– 3 –

2420 Words
    El día había sido agotador a más no poder.     Fue el día de caminar, caminar y conocer todos los rincones de la ciudad a pie, y mis pies me odiaban en esos momentos. Al llegar la noche solo quería recostarme en mi cama del pequeño hostal y ver televisión basura mientras comía frituras envasadas sin pensar en nada y descansar hasta el siguiente día.     Prendí la televisión antigua y mis dedos se fueron revoloteando por los canales para encontrarme con algo que casi hace que me atragante y no viva para contarlo; una mujer alta y guapa me hablaba de frente con una fotografía de Harry que ocupaba todo su lado izquierdo mientras unas letras grandes y gruesas cruzaban toda la pantalla.     Harry Styles busca a mujer en sus r************* .     Cambié el canal casi por inercia.     No puede ser.     No eres tú, Carolina, deja de darle vueltas al asunto.     Me reprimió una voz en mi cabeza.     Tenía razón. Estaba cansada, volví a cambiar el canal y ahí estaba el twitt que había mandado Harry hace dos días, tal cual lo había visto yo, con miles de re twitt y otros miles de favoritos. Sin querer sonreí, parte por felicidad de mi inconsciente y parte por lo ridículo que parecía todo. Necesitaba dormir.     Y la mujer dejó de hablar al momento que apreté el botón de apagado.     Estaba almorzando al día siguiente después de recorrer las calles de la ciudad como lo había planeado hace días cuando mi celular vibró con un nuevo mensaje. Sabía que era Max, pues le había prometido fotos de un local que había visto por internet. Las había sacado, pero en esos momentos solo quería llegar a un lugar a comer y llenarme de fuerzas para visitar el museo y seguir mi itinerario, pero cuando vi el icono de twitter en la pantalla bloqueada de mi celular me extrañé.     «Si eres la Caroline que conocí, ¿podrías decirme tu fobia?»      Habían pasado dos días desde que le escribí a Harry por twitter y no había tenido respuesta alguna, así que a la mañana siguiente cuando estaba desayunando tomé la decisión de no estresarme más por el asunto pero le respondí de todas maneras.     «Número uno; mi nombre es Carolina, con una A al final, y segundo; ¿hablas de las mariposas zombis?»     «¡Dios, eres tú!»     Salió en mi pantalla luego de unos segundos mientras masticaba mi comida, y una sonrisa intrusa salió a relucir.     «¿Lo soy?»     «¿Tienes idea de cuántas personas me han escrito diciendo que son pecosas, pelirrojas y se llaman como tú?»     «Déjame adivinar… ¿Unas 3?»     «Intenta con unas 300»     «Santa mierda»     Respondí, realmente sorprendida.     «Por un momento pensé en darme por vencido»     Volví a sonreír. Me gustó que no lo hiciera.     «¿Sabes que saliste en las noticias? Bueno. Noticias de farándula, no le presté mucha atención al canal»     «Lo sé, mi manager me dio un buen reto. Se supone que no debo hacer cosas como estas sin preguntar primer.»     «Que triste. ¿Por qué querías comunicarte conmigo?»     «Me imagino que sigues en Londres, ¿no?»     «Así es, considerando que te lo dije»     «¿Te gustaría un tour por la ciudad? Y por Tour me refiero a un café en un local donde no puedan molestarnos»     Mi estómago hizo algo extraño mientras mis pulsaciones comenzaban a acelerarse.     «Me parece excelente, no he parado por demasiadas cafeterías, necesito conocer ese al que iremos»     «Te encantará, venden café»     Reí fuerte en mi habitación pequeña.     «¿No me digas?»     «Dame tu teléfono para mandarte la dirección»     «Es, ¿’Una Dirección’? ¿eh? ¿viste lo que hice ahí?»     «Eres muy graciosa, me matas de la risa, uh, sí, como muero de la risa.»     Reí por mi chiste malo y como escuché en mi cabeza su tono de voz diciendo esas palabras.     «¡Tenía que hacerlo!»     «Deberías ser comediante»     «Sería injusto para los que ya lo son, los dejaría sin empleo»     «Pecas, no creo que eso sea un problema»     «Mezquino»     No me importaba perder un día de turisteo por encontrarme con Harry. Sabía que aún me quedaban muchos días para hacer todo lo que quería hacer.     Me costó un poco llegar a la dirección que me había dado, ya que se encontraba considerablemente lejos de donde me hospedaba. No estaba nerviosa, sino que ansiosa, quería contarle lo que había visto, quería compartir con él los pocos días que había estado en su país, lo maravilloso que encontraba todo y lo fascinada que estaba con cada cosa nueva que veía. Y claro estaba, quería saber de él.     Me acerqué a la puerta del café, pero antes de poder entrar oí mi nombre en una voz rasposa y ronca, una voz que ya reconocía bien.     —¡Harry! —grité girando en su dirección.     Volteé para encontrarme con un despampanante chico británico, con una simple polera banca y pantalones negros ajustados, algo tan común pero que en él se veía extremadamente bien. Caminamos los pocos pasos que nos separaban y sin esperarlo Harry me abrazó con fuerza haciendo que mis talones se despegaran del suelo.     —Carolina —dijo acentuando la última letra.     —Vaya, necesitaba un abrazo así —le sonreí al separarnos. Harry me miró curioso mientras caminábamos hacia la entrada del local—. A veces solo necesito un abrazo, eso es todo, en este hemisferio no son muy de piel —le dije y me miró regalándome esa sonrisa torcida.     —Me alegro de que hayas venido —me dijo mostrando sus hoyuelos y sus ojos esmeralda sinceros, y mi corazón aumentó un par de centímetros.     —¿Por qué elegiste este café? —le pregunté una vez sentados en la mesa más lejana a la entrada.     —Es bien tranquilo, se supone que los paparazis no vienen hasta aquí a molestar, y aparte —dijo mirando hacia atrás—, hay una salida trasera por si es que llegasen.     Levanté las cejas, sorprendida con la precaución que había tomado pues no conocía su mundo, ni lo que tenía que hacer para salir solo, pero no objeté ni le pregunté.     —Ahora, cuéntame, ¿cuál fue tu castigo por hacer lo que hiciste? —le pregunté mientras tomaba un sorbo de mi café y él pasaba su mano con anillos por su cabello largo.     —Un buen reto y una advertencia, eso fue todo.     —¿Por qué te retarían por hacer algo así? —Arrugué mi frente confundida. Los ojos esmeralda que solían brillar se apagaron un momento, respiró profundo buscando las palabras adecuadas.     —Tenemos ciertas reglas que debemos cumplir. —Miró hacia la entrada, como queriendo escapar de la conversación—. Es parte de nuestro contrato.     El aire se había transformado en algo pesado y denso, así que decidí cambiar el rumbo de la conversación al notar lo incómodo que se había puesto Harry.     —¿A cuántas personas les preguntaste lo mismo que a mí? —Ladeé la cabeza. Los ojos esmeralda volvieron a la conversación.     —A montones, la mayoría eran fans aprovechando la oportunidad de decirme lo mucho que nos extrañarían en nuestro sabático, así que no fue tan malo después de todo. —Me sonrió y le devolví la sonrisa.     —¿No se te ocurrió preguntar mi número cuando estábamos en el avión?     Levantó los hombros.     —No sabía que te quería volver a ver hasta que llegué a mi hotel. Fue agradable conocerte y me pateé por dentro por no haberlo hecho. Además —añadió—. Tú fuiste la que dijiste que no querías volver a ver mi rostro. —Levantó una ceja perfecta.     —Dios, creo que nunca me dejarás olvidarlo. Eso fue cuando te estabas comportando como un verdadero idiota —le respondí divertida.     —Y tú como un dolor en mi trasero —me objetó.     Nos pasamos la tarde conversando tal cual lo habíamos hecho hace unos días, pero en ese momento me di el lujo de notar cosas que no había hecho antes; en como su mirada era extremadamente penetrante, tanto que a veces sentía como el rubor subía a mis mejillas con solo contarle una historia mientras él no apartaba la vista de mis ojos. En como se mojaba los labios antes de sonreír, o el pequeño tic que tenía al pellizcarse el labio inferior mientras pensaba en alguna respuesta. En como saltaba el músculo de su mandíbula haciendo que fuese destinada a cortar diamante. En sus labios, sus brazos cubiertos de tatuajes y como unas pequeñas alas de golondrina se escabullían por debajo de la tela de su polera, tentando a cualquiera que las mirasen. Todas esas pequeñas cosas que antes no había notado hacía que esa vez pudiera ver lo apuesto que era.     Lo extremadamente apuesto que era.     Tanto que era ridículo.     —¿Acaso subí de categoría? —la voz ronca de Harry me sacó de mi ensimismamiento. Moví mi cabeza para volver completamente.     —¿Ah?     Harry apoyó suavemente su codo en la mesa posicionando su mentón en la palma de la mano mientras se acercaba un poco más.     —Me estabas mirando los labios, ¿sabías?     Mierda.     El color explotó en mi rostro completo.     —¿De qué hablas? Estaba prestando atención a lo que decías. —Solté un bufido corto. Me sonrió sin apartar la vista de mi rostro enrojecido.     —¿Ah, sí? ¿De qué estaba hablando? —Ladeó su cabeza testeándome mientras sus ojos se entornaban coquetamente.     Intenté buscar en mi cabeza el último tema que habíamos sacado.     —Hablabas de cómo habían cambiado el single —respondí segura.     Harry apoyó su espalda en el respaldo de su silla sorprendido por mi respuesta.     Me había salvado.     —Vaya, así que puedes hacer dos cosas a la vez —me dijo juguetón.     —No te des tanto crédito, no has subido de categoría, sigues siendo adorable —le dije entornando los ojos.     —Ahá, la próxima vez intenta no morderte el labio cuando miras los míos y te creeré.     Por la mierda.     Noté como su lengua salía a jugar en la comisura de su labio mientras me dedicaba una sonrisa presumida y tuve que tomar un sorbo del jugo que había pedido para climatizar el calor que sentía.     Nos estábamos riendo de algo que había dicho cuando el mesero se acercó a nosotros.     —Disculpen, el horario de la cena ya está disponible por si quieren ordenar algo —nos dijo el tipo rubio y alto.     Miré la hora en mi reloj y noté que ya era tarde. Abrí mi boca para decir algo pero Harry me interrumpió.     —¿Te apetece cenar? —me preguntó.     —No lo sé, Harry, es bastante tarde, tengo que volver a mi hostal y no me manejo bien aquí, menos de noche —me apresuré, pero la mano de Harry hizo un gesto como si espantara una mosca en el aire.     —Tráiganos la carta, por favor —le dijo al hombre parado junto a nosotros. El hombre giró en sus talones, complacido y desapareció.     —Harry… —comencé a decir pero me detuvo.     —Tengo auto aquí, no te preocupes, te llevaré cuando terminemos —me dedicó otra de sus sonrisas juguetonas.     —¿Estás seguro? Es bastante lejos —me disculpé. Ladeó la cabeza regañándome con la mirada y levanté las palmas al techo—. Está bien, no me molestaría guardar dinero en transporte así que no te llevaré la contraria.     —Buena chica —habló ronco.     ¿De verdad?     ¿Tuvo que elegir esas palabras?     ¿Y decirlo de esa manera?      Después de haber tenido una pequeña riña sobre quién pagaría la cuenta, la cual perdí miserablemente, salimos por la puerta delantera hacia su auto. Era bastante tarde y no parecía haber mucha gente en las calles así que supuse que no era necesario escabullirnos por la puerta trasera.     Un auto deportivo nos esperaba estacionado a una cuadra de donde nos encontrábamos; sus vidrios tintados y su color hacía que luciera intimidante, y mi mandíbula cayó disimuladamente al ver lo perfecto que era, claro.     Como su dueño.     Me dijo una voz en mi cabeza y la pateé al instante.     Por instinto me paré al lado de la puerta del piloto haciendo que soltara una risa tierna, lo que hizo que cayera en cuenta que estaba equivocada. Lo fulminé con la mirada mientras rodeaba el auto para entrar por el lado correcto.     —No digas nada —le reproché levantando mi dedo para apuntarlo.     —Uno se acostumbra —me respondió aún con su sonrisa en los labios.     Harry manejó mientras conversábamos sobre la música que daban en la radio cuando comenzó a sonar una melodía que no había escuchado antes. Noté como le sonreía a la radio negando con la cabeza.     —Aún no me puedo acostumbrar a eso —dijo aún sonriendo y lo miré confundida y al notar que no sabía de lo que hablaba continuó—. Es una de nuestras canciones; Perfect.     Abrí los ojos, sorprendida, y alcancé el volumen de la radio para subirle y poder escuchar bien. La voz reconocible de Harry sonó en los parlantes. Lo miré sonriendo.     —¡Pues canta! —le exigí.     —… And if you like midnight driving with the windows down, and if you like going places we can’t even pronounce… —cantó fuerte y fingiendo ser desafinado. Solté una risotada mientras le daba un pequeño empujón.     —Vaya, deberías buscarte otra profesión —le dije divertida mientras me sonreía pleno.     —Lo sé, debería ser panadero.     Siguió cantando bajo mientras le prestaba atención a la letra y me movía al ritmo de la canción pegadiza, hipnotizada por la hermosa voz que salía de sus labios y de la radio.     Harry apagó el motor de su auto al estacionarse frente al hostal donde me hospedaba.     —Muchas gracias por traerme, y por la divertida velada —le dije desabrochando el cinturón para girar mi cuerpo y mirarlo—. Lo pasé genial.     Me miró por unos segundos que parecieron eternos.     —Mañana debo hacer unas cosas, pero ¿te parece que nos juntemos de nuevo cuando termine?     Sopesé la idea de perderme otro día de turismo, pero sus ojos hicieron que esa idea saliera corriendo calle abajo. Le sonreí.     —Estaré esperando tu llamado.     Harry me devolvió la sonrisa y se acercó peligrosamente a mí. Mi corazón comenzó a  acelerarse y un nudo en el estómago apareció de pronto, quedé inmóvil mientras su rostro se acercaba cada vez más al mío, pero al llegar lo suficientemente cerca besó cariñosamente mi mejilla.     —Buenas noches, Pecas.     —Buenas noches, Styles —Harry me dedicó una última sonrisa y bajé del auto.     Al llegar a mi habitación lo primero que hice fue abrir mi computadora y escribirle un extenso mail a mi amigo Max contándole todo y disculpándome por ignorar sus últimos mensajes, sabiendo que me perdonaría al saber que había pasado toda la tarde con Harry.     Me despojé de mis ropas y me tendí en mi cama preparada para entregarme a los brazos de Morfeo pero mi celular vibró con un nuevo mensaje mientras aún me daba vueltas en la cama. Miré el nombre de Harry a través de la pantalla.     «De vuelta en el hotel, hoy lo pasé de maravillas. Nos vemos mañana, Pecosa. H»     Fregué mis ojos mientras una sonrisa atravesaba mi rostro.     Después de ese mensaje no me costó nada quedarme dormida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD