Capitulo 1. Viaje.
Capítulo 1.
*Viaje.
En la sala de urgencias, en la zona privada, espera con angustia Clara Fernández, la mejor amiga de Vanessa Hudgens, quien la observa con preocupación estando ella inconsciente. Justamente en el instante en que Vanessa retoma la conciencia, su doctor guía entra a la habitación con los resultados de los exámenes que le practicaron y que tienen un resultado que nadie esperaba.
—¿Clara? ¿Qué pasó?
Pregunta Vanessa, muy mareada, despertando de su recaída.
—Amiga, te desmayaste.
Vanessa la mira con sorpresa ante el hecho de que sería la primera vez que algo así le pasa; está tratando de levantarse cuando su doctor guía interviene en la conversación ante los resultados en sus manos.
—Vanessa, no sé si esta sea la noticia que estés esperando, tengo los resultados de los exámenes y…
Vanessa interrumpe ante su expresión que la incomoda.
—¿Tengo algo malo, doctor?
Su expresión es clara, está pálida, pero los nervios la invaden por completo; jamás se ha enfermado y esto es una sorpresa para ella.
—Yo no diría que sea algo malo, Vanessa, estás embarazada.
Las palabras del doctor son directas y no entran en su mente; todo su mundo se paraliza ante su mentor. Está a nada de sacar su profesión y por fin emprender para ser doctora y, de la nada, todo su mundo se paraliza con la noticia que la hace mirarlo nuevamente, muy sorprendida.
—¿Embarazada, doctor? ¿Está seguro de que no es un error?
Pregunta con el corazón latiendo mil por segundo.
—No, Vanessa, no lo es, tienes las defensas muy bajas, has trabajado más horas que el resto de tus compañeros, es hora de que vayas a casa, descansa, ¿me escuchaste?
Vanessa asiente muy preocupada; no sabe qué decir, está en shock ante la noticia, aún no lo cree y no piensa aceptarlo hasta que no lo confirme.
—Clara, necesito que me ayudes, necesito que repitas la prueba.
—Sí, por supuesto, Vane, iré por los utensilios, no te muevas.
Vanessa se queda perpleja; los pensamientos en su mente la consumen. Clara no tarda en volver y tomar las muestras que no tardan en procesar. En una hora y media, ya tenía nuevamente un resultado en sus manos, uno que desconcentra a Vanessa, quien enfoca su mirada en la distancia.
—Está listo, amiga.
La pelirroja de ojos avellana enfoca su mirada ante Vanessa, quien por fin la enfoca tras minutos en la espera de una reacción.
—Por favor, léelo.
Dice, posando su mirada ahora en el documento en las manos de su amiga, quien, al ver el resultado, la mira de igual manera.
—No es un error, Vanessa, amiga, estás embarazada.
*Flashback*
*2 meses y unas semanas antes. *
—Felicidades, brindemos por Vanessa.
Con orgullo su madre Daniela celebrar junto a su hija el a ver pasado la segunda etapa en la escuela de medicina, una gran celebración junto a sus compañeros que la acompañan en este gran evento de la alta sociedad, su padre Enrique Hudgens, es uno de los CEO más importantes de Estados Unidos, su compañía tecnológica sobrepasa entre los más grandes recursos financieros del países a tenido mucho éxito en la industria automotriz, el diseño de computadoras para auto es uno de los más exitosos que hay y muy reconocido por todos, su madre Daniela Flores, es una exitosa publicista con una compañía que abarca gran parte del país, sin duda el éxito rodea a sus padres y como ellos Vanessa desea ser exitosa en lo que a dedicado su vida entera, ser doctora y ayudar a otros siempre ha Sido su sueño, apresar de las súplicas de sus padres para que ejerza sus carreras ella a luchado con perseverancia para lograr sus metas, recayendo en ella el peso de ser hija única, para sus padres ella es su mayor orgullo y siempre lo será, pero también es su tesoro mas valioso, es su inicio y punto de quiebre.
—Para ti, cariño.
Su madre le entrega el obsequio que tanto ha estado esperando, una semana de descanso en París, y puede llevar a quien ella quiera. Es una locura porque sus dos compañeras planeaban este viaje por meses y ahora Vanessa por fin tiene tiempo para ir y no piensa desaprovecharlo.
—Podrías cambiarlo e ir conmigo a Chicago para visitar la nueva fábrica.
Expresa su padre, quien es un hombre controlador que siempre quiere sobrellevar la vida de Vanessa a su manera, incluso le controla sus citas atribuyendo al hecho de que ella no tenga tiempo para salir con chicos, a sus 23 años su vida gira en torno a su carrera y en demostrar a sus padres que ella tenía razón y que ella puede hacer cosas por su cuenta, para su padre el hecho de que ella se case con alguien con estatus es muy importante, piensa que su hija es una mujer muy hermosa quien merece a alguien que tenga cerebro y pueda en un futuro tomar su lugar y si viene acompañado de fama y dinero sería la pareja perfecta, cree que su socio de Chicago sería el hombre ideal para ella, viajara para hacer negocios y acordará un encuentro, junto algunos contratos que podrían cambiar la vida de Vanessa y su familia solo si ella accede hacer lo que su padre ordena.
—Lo siento, papá, realmente deseo ir a este viaje; también quería conversar con ustedes sobre la compra de mi departamento, ya he ah…
Vanessa toca un tema que para su padre no es una opción; sin esperar a que ella termine, se levanta, interrumpiéndola mientras se sirve un trago.
—No digas tonterías, acepto el hecho de que quieras ser una mujer independiente, pero de mi casa no sales a menos que estés casada y con buena posición; ninguna hija mía vivirá en un cuarto de quinta. No quiero platicar del tema, no darás de qué hablar, eres mi hija y como tal tienes que tenerlo todo.
Vanessa lo mira muy seria ante sus palabras; siempre que toca el tema, su padre la evade, por la sencilla razón de que si ella se marcha, perdería el control de sus acciones, las cuales monitorea a cada segundo. Obsesionado por mantener el control y las apariencias, su padre empieza a tratar de controlarla como lo hace con su madre, a quien le supervisa hasta los mensajes.
—Quiero tenerlo todo, papá, pero con mi propio esfuerzo. Siento que no puedo dar un paso sin que tú me estés controlando; tus sabuesos no me dejan ni comer en mi trabajo sola. ¿Quieres acaso arruinarme la vida?
—Por favor, dejen esta discusión para otro momento; los invitados nos esperan afuera.
Vanessa se levanta muy enojada.
—Tienes razón, mamá, son tus invitados, apenas conozco a la mayoría de las personas que están aquí hoy, no hay un evento en el que no haya cámaras, ni fotógrafos por todos lados; gracias por el regalo, esta fiesta se acabó para mí.
Vanessa trata de marcharse y los hombres de seguridad se mueven con ella.
—No la pierdan de vista, no quiero que ningún pervertido se acerque a ella.
Ordena su padre al verla salir tomando su bolso de la entrada.
La impotencia la invade, le duele el hecho de que sus padres quieran controlar cada parte de su vida, para ella no es un secreto que su padre quiere venderla como un trozo de carne ante su socio y supuesto amigo, no es la primera vez que lo hace, para él ningún hombre es digno y el amor no es más importante que la fama, la reputación y el dinero, no puede dar un paso sin que la prensa, ni sus hombres de seguridad la sigan, está desecha, vive en un mundo superficial y por una vez en su vida quiere tener una vida normal, a veces siente que es adoptada, no se parece en nada a sus padres y debe ser por el hecho de que ellos jamás la criaron, su nana Elizabeth siempre le enseño buenos principios, le enseño a no depender de otros y defender sus sueños, desde que su Nana murió se siente sola, como una extraña con padres que no la entienden por nada, que la usan para publicidad y beneficios, no creen en sus sueños ni metas, no la dejan ser libre. Los hermosos ojos azules de Vanessa se empañan de lágrimas y una a una se deslizan por sus mejillas; su tez clara se ve afectada por lo rosada de sus mejillas. Va conduciendo su auto cuando una señal de tránsito la hace detenerse frente a la luz de cambio. Se recoge su hermoso cabello rubio en una gran cebolla y continúa su recorrido hasta su lugar favorito en el mundo, la clínica. Al llegar, ingresa su tarjeta y pasa a su sala, donde su mentor la detiene al verla salir.
—¿Por qué no me sorprende verte aquí?
—Doctor Sánchez, yo…
Su mentor interrumpe viéndola con reproche.
—Eres una testaruda y persistente supervisora, ¿no deberías de estar celebrando tu ascenso? Estás de vacaciones, ve a disfrutar, no te quiero aquí, Vanessa.
Vanessa lo detiene antes de salir.
—Por favor, doctor Sánchez, solo por esta noche, déjeme ayudar solo por hoy y le prometo que no volverá a pasar.
El hombre mayor se acerca a ella y le hace un gesto tierno en la nariz de manera que Vanessa se sonroja.
—No digas mentiras, pequeña Pinocho, siempre estás aquí, pero, ¿sabes qué? Me alegra; tu persistencia y entusiasmo por ayudar harán de ti una gran doctora, por ello tengo un regalo para ti.
Vanessa sonríe.
—Me vas a ayudar con dos ancianos en la sala este; son igual de testarudos como tú, sé que los harás entrar en razón. Estas son sus medicinas, haz que las tomen.
—Así lo haré, doctor.
La noche es larga, pero para Vanessa la felicidad de ayudar a otros es su mayor recompensa cuando los ve reír.
—Aquí está lo que le prometí, señora López: dejará que mi colega le ayude.
—Gracias por las gelatinas, eres muy buena negociando, y por favor dime, Sara, prométeme que vendrás a verme.
—Lo siento, no puedo prometer cosas que no podré cumplir; esta es mi última guardia, en unas horas deberé volar a Francia y volveré en una semana.
—Oh, qué maravilla hermosa, espero que tu viaje sea lleno de bendiciones y puedas hallar el amor.
Vanessa se ríe ante las palabras de la anciana que le acaricia las mejillas.
—¿Por qué te ríes? Tú eres muy hermosa, pero veo en tu mirada mucho dolor; debes sonreír, buscar la felicidad, debes brillar.
La alegría de la mujer mayor la conmueve mucho; se hace evidente en su mirada lo que su corazón siente, y es increíble cómo una mujer con ya mucha experiencia puede notarlo, llevándola al punto de incomodarla con toda la razón.
—Gracias, Sara, debo irme, pero llamaré para saber de ti; prométeme que tomarás tus medicamentos.
—Y tú, que no te cerraras a la felicidad.
—Lo prometo.
—Bien, entonces que traigan esos medicamentos.
La hace sonreír al verla comer su gelatina, la cual cambió para que ella aceptara los medicamentos, siendo la gelatina la adicción de Sara. Su día termina y toma sus cosas para volver a casa; sabe que su padre no está y su madre está en la empresa, no la llaman ni se preocupan debido a los dos insoportables guardaespaldas que la siguen a todos lados. Al llegar a la casa, Vanessa empaca sus cosas, dejando una nota en su puerta; toma sus documentos y sale al aeropuerto, donde la esperan Clara y Angelica, quienes llevan toda la mañana esperándola.
—Pero niña, nos harás perder el vuelo.
La morena la ayuda con su bolso mientras se adentran al aeropuerto.
—Espera, ¿esos dos vendrán con nosotras?
Dice Clara con una mirada de enojo ante los hombres que siguen a Vanessa por doquier. Odia ser seguida por los guardaespaldas de Vanessa, pero ni ella puede deshacerse de ellos.
—Al parecer.
Responde con molestia Angélica, quien sonríe al vigilante del aeropuerto al pasar.
—Lo siento, chicas, no tengo manera de desaparecer a esos dos.
Vanessa se expresa con frustración mientras entregan las maletas y el pasaporte en la entrada.
—Tranquila, nosotras lo arreglaremos, te aseguro que en este viaje te vas a divertir.
Las palabras y la mirada de Angelica ante los hombres le hacen saber que planea algo muy malo.
—Déjalo a las expertas, te vas a divertir, conoceremos París y Francia, mi primo nos llevará a conocer amigos, la pasaremos muy bien.
Clara sonríe con maldad mirando a los dos hombres que las siguen hasta la cabina y toman asiento en sus lugares. El viaje tarda pocas horas de vuelo; en el camino Clara le muestra la guía que pagaron a Vanessa, quien sonríe emocionada por ser el primer viaje que hace sola, sin la presencia de sus padres, algo irónico para una mujer con comodidades, un viaje en el que podrá estar más tranquila, sin todo el protocolo de camarógrafos por todo el lugar mostrando la familia feliz que son. En este viaje se propone disfrutar, a pasarla bien, y esa meta empieza a hacerse realidad cuando el avión aterriza en Francia; el ambiente le da una señal de que estas serán las mejores vacaciones de su vida.
—¿Lo sientes, Vanessa? Huele a libertad, amiga, Francia te abre las puertas a la felicidad, sonríe que aquí no está el intenso de tu padre, NOS VAMOS A DIVERTIR, TÍA, JODER...