Capítulo 5

3086 Words
Negué con la cabeza de nueva cuenta, sé que es rutina, y más que nada sé que es su trabajo... Pero ¿Puede culparme? ¿Seré la única paciente que no tiene capacidad de abrirse?, sin contar lo aburrido que se vuelve cada día un poco más.   Falta una hora para ir a la preparatoria, voy una hora al psicólogo, a las siete, y entro a las ocho veinte a la escuela, por lo que en realidad no es nada difícil con respecto a horarios, normalmente voy lunes, jueves y domingos con el mismo horario, a veces voy más días y veces menos, depende del progreso que vean en mí, que, por ahora, no ha sido demasiado.   —Entonces... ¿No hablaste con nadie? ¿Absolutamente nadie? —Preguntó Tobías nombre perteneciente a mi psicólogo, con los ojos entrecerrados como si no pudiese creerme.   —Por octava vez. No. —Por octava vez, mentí. Sé que no está bien, y que debería tener la mínima decencia de ser honesta con él, quien trata de ayudarme, pero por algún motivo, esa persona con la que hablé el día en el que todo se desmoronó, es mi pequeño secreto.   —Vamos Emma, es importante que intentes hacer memoria –Imploró. Su mentón está apuntándome casi acusatoriamente, y sus ojos claros no dejan de visitar los míos.   Jugué con mis dedos por unos momentos. ¿Le digo? ¿No le digo? Estoy en una horrible encrucijada, él podría hablar con las autoridades y entonces ellos se enterarían de que mentí en la sala de interrogaciones aquel día, pero también cabe la posibilidad de que pueda ayudarme a recordarlo todo. No sé si quiera recordar, en realidad. Alguien le hizo daño a mi hermana, y tal vez lo vi, y tal vez por eso no recuerdo nada de ese día. Esto me asusta más de lo que puedo controlar.   Al mirar de nuevo, Tobías tiene un rostro que personalmente me reconfortó, una mirada serena que me hace dudar de mí misma al momento de mentir, así que finalmente cedí:   —Recuerdo un rostro... —Hablé entre cortada —Verás… Él me pedía que me fuera... Que me echara a correr, y que él… y que él vendría por mí; sentí miedo de que no volviera por mí, y que me encontrara con... –Cerré los ojos.   —Sigue Emma, esto es importante —Murmuró con más interés y alzó su libreta. No pude evitar notar sus extraños zapatos color violeta, están desgastados y viejos. Más bien intenté distraerme con ello, a pesar de que sí es extraño.   —No quiero hablar de eso Tobías. –Lo llamé por su nombre de pila, tal como él lo sugirió el día en que nos conocimos. —... Me está quebrando la cabeza hacerme a la idea…De que todo eso sucedió. —Murmuré aun entrecortada, comencé a frotar mis rodillas con ambas manos, aun sentada frente a él.   Tobías hizo una mueca, apenado; después, una sensación de recelo en sus ojos de un momento a otro me hizo retroceder en mi propio asiento, y me miró fijamente.   — ¿Cómo era? —"¿Cómo era?" Esa señora, esa es la pregunta que me hago todos los días. "Cómo eres" Quisiera verle el rostro y pedirle por lo más sagrado que detenga esto ya. Ya he tenido suficiente.   —No puedo. Te lo juro Tobías.... —Fruncí el ceño frustrada. Intentando, e intentando ver su rostro en alguna imagen de mi cabeza, pero al parecer estoy en ceros.   —Bueno, bueno, suficiente de hacer memoria por hoy… Recordarás cuando tengas que hacerlo, pequeña. —Se apresuró en hablar. —Igual eso que me dijiste es un avance, y ayuda mucho. —Gracias. ¿Ya me puedo ir? —Casi fue una petición. Lo único que quiero es quedarme aquí, a decir verdad, sólo para no tenerle que ver la cara a Darcy, pero sé que es mejor si me voy, no quiero apresurarme a saberlo todo ahora, sé que no lo soportaría.   — ¿No quieres hablar de nada más? Es decir, Preguntó con calma, mientras miró su reloj de mano —Faltan como quince minutos para que la sesión acabe Emma.   —No, no, en realidad me gustaría irme a la escuela. —Mentira, mil veces mentira. En verdad no quiero ir.   —Aprovéchame. –Rió. —Anda, dime de tu día a día. ¿Has intentado tener diversión, como sugerí?   —Fui a una fiesta, si a eso te refieres. —Me encogí en el asiento, y él me miró expectante. — ¿qué?   — ¿No me dirás cómo la pasaste? —Me encogí a un más en mi asiento sintiendo mis mejillas ruborizarse.   —Pues. Te lo diría con todo gusto, pero temo admitir que no recuerdo muy bien lo que sucedió. —Él sonrió suavemente, comprendiendo por completo.   —Muy bien. Entendido, Emma. Me da gusto, que, aunque con lagunas mentales, te la hayas pasado bien. O esperemos que así haya sido. ¿Cierto? —Suspiré y me encogí en hombros.   —Bueno…Pues eso. De lo demás todo sigue igual. —Le dije. —De verdad que no hay novedades. —Cerré los ojos y apoyé mi cuello en el respaldo del diván sintiéndome agotada y con resaca, aún. —Quisiera irme… —Admití muy bajito, él puso atención a mis suplicas.   —Bien, esa es decisión tuya. —Se levantó y yo lo imité, hicimos un apretón de manos muy serio y elegante para mi gusto —Vas progresando...Estás en proceso, así que puede que sueñes un poco con retrocesos de esa noche, y es algo totalmente normal… —No. –Susurré. Lo miré, y se puso pálido ante mi semblante. Negué con la cabeza varias veces. —No quiero soñar eso —El pánico se filtró en mi voz, y en mis huesos. —No... ¡No por favor!   —Emma, Emma —Mi respiración se tornó entre cortada y artificial —Mírame —Pidió manteniendo la calma como pudo, tomando mis hombros con fuerza, zarandeándome, intentando conseguir una reacción en mí. —Emma, mírame a mí. –Sentí su voz como en eco, al pronunciar su última oración.   Respiré hondo un par de veces y finalmente miré primero su cabello caramelo que le llega apenas por arriba de los hombros, luego miré su barba apenas notable, y finalmente sus ojos agrandados por la impresión. Y me calmé, es joven, no le doy más de 27 años y tiene que lidiar con chicas problema como yo. Me sentí tan culpable.   —Perdón Murmuré avergonzada retrocediendo dos pasos, él carraspeó.   —No te disculpes... Tuviste un ataque de pánico, o lo que es previo a uno, es completamente entendible que eso suceda. —Murmuró seriamente fijando su ceño fruncido en su libreta de siempre —Lo importante ahora es que vayas a casa y descanses largo y tendido.   — ¿Casa? —Tobías miró su libreta un par de segundos con descuido, y de forma totalmente desinteresada volvió sus ojos a mí.   —Ah, sí. —Respondió con toda naturalidad. —No estás en condiciones de ir a estudiar hoy, no por cómo te pusiste cuando sólo mencioné el hecho de siquiera tener retrocesos de la noche en la que estamos trabajando para que recuerdes.   — ¡En serio! —Grité entusiasmada. Él me miró extrañado con una sonrisa de media luna, y asintiendo con la cabeza respondió en voz baja vacilante:   —Pues. sí. —Afirmó en voz gélida y no pude evitar saltar a abrazarlo como niña a santa en navidad.   — ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Eres tan genial! —Grité sintiendo que me vuelve el alma al cuerpo, di vueltas sin sentir reacción alguna de su parte por lo que lo solté. Me quedé algo avergonzada e incómoda por su rostro extrañado. — ¿Podemos dejarlo profesional? —Pidió burlonamente. Lo solté al momento, y vi su rostro tímido y enrojecido.   —Ha sido infantil, ¿Verdad? —Me reí, pero él no lo hizo. Es decir, no quiero sonar exagerada, pero apenas dan las 11 de la mañana y de verdad es aburrido estar en casa cuando hay un silencio sordo y vi ya todas las películas posibles, así que, por tercera vez en el día, me dormí. ¿Puede alguien culparme? Terminé ayer todas mis tareas pensando en que hoy asistiría, y es muy temprano para preguntar las tareas de día, además ningún examen se aproxima.   Antes de que el umbral del sueño se apoderara de mí, el celular sonó haciendo ruido, para indicarme que tengo un nuevo mensaje. Bostecé molesta, no recibo mensajes normalmente porque jamás los respondo, pero dado que estoy más aburrida que una cortina, lo leí:   Qué—cobarde. ¿Realmente faltaste? Acuérdate, no muerdo, pero tú sí. No tenía que ver el registro para saber que el mensaje provenía de Jesse. Por supuesto que lo primero que hizo fue buscar por mí en esa inmensa preparatoria, pero me importa un comino.   Después de unos momentos de pensar en alguna respuesta que lo hiciese sentir tonto por creer que falté por él, (semejante estupidez, por cierto), tecleé en el registro de mensajes:   Darías lo que fuera porqué te mordiera, además para afectarme tendrías que importarme.   Envié el mensaje, orgullosa, con una sonrisilla tonta. Casi en dos segundos recibí una respuesta. Caray, ¿Cómo hacen para teclear tan rápido? Eso no es lo que le decías a tu "Carita de príncipe" el día de la fiesta ¿Ah? Además, sí, daría lo que fuera porqué me mordieras.   Recordé algún dialogo distante en donde yo le llamé a Jesse Darcy "Príncipe" o "Carita de príncipe", demonios, ojalá sea solo una ilusión en mi cabeza, tal vez sólo lo estoy imaginándolo. No le diría eso a él nunca.   No sé de qué me hablas. Yo no quiero nada de ti.   Él tardó mucho en responder mi mensaje y honestamente intenté no tomarle importancia, aunque me falló el cometido, quería que él mismo confirmara mis sospechas de comportamiento infantil e indecente el día en el que me puse hasta atrás.   Mi familia llegó unas horas después de que dejé el último mensaje y claro fingí que no me sentía aun bien, aunque con el bendito detector de mentiras instalado en la cabeza de mamá, no me sirvió de mucho mentirle. Ella solo terminó la conversación con un "Mañana estoy segura de que estarás mucho mejor y no tendrás que faltar"   La cena se tornó silenciosa, eso hasta que Adam decidió hablar   —Ver a Sofía hoy fue doloroso. —Todos nos giramos a mi derecha, donde estaba él sentado mirando su plato ya vacío. Tragué saliva y parpadeé torpe. Decir el nombre de Sofía es como pedirle a Dorian Gray que muestre su retrato.   — Adam…No. —Murmuró papá, y miró como confundido y enfurecido a mi hermano. Normalmente, cuando ellos van a visitarla, van todos juntos, no él solo, como hizo ahora.   —Ya me oíste —Y nos miró —Fui a verla, ella no es Sofía... Ella es un cuerpo inerte, sin vida, sin ser ella.   —Adam, cállate de una buena vez. —Reprendió mamá, quien normalmente no nos regaña, pero al parecer ese tema le altera casi tanto como a mí. —No tengo hambre... —Murmuré y dejé la comida medio llena en el plato. Me sentí con el estómago revuelto, quise alejarme de todos antes de explotar y decir cosas que podrían afectarlos.   — ¡Emma! ¡No lo dije por ti! —Gritó mi hermano caminando a las escaleras. No corrí porque no quise que me viese débil, pero sí caminé a paso apresurado a mi habitación como para poder encerrarme.   