Dalton notó que la castaña estaba bastante irritada. No era para menos, la cocina era un desastre. Tenía razón en la parte de que ahora un bebé vivía con él, si no mantenía la casa limpia la pequeña podría enfermarse y allí si no sabría cómo lidiar con ella cuando la castaña se marchara del rancho. —Siento mucho el desorden. Me la llevare para lavarla. Al cabo de media hora el vaquero regresa con una Sami limpia. La cocina también estaba impecable pero la castaña ya no está en ella. Sintiendo curiosidad de donde pudiera estar Dalton decide buscarla, encontrándola acostada en el sofá con una taza de café en las manos. —Si deseas desayunar deje en la mesa comida. Por lo que veo esta tormenta no te dejara salir en todo el día. —¡Eso parece! —Responde a secas. De pronto un ensordecedor

