-...Entonces, cuando entre, le caerá encima. -explicó Lee. Hasta eso nuestro helado estaba, o en nuestra panza, o en el suelo, derretido-
-No lo sé, eso de la pintura está muy gastado. -me limpié la mano con la servilleta-
-Has rechazado mis ultimas diez ideas, ya sea por peligrosas o gastadas. Tengo otra idea, pero no sé si será algo muy BUENO. -enfatizó con las manos-
-¿Qué cosa? -levanté una ceja-
-Podríamos poner fotos suyas besándose con uno de sus amigos. Les hacemos photoshop y listo.
-No es una mala idea. ¿Quién las editaría?
-Mi padre es dueño de una empresa tecnológica. Tiene muchísimos empleados expertos en computación y diseño gráfico. De hecho, conozco a uno de ellos y es muy bueno. Es japonés. -se rió- Esos malditos japoneses son tan buenos con la tecnología.
-No insultes a tus pares. -nos reímos- Está bien. ¿Para cuándo tendrás las fotos?
-Para mañana mismo. Déjame todo a mi. Mañana pegaré las fotos sin que nadie me vea. SERÁ ÉPICO. -sonrió feliz-
-Perfecto. -sonreí yo también- Entonces nos vemos mañana para el espectáculo. -agarré mi teléfono y lo guardé-
-Sí, será una dulce venganza. -nos levantamos del asiento y caminamos-
-¿Te acompaño a tu casa? -le pregunté-
-Si tu quieres... Puedes ir a ver dónde es, así algún día vas. -dijo mientras empezábamos a caminar- Es una linda casa. Muy moderna. Es un poco fría y no tiene el toque maternal, ya que vivo con mi padre y él no está casi nunca, pero es una linda casa.
-Sé que sí. A veces no es fácil llevar adelante una casa siendo hombre y teniendo a cargo a una adolescente. Créeme. Mi hermano hace lo mejor que puede por lograr un ambiente familiar acogedor, pero eso es porque está mucho tiempo en casa y lee muchas revistas de decoración.
-¿Es gay?
-No, tiene novia. Es sólo que siempre fue así de raro. -me reí- Pero lo adoro. No podría tener un hermano mejor.
-Qué tierna. -dijo ella, apretando mi mejilla como si fuera una niña. Fue gracioso ya que ella es más bajita que yo- Llegamos. -se detuvo en una casa muy linda y moderna- ¿Quieres entrar?
-No, debo volver. pero ya se donde es tu casa, así que algún día de estos vendré a molestarte.
-Por mí bien... -se encogió de hombros- Adiós, Savannah. -me abrazó y entró a su casa-
Me cae muy bien esta chica. Es loca, impulsiva, grosera, en algunas ocasiones, creativa para idear planes malvados... Tan diferente a mí. Sin embargo, tenemos gustos MUY similares. Definitivamente veo un futuro de buenas amigas con ella.
Mientras caminaba de vuelta a casa (nada cerca de la heladería), sentí de vuelta esa sensación, como si alguien me siguiera o me mirara. Me di vuelta y habían dos tipos mirándome el trasero.
-Hola, preciosa. -se acercó uno y sentí el olor a alcohol desde donde estaba- ¿Qué tal si vamos a divertirnos?
- Aléjese de mi, por favor. -contesté, un poco asustada. Comencé a caminar más rápido-
-No va a pasar nada malo, linda. No si no te resistes. -me agarró del brazo- Vamos, será solo un momento.
-Déjame. -dije impasible- Llamaré a la policía.
-Qué graciosa. -rió el otro tipo- Llamará a la policía. -se rieron-
-Suéltame -tiré de mi brazo, asustada, y empecé a correr-
-¡Vamos, bonita! ¡No llegarás muy lejos! ¡Haz esto por las buenas! -sentí sus pasos muy cerca de mi-
-¡Déjenme en paz! -grité mientras cruzaba la calle corriendo-
-¡No te resistas! -uno de los tipos logró agarrarme-
-¡NO! -chillé, comenzando a recordar cosas que hubiera preferido olvidar-
-Vamos. -me metió a un lugar oscuro. Cada vez se parecía a lo que me acordaba. Lagrimas recorrían mi cara. No, Savannah, tranquilízate-
-Por favor, no me hagan daño. -traté de de hacer que me soltaran-
-No te haremos daño si no te opones a lo que haremos, así que no te muevas -me empujaron al suelo y caí, dándole al frío piso con la cabeza-
-Por favor, no -susurré, mareada. Traté de retroceder en el suelo, pero uno de los tipos me arrastró del pie hacia detrás de un contenedor de basura- No lo hagan. -lloré, recordando esos insufribles días en Holanda-
-Tranquilízate, perra. -lo empujé lejos de mí, pero se acercó y me pateó las costillas- ¡Te dije que no te movieras! -me quitó la chaqueta que llevaba y la tiró al basurero. El otro hacía vigilancia. Yo estaba en posición fetal, tratando de olvidar y tranquilizarme para no hacer algo de lo que luego me arrepentiría- Enderézate. -ordenó, yo seguía abrazando mis piernas- ¡Que te sueltes las piernas! -me pateó los brazos, yo reforcé el agarre y lloré en silencio-
-Déjala. -escuché una imponente voz, familiar para mis oídos-
-¿Y tú quién mierda eres? -escuché el sonido del seguro de un arma y me aterroricé aún mas-
-Alguien a quien no querrás conocer. -levanté la vista, un poco borrosa pero lograba ver con claridad. Era, sorprendentemente, Caleb- Vete o terminarás como tu amigo. -logré ver un par de piernas del tipo tirado en el suelo, ya que yo estaba detrás del contenedor, no llegaba a ver más-
-No seas chistoso. -el tipo le apuntó a Caleb con el arma-
Caleb al ver el arma sonrió y negó con la cabeza. De un segundo, al otro el arma volaba hasta caer a mi lado. El tipo que quiso abusar de mí, tiró un puñetazo que Caleb esquivó. Lo pateó, tirándolo al suelo. Se puso arriba de él y le dio un solo golpe, que fue suficiente para noquearlo. Yo, por mi lado, aparté un brazo de mis piernas y lo llevé a mi cabeza, tocándome el golpe. Me miré la mano y tenía ese horroroso líquido rojo. Más y más recuerdos me invadieron. Miré el arma del tipo, que se encontraba a mi lado, y empecé a temblar aún más.
-¿Estás bien, Savannah? -Caleb se agachó para estar a mi altura-
-Caleb... -susurré con el ultimo aliento que quedaba en mis pulmones. Poco a poco fui perdiendo el conocimiento-