Benjamín estaba apunto que se lo llevará el demonio, se supone que había encargado que la llevarán a la bodega, como era posible que Dara estuviera justamente en la sala y lo peor con su madre y su hermano, ¿Acaso Dara había abierto la boca?.
Pero eso lo averiguare ahora mismo, Benjamín se excuso para ir también por un vaso de agua, ante la sonrisa inquieta de su madre. Teresa estaba segura que Benjamín había caído flechado ante la belleza de Dara.
—¿De que tanto te ríes picarona? —preguntó Leonardo mirando la cara llena de picardía que traía Teresa
—No es nada mi niño, solo espera, creo que he hecho algo bueno por alguien que amo mucho —dijo sonriendo una vez más.
Mientras tanto, Benjamín caminaba a pasos agigantados hacia la cocina, aflojó la corbata y soltó un enorme suspiro al verla de espaldas.
Así que caminó hacia ella y la tomo fuerte del cabello, haciendo que Dara arqueara el cuerpo hacia atrás.
—Vaya, quien diría que serías tú quien me encontraría —dijo Benjamín casi susurrando al oído de Dara.
—¡Suéltame imbécil! —exclamó Dara tratando de soltarse de su agarre.
—No, hasta que me digas ¿qué diablos haces metida en la casa de mi madre? —vociferó Benjamín jalando con mucha más fuerza el cabello de Dara.
—No estoy haciendo nada, la señora Teresa es una mujer demasiado buena y hermosa, nada a comparación al imbécil que tiene como hijo —dijo ella escupiendo la cara de Benjamín.
Benjamín sonrió, bajó su cara y olió el dulce aroma que desprendía Dara, por un momento se dejó llevar de sus instintos y quiso arrancarle el vestido que llevaba puesto.
—¡Ni pienses que volverás a escapar de mí!, ahora estás completamente en mis manos y si llegas hacer algo, así sea lo más mínimo créeme que no dudará en acabar contigo —exclamó Benjamín jalando con mucha más fuerza el cabello de Dara, haciendo que ella se retorciera de dolor.
—¡Eres un imbécil!, ¿Acaso no te fue suficiente todo el daño que me hiciste? Confíe en ti, te entregué mi corazón, y tu solo destrozaste sin importar absolutamente nada —exclamó Dara apunto de llorar, todo esto le había dolido en lo más profundo de su corazón y ver de nuevo a Benjamín hizo que la herida volviera abrirse.
—No amorcito, no me fue suficiente, ¡Eres mía!, ¿O se te olvida que estamos casados? —vociferó Benjamín, besándola bruscamente.
Dara movió su cabeza y como pudo se soltó, para después escupir la cara de Benjamín nuevamente.
—Eres un asqueroso, si estoy casada contigo no será por mucho tiempo, ¡Eso te lo juro! —dijo Dará limpiando las lágrimas que habían salido sin su permiso.
.—No jures en vano, recuerda que mi hermano es un sacerdote, y es una blasfemia lo que acabas de decir —dijo Benjamín tomando del brazo de Dara.
Dara no entendía cómo fue que precioso fue a meterse en la boca de lobo, fueron tres largos meses en que pudo escapar de él, y ahora estaba justo enfrente de él. ¿Acaso la vida podía ser más injusta con ella?.
—Vaya así que aquí están. —Los dos se giraron al escuchar la voz de Teresa, quien dejó salir una sonrisa al ver a Benjamín tan cerca de Dara.
—Mamita, estaba conociendo un poco más a tu protegida, es más, le acabo de decir que me alegra que siga contigo —dijo Benjamín mientras abrazaba a Teresa.
Que podía pedir más Teresa, su hijo había vuelto y por fin volvería tener a su familia completa. Leonardo miraba desde la puerta aquella escena, dejó salir una sonrisa al ver a su hermano como abrazo a su madre, aunque por otro lado vio la cara de terror de Dara, cosa que llamó más su atención y no descansará hasta saber todo sobre ella
Era como un enigma, en eso se había convertido Dara para él, y estaba dispuesto a todo con tal de descifrar el corazón de aquella mujer.
La cena pasó sin mayor contratiempo, bueno, si se le podía decir que Dara estaba apunto de tener un colapso nervioso, tanto así que tan pronto terminaron de cenar fue la primera en retirase hacia su habitación.
Dara dio vueltas y vueltas en su habitación, algo debía de hacer, pero quedarse ahí, no lo iba hacer ni loca, y menos sabiendo que Benjamín, el hombre que le arruinó la vida era precisamente el hijo de la mujer que le tendió la mano.
En la otra habitación, Benjamín había arreglado todo para salir, debía arreglar cuentas y hacerle saber a más de uno de su regreso.
Sin que su hermano y madre se diera cuenta salió con rumbo a una de sus bodegas, ahí lo esperaban las dos personas que debían darle explicaciones de muchas cosas.
Oliver quien acaba de salir de la cárcel daba vueltas y vueltas, sabía que Benjamín estaba furioso.
—¡Te puedes quedar quieto de un maldita vez! —grito Leah, quien estaba peor que Oliver.
—No entiendo cómo puedes estar tan tranquila, cuando tú y yo sabemos que el jefe nos matará cuando se entere que Dara no está aquí en la bodega —exclamó Oliver.
—No tengo por qué preocuparme, él no puede hacerme absolutamente nada, él y yo somos socios —dijo Leah justo en el momento que Benjamín entraba a la bodega.
—Eso nunca, yo no podría ser socio de una basura como tú, y si lo dices por el dinero hace mucho te di tu parte, así que mejor no abras la boca —exclamo Benjamín tomando del brazo a Leah con fuerza.
—¡Suéltame! Si no hubiera sido por mi, mi sobrina no se hubiera casado contigo, y tampoco le te hubieras quedado con toda le herencia de mi sobrina...