Clayton —Ahora los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia. —El juez de paz sonrió ampliamente a los señores Diego y Trish Reyes, quienes estaban envueltos en un abrazo inquietantemente íntimo en el centro de la sala 2A, al menos para mí, el hijo y único testigo de la boda. —Está bien, chicos, mantengamos las cosas decentes frente al juez. —Di una palmada fuerte que separó a la feliz pareja, quienes no paraban de sonreír—. ¿Vamos a tener un almuerzo de boda o ustedes dos ya están en una luna de miel anticipada? Trish se sonrojó intensamente y papá se rio. —Almuerzo primero, hijo. Tenemos el resto de nuestras vidas para la luna de miel, ¿verdad, cariño? Su sonrisa brilló genuinamente hacia Diego, quien tenía la misma mirada de amor en unos ojos color avellana idénticos a lo

