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Serás mi Destino

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Blurb

«El destino, también llamado hado, casualidad o suerte, esa fuerza que nos lleva hacia un futuro predeterminado en la vida. No importa cuán lejos intentes correr de él, de una forma u otra volverán a ese camino trazado para ti. En el amor juega un papel importante, estamos destinados a una persona desde un principio, esa con la que sentirás una conexión especial e irrompible, esa que tarde o temprano llegará y llamarás "alma gemela" o "media naranja".»

.

Diana y Bastian Scott son hermanos muy unidos, pero con personalidades totalmente opuestas. Bastian es el mayor, un hombre maduro, elocuente, carismático y risueño, mientras que Diana, es una joven de apariencia delicada con un carácter indomable, de muy mal genio y pocos amigos, pero con un profundo amor y respeto hacia su familia. Bastian Scott no ha sido muy afortunado con las parejas que ha escogido y su hermana tampoco ha ayudado con ellas, pues, se ha encargado de ahuyentarlas, ninguna le parece suficientemente buena para él, ya que son mujeres banales, lo que la llevará a buscar una novia adecuada para su hermano, a pesar de su inexperiencia en el amor. Diana no ha dado grandes pasos en el terreno amoroso, ningún chico ha sido de su especial agrado, tampoco tiene muchos pretendientes, su mal genio los espanta.

.

Joseph Bustamante, un pacífico joven, amante de los libros y las buenas costumbres; ha estado interesado en Diana desde que eran niños, siempre sintió que debían estar cerca uno del otro y que están destinados a ello, por supuesto, ella no permitió que se acercara en ese entonces, parecía detestarlo. Algunas circunstancias lo hicieron separarse de ella, años después él tendrá claro lo que quiere con ella y aprovechará la oportunidad de que no lo reconoce para conquistarla.

.

¿Podrá Joseph irrumpir en la capa dura de roer de Diana? ¿Será su destino estar juntos?

.

¿Podrá Diana encontrar la mujer destinada para su hermano?

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1. «Mi pequeña amiga»
—Mi pequeña hermana, cómo te esperé, pensé que nunca llegarías... Bastian Scott camina lentamente de un lado a otro acunando entre sus brazos, con delicada protección a su hermanita de apenas un mes de nacida, Diana. Él deseó y pidió infinidad de veces un hermanito, pero todos los pronósticos apuntaban a que nunca tendría esa dicha, hasta que, a sus 16 años, sucedió el gran milagro. —Bastian... —Alguien lo llama en un susurro dando suaves toques en la puerta de la habitación, a lo que él se gira. —¡Oh, Anne! Ven... —Ella se acercó con sigilo. —¿Puedo cargarla por última vez? —¡Por supuesto! —Bastian pasó la bebé con extremo cuidado hacia los brazos de su amiga Anne. —Es tan pequeñita... —Dice ella mientras la mece en sus brazos. Él le ofrece una pequeña sonrisa. —¿Ya la señora Emilia y tú se van? —Bastian pregunta con melancolía. —Si. —Ella apartó su mirada de la bebé para posarse en él. —Gracias por ser mi amigo, normalmente los chicos como tú no se mezclan con niñas como yo, lo noté muchas veces. —¿Chicos como yo? ¿Niñas como tú? ¿A qué te refieres? —A nuestra posición social, Bas. Eres más grande que yo, deberías estar más claro en eso. —Hmmmm, no le veo nada de especial al estatus. Somos personas iguales, Anne, de carne y hueso. —Hizo una pausa para tragar fuerte y pasar el nudo de su garganta. —Ha sido grandioso ser tu amigo, que es lo más importante. Estoy muy agradecido porque hayas sido mi amiga y compañera de juegos, aunque fuera algo mayor que tu para jugar a tomar el té, era muy torpe en eso. —Dice con humor. —Lo hacías muy bien, Bas... —Ríe. La bebé se había dormido en los brazos de Anne, por lo que se dirigió a su cuna para recostarla. —Te echaré de menos, Anne... —Y yo a ti Bastian, eres un buen amigo también. —Habla algo triste y se dan un caluroso abrazo. Él se separó un poco, metió su mano en uno de los bolsillos de su pantalón y sacó una delicada pulsera de plata con algunas libélulas que unían la cadena por sus pequeñas alas, de ella colgaba un pequeño dije circular con una inscripción: “no me olvides”. Anne abrió su boca y ojos con sorpresa. Bastian sostuvo su muñeca y le ayudó a colocársela. —No debiste... —Examinó su pulsera, cada detalle. —Quería hacerlo, necesitaba hacerlo. —¡Gracias! ¡Está bellísima, Bastian! —Con fuerza rodeó la cintura de Bastian con sus regordetes brazos, eufórica y él la rodeó con los suyos nuevamente. —Me alegro que te haya gustado... Bueno, ahora vamos... quisiera despedirme de la señora Emilia también. —Ella asintió ante la sugerencia de Bastian y salieron hacia la sala. Tras la muerte repentina de su madre biológica, Bastian quedó a cargo de su joven padre, Magnus, cuando apenas tenía dos años de edad. Algunos años después, su padre contrajo matrimonio con Serena Williams, con quien Bastian tuvo una gran conexión desde el momento en que la conoció; ella había tenido un grave accidente de tránsito durante su juventud, que, según los médicos, le quitaría la posibilidad de tener hijos algún día, como consecuencias de aquellas lesiones; sin embargo, la vida les dio una de las mejores sorpresas. Durante su niñez, Bastian insistía a sus padres que le dieran un hermanito, quería un amiguito y compañero de juegos, aunque ellos eran dedicados y amorosos, él necesitaba compartir con alguien de su edad o al menos cercano a ella. Emilia Rizzo, era la encargada de los quehaceres y la preparación de la comida algunos días a la semana en casa de los Scott, le arrugaba el corazón ver a Bastian jugar desganado en un rincón de su departamento a solas cuando sus padres estaban algo ocupados, así que les pidió permiso para llevar a su hija y se hicieran compañía un rato algunas veces por las tardes, también era una oportunidad para Emilia tener a su hija cerca, ya que debía dejarla en guarderías mientras trabajaba. Los Scott aceptaron gustosos. Anne y Bastian se hicieron amigos, su diferencia de edad de 4 años no se los impidió. Aquellas tardes en las que Emilia laboraba en el departamento de los Scott era de diversión para ellos, pero llegó el día en que los amigos se despedían, ya que era el último de trabajo de Emilia. —Mira mamá, lo que me obsequió Bastian. —Anne le mostró la pulsera a su madre cuando se acercó, mientras estaba reunida con los Scott. —Está muy linda, mi niña. —Luego volvió su vista hacia Serena y Magnus. —Señores, no debieron molestarse. —Les habla apenada. —No te preocupes Emilia, Bastian nos insistió muchísimo, realmente quería hacerle ese obsequio. —Le comenta Serena. —Nos hizo recorrer casi toda la ciudad con él en busca del regalo de despedida apropiado para su amiga. —Añade Magnus entre risas, Emilia sonríe comprensiva. —Muchas gracias... Han sido muy buenos con nosotras, lamento irme justo cuando más me necesitarán, ahora que la bebé llegó... —Ya nos las arreglaremos, ahora, lo más importante es tu salud y descanso, nos ayudaste por muchos años. —Si necesitas algo, no dudes en llamarnos, estaremos dispuestos a ayudarte en lo que necesites. —Serena tomó ambas manos de Emilia entre las suyas y des dio un suave apretón. —No solo Bastian extrañará a Anne, nosotros también las echaremos de menos. Los Scott se vieron en la necesidad de prescindir de los servicios de Emilia, por su bienestar, ya que fue diagnosticada con artritis reumatoide y su salud empezaba a deteriorarse notoriamente, muchas veces sus articulaciones fallaban y dolían durante las horas laborales, lo que la obligaba a detenerse y mantener reposo, así que, ellos consideraron que lo más conveniente era que ella no realizara ese tipo de trabajos. Ellos se comprometieron con su manutención y correr con los gastos médicos y terapéuticos después de su partida, Emilia era una madre soltera que concibió a su hija teniendo ya 40 años de edad, por lo que necesitaba algún apoyo económico. Decidió irse al interior del país en donde sus hermanos estaban residenciados, así, si algo le sucedía, su hija no quedaría completamente sola. La familia se quedó mirando cómo Anne y Emilia salían por la puerta principal del departamento, algo entristecidas, ellos también lo estaban. Al poco rato, Bastian volvió a la habitación con la bebé, algo desganado. —Bueno Di, ahora seremos solo nosotros dos, Anne se ha ido lejos, es un poco triste, ¿sabes? Fue mi amiga y compañera de juegos, por unos cuantos años, te tardaste en llegar, así que ella me hizo mucha compañía... La extrañaré como no tienes idea... —Bastian conversaba con la bebé apoyando su mentón del borde de su cuna. . Años después... . —¡Vamos Di! ¡Golpe arriba! ¡Arriba! —Gritaba Bastian desde las gradas a su hermana en un campeonato de kárate. Serena y Magnus estaban a su lado comiéndose las uñas con nerviosismo, en silencio, mientras veían a su hija caerse a golpes con otra niña; sin embargo, su hermano pegaba gritos frenéticos dándole apoyo, eran muy unidos. Habían trancurrido doce años desde la llegada de Diana, era una niña delgada, de piel clara, cabello oscuro, su apariencia era delicada pero guardaba un carácter difícil y personalidad ácida, se decía que tenía un gran parecido físico y de temperamento con su única tía, fallecida poco antes de que ella naciera; sin embargo, a pesar se su naturaleza, tenía un gran respeto y valor hacia su familia. Diana fue llevada a conocer varios deportes y actividades para practicar y lo único que le agradó y escogió fue kárate, era muy hábil para las artes marciales. Debido a su testarudez y disciplina, se convirtió rápidamente en una de las mejores de su edad, sus padres habrían preferido que practicara algo más femenino como ballet, gimnasia o cualquier cosa menos agresiva, sin embargo, cedieron ante sus insistencias y lo que realmente le gustaba, además, de ser un deporte que le serviría para defenderse si lo llegaba a necesitar. La menor de los hermanos Scott había salido triunfante durante su pelea en el campeonato, como la mayoría de las veces, tan pronto salió corrió hacia su familia, quienes la esperaban ansiosos. Tan pronto se encontró con ellos, celebraron su triunfo dándole apretones, besos y abrazos, luego se quedó acurrucada entre los brazos de su hermano. —¡Nuestra campeona! —Le venera Bastian orgullos, frotando la mano en su cabeza, haciendo que su cabellera oscura se alborotara. —¡Así es! ¡Lo hiciste genial, princesa! —Refuerza Magnus. —Exageran un poco, ¿si hubiese perdido también celebrarían así? —¡Por supuesto, cariño! ¿Qué pregunta es esa? Siempre serás nuestra vencedora, no importa cuáles sean los resultados allá en el tatami. —Aclara su madre llevándole un mechón de cabello tras la oreja. —Diana le sonríe con ternura. —Bien familia, esto hay que celebrarlo. Deberíamos ir a comer a algún buen sitio... —Sugiere Bastian. —¡Excelente! Hoy invitas tú, ya sé que estás en la nómina como presidente de la NovaMobile. También hay que celebrar que inicias en este recorrido como mi sucesor, hijo. —Magnus le da una fuerte palmada en el hombro con orgullo. —Guau. —Suspira. —A veces esa responsabilidad me pone nervioso, no sé si lo haré bien. —Mi príncipe ya es todo un hombre. —Su madre le da apretones en las mejillas también orgullosa. —Lo harás estupendamente, hijo. Sé que sí. —Gracias, mamá... Bastian era un adulto que empezaba a prepararse para suceder a su padre al frente de la poderosa empresa de tecnología y telecomunicaciones que ahora tenían. Bastian y Diana se encaminaban hacia el auto detrás de sus padres, él aun pasando su brazo por los hombros de su menuda hermana, el móvil de Bastian vibraba en el bolsillo de su pantalón, por lo que lo revisó, se le dibujó una sonrisa en los labios e inmediatamente contestó. —Hola, linda... —Dijo en voz baja. —¡Cielo! Te he extrañado. Diana puso mala cara y continuó escuchando por unos segundos la conversación de su hermano risueño, intentando averiguar con quién conversaba, y que indicaba que era una chica con la que su hermano salía. —¿Te parece si nos vemos esta tarde, Hilarie? Almorzaré con mi familia y luego voy a tu departamento. — Diana se soltó de su brazo algo inquieta y dejaron de caminar. —¡Estupendo! —Levantó la voz emocionada del otro lado de la bocina. Bastian y la chica intercambiaron unas palabras más ante la mirada algo inquietante de Diana y luego cortó la llamada. —¿Qué? ¿Por qué me miras así? —¿Estás saliendo con la rubia de las piernas largas? —Pregunta con sus brazos cruzados. —¿Qué tiene de malo? Es bellísima. —Ella puso los ojos en blanco. —No entiendo por qué insistes en salir con ese tipo de chicas, ¡están huecas Bastian! Estoy segurísima de que no mantiene una conversación por más de 2 minutos. Aparte de que es una interesada. Ésa no es para ti, eres muy confiado, te están cazando y se les nota a kilómetros. —Aún eres una niña para estos temas, Diana, y lo mismo lo has dicho de casi todas... Oye, no volvamos a caer en lo mismo, no me vas a ahuyentar a esta chica también, me interesa. —Le dice con severidad, ella frunció el ceño y entrecerró sus ojos. —No hay manera que puedas ubicarla para hacer una de las tuyas, te advierto que si haces una de tus travesuras, vamos a tener serios problemas jovencita. —Se giró con seriedad y continuó caminando. —¿Quieres apostar? —Susurró Diana con una ladeada sonrisa maliciosa a sus espaldas. Diana era sobreprotectora con su hermano, él solía salir con modelos o hijas de socios de NovaMobile, todas ellas chicas bastante vanidosas, a quienes les interesaba más salir con el soltero cotizado y adinerado que por su personalidad, por lo que Diana si tenía algo de razón. Hasta ese entonces, ninguna mujer había sido del agrado de ella y se encargaba de idear planes para hacer que salieran huyendo de su lado. . —Bastian Scott, te llamo para informarte que ¡estoy terminando contigo! —¡Qué! ¿¡Por qué!? —¡¡Porque eres un mentiroso!! ¡Y porque tienes una hermana endemoniada! ¡No quiero saber ni de ti, ni de tu hermana! —Pero, Hilarie, ¿qué fue lo que te dijo Diana? —¡¡Pregúntaselo!! —Gritó furiosa y cortó la llamada.

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