabeza al darme cuenta de que él también ha tomado, sus ojos tienen un ligero tinte rojizo. —Sí, Darcy, porque lo sé y no se lo digo a la policía porque me cae bien mi acosador. —Me volví a reír. Bueno, creí que era obvio que no sé quién diantres es el que me acosa, pero dado el hecho de me lo preguntó, debe creer que yo sé algo. No sé nada, en realidad. —Si supiera dónde está ese infeliz. —Hizo puños con el volante aun ejerciendo más fuerza sobre él. —Lo asesinaría. —Eres un animal... —Parpadeé lentamente callándolo. Puse mi mano sobre su boca, y por un momento perdió el control. —No digas eso Sentí como mis ojos pesaron como anclas. Él me miró y alejó mi mano de su boca. —Sonaba mejor en mi imaginación, bonita. —Afirmó. —No quise sonar tan loco. —El problema es que no importa qué digas, siempre sonará loco simplemente porque eres Jesse Darcy. —Respondí con toda naturalidad. Él asintió con la cabeza escondiendo una sonrisa divertida. —Sin importar que tengas esa cara de príncipe, estás loco. Irremediablemente, absolutamente, definitivamente y alarmantemente loco… ¿Estoy divagando? — ¿Carita de príncipe? —Carita de príncipe, por supuesto. —Respondí. —Aún no decido si al príncipe Eric de la sirenita… O al de la bella y la bestia… Tienes un poco de ambos, ya sabes…por lo bestia. —Mis parpados se fueron haciendo más y más pesados. —Emma —Escuché en eco —Emma... — ¿Sí? —Dije casi inaudiblemente, bostecé y entrecerré los ojos, si ya de por sí era borroso para mí, ahora parece una pintura abstracta. — ¿Te dormirás? —Preguntó ya más bien como una afirmación, irritado. — ¿Problemas? —Pregunté —No, pero ¿confías en mí? —Asentí con la cabeza aunque no fue del todo cierto, él me asusta hasta el lugar más recóndito del planeta, pero mi estado de ebriedad me doy permiso de mentir. (...) —Bonita… —Escuché un susurro pero no contesté, estaba soñando que Jesse Darcy me llevaba a casa y... Esperen. ¿De quién es esta voz? —Emma, despierta.... — ¿Qué quieres? —abrí los ojos levemente, enfadada porque arruinó mi estado de coma. Uy, mal chiste. —No te muevas, sólo necesito que me digas ¿Hay alguna llave con la que pueda entrar? —Preguntó lentamente como si hablara con una niña de siete años. —Primero me... como un ladrillo, Jesse, antes de decirte donde está la llave para entrar a mi casa —Arrastré la palabra y casi pude verlo asentir con la cabeza. Salí del auto y busqué torpemente la llave, escuché que él salió detrás de mí.  Tras tropezar con mis propios pies y casi caer, Jesse me tomó. —Ven aquí —Murmuró y me alzó en brazos, sentí como si estuviésemos en la punta de un rascacielos, es tal vez porque estoy ebria, o porque él en realidad sí que es alto—No te pondrás así de nuevo. —pidió en voz baja. — ¿Cómo lo impedirás? —Murmuré parpadeando lentamente y él hizo una mueca al verme. —Creí que estabas dormida. —Susurró — ¿Dónde está tu habitación? —Cuestionó en voz baja. —Uhm.... Esa... —Susurré roncamente. Él se quedó parado a mitad de las escaleras, en silencio por breves segundos. —Sí Emma, vas bien... —Susurró como si fuese un secreto —Sólo que esta vez intenta ser un poco más específica. —Demonios, Darcy, sabes dónde está mi habitación—Abrí los ojos exasperada. —Esa —Señalé con mi dedo a la única habitación con puerta francesa. —Es una linda puerta —Murmuró y siguió caminando hasta llegar a mi habitación. Prendido la luz y me llevó a la cama, donde me senté. Me pregunto cómo demonios puede sostenerme y no lucir cansado o como si hiciera mucho esfuerzo. Con toda honestidad no soy esa clase de chicas a las cuales cualquier chico puede poner firmemente en sus brazos. Tampoco digo que soy rasputia ni nada, pero mi peso es el promedio. — ¿Estas bien? —Acarició mi cabello disimuladamente, como si no quisiera que yo me diese cuenta del acto. —Sí, estoy en orden. —Esta vez no pude evitar abrir los ojos para verlo con la tenue luz de mi lámpara. —Eres muy, muy, muy sexy Susurré como si fuese un pecado ser así —Pero soy demasiado orgullosa como para admitirlo Jesse Darcy. — ¿Y qué tendría de malo que lo dijeras? —Pidió saber esta vez quitándome los tacones. Suena inquieto, como esperando algo más de mí. —No lo sé. —Murmuré alzando mi vista a la de él. —Siempre han habido tantas personas detrás de ti... Quizá no siempre Ya no sé ni qué pensar. —él me miró estupefacto y luego dijo: —Me quieres volver loco. —Murmuró temblorosamente cuando finalmente terminó de quitarme estos pesados tacones. Luce afligido, y en cierto modo veo en él algo que vi antes, o algo que jamás vi. Inseguridad. — ¡Odio esta ropa! —Grité y él me puso la mano para que dejara de gritar. —No grites.... —Susurró —Si tus padres me ven aquí.... —Antes de que terminara lo interrumpí: —No tendría por qué ser así Jesse Darcy —Me burlé. —Mamá me mandó mensaje, irán con mi tía... La vecina está pendiente de la casa, es como mi guardián, realmente no sé por qué no ha venido a reclamar que te vayas... Se fueron con la tía esa. Tú sabes cuál, esa la de la verruga. ¿Sabes cuál? —Sí, sí —Me siguió la corriente. —La de la verruga —Se burló negando con la cabeza. —Bueno. Entonces no me esperaron —Rodé los ojos —En fin. Tengo casa sola hasta mañana, bueno, con la vecina Antonieta, básicamente no estoy sola, es muy chismosa. —Me pareció gracioso así que no dudé en reírme. —Eres una chica mucho más risueña ebria Emma. —Me sonrió —Así que está sola. —Susurró de nuevo como para sí mismo. — ¡Odio esta ropa! —Repetí con el ceño fruncido. — ¡Odio este vestido! —Emma, no lo hagas —Me miró suplicante —Emma, sólo deja que me vaya, y puedes haces... Tú sabes, lo que quieras. — ¡Ni pienses en dejarme sola! —Me levanté de la cama y caminé a zigzag a la puerta. —Emma yo...no sé qué decir. Siento que me aprovecho... ¡No! —El negó con la cabeza y me quité el vestido. Agradecí mentalmente el que sólo sea una pieza y no tenga que quitarme más. — ¿Lo ves? No es tan malo —Me acomodé el sostén rojo que tengo puesto y el soltó en una carcajada. Jesse Darcy cubrió su rostro con ambas manos aun muerto de risa. Me quedé confundida ante el acto. —Cuando recuerdes esto por la mañana querrás asesinarte a ti misma —Se burló —Pero bueno, ya basta de pretender. —Se acercó en paso firme a mí y de pronto dejé de sentirme valiente. — ¿Qué haces. ? —Susurré retrocediendo, tragué saliva, me cae mejor Jesse cuando se comporta vulnerable, no letal como se ve ahora mismo. — ¿Quieres besarme o no? —De pronto me quedé petrificada. Bueno, sí dije eso, pero. Creí que, ¿Qué creí? Sí era lo que quería, ahora luce como la cosa más espeluznante del mundo. —Y—yo, bueno Jesse...Yo... Fíjate que lo que pasa es que, no se va a poder porque las circunstancias lo limitan a que no se puede por lo que te acabo de explicar. Negué un poco con la cabeza y éste se quitó la playera, sonriéndome traviesamente. Abrí los ojos de par a par como un venado deslumbrado por las luces de un auto. — ¡¿Qué haces?! ¿Estás loco? —Grité asustada, pegando un grito de película de terror de los años ochenta. —Vamos —Me lanzó su playera, cosa que no caché y tuve que agacharme a recoger —Ponte esto. No me pasará nada de eso esta noche. —Yo... Bueno Es que yo—Susurré descolocada. —Póntelo antes de que me arrepienta y le haga caso a mis impulsos —Murmuró seriamente, sin mirarme. Primero creí que bromeaba. Pero al no ser así, no lo pensé ni un segundo en ponérmela, donde luce sorprendentemente más grande. — ¿Mejor? —Sí, Jesse... Gracias. —Susurré frotando mi brazo izquierdo con mano derecha, algo más tímida. —Bien Él volvió a acercarse, y principalmente a mí, tomó mejilla en su mano suavemente. No pude evitar notar un bulto creciente en la entrepierna de Darcy, mis mejillas acaloradas hicieron que los ojos del mismo viajaran a donde yo veía, y él se puso rojísimo. Quizá más que yo. Carajo, carajo, carajo. Quizá no hubiera sido tan notorio si no llevase esa pantalonera negra, pero ni siquiera supe cómo reaccionar cuando él siseó una maldición y se cubrió las partes con la mano. —Será mejor que me vaya. –Sonrió como si en su interior se negase a decir aquellas palabras. — ¡No! —Grité tomándolo dela pantalonera, aunque eso sólo empeoró las cosas un poco más, pero es que no tiene camisa en donde pueda jalarlo. ¡Caray, no tiene camisa! Su cuerpo sí está esculpido señoritas, sólo se los comento para que me envidien. — ¿Qué? ¿No quieres que me vaya pero aun así me temes? —Murmuró frunciendo el ceño en un timbre impasible. Me quedé pasmada ante su acusación —No sé a qué te refieres. Hablé fuerte como si estuviésemos en una pelea marital. —Estuve a nada de besarte Emma. —Se acercó a mí —Pero aparentemente me tienes miedo. — ¡Tú no me das miedo! —Susurré en un gritito. —No te tengo miedo. —Eso quisiera. —Dijo firmemente, en voz baja. —Nadie te teme Jess, tú eres bueno... —De pronto sentí que la borrachera bajaba un poco de mis venas, tanto para hablar más calmada. —Es porque soy un hipócrita —Habló con desprecio —Nadie me conoce realmente, saldrían huyendo de mí. Yo podría asesinar a alguien y no sentir remordimiento alguno. ¿Sabes por qué te estoy diciendo esto? Porque sé que no lo recordarás, porque de ese modo me aseguro que no vas a ningún lugar, sé que si te lo dijese sobria podrías correr de mí, así que soy un hipócrita que pretende ser bueno para ti. Si supieras lo capaz que soy de herir te alejarías de alguien tan letal. — ¿Lo has hecho? —Pregunte al instante y este me miró brevemente, no lo vi preocupado o enojado por mi pregunta imprudente. Más bien me vio tranquilo. —No he tenido la necesidad —Se giró sobre sus talones. — ¡Oye! ¡No te vayas! —Grité poniéndome de puntitas, por alguna razón que desconozco. — ¿Por qué quieres que me quede? —Pidió saber suavemente, pero conteniéndose de gritar o lanzar algo a la pared. —Tengo miedo a estar sola con él... —Susurré. —Quien quiera que sea, yo tengo miedo, Jesse, no quiero que me dejes sola. –Su mirada se enterneció por un segundo, pero aun así sostuvo su postura inflexible y seria —Emma… ¿Sabes? Tienes a tu vecina de enfrente. ¿Aun así quieres que me quede contigo? —Hizo una mueca. —Estarías sola conmigo. —Ya lo estoy. —Sonreí. Lo miré de pies a cabeza, sé que en cierto modo no le apetece quedarse, así que insistí de un modo en el que los dos saliésemos ganando. —Sólo hasta que me duerma, luego eres libre de mí. –Propuse. Él se quedó en silencio mirándome y me acosté en la cama que ahora luce mucho más cómoda de lo común. Éste se sentó al borde de esta y acarició suavemente la línea de mi pierna haciéndome sonrojar y provocando una sonrisa de su parte. — ¿Y si no quiero ser libre de ti? —Murmuró y todo se volvió borroso, de nuevo, indicándome que el sueño comenzó a ganar sobre mí...Me quedé dormida saboreando el arrebato de sus palabras.
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