El Origen de Upiros y Lobos

2137 Words
En el principio de los tiempos Luz y Oscuridad se movían entre el caos que reinaba en el universo, las grandes explosiones que dieron forma a los planetas y a las estrellas fueron el patio de juegos de las dos deidades que modificaban a su antojo cada uno de esos lugares escondiéndose como niños pequeños mientras se correteaban en un eterno ir y venir del que disfrutaban entrelazándose, riendo y descansando como si fueran uno solo. Un día llegaron a una roca desierta y como siempre pasaron a través de las capas de aire que lo cubría, para darse cuenta que era diferente a los demás. Ese descubrimiento hizo que Luz propusiera un juego, a Oscuridad se le hizo interesante, no obstante, cuando su opuesto dijo que era una competencia donde el ganador tendría derecho a pedir al otro lo que más deseara, dudó en dar la respuesta, pero como siempre la deidad brillante logró convencerlo aceptando el reto de quién en su esencia él sentía como su destinada. Los días pasaron, el terreno antes inhabitado comenzó a ser poblado por diferente tipo de tipo de seres. En ese espacio de creatividad, las esencias se dieron cuenta que sus creaturas los representaban, los de Luz vivían cuando ella se encontraba despierta, cuando Hap, la estrella amarilla que tenía como sirviente, brillaba en el planeta, sus seres eran puros, perfectos y atractivos, de colores vistosos y que provocaron en ella la sensación de grandeza y superioridad, más porque pudo reflejarse tanto en agua, como en la tierra y el aire. En cambio, las creaciones de Oscuridad eran lóbregos, tristes, no sonreían y se escondían para que no los vieran, gustaban del frío y para algunos la existencia era efímera. Las demás esencias del universo cuando se dieron cuenta de la apuesta decidieron intervenir autonombrándose como los jurados de la competencia. Las creaciones que ganaran se llevarían a los diferentes mundos siendo modificados de acuerdo con las necesidades de cada lugar. La deidad luminosa no estimó conveniente la propuesta, todos podían apreciar su obra, se vanaglorió definiendo que ya sabían que ella triunfaría; empero, estos fijaron por Candra la fecha en la que realizarían la muestra final. El plazo se cumplió, Luz expuso a cada una de las criaturas que se movían en el planeta que ella bautizó como Tanah, los aplausos se escucharon y con estos las ovaciones por el triunfo seguro. Por tal motivo, cuando dieron la posibilidad de hablar a Oscuridad, el ente de esencia masculina se inclinó mostrando lo que desarrolló en los meses de trabajo que no habló con su antagonista. Las deidades observaron la bella figura de cabellos negros y piel blanca, cuando la tocaron, el ser abrió los ojos que eran de un color indefinible porque reflejaban la creación de Luz. Una segunda creatura estaba al lado de esta, similar a un cachorro de los perros que la primera esencia presentó. Desconcertados por el plagio reprendieron a Oscuridad, pero él no se acobardó, dijo el nombre del pequeño animal despertándolo, y le solicitó cambiar. De aquel que designó como Lobo, surgió un hombre de ojos grises, tan hermoso como el primero. El fallo era complicado, Luz dio vida a muchas plantas y animales, pero las creaturas de Oscuridad podrían dominarlas, además, como la esencia lo explicó, estarían despiertas sin importar si Hap o Candra estuviesen en el cielo, porque ellos tendrían raciocinio, algo que las otras no poseían. Concluyeron que darían el resultado al día siguiente, cuando comprobaran lo dicho por Oscuridad con una prueba que ellos propondrían a el Lobo y a ese ser que denominó Iri. Las dos esencias estuvieron de acuerdo y se marcharon a descansar. Horas después de que Candra subió al cielo, Oscuridad salió de cacería con el cachorro sin darse cuenta que Luz, cegada por la envidia, esperaba con paciencia a que se alejara para entrar a la habitación del hombre ojos de arcoíris. El azabache dormía, la esencia tomó su forma corpórea, sacó de su túnica una daga forjó de los cristales de aquel lejano mundo donde alguna vez jugó con su competidor, y con las