Millie
Sabes, esas mujeres embarazadas que brillan bajo los intensos cambios hormonales y que, de alguna manera, logran encontrar la ropa de maternidad más adorable y parecen no sudar nunca. Bueno, hasta ahora, yo no estaba resultando ser una de esas mujeres embarazadas.
En lugar de brillar, estaba sudando. Algunos podrían decir que profusamente. Pero ese no era mi mayor problema porque el sudor es natural, incluso hay formas de mitigarlo, en las que me había vuelto experta recientemente. No, era la náusea la que estaba causando estragos en mi vida. La enfermedad constante que ni siquiera te avisa cuando está subiendo, lo que significa muchos momentos embarazosos protagonizados por mí, vomitando en el recipiente vacío más cercano.
Pero era una parte de la vida a la que, lentamente pero