Me senté en la cama anonadada. No he ido a verla en este tiempo, porque estoy avergonzada, porque yo tendría que estar ahí y ella no, y Adam se ha encargado con intención, o sin intención de recordármelo casi diario.   Segundos después de mi momento de perder la cordura, Adam, por supuesto, tocó a mi puerta. Cerré los ojos haciendo saltar ligeras lágrimas de mis pestañas.   —Pasa Murmuré en un tono cansado. Siempre da la misma situación, él se disculpa, me dice que no ha sido su intención ofenderme, y yo le digo que ni siquiera tengo razones para estar molesta, nos abrazamos, y es ridículo.   —Emma No sé qué decir cuando te pones así —Se sentó a mi lado en el borde de la cama con sabanas rojas —No debí decir eso, ya sé, a veces me pierdo en tonterías y me olvido de cosas como estas.   —Aunque ¿sabes? Es verdad Murmuré sonriendo amargamente. Él negó con la cabeza y acarició mi cabello con lenta suavidad.   —Has pasado por mucho —Acarició mi mejilla seguida de mi cabello —No tienes que escuchar a tu tonto, tonto y retonto hermano.   —No siempre eres tan tonto —Me burlé, nos dimos de codazos un par de minutos como dos niños cuando él decidió darme espacio y se fue. Casi al momento mi celular vibró, otro mensaje:   Hiciste vastas niñadas muy tiernas, y debí haber reaccionado diferente, ya sabes, no ser tan caballeroso, pero bueno Ebrio a veces soy mejor persona a veces peor. En fin, Emma, ya quiero verte. El día se tornó aburrido sin tu presencia. Una pequeña mariposa se posó en mi estómago con toda la intención del mundo. ¿Quiere verme?   La verdad no supe que responder, así que mejor apagué la lámpara a mi derecha y dormí casi en dos minutos a pesar de que he dormido como oso todo el día, he de decir que ha sido un largo, largo para mí.   "Haré algo muy malo esta noche y tendrás que perdonarme algún día" Escuché una voz a mis espaldas. Miré todo a mi alrededor totalmente oscuro. Como si existiera algo más brumoso que la noche.   Me moví de un lado a otro buscando algún rostro, algo que me indiqué quien es, pero todo se comenzó a mover como en un temblor.   Sentí vibrar a mi celular debajo de mí, ese era el maldito temblor en mi pesadilla. Suspiré poniendo una mano sobre mi frente. Miré la hora en el reloj de pared. 3:25 de la madrugada   — ¿Queeeee?—Susurré ronca, por lo seco de mi garganta. De seguro está llamada es el motivo de mi pesadilla.   —Emma—Escuché una voz ronca que suena casi igual de dormida como la mía   — ¿Quién habla? —Cuestioné adormilada y con voz ronca, al igual que la voz detrás del teléfono. Parte de mí tembló al imaginar que se trata de mi acosador al otro lado.   —Soy Evan, ¿Cómo estás? —Miré a mis lados, ¿A qué viene esta llamada? ¿Por qué a esta hora? Sé que tiene mi número por eso de sociedad de alumnos, y el grupo que tenemos en chat, pero ¿a qué demonios viene que me llame a esta hora?   — ¿Por qué? —Cuestioné frunciendo el ceño.   —Pues estoy aburrido. —Al carajo, voy a cambiar mi número —Puse una de mis manos en mi frente de nuevo y tiré mi cuerpo al colchón de nuevo. Golpeé mi nuca accidentalmente con el respaldo de la cama, y me froté en silencio.   —Qué linda. —Habló sarcástico, en su común tono escalofriante y curioso. Quizá era que estaba medio dormida, pero no pude prestarle demasiada atención a esa llamada, tampoco pude prestarle mucha importancia —No te molestaré más. —Escuché que bostezo —Solo quería asegurarme de… ¿molestarte? No lo sé. No hablábamos desde la fiesta, y quería asegurarme de que no me odias.   No sé a qué se refiere. Es decir, ¿Puede dejar de hablarme como en clave toda la vida, o solo lo hará algún tiempo? Esta mareándome esta actitud extraña de él, y no puedo evitar sacar un par de sospechas con él.   — ¿Qué sucedió el día de la fiesta? O más bien, después de la fiesta—Pregunté porque honestamente me estoy volviendo un poco honesta a estas horas de la madrugada. Siempre que tengo sueño me pongo un poco, muy, honesta.   Encendí una luz a mi derecha. Cuando revisé la llamada, Evan ya había colgado.   Los muchachos impertinentes, parecen ponerse de acuerdo, pues después de una larga madrugada, a las seis, recibí una llamada de Jesse Darcy. A las malditas seis, si no hubiese sido porque ya estaba despierta, probablemente lo hubiera matado.   — ¿No se te ocurre una mejor hora para hacerme enojar?   —Toda hora es buena. —Respondió. —Es broma, quise despertarte temprano para que no haya pretexto alguno para que no asistas ¿Hoy sí irás? ¿O vas a seguir evitándome?   —No estaba evitando nada. —Le dije en un tono infantil, él rió, yo reí. —Es más. Dime, dímelo todo, ¿Qué pasó cuando me dejaste en casa? ¿Qué es lo que sucedió después de la fiesta? —Hubo un silencio incomodísimo, es como si Jesse estuviese evitando decirme, pero finalmente habló:   —Querías que durmiera contigo —Afirmó silenciosamente, como queriendo evitar decir tal calamidad. Mi piel perdió color y me sentí morir. — ¿Qué? —Susurré con horror y el soltó una risilla ronca y es así como toda la somnolencia de los dos desapareció. Fruncí el entrecejo, molesta por su broma, pero aliviada porque no es verdad que quería acostarme con él.   —No Emma, no seas pervertida. —Se burló de nuevo —Lo que querías en realidad era solamente que durmiera literalmente contigo, porque temías de un.... Uhm... No recuerdo bien. Dímelo tú.   — ¿Acosador? —Murmuré   — ¡Eso mismo! —Se burló de nuevo —Acosador ¿Ah? A todo esto, Emma, ¿Quién es él?   —No es nada... —Susurré. Noté en su voz algo más que duda, desesperación, enojo. Todo eso.   —Dime Emma, ¿Ese es el apodo que le has dado? ¿Acosador? ¿No es… no sé, algo trillado? —Preguntó en voz baja, en un murmuró molesto y agrio.   —Es el apodo que se dio a sí mismo... —Musité como la cosa más graciosa del mundo, aunque sin rastro de humor —De lo poco que recuerdo de esa noche... cuando Sofía...—Me corté y escuché el silencio desde la otra línea por breves instantes   —No quiero que te molestes Emma, no tienes que decirlo. —Su tono de voz se tintó en preocupación.   — No. –Respondí firmemente. —Yo quiero decirlo… A alguien por lo menos —Murmuré frotándome el rostro, respirando corta, pero rápidamente —Recuerdo su voz, bueno, una voz; yo le pregunté no sé qué cosa... Pero él no dijo su nombre, dijo que era mi fan, es decir... Acosador.   —Ese infeliz. —Pronunció fríamente —No digas más Emma, tienes que bañarte y vestirte para que puedas ir. No quiero que faltes de nuevo.   — ¿Por qué? —El silencio incomodo de nuevo, pero fue tan largo que me hizo pensar un momento que había colgado el teléfono o que se había quedado dormido, antes de colgar, recibí otra transmisión de su voz a mis oídos y cuerpo entero se puso tenso de nervios.   —Porque de verdad deseo verte... —Dijo finalmente y colgó el teléfono   Me quedé brevemente mirando mi celular analizando lo que dijo al final y buscándole un poco de sentido, pero nada salió de mi cabeza con suficiente lógica.
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