dos manos la elevó para destruir lo que significaba su derrota. Antes de cumplir con su cometido, los ruidos que el dueño del lugar hizo, le indicaron a Luz que Oscuridad estaba de regreso, con rabia por no poder concluir el plan, apretó el arma con tal torpeza que se deslizó de entre sus manos causándole una herida que goteó sobre los labios del durmiente, el mismo que de repente abrió los ojos, unos que eran rojos como el color del líquido que saboreaba y no del hermoso color que antes mostraron. La mezcla de emociones negativas de Luz, inundaron el corazón de la creatura, el iris cambió a n***o y la necesidad de seguir consumiendo ese alimento creció sosteniendo del brazo a la esencia que, en su forma corpórea era débil, y no supo cómo defenderse, el azabache bebió de la cortada. Luz se paralizó, un calor cruzó su cuerpo y una sensación que desconocía surgió de sus entrañas obligándola a jadear, la mirada ennegrecida del hombre ante ella la sumergió en miles de imágenes placenteras, mientras se erguía y con la mano acariciar el iluminado cuello. De repente, Luz se vio apartada con violencia por el individuo que minutos antes la complacía. Observó al azabache llevar su mirada a lo que le provocó el dolor en una de sus piernas, un portentoso lobo que soltó la mordida. Ese simple detalle desencadenó que las dos creaciones de Oscuridad se enfrascaran en un combate que lastimaba al animal y al hombre. La leve risa de Luz, distrajo a la esencia masculina de la confrontación, en el rostro de quien alguna vez pensó fue su complemento, la fascinación de poder destruir lo que él con tanto cariño creó le llenó de dolor. Adoptando su forma corpórea, emitió un chiflido para con la orden que mutar al lobo que dio un paso al azabache con marcas en todo el cuerpo por el combate. Aquel que alguna vez tuvo los ojos arco iris se detuvo, pareció despertar del amargo sueño que Luz provocó, abrazó a su compañero para acariciar con dulzura el cabello y ronronear al oído del lobo que lo lamió aceptando la disculpa. Fue cuando Oscuridad intervino separándolos, como deidad poseía el don de la profecía, y también, debido a su esencia, la capacidad de maldecir y causar destrucción, lo supo desde que se formó, pero evitó utilizar sus poderes porque quería demostrar que era mucho más que caos. Sólo hasta ese instante Luz se dio cuenta de la verdadera identidad de su compañero, era el más antiguo aquel que inició con el tiempo, sin un principio conocido por las dimensiones en que vagó desde antes que este universo existiera. —Para que brille la luz siempre es necesario que haya oscuridad —pronunció con dolor al verse traicionado por Luz, la esencia que le apartó de una vida de eterno peregrinaje. Evitó seguir mirándola, señaló al de ojos tornasol para dictar su destino. «Corrompido por la sangre de quien envilecida quiso destruirte, te condeno a que ese líquido sea tu alimento, tus ideales se verán gobernados por la codicia, el deseo y la lujuria. Gobernarás a las demás criaturas, podrás convertirte en cualquier alimaña e incluso en la neblina que me representa, pero tu corazón estará vacío porque tu complemento pertenecerá a la estirpe de quien en tus brazos yace. La misma que te reconocerá como Hijo de la Oscuridad, persiguiéndote con el único fin de aniquilarte». La voz de la esencia era tranquila, demasiado para quien reconocía todas sus tonalidades después de años de convivencia pensó Luz, pero ya era tarde para corregir el error cometido. El chico de ojos grises se separó con tristeza de su pareja, esa que la esencia elaboró mientras le contaba lo vivido con la presencia corpórea de la mujer que en ese momento brillaba sosteniéndose la muñeca que ya había sanado. Fue el turno para escuchar su inmerecido castigo. «Perseguirás al que amas, te reconocerán como la Mano de Dios en Tanah, cambiarás de forma sólo cuando te dediques a cazar a los Hijos de la Oscuridad y a quienes sean sus aliados. Porque primó tu instinto y no tuviste el raciocinio ni el amor suficiente para reconocer a tu destinado, te castigo con el celo pudiendo ser marcado por cualquiera, y teniendo que vivir por compromiso, existan o no sentimientos». Los dos jóvenes se miraron por última vez, para ser envueltos por las sombras y aparecer lejos del lugar donde fueron creados. En la casa Luz se aproximó a Oscuridad solicitando que le perdonara, sin embargo, él la ignoró, movió su mano abriendo en el aire cientos de cuadrados que designó como portales. En cada uno de estos la esencia luminosa comprobó que su creación no era novedosa, y que su compañero tampoco fue muy innovador, no obstante, en uno de los mundos pudo ver la escena en que un viejo artesano le hablaba a quien tenía al frente proponiéndole que su corazón fuese el que guiará sus dedos. Primero Oscuridad talló al lobo, luego comenzó a fabricar al chico de ojos arco iris, el corazón de su previa creatura lo direccionó porque, como bien le dijo, ese que creaba era su pareja de por vida, porque sin conocerlo lo amaba. —El tiempo es creación de los que existimos en esta forma —explicó Oscuridad—, para los divinos no está, lo modificamos a nuestro antojo, eso que viste es el pasado, y si quisiera puedo mostrarte el futuro… —¿Sabías que te traicionaría? —la esencia masculina negó con la cabeza. —Nunca vi lo que nos pasaría, porque estar contigo era la posibilidad de descubrir algo nuevo —Oscuridad regresó a su esencia difusa, exponiendo con tristeza lo que los otros dioses que estaban arribando en la madrugada para ver la evidencia de la creación de Oscuridad, dieron por sobreentendido—. Ella ganó, yo me marchó, de ahora en adelante sois libres de hacer con mis creaciones lo que desees, pero lo que decidan llevadlo a cabo rápido porque si hoy son dos, para mañana serán un millar. Desde ese entonces Luz fue desterrada a vivir en Hap, fundiéndose con su servidor cada día por el calor que este desprendía. Así fue como Tanah se convirtió en el mundo de los Upiros o demonios, y de los Lobos que eran sus enemigos naturales, las aldeas fueron creciendo y los territorios demarcados. El origen de las razas se perdió en el “voz a voz”, transformándose en una versión donde los nombres de Luz y Oscuridad desaparecieron, dando paso a una nueva historia. Una en la que la codicia de un hombre lobo lo hizo vender el alma a un demonio por la vida eterna, el espíritu aceptó el trato explicándole que para obtenerla debía beber la sangre del ser más bello que encontrara. Coincidió que esa noche una hermosa loba se dejó ver con su apariencia humanoide, y el hombre obnubilado destrozó la garganta de la chica para saciarse del líquido hasta que este dejó de fluir. Cuando el espíritu maligno apareció, le reclamó al hombre su pago y le recordó que tendría la inmortalidad por el número de años de su víctima multiplicado por siete veces siete, con la única condición de que debía continuar alimentándose de sangre de los demás, porque desde ahora él no era más un lobo sino un espíritu errante llamado Upiro o Vampiro. Una leyenda falsa que se contó tantas veces por demasiados siglos, logrando que la mentira fuese tomada como algo veraz. Historia que Constancio Cicerón odiaba que su madre relatara cuando iban a dormir. El niño de cabellos y ojos perlados era el menor de tres hermanos, a sus cuatro años creía que ese ser que la mayor describía se aparecería a devorarlo, y aunque infinidad de veces su hermana Julia le explicó que los Vampiros hombres no se alimentaban de lobos machos, el cachorro temblaba con la idea de verla a ella o a su mamá muertas por culpa de alguien así. La Beta besó a sus hijos en la frente deseándole buenas noches, en la sala su marido veía el calendario que marcaba la fecha del festival donde a los cachorros menores se les revelaría su segundo género. —No te preocupes, sé que Constancio será designado como un Beta igual que nosotros —dijo la mujer al lobo abrazándolo por la espalda. —Una mentira más para nuestra manada —expresó resignado el lobo colocando el almanaque en su lugar para servir un poco de aguamiel—. Ruego que tengas razón mujer, sino, que las antiguas deidades lo protejan.
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