~~ 0 ~~ —Hola, bebé. —Nathanael murmuró perdido en los hermosos ojos del que ahora era su hijo. Los ojitos del Andrew se encontraban puesto en los suyos, mirándolo con gran intensidad. Su mirada denotaba asombro, temer y algo confusión. Sonrió al ver como el pequeño alargabas sus manitas para así tomar las suyas. Nathan no podía dejar de admirar la belleza de aquella personita que tenía entre sus brazos. Sus manitas regordetas, su piel blanca como la leche y suave como la seda, sus hermosos y grandes ojos cobrizos rodeados de largas pestañas, sus cabellos castaños. Andrew había llorado sin parar por dos largas horas, era un cambiante y necesitaba sentir la conexión que poseía con sus progenitores; sin embargo, después de un tiempo, Samuel logró calmarlo. Recordó con alegría en el mome

