Capítulo 3

2832 Words
Daniel McGregor La curiosidad me ahogaba y las preguntas que mi mente hacía lograba ahuyentar al sueño. Noches de insomnio preguntándome; ¿Cómo se vería? ¿habrá teñido su cabello? o quizás se lo habrá cortado. ¿Volvió el brillo en sus ojos?. ¿Será una buena estudiante?. ¿Tendrá nuevos amigos?. Sin embargo esas no eran las preguntas que realmente quería saber las respuesta ,ni mucho menos eran las que me robaban el sueño y hacia dar una y mil vueltas en la cama. No iba a mentirme a mí mismo, ya suficiente tenía con fingir ante todos. La verdad es que quería saber más de ella, mucho más, y ese era el problema. No podía darme el lujo de preguntarme si ella ya me había perdonado, si no me guardaba el más mínimo rencor. No debía querer saber si..., si ha llegado alguien nuevo en su vida para cuidar lo que yo no pude por imbécil. Estaba cagado hasta la manos y nadie podía culparme. El problema no era verla porqué eso justo era lo que quería. El desastre aquí es que cuando la tenga frente mío, cuando pueda verla directo a los ojos y descubra que no hay nada. Nada por lo cual sostener las ilusiones que me consolaban pensando que en algún momento será nuestro tiempo para estar juntos. "No es nuestro momento". ¿Pero si ése tiempo ya ha acabado?. ¿Realmente estaría dispuesto a renunciar a ella una vez más?. Me ahogaba pensar y lo único que quería ahora mismo es un momento libre, de paz. Su recuerdo me carcomía la puta cabeza. Rachel estaba en cada rincón, en cada persona. ¿Cómo esperaba que la superara si cuando se marchó ya había se calado en cada lugar?. Ella estaba en Inglaterra, en un nuevo departamento. Tendría nuevos amigos y nuevos lugares por los cuales visitar, ella estaba empezando de nuevo en un lugar donde mi recuerdo no la acechaba. Sin embargo yo tenía ese lujo y por más que la idea de que esté presente en cada parte, la verdad es que si quisiera podría manejar todo tranquilamente en otra sede pero era lo suficientemente necio, masoquista para dejar lo último que me quedaba de ella. Era absurdo pero lo único que me queda era eso; recuerdos. ¿Cómo vas contra la marea?. Apreté el borde de mi escritorio y mi mirada se fijó una vez en la carta que había dictado mi sentencia. No la mereces. Mi móvil vibró y vi que era un mensaje de Rufus. Esta última semana en especial se estaba completando de manera extraña. Era la tercera vez que me cancelaba y vamos a lo que vamos, Montaner jamás se negaría a una buena botella de whisky. Algo se traía en manos y si había aprendido algo es a no meterme en los asuntos de los demás. Sin embargo me hacia inquietar porqué una parte de mi consideraba que era algo relación con Charlotte, y si es así, Rachel está en el camino. Tomé el móvil y borré de la pantalla el mensaje. Llamé a William. Al cuarto tono contestó. -¿Cómo ha salido todo?. Suspiré con fastidio. -Todavía no ha llegado.- Contesté. Hoy era mi mano a mano con el representa de los Price. No podía haber margen de error, ni el más mínimo. Sea cual sea que viniera saldría aquí con una acuerda que no termine por despotricar mis empresas. No sabia quién vendría. Lo único que me había informado era que como el problema causado grave mandarían a una persona de un nivel alto; un Price. Me investigue toda la puta familia y podía apostar que Ronnie Price era el que vendría a que le besara los pies. Era él más capaz o eso es lo que me habían detallado, estaba a cargo de una de las vicepresidencias de la sede que tenían en Abudabí. Un hombre correcto, de familia, y con mano de hierro ante los negocios. Definitivamente le apostaba todo a él. -¿Realmente estas seguro que quien crucé la puerta será Ronnie?.- Preguntó con su voz rasposa y supe que había estado bebiendo antes de atender mi llamada. -Es él que entra perfecto en el perfil, William. No creo que sean los suficientemente estúpidos para mandar a Bruno Price.- Masculle. La oveja negra de la familia. Con un currículum muy interesante y más la parte en la que especifica que estuvo en rehabilitación por adiciones. Un mujeriego y bufón, un chiste para la familia en pocas palabras. Estaba claro que si él entraba a mi despacho- cosa que dudaba bastante- las cosas serían demasiados fácil. Sin embargo los Price tenían muchas cualidades y ser unos imbéciles no estaba en su lenguaje. -Si que lo has investigado.- Señaló. -Kolt lo ha hecho.- Aclaré. -No lo arruines. Largué una risa seca. -Gracias por tu apoyo, Brestop. -Si logras salvarnos el trasero yo invito la copa de hoy- Dijo y luego se calló, como si de pronto hubiera recordado algo-. Me ha llegado la invitación. No tuve que preguntar demasiado, ya asumí de que se trataba. -William, no. -¿Vas a buscarla?. Un nudo se instaló en mi garganta. Parecía ser que una cuerda envolvía en mi cuello y la ceñía cada vez más. -Te seré honesto, no lo sé. Estoy tan cagado ante la idea de que pueda volver a verla y que no haya nada que me diga que debo luchar. Un silencio se instaló en la línea. -¿Y si lo hay?- Murmuró-.Y si hay un motivo ¿Qué harás?. Mi cuerpo se tensó. -Debo colgar William.- Y antes que pudiera decirme algo colgué la llamada. Dejé caer mi cabeza mientras tomaba varias bocanadas de aire. No lo sabes. No sabes si realmente deseas volver porqué te acojona la idea de que pueda volver a marcharse. Tragué saliva y levanté la cabeza cuando unos toques en la puerta se hicieron presente. Respire hondo y tiré del nudo de mi corbata. Murmuré en voz alta la orden para que pudiera pasar la persona que estaba esperando. En momentos así es cuando Rachel abandonaba mi mente y eso era lo único bueno de estar en la cuerda floja, a un paso de caer al vacío. Darinka abrió la puerta y se corrió dejando ver a una mujer alta y con cabello castaño. Lo primero que logré percatarme era de su expresión calculadora. Sus ojos viajaban a cada rincón de mi rostro, como si estuviera tratando de descifrarme. Ella se adentró sin esperar una señal por mi parte. Parecía como si fuera la dueña de todo y aunque tuve la intención de bajarle sus ínfulas de altanería no podía, esta joven mujer me tenía en sus manos. Un segundo después mi asistente se había marchado. Me levanté de mi asiento y algo en mi se reconfortó al que mi altura me hiciera mostrar más poder que ella. -Bienvenida.- Dije observando sus facciones. Le extendí mi mano. -Daniel McGregor. Una sonrisa se mostró en sus labios coloreados de rojos. Esa curva en sus comisuras me hizo saber que estaba satisfecha de escuchar mi nombre. Su mano hizo contacto con la mía. -Blake Price.- Entornó su mirada con la mía y sin separar nuestras manos dijo:- Es un real gusto conocerte al fin. Tengo tantas ganas de trabajar con él hombre que me hizo perder millones. (...) Leía con sumo cuidado el contrato. Estaba tan concentrada en el trozo de papel que pude apreciar que sus pestañas eran largas, haciendo que a pesar que sus ojos fueran de un color oscuro terminarán por llamarte la atención. Mi expresión no cambiaba, seguía igual de serio. Tuve que tomar todo de mi para no mostrar el asombro que sentí cuando dijo tan campante que por mi incompetencia había perdido millones. Es como si me recordara que no solo mi equipo dejaba mucho que desear, sino que yo también. Era una burla amarga cargada de fastidio e irritación. Blake Price, es eslabón más fuerte de los Price al parecer. Su existencia había sido un secreto o un error muy absurdo por parte de Kolt al no investigarla. La conocía a penas y sabia que una mujer así no pasa de desapercibida, no con tremenda presencia. Levantó su mirada y ella dejó caer el contrato en mi escritorio. -¿Está es tu mejor oferta, McGregor?- Soltó casi riéndose-. Espero que esto sea una broma, soy una mujer demasiado ocupada y aún así tuve la caridad de venir a darte una segunda oportunidad. -Te estoy ofreciendo un contrario millonario que te traerá ganancias en muy poco tiempo.- Dije amargamente. Me estaba sacando de mis casillas. Había ideado un plan para que pudiera recuperar todo en el menor tiempo posible. Tendría todo lo perdido de vuelta con la nueva inversión, porqué esta vez el 90% de los gastos los financiábamos nosotros y ellos se volverían automáticamente nuestros socios mayoristas en la empresa de seguridad. Él balance cambiaría cuando todo terminará de pagarse y en vez de poner solo un 10% pondría un 45%. Era lo justo y más beneficioso para ambos. -Vine hasta aquí para tener más de lo que perdí y conseguir aún más prestigio para mi familia.- Dijo sin vacilar un segundo. -Han sido demasiado claro que querían recuperar lo que perdieron y eso le ofrezco.- Dije entre dientes. No podía creer que estaba rechazando una propuesta que millones se morían por recibir. -No recuerdo que hayas hablando conmigo.- Remató levantando una ceja. -Así no llegaremos a ningún acuerdo- Exclamé suavemente-. ¿No hay otra persona con la podía hablar? ¿Ronnie tal vez?. Blake sonrió de punta a punta. -Veo que has estado investigando en vez de hacer tú trabajo- Cruzó sus brazos-. Dime, ¿Por qué crees que hablar con Ronnie cambiará algo?. Bien. Ella estaba acabando con mi paciencia y si no fuera porqué la necesito ya la hubiera echado de mi empresa. Blake Price me está pisoteando a cada palabra que soltaba y yo callaba. -Tengo entiendo que es él vicepresidente de la sede en Abudabí.- Exclamé duro.- Un cargo tan importante solo se lo da a una persona totalmente eficiente. -¿Estás dudando de mis capacidades?.- Insinuó. -Estoy diciendo que puede tratar de razonar de mejor modo con alguien que tiene más experiencia y sabe lo que puede perder por arriesgarme. Ella me detalló con su mirada llameante, estaba ofendida y eso me daba exactamente igual. En unos segundos cambió su expresión de enfado y mostró una poderosa, como si dejara en claro que es superior a todos. -Deja que me presente de nuevo.- Levantó su mentón y se levantó de su asiento.- Mi nombre es Blake Price, la presidente de todas las empresas de mi familia, no de una sola.- Se apoyó en mi escritorio y me observó con total deleite al ver mi incredulidad.- No hay nada con mayor experiencia que yo, la que maneja todo está delante de tus ojos y por el bien de tus empresas espero que puedas convencerme antes de salir por esa puerta y refundirte en los medios. Joder. -Ahora ya que no tienes una buena oferta que hacerme yo te haré una.- Dijo volviendo a sentarse mientras cruzaba sus piernas por debajo de la falda. Me tragué todo; desde mi asombro hasta las ganas de querer llamar a seguridad y hacer que desapareciera de mi vista. Sin embargo ser un estúpido en los negocios es una cualidad que no puedo volver a permitirme. -Te escuchó. Ella me sonrió satisfecha. -Aceptare el contrato pero tú empresa solo financiara el 55 % y la mía el resto-Explico apoyando su mano en el escritorio-. Como te dije estoy buscando algo de prestigio para mi familia y se que tienes una software para el gobierno, uno que todavía no está bien desarrollo. Endurecí mi rostro esperando que acabará. -Trabajaremos mano a mano con él, seremos socios hasta que ese proyecto terminé. Tú empresa recibirá el 70% y la mía el 30%. Hundí mis cejas. -¿Por qué arriesgarte a recibir un mínimo porcentaje de las ganancias?- Cuestioné-. Eso no tiene sentido. Además que el software está en sus fases finales, solo unos cinco meses más y estará listo. -Quizás para ti así lo sea, pero es una gran proyecto que si tiene mi apellido impreso en el podré atraer lo que realmente busco-Dijo y supe que todo lo había tenido planeado-. Para que lo entiendas mejor, que tú empresa fallara fue una oportunidad única para poder llegar a hacer un negocio que tengo entre manos y eso solo sucederá si logró que el apellido Price esté envuelto en algo grande. -¿Y por qué aceptaría eso? ¿Qué tienes tú para ofrecerme?. Blake se enderezó en el asiento y supe por sus expresiones que estaba esperando desde que entró que preguntará a eso. -No te ofendas, tu equipo es bueno pero le falta visión y por eso yo tengo trabajando para mi él hombre adecuado para este trabajo. Y también está el hecho que si no aceptas él que puede salir perdiendo serían tú y la mala reputación que perseguirá a tus empresas. Me callé mientras analizaba todo, aunque sabía que sea como sea ella ganaba. Me tenia entre la pared y la espada. Para tener una cara angelical se ve que sabe como manejar sus negocios y aún más como poner en su lugar a cualquiera que le impidiera lograr su objetivo. Bien me desasiera de ella llamaría a Kolt para decirle que su trabajo era una mierda porqué se le había escapado el pez más grande y todo por tener la puta cabeza en cualquier lado. -¿Y bien?- Insistió-. ¿Tenemos un trato?. Mis hombros cayeron en derrota. Observé una vez a la imponente mujer que tenía frente mío. Sus ojos brillaban sabiendo que tenia todo el juego sobre la mesa. -Tenemos un trato. (...) Miré el móvil apagado sobre la mesa del bar. Después que había salido de la reunión con Blake Price lo primero que hice fue ordenarle a Darinka que se fuera a casa, le había dado toda la tarde libre. Su expresiones, su sonrisa, el vaivén de sus caderas al caminar. Eso es lo que ocupó mi mente todo el día; el recuerdo de esa mujer. Cada que me acordaba de algo terminaba por amargarme un poco más. Me enfrenté a los empresarios más duro y respetados. Los doblegue y firme varios contratos con ellos. Ahora, con mi experiencia, ¿Cómo es posible que esa mujer haya podido ser superior que yo en todo?. Ella no vino porqué tuviera problema, vino porqué su cabeza ya había planeado algo que jamás vi venir. Esa mujer tenia bien claro que buscaba cuando puso un pie en mi empresa y no vaciló ni un segundo en hacérmelo saber. Todavía no lo creía. Hace una hora llamé a Darinka para que programará una cita con Brestop y Kolt. Les notificaría recién ahí lo que había sucedido y conocerían a la nueva socia mayoritaria. Estaba preparándome para ver como se cagan encima al ver lo que esa pequeña mujer me había obligado hacer en menos de cuatro horas. Ellos lo sabrían mañana y por eso mismo apague el móvil. No quería escuchar o leer absolutamente nada, la castaña me quitó todo el buen humor que raramente estaba teniendo hoy. Bebí un sorbo más de la bebida. Este bar llevaba frecuentando los últimos meses. En un primer momento me gustó porqué estaba oculto, mucha gente no venía aquí así que eso era lo que más me atraía porqué no tendría que escuchar los gritos de nadie. Las personas que estaban aquí estaban conversando en voz baja o perdidos en su mente mientras beben solo como yo lo estoy haciendo ahora. Miré el reloj de la pared y vi que eran las once la noche. Fue ahí, cuando había dejado de observar a todos que una figura atravesó el bar. Su mirada recorrió el lugar y sus ojos se detuvieron en mi. Me miró algo dudosa pero al final se acercó al percatarse que mis ojos ya la habían visto. Era inconfundible su silueta. Se detuvo frente a mi y la noté cambiada. -¿Puedo sentarme?. Asentí mientras señalaba la silla que estaba a mi lado. Ella tomó asiento y un silencio se instaló entre nosotros. Movía su pierna un tanto nerviosa y apoyo su brazo en la mesa. -¿Cuando has vuelto?.- Pregunté rompiendo el silencio. Apretó sus labios. -Hace una semana. Levanté mis cejas sorprendido. Me parecía extraño que en todo ese tiempo no me haya enterado de su llegada a Manhattan. No era como si pudiera pasar de desapercibida. -Ella no me ha mencionado nada.- Dije frunciendo el ceño. -Ya, es que le pedí que me guardara el secreto.- Dije en un murmullo. Otra vez el silencio reinó entre los dos. Todo este tiempo no me había visto directo a la cara, solo se concentraba a ver la entrada del bar como si quiera que alguien llegara a sacarla de este encuentro. Largó un suspiro y entornó sus ojos en mi. Sonrió a penas, pero lo hizo. -Estas cambiado, Daniel. Viéndola aquí me percaté que echaba de menos nuestras salidas. -Tú también, Megan.
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