Esta historia inicia con una mirada
??? ADVERTENCIA???
?ESTA HISTORIA CONTIENE ALTO NIVEL DE VIOLENCIA, DESCRIPCIONES GRÀFICAS Y NECROFILIA. SE RECOMIENDA DISCRECIÓN DEL LECTOR. SI ES SENSIBLE ANTE ESTE TIPO DE CONTENIDO NO LEA.
?ESTA HISTORIA ES COMPLETAMENTE FICTICIA, NO REPLICAR NADA DE LO QUE SE DESCRIBE.
?EN ESTA HISTORIA NO SE GLORIFICA NI SE ROMANTIZAN LA VIOLENCIA, LOS COMPORTAMIENTOS TÓXICOS, LA NECROFILIA, NI EL HOMICIDIO.
???FIN???
——————————
Me fumo un cigarro en el techo de mi casa, es un placer del cuál disfruto desde mi adolescencia descarrilada que me condujo hasta hoy y hasta aquí, mi gusto por inhalar este humo tóxico es lo suficiente fuerte como para lograr crear a través de él una burbuja que me mantiene a salvo de todo lo que está por pasar. Lo sé muy bien. Lo apago contra el piso mohoso por el constante roce con la lluvia y las inclemencias a las cuales se enfrenta una casita en un país tropical del que nunca pude escapar. Bajo las estrechas escaleras pintadas de rojo que conducen hasta el portal enlozado de mi hogar, dentro me esperan, el amor de mi vida y él hombre que me hizo querer volver a empezar.
Adoro la calidez de mi casa pintada de blanca, decorada con muebles negros y grises, desde el comedor un cuadro de la esfinge vigila la entrada y a la mitad un pasillo que da al medio con el baño y a los extremos dos cuartos, en uno de ellos está él: el hombre que sacó cada suspiro de mi alma y me hizo enloquecer de amor. Entro a su encuentro y ahí está inmóvil como siempre, me siento a su lado y lo abrazo.
—Enzo... Mi amor, he estado pensando estos últimos días en mi vida y que tan cierto es el hecho de que las decisiones tomadas en distintos momentos forjan nuestro propio camino, pero como las personas que vamos conociendo mientras andamos por él van cambiándonos el rumbo.
Salgo hacia la sala, cansada y algo desesperada, sin idea de que debía hacer después. No puedo dar una respuesta a mi inminente problema, y hago lo que se debe hacer cuando una cuestión sin solución te preocupa: No hacer nada.
—Oye, Pedro—le digo al hombre en el suelo— tú solo me juzgaste sin saber mi historia, me llamaste monstruo, asesina y de todo lo que se te ocurrió.¿Nunca pensaste que detrás de mis acciones había un por qué? Bueno, tenemos algo de tiempo así que te voy a contar mi historia para que me entiendas. Yo solo tenía catorce años, era apenas una niña y caí deslumbrada ante su figura. A esa edad yo era una jóven muy bruta, aunque en la escuela podía catálogarme como casi una genio,me saltaba las clases, cuando iba no prestaba la mínima atención e incluso una vez me emborraché en el recreo.
¡ Porque si! Ya tenia basta experiencia en los artes del alcohol. Pero aún así me las ingeniaba para siempre estar en el cuadro de honor.
Me digo bruta, porque además de ya tener un amorío con las copas y la obvia indisciplina en mi carácter, también estaba empeñada en parecer mayor y hacía cuanta cosa podía por aparentarlo, creo que era un afán de ocultar mis inseguridades, de olvidar el hecho de ser una víctima del bulling sangriento de los niños de primaria por ser tan recta y dedicada en mis estudios, así que para ese entonces estaba decidida a ser mi propia victimaria: salir todos los fines de semanas a discotecas, usar zapatos ultraaltos y vestidos megacortos, maquillaje pesado y actuar como si me supiese todos los secretos de la vida era mi nueva forma de ser, mi máscara de perlas, mi escudo de oro.
¡Tonta de mi, no sabía nada!
Por eso metía la pata a diestra y siniestra cada vez que se presentaba la oportunidad. Recuerdo que salimos como siempre, un sábado en la noche, estaba acompañada de mis amigas Cristina: a quien conocí en séptimo grado, ella había perdido a su madre en el parto, vivía con su padre y su hermano, era una persona alegre a pesar de todo, no se quejaba de nada aunque poco tenía, desde nuestro primer encuentro en el aula nos convertimos en mejores amigas, inseparables; también estaban conmigo Lidia y Nadia, a ambas las conocía desde que tenía conciencia, siempre juntas en todo momento. Y esa noche no era una excepción.
—Marina— Nadia; mi delgada amiga me susurró al oído contrarrestando el ruido de la música— vamos a dar una vuelta, hay un chico que me gusta, quiero saber si vino—. Acepté de inmediato, era una actividad que disfrutaba, además moría de ganas de ver a Tony, un chico mayor que yo unos seis años, de lo más atractivo que había visto jamás, un metro noventa de testosterona pura a pesar de su delgadez, pero el que lastimosamente me había negado la oportunidad de algo más que una amistad hacía tiempo y lo entendía; yo era solo una niña puberta y él se rodeaba de las mujeres más lindas cada noche. Lo buscaba con la mirada cuando me topé con una silueta pegada a un cuerpo femenino, él bailaba a sus espaldas, vestido de blanco de pies a cabeza,algo a su alrededor me llamaba, me hacía latir el corazón de una forma irregular, era extraño, solo lo había visto por un instante desde la distancia pero fue suficiente para caer prendida de algo que no podía entender, estaba hipnotizada con su figura, con un rostro el cual no veía con exactitud pero del que distinguía unos labios mordiendose cada vez que la mujer que tenía delante hacía un ademán con la cintura. Tenía un aura que resaltaba entre la multitud y me cegaba por completo, no podía despegar la vista de aquel hombre, tan sensual y misterioso.
—Miralo, es él— musitó Nadia señalando al ladrón de mi atención, empezando así una trágica historia de amor que me convirtió en la mujer que soy hoy.