—Esperaba encontrarte con ese precioso encaje. Damon entra por la puerta de su habitación; sus pasos son sigilosos para que nadie despierte en la casa. —Lástima, porque a las bragas las hiciste trizas —respondo, cubierta por el edredón en la cama de mi novio. Sonrío. —Podías no ponértela y quedarte con lo otro. —Nah, si no es todo, no es nada. Por arriba del libro que tengo en mis manos, lo veo sacarse la remera que lo cubre con tanta delicia. Lo hace de forma lenta y tortuosa solo para su deleite y para mi castigo. Aun así, mi mirada no se despega de él. Es tan hermoso, fuerte y tierno cuando se lo propone. Es un hombre de familia: protector, cuidadoso y bastante atento. Me pregunto, ya como otras veces, ¿cómo es que pude conquistarlo para ser completamente mío? Desde un principio fu

