3 Sacha y Nicolás

2135 Words
Cuando cuelgo veo a mi alrededor y parece que vieron un fantasma o algo similar, bajo el teléfono lentamente y mis ojos captan las miradas de los demás, parece que no me creyeron capaz de hacer lo que estoy haciendo. —¿Qué?—pregunto burlona. Mi padre se acerca a mí y se para justo enfrente de mí, arqueó una ceja sin quitar mi sonrisa. —Heredaste mi talento para este negocio—le guiñó un ojo a papá que sonríe abiertamente—. Buen trabajo. —Eso y que le aprendí bien a Nicolás—asiente antes de abrazarme. —Mi polluelo ya es un Halcón—aprieto a mi papá como nunca antes lo había hecho. Esto es lo que yo necesitaba, un abrazo de alguien que sabe el peso de esta mierda, lo que se siente el tener tanto poder en las manos y luchar para que los que amas estén seguros. Es cuando me suelto en los brazos de papá, lloró cansada de todo, cansada de fingir que puedo cuando lo único que quiero es hundirme en una cama y llorar sin parar. —Ya Sacha—sigo llorando a pesar de que pide que me calme—. Papá está aquí. Lo aprieto en mi brazos mientras me suelto con él, con quién me puede entender, pero no soy suficiente para nadie. Papá me carga como sí pesará nada y no veo ni a dónde nos conduce, sólo siento que se sienta en algo y es donde me deja llorar. Volverme a desahogar. Aprieto su camisa confirme las cosas me van dejando, hace mucho que no me sentía débil, que no me dejaba salir, soy humana y el llorar es natural. —A mi dulce, Sacha—papá sujeta mi cuerpo con el mayor amor del mundo—. Sé que es pesado, más si no estás acostumbrada a esto—entierro mi cara en su pecho—, es demasiado peso para mi pequeña. —Todavía puedo dar más—eso parece sorprenderlo. Me separó de él y con sus pulgares limpia mis mejillas, ya no tengo maquillaje así que le es más fácil quitarme las gotas saladas que bajaron por mis mejillas. —Lo que necesitaba me lo acabas de dar—le sonrío antes de regalarle un beso en la mejilla. —¿Y es? —Fuerza para seguir—me levanto de las piernas de papá. Marco los números que me son conocidos para mi amigo favorito. —Encuentra al Murciélago—digo segura y sin una gota del estrés que tuve hace unos momentos—. Tráelo a mi ubicación, tenemos cosas que arreglar. —¿Están ahí?—la sonrisa que aparece en mis labios es una respuesta que yo doy para mí. —Sí y avísale a Nicolás que llegó pasado mañana. Tengo trabajo antes de irme. —Bien. Cuelgo antes de darme la vuelta y dejar un par de cosas en claro, una que nos incumbe a mí y a mis hijos. —Mañana llega el traidor—estoy segura de mi tono y voz—. Estoy consiente de que son ustedes los que me sabotean pedidos que surto en Asia occidental y eso no es bueno... —Sacha, el León... —Ya no tenemos guerra con ustedes—sus ojos se abren por lo que acabo de decir—. Si siguen arruinando mis negocios me veré obligada a ponerles un alto a todos. —Sacha, estamos haciendo lo que podemos para traerte de vuelta—dice Axel. No puedo con la risa sarcástica que sale de mi boca, cuando terminó niego sin quitar la sonrisa que surco por mis labios. —¿En serio?—miro a Bastián que no me muestra nada—El amor que Bastián me tenía se murió o se lo metió por... Y los demás solo se dedican a sabotear los pedidos que me hacen en China—estoy mostrando lo que aprendí de este negocio y lo que es la lealtad para él—. No me interesa saber que hacen para según ustedes traerme de regreso. Mi matrimonio con Nicolás es legal y me gusta estar casada con él. —Bien... Ya no... Ya no buscaremos la forma de traerte de regreso—gruñe Bastián—. Y tampoco buscaré estar contigo de nuevo. —No te lo estoy pidiendo—su expresión cambia de forma drástica. Está por decirme algo, pero tocan la puerta de la casa, suspiró y voy a abrir. Cuando abro me quedo helada. La sonrisa que brota de sus labios es suficiente para que quiera matarlo yo misma. —¿Qué haces...? ¿Cómo? —¿Se te olvida que tengo personas que pueden rastrearte?—eso me molesta. —¡¿Me rastreaste como si fuera un perro?!—se encoje de hombros. —Estás enferma, Sacha—tuerzo los labios—. No me iba a quedar de brazos cruzados mientras ardías en temperatura. Es cuando lo abrazo, aprieto fuerte mis brazos en su cuello. Besa mi frente cuando nos separamos. Le aviso antes de dejarlo pasar, toma aire y asiente antes de seguirme, entramos en la casa y casi todos ponen sus manos en las armas que llevan consigo, pero me pongo adelante de Nicolás. —Si van a disparar háganlo y no duden—me burló en lo último. —Sacha—me repirme, me doy la vuelta antes de sonreírle. —Estoy enferma no loca—le guiñó un ojo antes de casi caerme, logra atraparme en el aire antes de caer de lleno contra el suelo. —Mierda Sacha—me carga y toma asiento en un sofá cercano—. Estás helada. —¡Bajen las armas!—advierte mamá—. Pero ya. Cuando menos lo pienso mi madre ya está a mi lado tocándome la frente y maldiciendo igual que Nicolás. —¿Comiste algo en el avión?—asiento—. Necesito que vomités... Sacha... Amor, necesito que vomités. —Pero... —Necesito que lo hagas. Me acomoda en su cuerpo para que regresé bla comida, pero eso fue ayer en la mañana, intento un par de veces, mi madre puso la cubeta frente a mí para que vomité pero no lo hago. —Perdóname—no le entiendo. Hasta que introduce sus dedos en mi boca y provoca arcadas en mi cuerpo, los saca y la comida con ellos, tomo lo que puedo sale con mi comida. Nicolás agarra mi cabello mientras saco toda la comida que mi estómago contuvo por estás hora, cuando terminó de vomitar en la cubeta me acomodó en las piernas de Nicolás, recargando mi cabeza en su pecho. —¿Qué me dieron? —Si tengo razón... No fue solamente vino lo que te dieron de beber. —Gracias. —No me agradezcas—me acomoda de tal forma que no puedo molestarlo con mi peso—. Si tienes sueño puedes dormirte. —No lo... Buenas noches, Nicolás. (((Nicolás))) Se queda quita en mis piernas, eso quiere decir que se durmió. Recargo mi cabeza en la suya para irme quedando dormido con ella, pero un leve movimiento de la madre de Sacha me hace abrir los ojos de golpe. —¿Ya comiste?—me sorprende que me pregunté eso. Antes me llevaba muy bien con ella, pero creí que me gaste el buen trato cuando hice lo que hice para que Sacha estuviera conmigo. Aunque no he comido en todo el día, cuando hablamos no se escuchaba bien, así que conseguí que la rastrearan sabiendo que se iba a enojar pero no me importaba en ese momento, sólo me concentré en su bienestar. —No... Pero así estoy... —¡Tonterías!—me riñe como cuando era un adolescente—. Anda, déjala en el sillón, vamos a qué comas. Dudo pero al final dejo a Sara dormida en el sillón. Me rio al ver qué compartiré la mesa con ciertas personas que creí que me matarían antes que compartir una mesa conmigo después de lo que hice hace unos meses. Escorpión y Lobo además de Dragón me miran con recelo, Oso Blanco no dice nada y eso me asombra, aunque no me hará nada si no lastimó a la reina que tiene por hija. La señora Griselda sirve el pollo a todos de manera racional, además de la sopa de fideos que le gusta hacer a la madre de Sacha. Hace mucho que no comía su comida, y hace bastante tiempo que extrañaba su spaghetti. —Todo Nicolás—levanto la cabeza cuando señala el plato que tengo frente a mí. —¿Cuándo he dejado algo?—arquea una ceja y eso me hace sonreír—. Sólo fue... —Tres navidades seguidas y dos días de Pascua. —En mi defensa me dio tres raciones—la risa de Henry suena en la mesa. Por debajo de mis pestañas lo miro cagarse de risa en su lugar. Ruedo los ojos, sé a dónde llegará con su risa. —Si como no. —No me ayudes, Hen. —Era divertido ver a Sara reírse de ti porque no te podías acabar la ración que se te sirvió. —Era mucha—me limitó a decir. La madre de Sacha no dice nada, ni nadie de la mesa que se mantiene en silencio por mi presencia lo más seguro. Los brazos de una persona bajan por mis hombros hasta que finalmente huelo el perfume de Sacha. —Para la próxima que me abandones dormirás solo—sonrío por su comentario. —Tu madre me despertó. —Entonces... Los disparos que se escuchan suenan en todo el lugar. La casa se llena de balas en pocos segundos. —Mis hijos... Sacha corre escaleras arriba y no dudo en seguirla, llegamos a la habitación de sus hijos y los niños están debajo de la cama, ella me da a uno y se lleva al otro. Cuando estamos por salir Bastián me quiere matar pero el sonido de las balas lo hace olvidarse de eso por un segundo. Bajamos por las escaleras de nuevo, con Bastián pisandonos los talones. —A las camionetas—ordena Sacha. La he enseñado a sobrevivir y una Ranger descubierta es buena para volverse a esconder de todos. La sigo con el pequeño que llevo en mis brazos, subimos a las camionetas, por suerte ajusta para que todos entremos en ellas. Bastián maneja la camioneta en la que voy, Sacha me sonríe antes de pedirle a Bastián que la detenga. —Cuídalos—cierra la camioneta y le hace la mueca a Bastián de irse. —Te amo, Sacha. Asiente antes de alejarse. Confío en ella, veo mi teléfono, tengo el avión listo para irnos, para mi desgracia, tengo llevarme a los que quise matar hace unos meses, le digo a Bastián porque camino darle pero va tan concentrado en Sacha que no mide lo que hace, nos matará si sigue así. Hago que se detenga, lo bajo del asiento del conductor y lo siento con los hijos de Sara. Acelero a fondo para después escuchar la explosión, Sara voló su casa, después el sonido de una moto llama mi atención por el retrovisor veo a alguien manejando esa moto arrebasando las camionetas, giro mi cabeza para ver a Sacha sonriendo mientras maneja la moto. —¿Me extrañaste?—le sonrío y ella acelera la moto. —Vamos al aeropuerto. El avión nos espera. Asiente y acelera la moto para adelantarse a y dar las coordenadas de nuestro destino, creo que México es lo mejor por el momento, espero y se acuerde de la casa que tenemos allá, que no quiero discutir el lugar al cuál podemos refugiarnos. Llevo a sus padres e hijos, necesitamos un buen escondite y esos lugares puedo ponerles varios anillos de seguridad. Cuando llegó al aeropuerto, Sacha ya está recargada en la moto mientras sonríe. Sus hijos son los primeros en ir a abrazarla. —Quiero... —La señora nos dio el destino-dice Gato. —¿No te mandé a Brasil? Niega y señala a Sara con la cabeza. —Ella me pidió que viniera... Con una rata que se escapó. —Lo encuentras—brama Sara—. Mejor manda gente a buscarlo que te necesito en México. —Como ordené. —Y por favor... Dime quién demonios me hizo explotar la casa de mis padres. Gato asiente, el miedo y el respeto es algo que le tienen a Sara y es divertido ver cuando ella está molesta por algo porque es cuando parecen ratas moviéndose porque el gato llegó a cazar y partirá cabezas aunque no se las coma. Así es la Sacha que he estado entrenando.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD