--- El sonido de las máquinas retumbaba en el aire mientras preparaban el terreno donde pronto iniciarÃamos una nueva construcción. Natasha, ajena al ruido, hablaba con entusiasmo sobre sus planes. —Quiero celebrar el cumpleaños de Zafiro. PodrÃa ser en la finca —comentó con una sonrisa radiante. Mi atención estaba en los planos que tenÃa en mano, asà que respondà sin mucho interés: —Eso háblalo con Marian. Son cosas de mujeres. Ella bufó con evidente molestia y cruzó los brazos. —Eres tan vasto… Es tu hija, Zuriel. Si haces un lindo detalle, tu "china" te recompensará. Su tono burlón me hizo alzar una ceja. —¿Crees que tengo que hacer una fiesta para ser recompensado? —pregunté incrédulo. Aunque, si era sincero, últimamente me sentÃa la vÃctima perfecta de mi mujer. —Por supuesto.

