II

2237 Words
- ¡Didi, te ves hermosa! – recibo el abrazo de Erika con una sonrisa. Ella es tan bonita y siempre cariñosa. - Lady Di, hoy se ve espectacular – suelto una risita ante la caballería de Manu. Ya quisiera yo parecerme a la original dueña del apodo que utilizó. Lo gracioso es que mi padre, ya que siempre le ha gustado estudiar sobre las monarquías actuales y de hace años; utilizó su hobbie como inspiración para los nombres de sus hijas. Mi hermana mayor siendo nombrada como la conocida como “la abuela de Europa” y yo como la amada Lady Di. Al saber la inspiración que tomó para mi nombre no pude evitar emocionarme, esa mujer debería ser el ejemplo a seguir de todo el mundo, tan bondadosa y amable… - Ustedes también se ven bien – les sonrío sin dejar de verlos. Erika y Amanda muestran sus bonitos cuerpos con vestidos que le quedan de infarto, y los chicos también se ven muy guapos. - Tú te ves adorable – bajo la mirada hacia mi vestido floreado y algo suelto. Me rio un poco. Mi vestido no parece para nada algo que se utilizaría para ir a una discoteca como lo es Milenial, pero no tengo nada como lo que ellas utilizan. Además, que es uno de mis favoritos, y dado que hoy quería verme excepcional, no dude en ponérmelo, con unas plataformas altas blancas, algo que si va acorde con el lugar. Y con mi altura, al menos ahora no parezco un gnomo. - Bueno, entremos, ya quiero bailar un poco – nos formamos y por fortuna, la fila pasa rápida. Saludo brevemente al hombre de seguridad que cuida la entrada. Se llama Fez y es muy amable siempre que venimos. - Veo que hoy no viene tu guardaespaldas – suelto una risita ante sus palabras. Todos están acostumbrados a que, si yo estoy en una fiesta, mi hermana también lo estará. - No, hoy su hijo mayor agarró una gripe y está en casa cuidándolo – hago una pequeña mueca ante eso. Todavía me siento un poquito culpable por estar aquí de fiesta mientras mi hermana está cuidando a su hijito enfermo. - Ah, cuando los hijos se enferman es una pata en el culo – según tengo entendido, tiene una hija. Asiento y él parece querer seguir hablando, pero entonces suena el aparatito que tiene en su oreja – Pueden pasar, disfruten la fiesta – todos les damos las gracias y finalmente pasamos. Es enorme, huele un poquito desagradable, pero de inmediato siento como una vibración recorre todo mi cuerpo. Una vez ubicados en una mesa cerca de la barra, Manu y Louis van por nuestras bebidas mientras nosotras no podemos dejar de hablar, o al menos Erika y Amanda lo hace, yo estoy muy concentrada en la música. Me gusta. - ¡Un brindis! – los cinco levantamos las copas. Yo no puedo evitar dar un pequeño saltico. Me siento muy bien esta noche, como muy emocionada - ¡Por nosotros! - ¡Por nosotros! – chillamos en respuesta, chocando nuestras copas y empinándolas de inmediato. Ah, no estaría mal olvidarse un poquito de lo demás esta noche. Apenas nos acabamos la primera copa, tomo las manos de mis amigas y las halo hasta la pista de baile, en donde empezamos a mover las caderas, los brazos, y en mi caso, a saltar sin dejar de cantar a gritos. Mi voz no es la mejor, pero aquí nadie lo sabrá. - ¡Cuidado! – me carcajeo al mismo tiempo que Amanda cuando me ataja de caerme de pompis. Ah, me habría dolido, o quizás no, creo que ya estoy un poquito borracha. - ¿¡Cómo puedes saltar así con esos tacones!? – vuelvo a reírme ante su cara de incredulidad ante mis zapatos. Me encojo de hombros entre risas. Casi siempre cargo unos así de grande, es que soy en serio muy chiquita, siempre me siento muy enana. Mi mami dice que lo bueno viene en frasco pequeño, pero ni eso hará que deje de usar tacones. Mido uno cincuenta y tres. Eso es muy pequeño, especialmente para mí, que me rodea tantas personas tan grandes, o al menos así lo veo. - ¡Es un súper poder! – chillo entre risas sin dejar de saltar, bailar y cantar. Me siento a punto de explotar de euforia, y el presentimiento que pasará algo bueno no hace sino aumentar con el paso del tiempo. Tanto así que me siento un poquito ansiosa, ni siquiera sé que va a pasarme, pero quiero que sea ya.  - ¡Ronda de chupitos! – grita alguien y vitoreo con mis amigas como respuesta. Las tres nos acercamos a la mesa donde dejamos a nuestros amigos, y ahí se encontraban con un caballito de tequila para cada uno. - ¡Por la mejor noche de nuestras vidas! – no puedo no emocionarme al ver que ellos se sienten tan extasiados como yo, eso solo logra emocionarme más. - Algo así como la noche de nuestras vidas es un poco exagerado… hoy ni siquiera estamos celebrando algo en concreto, solo vinimos a emborracharnos porque sí – me rio ante los abucheos que se llevó Manu después de expresar su desacuerdo con las palabras de Erika. - No tenemos que celebrar nada para que sea la noche de nuestra vida, so imbécil, tu solo emborráchate y disfruta – le empina su trago y yo no paro de reír. Apenas tenemos unas horas aquí y la garganta ya me duele de tanto que me he reído y gritado, pero no importa. Seguimos mucho rato más, saltando, gritando, y bebiendo. Incluso vitoreamos cuando vimos a Louis besarse con una desconocida y luego otra vez cuando Erika fue la que se consiguió un ligue. Fue tanto así que un grupo de personas se unió a nuestros vítores y abucheos sin motivos. Fue realmente divertido, e hicimos nuevos amigos, que fue mi parte favorita. - ¿Y si nos vamos a un lugar más privado? – suelto una risita a causa de las cosquillas que me causa su aliento en mi cuello. - ¿Por qué? Nos estamos divirtiendo aquí – veo con una sonrisa como mis amigas me hacen señas detrás de uno de los chicos que se hizo nuestro amigo hoy. Por otro lado, Manu niega sin dejar de verme. A él no le agradó tanto. - Pero yo quiero divertirme solo contigo ¿qué dices? – le dirijo una sonrisita viendo fijamente sus ojos marrones. Son como chocolates. - ¡Aquí es más divertido! Están todos nuestros amigos y siempre es más divertido entre más personas – noto por el rabillo del ojo como él parece juguetear con el vaso de mi bebida. Qué raro, tiene el suyo al lado. - ¿Sabes qué? Tienes razón – asiento con orgullo. Por supuesto que tengo razón, nos divertiremos más con los demás que nosotros solitos - ¿Un trago? – me extiende mi vaso y asiento con una sonrisita, viendo como él también lo hace. - Mejor un brindis, por las nuevas amistades – él choca su copa con la mía y asiente. Creo que él no me agrada tanto, siento que es un poquito raro e insistente, al menos parece que ya dejará de hacerlo. - Sí, por las nuevas amistades – siento como su mirada está enfocada en mis labios y como acerco el vaso a mi boca. Eso me incomoda. - Oh ¡amo esa canción! – chillo escuchando los primeros acordes de una de mis canciones favoritas. El ritmo es estupendo, pero la letra ablanda mi corazón. - Linda, Diana, no has tomado de tu trago – dejo el vaso en la barra y me bajo del asiento. - ¡Es que esta es muy buena! Ahora vengo – me acerco entre grandes saltos a mis amigas y las tres empezamos a gritar la letra de la canción apenas comienza. Quizás destrozamos la canción con nuestros gritos desafinados, por confundir las palabras debido a la borrachera y por adelantarnos o atrasarnos, pero, aun así, yo definiría este momento como absoluta felicidad.  Todas estamos saltando coordinadas intentando reír y cantar al mismo tiempo, hasta que Amanda pisa mal y se cae. Rápidamente, entre Erika y yo la intentamos poner de pie, pero es complicado cuando no podemos dejar de reír, incluso Eri termina cayendo encima de Mandy. - Por dios, dan vergüenza – se acerca rápidamente Louis, que las pone de pie a las dos de un tirón, o lo intenta, porque la risa no les permite enderezarse correctamente. No las culpo, yo tampoco he dejado de reír. Ya hasta me duele un poquito el pecho y la garganta, pero este es el precio de una buena noche. - Será mejor que nos vayamos – las tres abucheamos a los chicos, que nos ayudan a sostenernos y a salir del local. Mis amigos son asombrosos, porque solo son dos y nos llevan a las tres prácticamente alzadas en brazos. Wua, son geniales. - Ahora, se quedan aquí tranquilas mientras esperamos que pase un taxi – escucha que habla uno de ellos, pero yo tengo la mirada fija en Fez, el hombre de seguridad y me despido con la manito cuando nuestras miradas chocan. Él se ríe y me corresponde el saludo. Es un buen tipo. - ¿Diana? – volteo hacia Manu y le sonrío - ¿Me escuchaste? ¿tomaste algo mientras estabas con ese hombre? Creo que echo algo a tu bebida – inclino la cabeza un poquito confundida. ¿De qué está hablando? - Oh, sí, yo lo vi – Amanda asiente, cerrando sus ojitos y apretando sus labios. Es un gesto gracioso – Él quería hacerte algo imperdonable ¿Cómo se atreve a querer hacerle daño a la tierna Didi? ¡debe pagar! Pego un saltito cuando grita lo último. Que susto. Me río. - No chicos, él no hizo eso, dijo que quería brindar por la amistad – suelto una risita. Era un poquito raro, pero quizás es un buen amigo, digo, apenas hoy es primera vez que lo veo. - ¿Lo hiciste? ¿brindaste? – asiento. Claro que lo hice, es de mala educación no hacerlo – Mierda, tenemos que ir a un hospital – arrugo la nariz. - No digas malas palabras, es un mal ejemplo – puede escapársele una cuando esté dando clases y eso sería malo, los niños lo copiaran - ¿Un hospital? – pregunto cuando analizo sus palabras. ¿Para qué un hospital? - Ese hombre te drogó, Diana, hay que ir a que te desintoxiquen – me sorprendo ¿me drogaron? Pero yo me siento bien. - No… yo no tomé del vaso – me obligo a recordar. No creo que mi nuevo amigo quisiera hacer algo como eso, pero si los chicos desconfían de él, prefiero tranquilizarlos – Chocamos las copas y justo comenzó Rockabye – sonrío en modo de disculpa. Ahora pensándolo bien, quizás fui maleducada con él, dejándolo de esa forma cuando estábamos brindando, pero esa canción simplemente tiene un poder sobre mí. - ¡Oh, cuando nos caímos! – suelta Amanda riéndose, causándome risa también al recordarlo. - ¿Cómo es que se cayeron? – pregunta Manu viéndonos con una sonrisa. Recuerdo que cuando ellos llegaron, ya las dos estaban en el piso y en cualquier momento yo las seguía, porque la risa no me dejaba ser. - Estábamos bailando – hago mímica bailando como estábamos haciendo – Entonces Amanda hizo como una cosa así – intento imitarla, pero estaba haciendo un paso muy raro, y tropiezo un poco. - Cuidado, te vas a caer – escucho que alguno dice mientras se ríen, pero lo ignoro. - Entonces cuando Erika iba a ayudarla, tampoco quería parar de bailar, y ella hizo como… – me inclino hacia delante, pero mi pie se desliza y me voy de boca. Pongo el otro pie evitando caerme, pero es como si todo mi centro de gravedad se hubiese ido al frente, porque cuando me doy cuenta, doy un par de pasos más, evitando pegar la cabeza al piso, hasta que termino en los brazos de alguien. Ahora si siento un poquito de vergüenza. Levanto la cabeza, avergonzada por la escena que acabo de protagonizar, y me paralizo al ver un par de ojos azules con miel. Son hermosos y resaltan bastante sobre la piel pálida del portador, que tiene una corta barba azabache, igual que su cabello cuidadosamente peinado hacia atrás. Es atractivo, bastante, tanto, que me casi me hace olvidar que estoy prácticamente sobre él. Casi. - Discúlpeme – rápidamente me alejo un par de pasos y siento como mi cara se pone completamente caliente. - No te preocupes – noto como me da una rápida ojeada de pies a cabeza. Sonrío. - ¿Cómo te llamas? – no puedo no preguntarle eso a la persona que me salvó de tener un chichón enorme, porque estoy segura que ni mis manos hubiesen evitado que pegara la frente al piso. - Viktor Bogdanov – me gusta su apellido, suena elegante, extravagante y exótico. - Yo soy Diana Hollad, un placer conocerte y muchas gracias por salvarme – casi es completamente imperceptible, pero yo puedo notarlo. Me sonríe. Me emociono. Quizás él es ese buen presentimiento que me ha estado rondando desde temprano.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD