– 2 –

1436 Words
    Escuchaba mi voz a lo lejos mientras veía unos ojos gatunos esmeraldas y hermosos que me atrapaban mientras caía en un abismo sin fondo.     Carolina.     Volví a escuchar mientras una sonrisa cariñosa aparecía en mi visión.     —Carolina, ya aterrizamos —la voz rasposa del chico sentado a mi lado me despertó. Pestañeé varias veces para enfocar mi visión que se encontraba desnivelada, tomándome un tiempo descubrir que me encontraba apoyada en el hombro de Harry. Levanté mi cabeza pesada—. Buenos días bella durmiente —me dijo casi susurrando, su voz tan ronca que casi se rompe por lo bajo que sonó y el color subió a mis mejillas nuevamente.     —Lo siento —me disculpé aún atontada—. ¿Cuanto dormí?     —Unos 40 minutos —me dijo mirando su celular para chequear la hora—. Justo cuando comenzaba a contarte algo muy interesante —dijo divertido y me tapé el rostro con las manos avergonzada.     —Lo siento, pero no me puedes culpar, tu voz es como una canción de cuna. —Me arrepentí al instante por haber dicho eso.     —¿Dices que soy monótono y aburrido? —Harry sonrió, sabía a lo que me refería.     —No, no, digo que tu voz es muy placentera, no, placentera no es la palabra…     Dios, cállate.     —Continúa. —Harry rió complacido y pude ver como intentaba ponerme nerviosa mirándome fijamente a los ojos con su sonrisa esa.     —No molestes —le dije empujando un poco su hombro descubriendo sus intenciones—. Aún estoy algo dormida.     Después de que un par de personas se acercaran a Harry para una foto hicimos la fila eterna para bajarnos del avión. Llegamos a la manga y antes de ir a buscar mi bolso nos detuvimos.     —Fue un verdadero gusto, Carolina —me dijo sincero con su bolso colgando de sus hombros y sus lentes en su cabeza.     —El gusto fue mío, Styles.     Harry extendió sus brazos y sin pensarlo lo abracé, y por alguna razón desconocida lo comencé a extrañar de inmediato. Me dedicó una última sonrisa y siguió su camino.     Sin dudarlo, sería una historia perfecta para contar más adelante.     Una vez con mi maleta en mano marqué el número de mi mejor amigo que se encontraba casi al otro lado del mundo.     —Ya me estaba preocupando —me contestó al otro lado del auricular—. No me has llamado en dos días, ¿quién te crees que eres? —me reprimió divertido, sonreí al cielo mientras cargaba mi maleta y caminaba hacia la salida del aeropuerto.     —Lo siento, mamá, había tenido unos días muy agitados.     —¿Llegaste a Londres ya? —escuchaba mientras masticaba algo como papas fritas en bolsa.     —Así es.     —¿Qué tal viaje? ¿Te tocó de esos tipos que nunca se callan como acompañante?     —De hecho, no creerás quién me tocó de acompañante.     —Por favor, di Britney Spears —dijo esperanzado y reí     —No, este es un poco mas joven y más guapo.     —Nadie en esta vida es más guapo que Brit Brit —me dijo ofendido—. Suéltala.     —Harry Styles —dije al fin y pude oír como se atoraba con lo que comía—. ¿Estás bien?     —¡¿Harry Styles?! ¡¿Como el Harry le daría tres hijos Styles?! —gritó. Puse los ojos en blanco por el comentario poco fino.     —Por un momento pensé que no sabrías de quién hablaba —le reprimí.     —¿Cómo no conocerlo, Carolina? ¿Haz estado viviendo bajo una roca?     —En mi defensa, creía que tenían 15 años y cantaban con pantalones caquis apretados.     —Sí, hace una tonelada de años atrás —me volvió a retar—. ¡Y cuéntame! ¿Cómo es? ¿Es tan guapo como lo muestran en la tele? ¿Es divertido? ¿Sus ojos son soñados como se ve en las fotos? No es gay, ¿verdad? Si es así podrías darle mi número.     Max era mi mejor amigo desde que entré a la universidad. Podía hacerme reír aunque lo único que quisiera fuese llorar y lo extrañaba a mil.     —Max, cálmate o te dará un infarto.     Caminé hacia donde se encontraba un taxi y tomé una bocanada gigante de aire. Comencé desde el principio contándole todo con lujo de detalle y terminé como solo habíamos dejado de hablar cuando sin querer me quedé dormida en su hombro, y como contando fueron un poco menos de ocho horas que estuvimos hablando sin parar. Le conté de cómo lo detesté al principio y como todo dio vueltas en 180 grados, de como encontré que sus ojos esmeralda junto con su sonrisa torcida y sus hoyuelos hacían una combinación perfecta, letal pero perfecta. Y él, en si, era la persona más maravillosa e interesante que había conocido en mucho tiempo.      Mi celular sonaba rabioso por todos los mensajes que le llegaban. Abrí los ojos con todo mi pesar maldiciendo cuando vi el nombre de Max en todos los mensajes.     «¿Sabes que existe esto de la diferencia de hora verdad? Déjame dormir»     Tecleé media dormida y volví a dejar el celular en la cómoda.     «¡Es importante!»     Recibí en solo unos segundos.     «Espero que así sea o si no viajaré a solo patearte el trasero»     «Ve el twitter de Harry, ¡AHORA!»     Suspiré cansada. Moví torpemente mis dedos dormidos por mis aplicaciones, tecleé el nombre de Harry en twitter.      Mi corazón se saltó un latido, mi estómago se apretó y a mis pulmones les faltó el aire, todo al mismo tiempo.     Harry Styles @Harry Styles     Caroline, pecosa y pelirroja, contáctame, por favor. —H.     Tuve que leerlo dos, tres veces.     Imposible.     Marqué el número de mi amigo.     —¿Crees que sea yo? —dije sin aliento.     —¡Sé que eres tú! ¿Ya le escribiste?     —Max, sinceramente hay un millón de personas que son pecosas y pelirrojas, puede referirse a cualquiera.      —¿Justo el día después que pasaron un millón de horas juntos y se contaron toda su vida? No lo creo, amiga. ¡Escríbele un mensaje directo, ahora! —me apresuró.     —Sé lo suficiente de twitter como para saber que no se le puede enviar un mensaje.     —Mierda, es verdad —pude notar la desilusión en su voz—. Quizás le puedas escribir algo ahí mismo, no sé.     —¿Te imaginas cuanta gente lo hace por día? —dije con la misma voz, mi amigo calló—. Dejémoslo estar, ¿sí? Seguramente ni siquiera se trate de mí.     —Carolina, o Caroline —cantó mi nombre en su acento—. ¿Te gusta a que no?     —Max —canté igual que él—. Lo conocí por nueve horas de mi vida, no me puede gustar alguien por haberlo conocido nueve horas, eso solo pasa en las películas.     —Eres una aburrida —me dijo.     —Y tú un impertinente. Déjame dormir, mañana te envío fotos de mi tour.     —Es un trato, te adoro, pecosa.     Y colgó.     ¿Será posible que Harry esté pidiendo que me comunique con él?     Algo en mí quería que fuera cierto, pero era una posibilidad de una en un millón.     ¿Pero si es cierto?     Está bien, no creo que haya conocido a muchas Carolinas pecosas desde que nos bajamos del avión, pero…     Mi celular vibró a los pocos minutos con un mensaje nuevo de Max.     «¡SU MENSAJERÍA ESTÁ ABIERTA, ESCRIBELE AHORA!»     Imposible.     Tenía que cerciorarme por mí misma. Mis dedos se movían zonzos, pero por la adrenalina que corría por mi cuerpo. Llegué a la pagina de él y ahí estaba. Ese cuadradito que permitía escribirle a cualquier persona. Mis dedos se movieron por inercia.     ¿Cómo iba a saber que era yo?     Mi twitter no tenía mi nombre si no que un seudónimo, y ahora que lo pensaba, nunca le había dicho mi apellido. Nunca sabría que soy yo. Escuché la voz de mi amigo en mi cabeza.     Hazlo, zopenca.     Y lo hice.     «¿Harry? No sé si te referías a mí en tu twitt, pero te escribo igual. Soy Carolina, la pecosa que conociste en el avión hace unas horas. Espero que todo marche bien, abrazos»     Dejé mi celular en la cómoda que se encontraba al lado de la cama y cerré los ojos para obligarme a dormir, intentando que mi corazón dejara de latir con la fuerza que hacía en esos momentos.     No podía dejar que esto cambiara el rumbo de mis vacaciones, tenía un plan estrictamente organizado para las siguientes semanas y Harry Styles no haría que eso cambiara. O el querer que fuera cierto que quisiera contactarme, y aunque había una parte de mi ser que se adentraba en ese pensamiento casi increíble, el otro no dejaba que lo hiciera por completo. No era, ni tenía nada que ver con el hecho de que Harry fuera Harry de One Direction, un artista reconocible por casi todo el mundo, si no por el hecho de haber conocido a una persona tan maravillosa como lo era él. Había sido un amigo cuando, sin querer admitirlo, no había tenido desde que salí de mi país, concentrándome en mis estudios y mi trabajo. Una persona para hablar felizmente y desahogarme como lo había hecho con él. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD