Capítulo 1. Aquí estoy

885 Words
Caminaba por un pasillo ancho, lleno de cuadros a lado y lado, pinceladas multicolor armoniosas que irradiaban fuerza; delante de mí una empleada silenciosa me orientaba hasta lo que sería mi habitación. No tenía la mínima idea de lo que desde ahora empezaría a vivir, pero sí tenía la certeza que lucharía hasta el final por mi libertad, como fuera, el punto era evitar que se salieran con la suya. No importa quienes están detrás de esto, lo pagarán.  Una semana después de estar en esta casa aún no llegaba el supuesto doctor, el día de la  partida de mi casa, envío una camioneta blanca con vidrios oscuros, y un hombre de traje se encargó de ayudarme con las maletas y traerme a la mansión.  Mi día básicamente era un ir y venir por la casa, paseaba los jardines que la rodeaban, por cualquiera de las habitaciones que te asomaras tendrías una increíble vista de la fuente central, los rosales la bordeaban y salpicaban los colores que destilaba de ellos. El primer día no salí de mi habitación, tampoco lloré, no es que no me doliera, pero no era muy sensible, nunca había tenido muchas manifestaciones de amor en mi hogar, no me crie con esa necesidad de desbordar sentimientos, más bien era medio tosca. Al día siguiente luego de recibir el desayuno en la habitación y cruzar palabras con María, la empleada, decidí dar una vuelta y a sugerencia de ella, visitar la "Niña".  - Me estás hablando de una niña, niña, “bebé” María sonrié, haciéndome sentir tonta. -No señorita Lucero, le estoy diciendo de la niña del patrón Andrés. -A ver María, más despacito. Me dices que es una niña, ¿pero no es una niña? Ahora sí me enrede. -Señorita lucero, la niña es el cuartito grande que tiene el patrón donde están todos sus arbolitos de frutas, hay un columpio lo más de lindo y cómodo y las enredaderas de uvas están como por el techito – comentaba mientras con sus manos señalaba la ubicación- Y los pajaritos tienen sus fuentes, eso es súper bonito señorita Lucero. Es el lugar favorito del joven Andrés, si usted quiere arréglese y vengo y la llevo, eso es pasando la fuente grande bien adentro del jardín.  En las palabras de María se había quedado corta, esto era sencillamente hermoso, efectivamente pasamos la fuente central y unos metros más adelante había una especie de caparazón de hierro envuelto en enredaderas de las cuales colgaban frutos a punto de caer, subí tres escalones que lo elevaban del resto del jardín y me adentre en un espacio totalmente armónico, cada detalle de la niña mostraba la pasión y el amor con el que había sido cuidado, y de repente me vino a la cabeza un Andrés joven y tierno, de rodillas cultivando cada árbol. Dentro de la niña había un estante metálico con libros, ya después escudriñaría cada uno, espero que tengamos el mismo apasionado gusto por la lectura.  Sobre un borde de la estructura en el suelo había una especie de cama, y unas almohadas  perfectamente decoradas y de colores pastel, nada se escapaba del contraste. Había una hamaca y una mesita con otros cojines alrededor. Pensé en lo que me dijo María y si este era el espacio favorito de Andrés, tal vez esté era bastante femenino, reí en silencio.  -Señorita Lucero, el patrón llegó.  Sus palabras me sacaron de mis sueños y me sentaron de un tirón, se acabaron las vacaciones, pensé - ¿Te ha dicho algo? - Que se duché y se prepare, por que viene por usted ya casito, levántese, levántese niña que después le conoce el genio al patrón.  Sentí una punzada en mi estómago y aún no sabía las intenciones de Andrés. Una hora después, la puerta se abrió de golpe para descubrirme sentada frente al espejo cepillándome el cabello, me había maquillado un poco y me vestí elegante y refinada dentro de lo que mi escaso armario me ofrecía. Siempre fui muy cuidadosa en mi vestir, mi ropa impecable, buen maquillaje y mi cabello arreglado, regularmente me ejercitaba para tonificar mis piernas y glúteos, mi figura era delgada y ancha en las caderas, realmente era bella y creo que eso sorprendió a Andrés porque al verme, su boca se desencajó un poco y sus pupilas de repente se hicieron más grandes mientras arqueaba sus cejas y yo estaba exactamente igual, Andrés era lo que se podía clasificar como un bombón. Noté que podría tener unos 35 años o más, su cabello vislumbraba unas canas absolutamente sexys.  -Buen día Lucero, ¿cómo va tu estadía?  Rompió el silencio  -Doctor, buen día, que bueno verlo, todo ha sido maravilloso y agradezco su hospitalidad.  Intuyo que no esperaba tanta amabilidad de mi parte, tal vez pensó encontrar una Lucero bañada en lágrimas y abrumada, no era que no lo estuviera, todo esto me alteraba mucho, pero ya había decidido sacar ventaja para librarme más fácil de él, mis movimientos serian sobre seguro.  -Lucero, hay mucho por hablar así que te espero en la sala, tomate tu tiempo y termina de arreglarte, hasta el momento lo haces “muyyyy biennn” -alargo cada palabra como si disfrutara mencionarla- Te espero abajo.  ¡Oh! ¡Oh! Esto está empezando a gustarme.
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